Berlín Occidente
Sinopsis de la película
Un comité de congresistas de los Estados Unidos se traslada al Berlín de la posguerra para investigar la moral de las tropas norteamericanas. Entre ellos, la más metódica, una estricta congresista de Iowa que, preocupada por los hechos que se están produciendo, decide investigar quién está protegiendo a una cantante de cabaret acusada de confraternizar con los nazis durante la guerra.
Detalles de la película
- Titulo Original: A Foreign Affair
- Año: 1948
- Duración: 116
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Opinión de la crítica
Película
7.3
72 valoraciones en total
Cuando la libertad de expresión se acota, florece la creatividad. Y el más claro ejemplo de esta opinión es cómo la capacidad irónica de uno de los mejores directores de la historia del cine es capaz, no de sortear, sino de reirse de esa persecución de meigas del sr. McArthur…
Dentro de una comedia alegre y fresca, con un ritmo al trote que no permite el bostezo, como es habitual en Wilder, éste nos da una lección acerca de la doble moral de la sociedad americana de la época (ver spoiler 1). Incluso deja intuir que el capitán Pringle no es mejor que una ex-nazi cabaretera que vive de aprovecharse de los hombres… La inteligencia del guión, los numerosos guiños a una protesta que sólo unos pocos eran capaz de reflejar de un modo tan fino y, por supuesto, la batalla de papeles de dos grandes actrices (que no debió ser nada fácil, dado el escaso cariño que se profesaban mutuamente en la realidad), la convierte en un clásico que hay que ver.
Grande Dietrich… La elegancia en la interpretación de esta mujer, la contundencia e intensidad de los gestos, la fuerza de esos grandes ojos siempre semicerrados llegan al culmen en una escena en el Lorelei (ver spoiler 2). Jean la acompaña a la perfección, pero Marlene es mucha Marlene
Berlín Occidente (la insulsa traducción española de A foreign affair) es un clásico a descubrir. Nos situamos en 1948. Wilder no pisaba su añorado Berlín desde su huída a marchas forzadas 15 años atrás. Desde entonces habían transcurrido una guerra mundial (en la que Wilder perdió a su madre en Auswitch), seis películas como director, otro puñado como guionista, y algún que otro Oscar. Para el reencuentro con las ruinas de su pasado Wilder había elegido a su inseparable coguionista Charles Barckett, creando un entrañable y tragicómico triángulo amoroso posbélico, cargado de un importante (aunque bien disimulado, claro) trasfondo sexual.
Los vértices de ese triángulo los forman la congresista mojigata Jean Arthur, el capitán interpretado por John Lund y la cabaretera a la que da vida Marlene Dietrich. La química entre los tres es absoluta, formando un trío cargado de gracia y sensualidad. Wilder y Brackett tenían la pluma muy afilada en esta ocasión, creando un guión plagado de diálogos brillantes:
En uno de los encuentros en el cochambroso apartamento de Dietrich, Lund le dice: Me gustaría construir un fuego a tu alrededor, rubia hechicera. O este vivo intercambio entre Jean Arthur y John Lund: ¿Cómo sabe tanto de ropa de mujeres?, pregunta Arthur mientras Lund le ajusta el vestido. Mi madre llevaba ropa de mujer, responde Lund.
También hay que destacar el gran trabajo de fotografía de Charles Lang (Con faldas y a lo loco, Los sobornados), que engrandece con sus claroscuros la extraña belleza del desolado Berlín y de sus bajos fondos, así como una banda sonora en la que destaca la canción Black marcket, a la que pone su particular voz Marlene Dietrich. En esa maravillosa escena la actriz alemana pone de manifiesto lo que en su día dijo el maestro: Berlín y Dietrich son lo mismo. Palabra de Wilder.
Realización de Billy Wilder, basada en un argumento de David Shaw, que adapta una historia de Robert H. Shaw. Se rodó en Berlin y en los Paramount Studios. Fue nominado a 2 Oscar (guión original y fotografía). Producido por Billy Brackett, se estrenó el 20-VIII-1948 (EEUU).
La acción tiene lugar en la zona de ocupación americana de Berlín, a lo largo de 5 días de 1947. Narra la historia de Phoebe Frost (Jean Arthur), congresista americana por Iowa, republicana, rigurosa, intransigente e ingenua. Forma parte de una Comisión de 6 miembros del Congreso de EEUU enviada a Berlín para informar sobre la moral y la moralidad de los 12 mil militares que forman la fuerza de ocupación del sector americano de la ciudad. Se desmarca de las visitas guiadas del coronel Plummer (Millard Mitchell), para entrar en contacto directo con la realidad. Conoce al capitán John Pringle (John Lund), mujeriego, disoluto y poco escrupuloso, a quien solicita ayuda para investigar el pasado de Erika von Schluetow (Marlene Dietrich), cantante de cabaret, fría, manipuladora y sensual.
La película construye una comedia dramática que enmarca un romance triangular. Suma humor, intriga, drama y testimonios documentales de gran interés. Satiriza la Comisión de congresistas, presidida por el Sr. Pennecot, que trata los temas con petulante y exagerada superficialidad. Usa expresiones de doble y triple sentido para satirizar el mercado negro de bienes de primera necesidad, la miseria de la población berlinesa, la economía de trueque derivada de la falta de dinero y la corrupción. El guión construye una historia fresca y conmovedora, que combina investigación, manipulación, miseria, corrupción, desestructuración social y las ruinas de una ciudad espectral. Aporta imágenes de gran fuerza: ancianos desamparados que venden enseres domésticos, la conquista de chicas con chocolatinas, la madre que empuja un cochecito de bebé con dos banderas americanas, el chaval con obsesión por la esvástica, el trueque de un pastel por un colchón, el cumplimiento de órdenes con más de un mes de demora, el Bundestag incendiado por Hitler y otras. Son escenas destacadas la búsqueda que hacen John y Phoebe durante la noche del expediente de Erika, las canciones de Erika en el cabaret y las filmaciones documentales. En el trasfondo del film palpita una acerada crítica del nazismo y de la guerra.
La música (F. Hollander) aporta melodías lúdicas, divertidas y coloristas. Incorpora 3 canciones a cargo de M. Dietrich ( Black Market , The Ruin Of Berlin y Illusions ). Añade canciones ajenas como Iowa Corn Song (Jean Arthur y coro) y Meadowlands (soldados soviéticos). La fotografía ofrece una narración visual magnífica. El vestuario femenino es obra de Edith Head. El guión destila ironía, elegancia y encanto. Las interpretaciones de J. Arthur y M. Dietrich son sobresalientes (ingenuidad contra perversidad). La dirección crea un relato complejo, de humor envolvente y desdramatizador.
Seguramente hay directores cuyo estilo me impresiona más que el de Wilder, seguramente hay autores que me parecen más originales y arriesgados, y con propuestas más profundas que las suyas, seguramente su técnica no alcance la excelencia de otros realizadores, sí, seguramente…
Pero si tuviera que escoger una filmografía de entre todas las de la historia del cine, si sólo pudiera ver las películas de un director, mi elección sería, también seguramente, Billy Wilder. Fiel a Lubitsch, su reconocido maestro, Wilder aportó su propio toque a los filmes que dirigiera (ante la imposibilidad, por él asumida, de reproducir el estilo de Lubitsch). Si en el primero el toque se caracterizaba por la elegancia con la que un chiste o una broma propiciaban un giro argumental decisivo y enriquecedor, en el discípulo el toque incorporaba una mirada cínica e irónica que dotaba de extraordinaria veracidad a los personajes y situaciones, por divertidos o disparatadas que unos u otras resultaran. Su cine desprende ritmo y realismo, incluso en sus historias más alocadas, pues su mirada sobre los personajes y sobre la realidad es tremendamente penetrante, aunque revestida de un humor cáustico, que lejos de marcar distancias, aproxima al espectador a la historia.
Esta película, que normalmente es considerada de segunda fila, tiene en mi opinión tanta calidad como muchas de las que habitualmente se estiman sus obras maestras, no sólo eso, sino que anticipa a dos de ellas, como son la soberbia Testigo de Cargo y la no menos buena Uno, Dos, Tres , ambas desternillantes y entre mis favoritas. Gran parte de los temas de dichas obras ya se proponían en ésta, como el Berlín de la posguerra, la presencia de los soldados ocupantes, los garitos nocturnos, etc. Como siempre, brillante la concepción de los personajes, contraponiendo directamente a las dos mujeres, moralmente antagónicas, y que disputan, por amor o conveniencia, en torno a las atenciones de un poco escrupuloso capitán americano. Y el marco, convenientemente plasmado, con las omnipresentes ruinas por las que pululan civiles desesperados, patrullan soldados aprovechados, y reina el mercado negro de las mercancías y el amor.
Continúa en spoiler, sin revelar detalles.
Una obra de Wilder siempre merece la pena, aunque, como ésta, sea una de las más flojas de su carrera. El planteamiento es muy atractivo: una comisión de investigación del Congreso de los Estados Unidos vuela hasta Berlín para comprobar la moralidad de la tropa en medio de la política de desnazificación, con una capital alemana en ruinas y donde el mercado negro y la corrupción campan a sus anchas. Uno de los miembros de la comisión es una improbable mojigata encarnada por Jean Arthur, que tendrá que luchar con la Dietrich por el corazón del galán de turno. Al margen del recorrido inicial por las ruinas de Berlín, un auténtico documento histórico, y alguna que otra situación cómica salpicada con pequeños momentos de amargura, la historia no acaba de funcionar porque entre la Dietrich y la Arthur no hay color, porque los diálogos son blandos, lejos de la mordacidad que ha caracterizado a Wilder y sus guionistas, y porque la historia de amor entre Lund y la congresista es demasiado ñoña, a veces incluso cursi, para ser creíble. Esta vez no, Billy.