Bajo la máscara del placer
Sinopsis de la película
Crítico retrato social de la Viena en los días posteriores a la Primera Guerra Mundial que provocó cierto escándalo por el realismo y el atrevimiento de sus imágenes. Fue una de las primeras películas en las que intervino Greta Garbo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Die Freudlose Gasse aka
- Año: 1925
- Duración: 125
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Opinión de la crítica
Película
7.3
30 valoraciones en total
He de reconocer que vi la película por puro morbo debido a los rumores y las historias que circulan sobre ella y no porque me interesase realmente la historia y tal vez eso condicionara mi disfrute, pero lo peor es que salvo el morbo, Greta y alguna escena suelta, la película no tiene mucho más que ofrecer. No volvería a verla por ahora, porque me decepcionó, no sé realmente por qué pero se me hizo pesada aunque no esperaba mucho ni tenía altas espectativas. Fue extraño, pero me moví por puro morbo y lo pagué un poco caro.
Bajo la máscara del placer se trata de una película dirigida por Wilhem Pabst en el año 1925. Como actriz principal tenemos a la sueca Greta Garbo, actriz que se marcho a los Estados Unidos después de su gran éxito en Europa Como anécdota también podemos contar que brevemente aparece Marlene Dietrich, aunque en un papel menor y además ella siempre negarían su aparición en el film (tan menor es su aparición que aparece como extra y tan sólo en un par de segundos). La leyenda rosa cuenta que entre las dos se forjó algo más que amistad, pero la relación se acabó enturbiando entre las dos, lo que supuestamente habría llegado a DIetrich a negar la participación.
De Greta Garbo hasta los más neófitos habrán oído hablar. No sucede lo mismo con George Wilhem Pabst, el director de la película. Y sin duda se trata de una desgracia, pues la figura de Pabst es sin duda reivindicable. Pasbt lucho siempre en sus películas por lanzar un mensaje contracorriente de la política del momento,en su obra observamos como es capaz de mostrar un realismo que deja en entredicho a todos los estamentos políticos. En esta misma película lo podemos observar, pero en otras películas de su filmografía encontramos esta lucha constante y división de clases. En Carbón del 1931, los mineros franceses y alemanes de la película dejan sus diferencias para luchar contra las adversidades. En Cuatro de infantería, rodada un año antes que Carbón se dedica a retratar los horrores de la primera guerra mundial, humanizando al soldado, sin definirlo como un héroe, sino como una simple víctima. Evidentemente, a la política nazi no le interesaba un tipo tan crítico y su voz fue silenciada, quedándose en el máximo ostracismo. Esa es una de las razones por las que se ha olvidado. También influye que a diferencia de otros compañeros de profesión, como Fritz Lang, que se exilió a los Estados Unidos, Pabst renunció a salir del viejo continente. Por tanto la historiografía norteamericana no se ha molestado en rescatar esta figura, pese a que se trata de un director más que interesante.
La película se enmarca en la Viena de la posguerra, a diferencia de otras obras del cine alemán, como el Doctor Cagliari, esta película trata una temática social, nos muestra los horrores de la posguerra, en Viena, y como vivía la gente de a pie la situación. Forma parte por tanto de lo que se denomina como realismo, el realismo alemán. En su intento por mostrar la realidad de las calles se muestran algunas escenas brutales, gente que se ve obligada a prostituirse con tal de sobrevivir (sin que lo observamos directamente, obviamente pero la película es bastante explicita en este tema, de hecho hay algún fotograma en que la desnudez queda patente) por un poco de comida, o como el jefe despide a la secretaria que no se presta a servir a su jefe en una escena en la que queda claro la relación sexual que pretende obtener el hombre de ella. Todo esto para la época y (aun para hoy ) supuso un gran impacto. El último era una película dura pero aquí se roza unos límites de patetismo insospechados. Escenas para el recuerdo, como las grandes colas que se forman para conseguir carne en la carnicería, o todas las referentes a las del prostíbulo.
Evidentemente la película fue censurada y se acortaron en diversas versiones, aunque por ejemplo en el Reino Unido fue prohibida en su totalidad, a pesar del arreglo mal realizado que significa el happy end final. Final que no se ajusta con el resto de metraje por otra parte. De hecho la película tiene diversos nombres y en España también se conoce por el título de La Calle sin alegría.
Hay una secuencia magnífica, que forma parte del eje de la película, en la que se observa como una serie de peces gordos juegan como les viene en gana a la bolsa, provocando una crisis que les enriquecerá aún más a ellos, pese a que empobrecerá al resto de la sociedad. ¿Os suena?
Es pues una obra comprometida con su época, con grandes ansias de crítica. Se interesa en demoler el sistema de corrupción y de poder que dominan los ricos oprimiendo a las clases bajas, mientras ensalza a la clase trabajadoras (y a la mujer) que hace o que puede por seguir tirando. Interés por mostrar las diferencias entre pobres y ricos, gran ejemplo cuando se muestra el plano de la fiesta y luego a los pobres haciendo cola.
También hay un interés por el retrato psicológico de sus personajes, sobre todo los principales, también mucha implicación sexual, lo que revela la modernidad de la película, si comparamos este tipo de cine con otras superproducciones que se alejaban del ser humano para crear una realidad paralela al terrible mundo que se estaba formando.
Formalmente es solvente a secas, quizá lo más destacable es su fotografía, retratando acertadamente la oscuridad y frialdad de la noche, también una adecuada selección de planos.
http://neokunst.wordpress.com/2013/05/23/mundo-mudo-bajo-la-mascara-de-placer/
Si es que hubo un enfant terrible del cine primitivo, ese era Pabst. Bajo la máscara del placer responde a la etapa post-expresionista alemana justo en la antesala de la decadencia del cine germano con el advenimiento del nazismo. Película perseguidísima, recortada, mutilada o directamente prohibida en su época, muestra sin pelos en la lengua el verdadero legado de la guerra. Por aquel entonces, y pese a que los estragos nunca vistos de la Gran Guerra empezaban a girar las tornas, aún se consideraba la guerra como la máxima oportunidad de épica y destino. Pabst contrariaba con el caos, la miseria gráfica y la crisis moral como únicos habitantes entre aquellos escombros. El económico, y además de figura ilícitas, es el único poder que rige la vida de esta Viena renqueante, y el populacho debe someterse: los hombres arrojados a la precariedad, cuando no a la inanición, y en no pocos casos al crimen. Las mujeres jóvenes de Pabst están tan aterradas y desesperadas que únicamente ven la prostitución como opción de la oligarquía falocrática y tirana. Un legado de la guerra demasiado incómodo que las clases dominantes de Europa quisieron ocultar pero que, afortunadamente, a base de retales, y en ocasiones a los informes de la censura, se ha podido reconstruir en su mayor parte y sobre todo, intención. La valentía de Pabst me pone, el personaje de Asta Nilsen mitad bruja bigotuda mitad proxeneta, también, y la que más, la Garbo en su imposible belleza atemporal. Tal zozobra provocó la sueca en la película que inmediatamente fue fichada por Hollywood.
En 1925 la mano de G.W. Pabst mantenía los clichés de la década anterior y eso, en plena efervescencia de la industria cinematográfica, representa rémora excesiva según dicta el inapelable juicio que se pronuncia en nuestros días.
¿Película de culto? Sí.
¿Merece la pena verla? Sí.
La historia que se cuenta es muy interesante, el argumento es contundente, de los que se recuerdan pero su desarrollo se mueve en los lindes de lo prolijo, lo confuso y lo abstruso. En 1925 el cine ya había alcanzado cotas mucho más elevadas en la capacidad de fabulación.
No es suficiente decir cosas, muchas cosas.
En el cine hay que saber expresar bien los conceptos.
No basta denunciar situaciones.
En el cine hay que aportar credibilidad.
No nos conformamos con pinceladas de brocha gorda.
En el cine exigimos precisión en la línea, nitidez de contornos y concreción en el matiz.
Quienes amamos el cine sabemos que no es válido cualquier pretexto.
Pero hay que admitir que nadie debe resistir la tentación de contemplar en pantalla a una G. Garbo que en aquellos años comenzaba su carrera y ya apuntaba hacia lo excepcional.