Big Eyes
Sinopsis de la película
Narra la historia de Margaret y Walter Keane. En los años 50 y 60 del siglo pasado, tuvieron un éxito enorme los cuadros que representaban niños de grandes ojos. La autora era Margaret, pero los firmaba Walter, su marido, porque, al parecer, él era muy hábil para el marketing.
Detalles de la película
- Titulo Original: Big Eyes
- Año: 2014
- Duración: 106
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Opinión de la crítica
Película
6.1
69 valoraciones en total
Bastante alejada del estilo de otros trabajos de Tim Burton, Big Eyes presenta, al igual que las pinturas de Keane, un carácter ligeramente caricaturesco.
Una dirección artística cuidada genera en el espectador la sensación de estar, en cierto modo, dentro de un cuento. Un enfoque curioso para una historia basada en hechos reales.
En la misma línea, la dirección de actores sigue también un tono exagerado y sarcástico. Esto, aunque como he dicho sigue el estilo general de la dirección, en ocasiones se me hace molesto por resultarme demasiado absurdo.
Las interpretaciones no tienen pega. Dos actores de moda, dan lo mejor de sí. Para mi ligeramente superior Amy Adams.
Pero los ojos de Burton no transmiten tan bien las emociones como pretendían hacerlo los de las pinturas de Keane. La película es un dulce niño con grandes ojos vacíos de sentimientos. No me hace reír, no me hace llorar, pero me apetece dedicarle unos minutos y entretenerme mirándole.
Hace mucho tiempo que Tim Burton no es sino la sombra de lo que antaño llegó a ser. Ha deformado su talento hasta el punto de reciclarlo con unos fines que uno se atrevería a denominar tristemente como meramente comerciales, siendo el paradigma más desolador de ello su Alicia en el País de las Maravillas (2010), donde adaptaba con desmedida deslealtad y libre albedrío mal entendido un original de Lewis Carroll que al propio director, atención, no le gustaba. Tal cual, Burton se limitó a dar rienda suelta a su bulimia visual (y digital) cual Peter Jackson devaluado (que lo está) basándose en una novela que ni siquiera le importaba. Se confirmaba así (consolidándose dos años más tarde con Sombras tenebrosas) la decadencia de un autor que brilló a finales de los 80 y durante toda la década de los 90, regalándonos obras maestras como Eduardo Manostijeras (1990) o Ed Wood (1994). Fue el efecto 2000 o bien compartir cama con Helena Bonham Carter, quién sabe, pero la entrada en el nuevo milenio le sentó como un tiro y, con la salvedad de la conmovedora Big Fish (2003), su carrera cayó en picado. Ni siquiera la agradable Frankenweenie (2012) le redime, ya que servía más a la imitación burtoniana que ha terminado convirtiéndose en cliché que al verdadero arrebato de autor con corazón.
Big Eyes (2014) no sirve para reconciliarse con el director de Mars attacks! (1996) pero al menos no molesta. Se ve con tanta facilidad y ligereza como se olvida. ¿Esto es suficiente? No para el amante del mejor Burton, sí para quien había abandonado toda esperanza. Aborda la historia real de Margaret y Walter Keane, un matrimonio de artistas que, apoyado en un casi involuntario fraude (a priori), se hizo millonario gracias a los populares cuadros de los niños con ojos grandes. Él se aprovechó de ella y, en los tiempos del machismo imperante y el patriarcado nunca cuestionado, todo fue de aquella manera sin que nadie se preguntara nada. Una historia jugosa que nunca alcanza a sorprender, enganchar ni mucho menos emocionar. Es interesante en tanto en cuanto lo que narra resulta entretenido e incita a la curiosidad, pero el guión (escrito por quienes crearon el libreto de la colosal Ed Wood) sólo deambula por la superficie de todos los temas que aborda (ni poderosa reflexión sobre el mercantilismo del arte ni mosaico del matrimonio de los años 50-60 en Norteamérica ni artefacto que cuestione el arte de Margaret Keane). Todo luce lo suficiente como para no aburrirse pero jamás se esfuerza por ser algo más que un biopic rutinario, con alguna salida de tono desconcertante (el supermercado, las cerillas) y que, quizá, sí sirva como digna reivindicación feminista. Waltz y Adams aportan su talento, aunque les hemos visto brillar más y mejor, y la conjunción de ambos resulta agradable de contemplar, siendo posiblemente lo único notable de la cinta.
Burton, como realizador, prefiere permanecer invisible tras las cámaras, lo cual es preferible a sus arrebatos manieristas de los últimos años, pero no es ni mucho menos comparable al caso de David Fincher, quien se oculta tras sus guiones para nunca dejar de ser fiel a él mismo. Con Burton ocurre algo muy distinto pues él, simplemente, se evapora y, como resultado, queda una obra impersonal hecha con cierta desgana. Cuesta creer, incluso después de tantas decepciones, que Tim Burton se haya abonado a esa producción industrial que tanto parece criticar en su última película, con un sentido del kitsch que no reconocería ni en un millón de años. ¿Será la secuela de su estupenda Bitelchús (1988), anunciada para 2016, motivo de celebración? Quizá, aunque algunos nos tememos que sea parte de su manufacturación en serie de excentricidad para el gran público. Ojalá no sea así.
http://www.asgeeks.es/movies/critica-de-big-eyes-los-ojos-vacios-de-tim/
Interesante, pero demasiado contradictoria y tramposa.
Se alimenta de facciones en lucha: el Arte o el Dinero, la sinceridad del artista o las mentiras del vendedor, ¿el bien y el mal?… Amy, Margaret, es la (infinitamente) buena, Christoph, Walter, el (terroríficamente) malo. Ella crea con pasión y hermosura, él es un parásito que vive a su costa, de su trabajo, honestidad, sencillez…, en fin, de su humildad de niña tímida y asustada. O quizás no. Quizás ella sea una pobre mujer que abandona a su marido, tiene una niña pequeña, un trabajo penoso y un montón de cuadros que no interesa a nadie y que casi tiene que regalar. Hasta que llega un hombre que la saca de la miseria y el anonimato y, gracias a todas sus (malas) artes, empeños y embustes, la convierte en multimillonaria y archifamosa. Porque vamos a ver, ¿es lícito, honrado, coherente o aceptable vender tu alma al diablo con el fin de montarte en el dólar y vivir como una reina para que, luego, cuando el puñetero venga a reclamarte la deuda, te hagas la despistada, la ofendida o la inocente, es que yo no sabía nada, cuánta inesperada sorpresa, no me había dado cuenta de que mentías, de que no pintabas, de que no… ?, ¿pero cómo iba yo a imaginarme, con lo ingenua y bien pensada que soy, que el maligno era tan tramposo y torticero, imposible? ¿Es verosímil o aceptable tanta ignorancia, asumir lo bueno del engaño, sacarle todo el beneficio, y renegar después de lo malo con tanta soltura y desparpajo?
Bueno, durante la primera parte se ve bien por el tono de comedia, de parodia, de amable cachondeo sobre el muy ¿mal gusto? de la gente, sobre cómo, muchas veces, es incompatible crear con vender, sobre las modas y la estupidez general, sobre el Kitsch, el infantilismo y el pop, la producción en serie y el mercantilismo más bobo, sobre.., pero cuando se plantea la verdadera lucha de poder y la película es tan partidaria de ella, tan maniquea, simplista y olvida todo lo que había mostrado antes para derivar hacia una elegía roma, un cantar de santa que carga y cansa, se elimina la posibilidad de haber hablado con fundamento y sustancia del porqué triunfaron tanto esas niñas zombis tan tristes, del entorno, la época y la verdad de las cosas, siempre tan huidiza y poco complaciente.
Big eyes es el largometraje número 17 del director nacido en California, Tim Burton, y algo es cierto no estamos ante la mejor película del director norteamericano, pero mucho menos con la peor, Tim es un director que ha sabido hacerse de un estilo propio y peculiar como él mismo, también es cierto que con Big Eyes no tenemos un biopic con la fuerza argumental de aquella extraordinaria película de 1994, Ed Wood, pero Burton ha sabido hacer un filme interesante y ha logrado cautivar, algo que no había logrado con sus últimos tres largometrajes. Big eyes queda todavía lejos del Tim de Big Fish o Edward Scissorhands pero el propósito de esta crítica no va dirigida a contraponer el viejo Burton con el nuevo, sino desentrañar las virtudes de esta nueva cinta.
Es la primera vez desde Charlie and the Chocolate Factory que Burton no hace uso de la actuación de Johnny Depp, las actuaciones principales están a cargo de Amy Adams y Christoph Waltz, haciendo un trabajo impecable y exaltando lo que a mi parecer hace que este filme funcione, Waltz y Adams hacen muestra de su talento y encarnan de manera magistral a Margaret y Walter Keane, Margaret se ve envuelta en el conflicto de obtener el reconocimiento como creadora de su trabajo después de que su marido, se hiciera acreedor como autor, el guión de Scott Alexander y Larry Karaszewski deja ver una gran construcción de personajes.
La interpretación de Amy, es el mayor acierto del filme, la sensaciones de Margaret se sienten muy cerca del espectador, su actitud nerviosa, temerosa y agobiante, resalta con mucha fuerza, si hablamos de la actuación de la señora Adams, podemos reconocer a una actriz que no sólo cautiva por su espectacular belleza sino que conociendo el trabajo de Amy, sabemos que de la mano de un director capaz, hace magia en la pantalla.
Los secundarios están adecuados en su papel, Jason Schwartzman, actor fetiche y compañero de andanzas de Wes Anderson se desempeña de gran forma, otro punto a resaltar es la música de Danny Elfman aliado incondicional de Tim Burton quien se apunta como armonizador del cine de Burton ¿Quién no recuerda la música de Big Fish como un personaje más del filme? en esta ocasión no es la excepción Elfman mantiene el equilibrio justo en la asociación entre música e imagen.
A este lista de puntos positivos añadiría la fotografía impecable de Bruno Delbonnel (hombre de confianza del director francés Jean-Pierre Jeunet), quien dota de una elegancia sutil que se encuentra latente en todo el metraje, resumiendo esta nueva película de Burton merece una oportunidad por todos, incluyendo a los que han perdido la fe en esta nueva etapa de Tim, sus dos grandes aliados tanto en la fotografía como en la música, un guión interesante y por supuesto Amy Adams (Disculpen si elogié demasiado a la señora Adams, pero no podrán negar que estamos ante una de las mejores actrices de su generación)
Big Eyes no es la obra cumbre de Tim Burton pero sí es su película más interesante de los últimos años.
La nueva obra del director Tim Burton llega a la cartelera justamente el día de navidad (ya sabemos lo que le gusta a su director esta época del año). En esta ocasión no tenemos paisajes oscuros y góticos, vestuarios estrafalarios o a Johnny Depp y Helena Bonham Carter. De hecho parece que Tim Burton ha decidido alejarse un poco de su mundo de fantasía y traernos una película diferente a las que nos tiene acostumbrados.
Burton nos presenta un biopic sobre la pintora Margaret Keane, su relación con su marido Walter Keane y la historia de como engañaron a todo el mundo con sus famosos Big Eyes . Si bien podría considerarse un biopic rutinario, son sus actores y el fantástico guión los que le dan un toque de distinción. Porque a pesar de tratarse de una historia dramática el tratamiento que le han dado Scott Alexander y Larry Karaszewski (quienes ya trabajaran con Burton escribiendo el guión de Ed Wood) es casi de una comedia (tanto es así que sus protagonistas han sido nominados al globo de oro en dicha categoría). Esto es algo que a mi por lo menos me ha encantado (aunque no será una opinión que todos compartan) porque se trata de una pequeña película y no de una producción pretenciosa y sensiblera con el único propósito de acumular nominaciones en los Oscars. Hay que reconocer que la historia y la forma de narrarla (como no, en voz en off) no resultan especialmente espectacular y la trama abarca un gran conjunto de temas sociales como el machismo en los años sesenta, el maltrato o alguna que otra pullita a los críticos de arte pero pasando sobre ellos, sin desarrollarlos en exceso. No obstante se trata de una película amena y muy divertida y eso es gracias a sus dos protagonistas que son los pilares fundamentales de la película.
Qué decir de Amy Adams, fantástica como siempre, con su interpretación capta a la perfección la personalidad de una mujer insegura y sometida por las mentiras de su marido (espero que algún día la Academia reconozca su talento con el Oscar que tanto se merece).
Sin embargo mi favorito es sin duda Christoph Waltz que parece nacido para el papel, una persona de lo mas agradable, que le cae bien a todo el mundo y se deja querer pero que a su vez es un retorcido manipulador (no sorprende que vaya a ser el nuevo villano de James Bond). Da gusto verle en un papel protagonista después de ser el secundario perfecto en la películas de Tarantino y básicamente convierte la pantalla en su espectáculo personal a pesar que se ha tildado su actuación de un tanto histriónico (discutiré esto en el spoiler ).
En el resto del reparto tenemos a secundarios de lujo como Danny Huston o Jason Schwartzman que no llegan a ser relevantes pero añaden valor a la producción y nunca están de más.
Por lo demás una banda sonora correcta de Danny Elfman y una recreación de los años 60 vistosa y con colores muy vivos.
En general se trata de una película correcta pero que se ve enormemente beneficiada por las interpretaciones de sus actores y por su director que, si bien reduce considerablemente su estilo visual y su excentricidad particular esta vez nos trae una película con razón de ser y no un producto de marketing que alguna adolescente llevaría impreso en una camiseta (ejem ejem Alicia…).