Belle Époque
Sinopsis de la película
Invierno de 1931. Fernando decide desertar del ejército y se refugia en una casa de campo, donde es bien acogido por Manolo, un pintor excéntrico que vive retirado debido a sus ideas políticas. El chico mantiene sucesivamente relaciones con las cuatro hijas de su protector (Rocío, Violeta, Clara y Luz), sin saber muy bien de cuál de ellas está enamorado.
Detalles de la película
- Titulo Original: Belle Époque
- Año: 1992
- Duración: 108
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Opinión de la crítica
Película
6.7
74 valoraciones en total
Los Angeles, marzo de 1.994. 66ª Ceremonia de Entrega de los Premios de la Academia de Hollywood. Fernando Trueba conquista el segundo Oscar en la historia del cine español en la categoría de Mejor Film en Lengua no Inglesa, una década después de que José Luis Garci se hubiese hecho con el primero con Volver a empezar.
Es el galés Anthony Hopkins el encargado en aquella ocasión de anunciar el nombre de la ganadora. And the Oscar goes to… Belle epoque . Toda una alegría y una sorpresa que casi nadie espera. El film español no entra aquel año en ninguna de las quinielas en una edición dominada por la presencia de producciones asiáticas.
Trueba, emocionado sube a recoger su premio y lo agradece sorprendiendo a los académicos con un discurso que ya forma parte de nuestra memoria. Especialmente inolvidables son sus últimas palabras: Me gustaría creer en Dios, pero sólo creo en Billy Wilder, así que, gracias Sr Wilder
A pesar del guiño, no cabe considerar Belle Epoque como la mas wilderiana de las comedias de su autor. Trueba aseguró en alguna ocasión que en el guión escrito junto a Rafael Azcona y su hermano David incorporó algún elemento autobiográfico correspondiente a sus años de juventud. Hay también una película anterior en la filmografía del realizador, El año de las luces, que en parte puede tomarse como precurosa de Belle epoque. En ambas, se nos narra el despertar a la vida sexual y afectiva de un adolescente si bien las dos transcurren en períodos cronológicos distintos.
En cuanto a las referencias cinéfilas, más que al Dios Wilder el director se muestra más próximo a su igualmente admirado Jean Renoir y a títulos como La regla del juego o Una partida de campo que comparten con Belle epoque su marcado tono bucólico y un cierto carácter de alabanza hacia la vida rústica.
Belle Epoque no es ni más ni menos que una fiesta de principio a fin. Trueba logra que el espectador se contagie y acabe participando de ese gozoso canto a la libertad que es su película. No es casualidad que su trama se sitúe cronológicamente en los últimos días de la Segunda República española, un período que aquí se presenta como uno de los más felices y prósperos de nuestra reciente historia, preludio y contrapunto del oscuro pozo en el que está a punto de zambullirse el país para no salir en cuarenta años. En esta particular belle epoque se hace muy fácil la exaltación de la joie de vivre y el amor por la vida dados los vientos de libertad que soplan por doquier y que recorren todos los ámbitos de la vida nacional: el pensamiento, la enseñanza, el sexo…
El escenario en el que se desarolla la historia también aparece como un oasis de paz y armonía en medio del convulso panorama político que sacude al país en esos momentos. Trueba y los suyos se marcharon a rodar Belle epoque a un viejo caserón sito en el Algarbe portugués, una región especialmente bella y luminosa que resulta un marco ideal para los intereses de la película.
Comedia de enredos con fondo romántico que tampoco se aparta de meter bocadillos políticos alegóricos a la guerra civil española.
Pero lo importante aquí es lo bien concebida que está la historia, la cual nos pasea por situaciones jocosas donde un joven ex seminarista picaflor revolotea de coño en coño a las 4 hijas de un retirado pintor. Pero lo más divertido de todo es que no sabemos bien quién es el que aprovecha la situación, si el joven o las fogosas jovencitas que también saben manipular la situación de competir por los servicios del joven.
Sin dudas que el guión está muy bien orquestado y mantiene siempre una sonrisa en el rostro del espectador, ya sea por algunas disparatadas situaciones o por algunos diálogos memorables.
Tampoco es menor destacar las actuaciones de las cuales me quedo sin dudas con la de Fernando Fernán Gómez, ese viejo alegre que no se preocupa mucho por la integridad sexual de sus hijas y cuyas ideas y filosofía de vida no nos dejan de asombrar ni un momento. También es interesante y simpático el papel de Jorge Sanz, quien no tiene la más remota idea de dónde se está metiendo con la idea de pasarla bien con las bellas hijas del anciano pintor. Las bellas actrices tampoco son para despreciar en sus interpretaciones, aunque sin dudas que se las disfruta más por sus agraciadas anatomías y su belleza física que por otra cosa. También hay un elenco de reparto sólido, cada uno en la medida de su participación dentro del guión, para dar por resultado un filme sumamente atractivo desde la parte artística, sin puntos muertos y con un dinamismo constante.
Preciosa también resulta desde lo estético, con conseguida fotografía y escenarios naturales a la altura de una comedia con hilarante contenido de enredos sexuales con dejos de mensajes políticos, los cuales sólo podrán interesar a fanáticos patriotas que escarban en una historia donde poco positivo puede encontrarse.
Me quedo por ello con su desparpajo y con la naturalidad de los actores, lo cual junto a lo bien construido que está el argumento, da lugar a una interesante opción de pasar un rato alegre con ocurrentes situaciones.
La suma de los excepcionales Fernán-Gómez y Gabino Diego hace que esta película valga mucho la pena. Se trata de una historia increíble, porque para creer que el soso de Jorge Sanz se las pueda llevar a todas al huerto hay que hacer un esfuerzo considerable. Ahora bien, el contexto en el que se enmarca la película y sobre todo esos personajes secundarios que lo bordan elevan más de lo normal la película de Trueba.
Por cierto, algo tendrá que ver el director para que la suma de esos elementos dé este buen resultado.
Rafael Azcona y Fernando Trueba concibieron una divertida, agradable y entretenida historia que combina elementos históricos serios con tintes divertidos y jolgoriosos, en una película coral que obtuvo un gran reconocimiento.
Estamos a principios de los años 30 y la cuestión republicana está a flor de piel. Desertor del ejército, Fernando (Jorge Sanz) se refugia en la casa de campo de Manolo (Fernando Fernán Gómez). Al poco llegan las hijas de éste, lo que lleva a Fernando a tener serios problemas espirituales, y algo más terrenales , con cada una de las cuatro.
Con el fondo histórico siempre presente y muy verosímil, Trueba traza una historia divertida, con toques ocurrentes y llena de vitalidad que deja al espectador con un muy agradable sabor de boca. Y, para qué negarlo, cierta envidia sana hacia el personaje de Jorge Sanz y sus devaneos amorosos con las cuatro hermanas: Ariadna, Maribel, Míriam y una jovencísima Penélope.
Belle époque es más que una simple e ingeniosa comedia. El mismo Fernando Trueba la calificó como un estado de ánimo en época de vacaciones. El director deseó en todo momento transmitir al espectador la vivencia de la libertad de acción y opinión existentes en tiempos del inicio de la Segunda República Española, en contraposición con el oscuro, cruel, intolerante y despótico panorama político-social que se instauró en España pocos años después, Trueba refleja el clima de un sosegado remanso en medio de la opresión política y social, el tono abierto, cordial y respetuoso de unos personajes librepensadores en un momento de clara incertidumbre. Por encima de estas referencias, Trueba acierta al incluir rasgos artísticos de otros grandes directores y sus obras, como de Jean Renoir en su magistral Une partie de campagne, o de Erich Rohmer en sus personalísimas Pauline en la Playa o Le rayon vert, en todas ellas se exalta el amor a la vida, a la sensación de libertad, la importancia de los sentidos y del sexo sin ambages, o la influencia del entorno y la naturaleza en los sentimientos.