Bárbara
Sinopsis de la película
Alemania Oriental, verano de 1980. Por razones disciplinarias, Barbara es transferida a un pequeño pueblo de la RDA a trabajar en un hospital. Su estancia allí es difícil por la desconfianza de los habitantes y las constantes inspecciones de la Stasi, pero Andre, el jefe del hospital, pronto comienza a interesarse por ella y a involucrarla en los casos de sus jóvenes pacientes.
Detalles de la película
- Titulo Original: Barbara
- Año: 2012
- Duración: 100
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Opinión de la crítica
Película
6.4
33 valoraciones en total
Si Christian Petzold no hubiera cargado tanto las tintas, o al menos hubiera utilizado otros recursos menos estereotipados, en la supuesta maldad intríseca de los totalitarismos socialistas, no tanto en el desarrollo total si no en momentos puntuales: registros, encarnizamiento de los agentes, vecinos chivatos, campos de trabajo…. su película me hubiera resultado más creíble.
En La vida de los otros , referente obligado, se puede entender el celo de los vigilantes del régimen, al tratarse de personas con capacidad intelectual e influencia para socavar los cimientos del atroz sistema , nada que ver con nuestro maravilloso mundo de libertades, pero en Bárbara no me creo ese montón de recursos al servicio de la posible disidencia de una médico con un novio del otro lado , aunque sea una supuesta fuga de talentos (a nuestros gobernantes actuales no les importa en absoluto, por eso gozamos de una vida envidiable).
A pesar de mi perorata anterior, yo no quemo la película que no deja de tener otros interesantes acompañamientos a los que me sumo, el personaje del médico rural, por ejemplo.
Película sobria (tan austera como la historia que cuenta), tanto a nivel visual como al del propio núcleo de la misma, que se sustenta con solidez en el tratamiento de unos personajes moviéndose en un contexto, no por caduco menos interesante, en el que los sentimientos son el motor de una rebeldía íntima que los transforma, como humanos perfectamente identificables.
Elaborada con la precisión de un tiralíneas y con cronómetro en mano es un trabajo, no sólo artesanalmente digno, sino potente, capaz de desnudar ante el espectador un proceso sentimental con una sencillez psicológica digna de elogio, evitando trampas barrocas y exponiendo la (de esta forma) inevitable profundidad de un naturalismo simple.
Técnica, argumental e interpretativamente correcta, resulta un trabajo intimista de corte clásico al que, como con los buenos trajes (o los buenos platos), no hay nada que objetar.
En resumen: recomendable.
El alemán Christian Petzold refleja en su sexta película la desconfianza surgida entre los ciudadanos que. padecen un régimen totalitario. Admirablemente interpretada por Nina Hoss y Ronald Zehrfeld, en Barbara la suspicacia planea entre opresivas y omnipresentes miradas de confidentes apostados en cada esquina. Buenas personas que fueron captadas en momentos de debilidad, ya para siempre instrumentos para la perpetuación de la tiranía.
Los deseos personales, el altruismo y la necesaria prudencia se entremezclan en una trama que muestra un gran respeto por la inteligencia del espectador y mantiene el delicado equilibrio entre anécdota intrigante e inquietudes íntimas.
Una gran película repleta de citas literarias, que transmite y entretiene.
La última película de Christian Petzold (Jerichow, 2008) comienza ofreciéndonos una sugerente exploración de la hermética personalidad de su protagonista, Bárbara (Nina Hoss), una doctora castigada por el régimen socialista de la República Democrática de Alemania a ser trasladada de Berlín a un hospital menor sito en una apartada zona rural. Una reprimenda estatal debido a la intención de marcharse a la Alemania Federal, que la susodicha manifiesta solicitando el permiso de rigor a su país. Todos los esfuerzos de la distante y enigmática protagonista parecen centrarse en una evidente planificación de fuga de la RDA, pese a que la cinta no muestre demasiado detalle acerca de lo citado y prefiera limitarse a reflejarlo en dos forzadas e intrascendentes escenas de no poca duración, que buscan generar misterio en el espectador.
En lo que se refiere a la parte que nos muestra la progresiva pero lenta evolución del personaje de Bárbara nos adentramos en un terreno que además de interesar, fascina por la sólida interpretación de Nina Hoss (La masai blanca, 2006), en muchos momentos sexy incluso sin buscarlo, pues su arisco rol contrasta con un atractivo generalizado de su personaje que precisamente capta la atención de André (Ronald Zehrfeld), aquí su compañero y jefe en el hospital, a la par que un tipo visiblemente fascinado por la presencia de Bárbara, a la que trata de acceder, sin prisa pero sin pausa, con gestos amables. Pero poco a poco esta buena baza que tan grata sensación causaba en sus inicios se va difuminando entre varias historias alternativas que surgen, o mejor dicho se insertan con cucharilla, por el camino. Incluso una de ellas pretende ser la que guíe el argumento central, llegando a despistarnos, pues la trama sobre la que todo debería girar es la concerniente a los personajes de Bárbara y André, desde la perspectiva de la evolución de su áspera relación entre ambos, algo que lamentablemente se abandona en favor de otras situaciones.
Son momentos carentes de interés pero ricos en minutos inmerecidos, como el de un personaje que sale de repente y de Dios sabe dónde, que tiene alguna clase de relación con Bárbara y que pretende protagonizar una historia intensa y emocionante según se vislumbra en su envoltorio, pero que se queda en una serie de escenas que no me importan y cuya existencia no logro llegar a comprender. Igual sucede con Mario (Jannik Schümann), otro personaje sacado del cajón de las sorpresas, un paciente acompañado de un rastro de exagerado dramatismo que ni siquiera comienzo a creerme, considerando que la presencia de esta historia inútil no sirve para absolutamente nada: ni para reforzar los matices de los personajes centrales, ni para dar fundamento a la trama. Bueno, para algo sirve: para aburrir y extender un metraje que debiera haberse recortado pese a no ser ésta una película de gran duración (105 min). Puntos que podrían haber ofrecido mucho, como un reflejo más detallado de la opresión socialista en la RDA y el agente interpretado por Rainer Bock (un inquietante personaje con pinta de poder haber dado mucho), se desperdician incomprensiblemente.
Resumiendo: una cinta que arranca bien y ofrece buenas sensaciones pero que se equivoca en la elección de los temas que verdaderamente importan, relegando la historia de André y Bárbara a casi un segundo plano ensombrecido por vacuas subtramas que terminan apoderándose de una desproporcionada cantidad de minutos, para lo poco que aportan. Otra de esas películas que veo removiéndome en la silla, fruto de la incomodidad del momento, y durante las que termino jugando a las batallas de rugidos de tripas con la compañera de al lado (gané yo con un enfurecido sprint final). No estamos ante una mala cinta, puede que incluso sea de interesante visionado, especialmente para los amantes de pequeñas y escondidas historias que se adentran en la psicología de un determinado personaje y los motivos que lo llevan a mostrar esa actitud. Una pena que no hayan sabido centrarse en la historia más importante, la exploración psicológica de la protagonista y el desarrollo de la relación con su compañero médico, y en su lugar hayan querido vender humo desde torpes e innecesarias subtramas. Cuesta mucho soportar el aburridísimo tramo final.
Que aún hoy en día sigan haciéndose películas sobre las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial es remarcable. Pero más trascendente aún es que, conforme los años pasan, la intensidad de ese momento histórico perdure y se haga más palpable aún en la pantalla que cuando la época se sentía más cercana. El director Christian Petzold aplaca los sentimentalismos fáciles de las películas históricas para plasmar una historia de amor sin música, sin caricias, sin sonrisas, pero con la fuerza inconmensurable del silencio de los pensamientos.
Bárbara vive en la Alemania del Este en los años 80. Es pediatra. Está enamorada de un joven que vive del otro lado del muro. Ha solicitado su salida para irse con él. El castigo: trasladarse a trabajar en un hospital de provincias. Allí, la soledad es lo único que suena más fuerte en su cabeza que los planes para escapar. El silencio lo inunda todo, hasta que conoce a un compañero de trabajo. Será entonces cuando los sentimientos retumben aún más fuerte dentro de ella y sólo el silencio pueda acallarlos. Tendrá que decidir si huir con su pasado o afrontar el presente.
Haciendo así testigo al espectador de una vida introvertida y encarcelada en la supervivencia política y burocrática, la actriz protagonista Nina Hoss (Anonyma – Una mujer en Berlín) carga con el peso de una realidad atormentada mientras convence a todos de que nada importaba, de que nada existía. La opacidad del personaje se vislumbra en escasas ocasiones, con plena libertad para que cada uno la interprete y la sienta a su parecer. Un genial ejercicio de interpretación, enmarcado en una fotografía menos pálida y triste de lo habitual, lo que da ciertos permisos para disfrutarla más.
Toda la cinta se basa en diálogos, la música sólo se permite en dos ocasiones y los sonidos ambiente reflejan frialdad, cotidianidad y un argumento sin carencias, fuerte y autónomo que no necesitaba de adornos. Una experiencia sobre la confianza, el miedo, el amor, las decisiones y la bondad: esas cualidades tan humanas y tan necesarias como conocer a Bárbara.