Betty
Sinopsis de la película
París. Betty (Marie Trintignant) se refugia en la bebida tras ser abandonada por su marido. Después de una tarde de borrachera acude a un restaurante para refugiarse de la lluvia, y allí conoce a una burguesa llamada Laure (Stéphane Audran). Betty, debido a su embriaguez pierde el conocimiento, y su nueva amiga la lleva a su hotel donde las dos hablan de sus desafortunadas vidas.
Detalles de la película
- Titulo Original: Betty
- Año: 1992
- Duración: 103
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Opinión de la crítica
Película
6.3
43 valoraciones en total
BETTY es una de las películas más arriesgadas (por sumamente depurada) de Claude Chabrol. Es también un buen ejemplo de una de las virtudes del director: crear una obra llena de meandros y sinuosidades a partir de un argumento sencillo (el descenso de una mujer a los infiernos del alcohol tras ser repudiada por su marido y serle arrebatadas sus hijas).
Marie Trintignant/Betty es un personaje resbaladizo que nunca se acaba de pillar del todo. Chabrol me parece un genio para la representación de esos personajes que son como un pozo sin fondo, pero que termino amando quizá por lo mucho que su opacidad me hace pensar en ellos.
¿Madre sufridora? ¿burguesa aburrida e insatisfecha? ¿furcia borracha y mala pécora? Seguro que un poco de todo.
Y qué gran dúo hace la malograda Trintignant con Stéphane Audran ( La mujer infiel ), tan gélidamente turbias, tan chabrolianas… ¿Cómo me pueden encantar unos seres en realidad tan antipáticos? ¡Pues un gesto suyo y me desarman!
La metáfora de la pecera es estupenda para simbolizar la relación entre las dos protagonistas: igual que los peces, hay personas que nunca deberían mezclarse en la pecera de la vida (podrán ser todo lo refinadas que se quiera, pero a las primeras de cambio se van a descuartizar).
La canción Je voulais te dire que je t´attends ( Quería decirte que te espero ) es de las que forman parte de mí a base de escucharlas. Y en la película está maravillosamente utilizada (colocada en contextos dispares, sugiere cosas opuestas: el hundimiento y el renacer).
Porque por mucho que la protagonista se haga la víctima, yo no me lo trago. Ni una de sus putas miradas de cordero degollado. Al contrario, me dan asco. Repulsión
Y si solo fuera eso… pero no, además es falsa, hipócrita, retorcida y pendenciera.
La interpretación de la actriz principal sólo contribuye a enervarme todavía más, y no porque lo haga realmente mal, sino porque no me creo ni uno de sus gestos. Ni una de sus redenciones simulando arrepentimiento.
Chabrol tampoco actúa del modo conveniente como para ensalzar la obra, pues la narración es fría y distante, además de no verter los matices necesarios en unos personajes que hubieran requerido un poco más de esfuerzo. Describiendo sus motivaciones.
Ni siquiera contribuye el ritmo, demasiado lento y farragoso. A más de uno llegará a aborrecer e, incluso, irritar.
Para colmo, el director galo nos brinda un final que a mi personalmente me desespera, me crispa y me repatea por motivos más que evidentes.
Vaya, que juro y perjuro que el día que me encuentre ante una Betty saldrá disparada de un puntapie dirección Pekín. He dicho.
Saludos y felicidades a los que la hayan podido soportar. Misericordiosos y pacientes seres, sin duda alguna.
Otro diagnóstico Chabroliano sobre la clase media y alta Francesa. Vista así, se puede comprender esta asfixiante historia. Bien podría titularse: Vida y milagros de una perra apaleada de clase alta .
Milagros ninguno, en ningún momento te compadeces por esta alcohólica parásita y su modo de vida.
Su alter ego, madura sería la en otros tiempos esposa de Chabrol. Stephane Audran. Las dos bordan sus respectivos papeles. Betty, o sea Marie trintrignant. Crea unos registros de sanguíjuela apática, perra pérdida sin collar ni fidelidades. Más qué al licor que trasiega intentando mitigar sus penas e imposibilidades de ser féliz.
Tiene algo de femme fatale, éste personaje. Algo más de una década después acabaría muerta, a manos de su amante, la enigmática Marie Trintignant. Mientras rodaba una serie televisiva en Lituania, dirigida por su madre.
Me quedo con el retrato de la sociedad Francesa de clase alta, que también sabía diseccionar con su bisturí el gran gourmet chabrol. La indolente e inodora, incolora, aséptica y estéril alta burguesía.
Y una escena, cuando la bella Betty, es sorprendida tocando el saxofón con dulce maestría… La cara que se le queda a la madrastra ricacha, no tiene precio.
Inspirada en una novela de George Simenon.
El veterano Chabrol rueda incansablemente pero en los últimos años mantiene su prestigio a duras penas pues apenas realiza películas discretas, miméticas, repetitivas. Betty quiere desmarcarse algo de ello al buscar una introspección en el universo de una mujer madura en crisis, de cascos ligeros, pero le queda la típica/resolutiva película suya, sin nada nuevo, sin nada memorable, sin nada brillante. Pero eso sí, Monsieur Chabrol tampoco pone nada que estorbe. Un equilibrio aburrido y previsible.