Ave del paraíso
Sinopsis de la película
Johnny, un aventurero americano, llega a unas islas exóticas de la Polinesia, en el Pacífico Sur y se enamora perdidamente de Luana, la bellísima hija del jefe de una tribu local. Pero el amor de los dos jóvenes es visto con malos ojos por la gente de Luana, quienes tienen a la joven un destino muy distinto.
Detalles de la película
- Titulo Original: Bird of Paradise
- Año: 1932
- Duración: 82
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Opinión de la crítica
Película
5.9
93 valoraciones en total
AVE DEL PARAÍSO comenzó como una obra musical escrita y puesta en escena por el estadounidense Richard Walton Tully en 1911, la cual se estrenó en Broadway con una modesta aceptación, y tropezó luego con un fuerte escándalo, pues el escritor y el productor fueron llevados a los tribunales por la profesora Grace Fender, quien les acusó de haber plagiado su obra titulada In Hawaii. Esta sería la causa de que la obra de Tully nunca fuera publicada, pero sin embargo se puede decir que alcanzó el éxito al ser montada por diversas compañías a lo largo y ancho de los EEUU.
Fue en el año 1931, cuando el productor David O. Selznick, ofreció al director King Vidor hacer la versión cinematográfica de esta obra, sin otra exigencia que incluir unas cuantas escenas de amor como él sabía hacerlas, para que las representaran Dolores del Río y Joel McCrea, los protagonistas, y Vidor aceptó la empresa como él mismo dijo: Solo por hacer dinero.
El interés por la obra de Tully fue muy escaso en Vidor, pues ésta fue escrita con un colonialista y decididamente racista trasfondo político, con el que el autor pretendía suavizar a quienes todavía protestaban porque, de forma violenta, destronando a la reina Lilioukalani y asesinando o sometiendo a los indígenas que se opusieron con fiereza a que arrasaran su cultura, el gobierno norteamericano se había anexado las islas de Hawaii en el año 1894.
Deseoso, entonces, de contar algo más significativo y personal, Vidor comenzó a redactar (con la ayuda de Wells Root y Wanda Tuchock) una nueva historia durante el viaje, y todavía sin un guión definitivo, comenzó el rodaje en el cual se improvisó cuanto se pudo, buscando llevar a buen puerto este romance imposible entre una indígena y un americano, pues así se valida lo que alguien dice a principios del filme: El este es el este y el oeste es el oeste… y nunca podrán encontrarse. Contra todo, Vidor deja insinuado que sí se puede… pero la mentalidad obtusa de la mayoría de los seres humanos, es la que sigue convirtiendo cualquier pretensión de Unicidad, en un imposible.
Exótica y sensual de cara a estimular la taquilla, la escena en que nada desnuda la preciosa mestiza Dolores del Río (actriz mexicana que ya había alcanzado el éxito en Hollywood), motivaría el escándalo (acallado diciendo que ella llevaba una malla, lo que no era cierto), y al mismo tiempo, el público acudiría a montones, pues nadie quería perderse de ver a aquella sirena que dejaba perdidamente enamorado al marinero de ojos azules.
Es AVE DEL PARAÍSO, una simpática historia de amor, pero no es la suerte de filme del que King Vidor llegaría a sentirse orgulloso.
Bird of Paradise es una película sobre la tolerancia y la identidad cultural. Sobre personas y sobre lo que nos une. Sobre creencias y lo que nos separa.
Sin embargo, Hollywood no parece el más indicado para hablar, pues da continua muestra del profundo desconocimiento que tienen sobre la Polinesia durante todo el metraje. Supongo que el reggaeton y las sevillanas serían tan exóticos allí como cualquier otra danza tribal. Era demasiado fácil latinizar a las tribus salvajes. Sigue siéndolo. Aunque no están más cargados de tópicos que los americanísimos navegantes americanos.
Por otro lado, King Vidor da muestra de gran sensibilidad para el romance fuera del cine al que acostumbra. La escena en la que los amantes beben leche de coco es tan natural como magistral. Y no hay bofetada más clara sobre la igualdad entre personas que viven y sienten juntas, que cuando ambos rezan a sendos dioses. Cada uno en su lengua.
Tal vez sea porque es de las primeras películas que veo en versión original sin subtitular, pero… Qué bello comunicarse por gestos, aprender una lengua con la del hombre o mujer a quien amas. Qué bello comunicarse por imágenes, disfrutar del cine en inglés o en un dialecto sur-inventado.
Es una de las películas míticas de los años 30. El tema es universal: el amor no entiende de razas ni fronteras. Está basada en una novela de Richard Walton Tilly y el productor David O.Selznick pidió a Vidor que la dirigiera y que fuera interpretada por McCrea y por Dolores del Rio. Vidor, que siempre ha destacado por filmar historias sobre el sufrimiento y la superación del ser humano ( El manantial , Duelo al sol , Guerra y Paz ), aceptó el reto y creó una película en la que Dolores del Río muestra su belleza, su dulzura y su sensualidad, Joel McCrea su buen hacer y él mismo sus recursos técnicos, con planos y secuencias impecables, tanto enmarcando a los personajes en las escenas de amor cuanto mostrando el esplendor de la naturaleza. Claro que el blanco y negro no puede, en esta clase de pelis, competir con el color, pero, aun así, el encanto de la historia persiste. Son excelentes las escenas de amor entre los protagonistas sumergidos en el mar, en las que se puede apreciar el espléndido cuerpo de Dolores del Rio, de la que muchos críticos de la época dijeron que era la mujer más bella del cine después de Greta Garbo, opinión, a mi juicio, equivocada ya que creo que fue más bella Dolores que Greta, aunque ésta, lógico, fue mejor actriz que aquella. De cualquier manera, la exhibición desnuda bajo las aguas de Del Río, ¡qué cosas!, provocó un fuerte escándalo por aquél entonces.
En verdad, Dolores del Río, que sufrió persecución del macartismo por, según los tipejos de la Comisión Innombrable, ser simpatizante, junto a otros actores, de los cineastas de tendencia comunista, dio a lo largo de su vida una lección de estética, de glamour y de elegancia. Su presencia en este film es lo mejor de él, aunque bailando no haya sido una Cyd Charisse.
El remake de 1952, veinte años después, cuyos protagonistas fueron Louis Jourdan y Debra Paget y el director Delmer Daves tampoco está mal.
Todos sabemos que las películas que más dinero dan, son las de amor. Y todos sabemos que la mayoría de cine clásico hablan de ese amor desmesurado y a primera vista. Sin embargo, esta película es más novedosa de lo que pueda aparentar.
Para empezar fue la primera película que introdujo banda sonora, pero lejos de eso me gustaría recordar el año en el que se rodó: 1932. Bien, pues en este año donde las películas estaban marcadas por esas rayas y puntos negros que poblaban de forma intermitente la pantalla, pudimos ver varias escenas grabadas, para lo que había, de forma notable, como esas personas nadando bajo el agua o ese remolino que se traga a Joel McCrea. Para mí es algo a agradecer, aunque sea para darle algo diferente a la repetida historia de amor que una y otra vez se utilizaba en aquellos años.
Otra cosa que ha llamado mi atención es el aire, salvando las distancias, que le da a Avatar: un tipo que se enamora de una mujer salvaje, dejando a los suyos para quedarse en la tribu e intentar fraguar su relación con ella. Es cierto que tanto una película como la otra toman derroteros diferentes pero, ¿la idea general no resulta parecida? A mí si me lo parece, dándole también algún ramalazo a Tarzán. Con todo esto, a mí me ha gustado, aún con ese final casablanquiano pero hecho a la inversa.