Babycall
Sinopsis de la película
Tras una difícil relación con su pareja, una mujer y su hijo de ocho años se acogen a un programa de protección de testigos. En el monitor de bebé que ella compra para controlar al niño, empiezan a oírse inquietantes sonidos procedentes de otros apartamentos. Por otra parte, empieza a recibir visitas de los servicios sociales que amenazan con retirarle la custodia dado su comportamiento sobreprotector.
Detalles de la película
- Titulo Original: Babycall
- Año: 2011
- Duración: 96
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Opinión de la crítica
Película
5.1
65 valoraciones en total
El director Pål Sletaune, quien ganara la fama con su película El Cartero Entra Sin Llamar y se consolidara con la incómoda, retorcida y sorprendente Next Door vuelve, en su tercer largometraje, donde es guionista además de director, a aventurarse por el lado oscuro de la vida, de la mente…
Babycall se centra en la historia de una mujer y su hijo. La relación de la protagonista con el padre del niño es de puro pánico por los crueles acontecimientos que tienen a su espalda, con su hijo es extremadamente protectora por la misma razón. Dada la situación se trasladan a vivir a un nuevo lugar, donde no puedan encontrarlos, sólo conocido por los servicios sociales que velan por el bienestar del niño y controlan la situación. En su obsesión, esta madre coraje comprará un monitor de bebé para poder escuchar a su hijo, pero no será a él a quien escuchará, otro niño hará llegar su voz, llanto y desgarro hasta ella… y el misterio, con ello, no hace más que comenzar.
Varios son los elementos que hacen de esta película, en apariencia, pequeña, algo verdaderamente especial.
Entre ellos cabe destacar la interpretación del elenco protagonista, verdaderamente brillante. Noomi Rapace borda un papel (que le hizo merecedora del premio a la mejor actriz en el Festival de Roma) pleno de fuerza y que desde los primeros planos consigue meterse bajo la piel del espectador. Si su interpretación de Lisbeth Salander en la saga sueca Los Hombres que no amaban a las mujeres la encumbró a nivel internacional, este papel rubrica su camaleónica capacidad para dar fuerza y credibilidad a personajes con una intensidad emocional y un abanico de matices brutal (y para aquellos seguidores de la actriz, recordará más a su trabajo en Daisy Diamond, de Simon Staho, que a su papel de Lisbeth). Junto a ella, y destacando sobre la galería de secundarios encontramos a Kristoffer Joner (al que conocemos por su trabajo en Bosque Tenebroso, Hidden y en Next Door, del mismo director, esta última, que la que nos ocupa), que, de nuevo, elabora un personaje misterioso, enfermizo, que enriquece la atmósfera malsana que envuelve a toda la producción.
Enlazado al gran trabajo de los actores (y de un director que demuestra una vez tras otra saber sacar lo mejor de ellos) y espina dorsal de la película está el arriesgado guión realizado por el propio Sletaune. De nuevo, un puzle, una colección de hechos, lugares, encuentros y desencuentros, realidades e ilusiones, que pierde y encuentra al espectador, que aclara y confunde, que pone imágenes a ideas de una forma continuamente simbólica… Un guión en absoluto fácil que hace de Babycall un film complejo, que obliga al espectador a mirar más allá de lo obvio, más allá de lo confuso, que le fuerza a realizar un esfuerzo mental para ordenar las piezas, discernir las situaciones simbólicas y su significado de aquellas que son pura y objetiva realidad y crear su propia y personal interpretación de una historia que, una vez más, este personalísimo director nos cuenta de una manera tan particular.
Con todo lo mencionado es esta película un cocktail explosivo de buen cine de autor, nada fácil, pero altamente interesante. Nos sumerge, flirteando con el drama, el thriller e incluso el terror en las garras del horror de los abusos, y, sobre todas las cosas, representa, al menos a mi entender, un muy calculado estudio sobre el miedo y sus efectos en la vida, en la mente…
Recomendable para todos aquellos que gusten de un cine poco gratuito, que requiera la máxima atención y mente abierta del espectador, para aquellos que busquen miradas cinematográficas personales (con lo que no la aconsejaría a los detractores de Next Door)… para mi gusto, un notable regreso de un director que para el que aquí escribe, ya es de culto.
-Enoch-
He visto Baby Call y me he quedado sin palabras. Es una película sin complejos que, sin embargo, te acompleja sin piedad. Cuando termina se te queda un complejo de idiota que no se puede aguantar. Yo cuando no me entero de que va una película no la puedo ni juzgar. No sé si es mala o excelente. He puesto pasable porque, la verdad, no sabía que poner. No sé si la actuación de la actriz principal, Noomi Rapace, que se repite a si misma como en Milenium, lo borda o no. No tengo ni idea si el director ha hecho una gran película o es un bodrio. Si alguien la ha entendido que me la explique, por favor. Al final no sé quien es quien. No sé si es real este film o me acabo de inventar que he visto esta película. Aunque ya os digo que el buen cine siempre acaba entendiéndose.
Cuando uno ve el trailer de Babycall piensa que ya está todo el pescado vendido, y es que ese es el gran «handicap» de una película que carga las tintas en una de esas ramificaciones del thriller con las que tanto gusta juguetear (y el noruego no es excepción) en los últimos años. No obstante, tampoco se puede acusar a Sletaune de no ser consecuente, pues ya venía explorando el género desde su anterior Next Door, que fue amada y odiada a partes iguales, por lo que el gran reto parecía continuar manejándose en un terreno del que cada vez es más complicado sacar partido.
A juzgar por la reacción del público, sin embargo, parece que el cineasta nórdico lo ha conseguido, aunque quizá el precio a pagar haya sido desprenderse de esa denominación de «rara avis» que giraba entorno a Next Door para finiquitar un producto mucho más convencional en todos los sentidos, que si bien aprovecha ciertas virtudes que le brinda un conjunto ya de por sí muy mánido, tampoco consigue establecer los parámetros para desarrollar un ejercicio de género que parece sentirse demasiado preso de su propia condición.
Aun así, tampoco hay que restarle méritos a una labor que resulta competente la mayoría del tiempo y, pese a acogerse a anclajes más bien rutinarios que quizá llevan de la mano en exceso al espectador, sabe conjugar todos los aspectos de su trabajo en un desarrollo que, inmerso en una constante sensación de «déjà vu», nunca se acomoda en una rutina que habría supuesto su absoluto fracaso y maneja todas las cartas que están a su alcance para dotar de distintas aristas a una cinta que probablemente se sirva de ello para engañar (a medias) al espectador, pero a la que no se puede reprochar demasiado si uno es aficionado a este tipo de singulares pasatiempos.
Sletaune nos introduce en la vida de una mujer que se acogerá a un programa de protección de testigos junto con su hijo para evitar a un padre maltratador. Para no cohibir la libertad del chaval, se verá obligada a comprar un walkie talkie para tenerle controlado en todo momento sin tener que compartir cama. Todo parecerá marchar hasta que esos elementos que tan bien le vienen al film del noruego entrarán en acción: unas voces a través del aparato que parecen acechar a su hijo, la aparición de un extraño y solitario personaje, la creciente sensación de que en ese nuevo bloque de edificios nada es lo que parece e incluso la propia inseguridad y poca transparencia de ella llevarán al público a un jugueteo en el que las predicciones quizá resulten menos difíciles de entablar de lo esperado.
Desafortunadamente, la carencia de una verdadera atmósfera o de un ejercicio más tenso de lo mostrado en Babycall llevan al film a una senda que en ese aspecto se muestra infructífera y no desarrolla sus posibilidades, dejando de explotar esa vena de thriller que termina derivando más bien hacía visos más dramáticos que solo resultan eficientes en una dirección.
Es ahí donde entra el personaje interpretado por Kristoffer Joner que es quien, paradójicamente, acapara toda la atención en ese sentido ofreciendo apuntes acerca de su propio periplo y dejando tras de sí la historia de una madre hospitalizada que, de un extraño modo, funciona incluso mejor que las líneas centrales del relato. No se sabe bien si ello se debe a la buena interpretación de un Joner que, tenga el papel que tenga entre manos, siempre cumple con sobriedad, o a la poca fuerza del entramado principal en el que encontramos a una Noomi Rapace que sostiene suficientemente bien (para lo que es) su personaje.
En definitiva, el drama no trasciende (como digo, a ratos en la historia del personaje masculino), la intriga se pierde en reclamos más bien estériles y su vertiente psicológica tampoco habilita los suficientes elementos como para hacer de Babycall una propuesta recomendable, aunque sí un más que curioso juego que es con lo que se tendrá que quedar el espectador de querer sacarle partido a la propuesta de Sleutane.
Crítica para http://www.cinemaldito.com
@CineMaldito
Siguiendo la tradición de films de terror nipones como La maldición o The Ring, Babycall es una historia en la que cuesta entender algo, o en la que directamente no se entiende nada más que lo necesario para seguir pegados a la pantalla durante su hora y media de duración. Lo que para unos será un misterio para quien escribe es un agujero argumental de mucho cuidado. Así que Babycall cae en saco roto. La historia, a priori, es muy previsible: una madre huye con su hijo a un nuevo piso en una nueva ciudad lejos de su marido. Obviamente la cosa no se acaba aquí, ni tan siquiera empieza aquí. Pero más vale no desvelar lo que sigue porque se perderían lo mejor de Babycall: ver a Noomi Rapace enloqueciendo, yendo de arriba para abajo en su bloque de pisos con su escuchador de bebés. Es innegable que Babycall tiene cuerpo y atmósfera, pero a la hora de pedir la resolución de los interrogantes todo se desploma con la facilidad de un castillo de arena. Los que ya tengan la mano curtida en el thriller del nada es lo que parece se reirán al ver que todo discurre según lo indicado en el manual de instrucciones… salvo por un final que puede entenderse como un volver a empezar, un what a fuck!, un ¿tanto rollo para esto?, un el guionista se ha quedado con nosotros, un pero si no había guión o un no la entiende ni su madre. Resumen: lo de Rapace no es ser madre en el cine (vean Daisy Diamond o Beyond para más datos), pero sus cualidades actorales merecen mejores películas. Y posdata: ¿al final quién era el amigo del hijo de Noomi? Lío total. Quedan avisados…
Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities
Adelantar que siento cierta atracción por todo lo nórdico, principalmente literatura y cine. Quizás sea esa frialdad (literal) en la que viven y que parece envolver todos sus actos lo que me atrae, no lo sé. Con esto quiero decir que, de entrada y de forma completamente imparcial, esta película debería tener al menos un 5. por mi parte
Pero… hombre, un poquito de seriedad.
Y paso a spoilers porque no quiero ser tan tramposa como el director.