Bajo el sol de la Toscana
Sinopsis de la película
Frances Mayes (Diane Lane) es una escritora de 35 años que vive en San Francisco cuya perfecta vida acaba de dar un giro de 180 grados. Su reciente divorcio le ha causado una profunda depresión y un bloqueo creativo. Patti (Sandra Oh), su mejor amiga, empieza a preocuparse y decide regalarle una estancia de diez días en la bella Toscana, en Italia. Una vez allí, Frances se encapricha de una villa llamada Bramasole (que anhela el sol) y decide comprarla. La casa necesita muchas reformas pero Frances está dispuesta a acometerlas. A medida que se va adaptando a su nuevo estilo de vida hará amistades entre sus vecinos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Under the Tuscan Sun
- Año: 2003
- Duración: 113
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Opinión de la crítica
5.7
78 valoraciones en total
Producto diseñado a la perfección para soñar, si uno es un tanto simplote y no suele soñar con cosas más interesantes que ésta (yo, por ejemplo, soñé hace poco que un extraterrestre salía del sumidero de mi bañera y me atacaba con una pistola de rayos láser, dime tú si eso no da para una peli apasionante). Va de una premenopáusica americana en crisis (Diane Lane) que se marcha a un tour por la Toscana y se compra una villa así porque sí, porque es una tipa enrollada y romántica que dan ganas de asesinarla de lo tonta que es y además, anda que no tendrá paisajes allí en su país para venir a colonizar los pocos decentes que nos quedan a nosotros, como si nos fueran sobrando. La tipa se tira un gran cacho de la película reflexionando sobre las cosas emocionantes de la vida y luego rebozándose en su huerto y manoseando frutas y verduras en el mercado en unas escenas que imagino pretenden ser una celebración de la sensualidad mediterránea (me descojono).
En tales parajes dionisíacos conoce a un latin lover, a una histérica felliniana a la que odio y en general a un montón de gente típica italiana que en la realidad no existe y que demuestra el daño que provocan las películas tipo El cartero y Pablo Neruda al subconsciente colectivo de la nación estadounidense.
Pasan un huevo de cosas aburridas entre medias, lo más apreciable es el hambre que te entra cuando ves esas mesas bien abastecidas de productos de la tierra, esa mozzarella jugosa, ese Valpolicella peleón y esos tomates que revientan de rojos…Lo cual se merece una estrella extra.
Lo que más me gusta y por eso le pongo más puntuación de la que había pensado, es lo preciosos que son los paisajes y todo ello se debe a una flojera nostálgica por mi parte, porque aunque la fotografía es bonita, el mérito es todo de la maravillosa campiña toscana, es imposible sacar una imagen mala de semejante belleza. Así que un consejo: a ponerse música suavecita, quitarle el volumen a la peli y verla como el documental de Italian-American Tours que en realidad es.
Bajo el sol de la Toscana es mucho más de lo bello que muestra. Pero para apreciarlo hay que verla sin prejuicios típicos ante historias románticas y dulces, y si, también acarameladas. Hay que verla sin tratar de exigirle un tope de originalidad que obviamente no persigue. Hay que verla, sabiendo que sus responsables nunca trataron de hacer la película del siglo. Y cuando uno consigue despojarse de esos lastres es cuando consigue ver, que además de la Toscana o la maravillosa costa Amalfitana (Paraísos Terrenales), hay mucho más por lo que maravillarse en esta cinta.
Porque la película es ante todo un precioso relato de muchas formas de amor. Con sus pulcras imágenes y sus sinceras palabras, consigue mostrarnos un lienzo en el que el amor de acuarela y sus personajes de colores. Está el amor de una madre por su hija, y el mundo que ellas se crean (retratado en la bellísima secuencia de Sandra Oh bailando con su bebé). Está el amor inocente y puro, que puede cruzar todas las dificultades (los dos jóvenes). Está el amor cordial entre personas dejadas de su tierra por algo completamente distinto (Diane Lane y sus tres trabajadores). Vemos también lo que es el amor por un tiempo anterior, unos sueños inalcanzables y lo que el cine representa (los homenajes a Fellini y al antiguo cine Italiano son sencillamente espléndidos). Está el amor que ya no volverá, y que sin embargo perdurará por siempre (el abuelo de las flores). Y desde luego está el amor que uno mismo tiene que encontrar, y que no necesariamente lo hará en otras personas, lugares u objetos, sino que lo hallará al enfrentarse al dolor y encontrar su propio camino. Por eso Bajo el sol de la Toscana se aparta de la aparente novela rosa que es, para tirar por este sendero que representa el personaje de Diane Lane, un personaje Humano y nunca excesivo, gracias a la superlativa labor de la magnífica actriz, que consigue hacer de ella alguien sencillo y elegante, que transmite con su aparentemente fácil personaje todo el recorrido vital de este, ya que si el filme trata de comunicar algo es esa aventura interior del personaje de Francesca, como en un momento en que su vida seguía como siguen las cosas que no tienen mucho sentido, ella se encara a su destino y decide conocer y construir la relación esencial de su vida: la que tiene consigo misma.
Una película profunda y profundamente bella.
Bajo el sol de la Toscana es una película de la que pronto te olvidas. La historia no convence, cae en muchas situaciones que uno ya ha visto repetidamente en el cine y Diane Lane no termina de meterse en la piel del personaje para transmitirnos el difícil momento por el que transcurre su vida. Lo mejor, sin duda alguna, los maravillosos paisajes en los que se ha rodado. Por todo lo demás, prescindible.
¿Romántica? Bajo el sol de la Toscana plantea una huida en busca del amor,en busca de un sueño irreal y utópico , elementos estos harto complicados de llevar a la pantalla sin caer en la cursilería y sobre todo, en la sempiterna previsibilidad de los enredos amorosos mal planteados. Diane Lane no parece entrar en ningún momento en el personaje y transmite una sensación ininterrumpida de un ser fuera de lugar , en una casa que no le corresponde estar y rodeada de personas que poco o nada tienen que aportarle y viveversa. Los italianos son todos guapos y seductores y todos visten de manera exagerdamente elegantes, y así, se suceden los tópicos hasta irritar al espectador. Si se hubiera desarrollado en España, los hombres habrían estado vestido de toreros…Floja.
Por lo que leo, esta película de Audrey Wells ha sido muy poco apreciada por la audiencia. Se trata, en efecto, de una historia romántica que se pasa de dosis en la administración de la dulzura, reflejando la idílica visión de Bramasole, un feliz pueblo italiano donde la luz del paisaje (bellísimo: hay que otorgarle al menos el mérito fotográfico) parece trasladarse a todo el paisanaje, en el que trata de integrarse con muchos esfuerzos e iniciales decepciones una hermosa americana que recala allí, tras los sinsabores de un divorcio: Frances Meyes, interpretada por Diana Lane. Como una hermanita buena de todo el mundo regala sonrisas y favores en todo su entorno, cuidando especialmente de la desdichada Patti (la exótica Sandra Oh, de ascendencia coreana) y del hijo que ésta espera. El colmo de la felicidad se vislumbra cuando conoce al apuesto Marcello…, pero aún le queda mucho que aguantar* (ver spoiler).
Si la ilusionada Frances hubiera sido una buena cantante, la película podría haber funcionado como un romántico musical (con peores argumentos han progresado algunos). Pero al no disponer de más gracias, la película se nos queda en simple y edulcorada historia, pero amable a fin de cuentas, y discretamente entretenida. No creo, por tanto, que se merezca una absoluta descalificación, ni la bajísima nota media que le adjudican los votantes y comentaristas.