Atlantique
Sinopsis de la película
A lo largo de la costa atlántica, una torre futurista que pronto será inaugurada se cierne sobre un suburbio de Dakar. Ada, de 17 años, está enamorada de Souleimane, un joven trabajador de la construcción. Pero ella ha sido prometida a otro hombre. Una noche, Souleimane y sus compañeros desaparecen en el mar. Poco después, regresan para atormentar a su antiguo vecindario tomando posesión de las novias que dejaron atrás. Algunos de los trabajadores han venido reclamando venganza y amenazan con quemar la torre si el desarrollador no paga sus salarios. Pero Souleiman ha regresado por Ada, para que puedan estar juntos por última vez.
Detalles de la película
- Titulo Original: Atlantique aka
- Año: 2019
- Duración: 100
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Opinión de la crítica
5.8
38 valoraciones en total
Para mí sorpresa, a día de hoy, Atlantique tiene una nota inferior a 6, es decir, que los usuarios de esta web apenas lo consideran un título pasable. En lo que a mí respecta se trata de una obra excelente, de una calidad sorprendente, más aún si tenemos en cuenta que se trata de una obra primeriza. Matti Diop ha hecho algunos trabajos como actriz y guionista, pero en su primer largo, dotado de un estilo visual sumamente elegante, ya se atreve a congregar elementos muy heterogéneos, capaz de aunar la crítica social con elementos fantásticos a la vez que aborda un relato policíaco con la historia romántica dónde los elementos anteriores se potencian y además le sirven a Diop para confrontar componentes culturales tradicionales (como el casamiento concertado) con situaciones rabiosamente contemporáneas (como es la migración en patera).
La historia principal no provoca sobresaltos por su novedad. Una muchacha se enamora de un joven obrero que de repente se esfuma y más tarde desencadena una investigación policial que rodeará unos hechos sobrenaturales. Estos elementos le sirven a Diop para esbozar una instantánea de Senegal, en la cual el rico empresario constructor actúa como un cacique, a su mero antojo, y la policía se ve obligada a favorecer sus deseos debido a que ha hecho muchas cosas por ellos (es decir, sobornos). Tras cuatro meses de duro trabajo sin paga, unos obreros deciden renunciar a la obra en la que estaban empleados y probar suerte con el cruce del Atlántico al Mediterráneo con tal de llegar a España. Esto le sirve a Diop para desmontar esa imbecilidad llamada efecto llamada , pues demuestra que si una persona se aleja de su país natal y deja atrás a su familia y otros seres queridos es por falta de oportunidades con las que subsistir y no para perseguir la quimera de la mayor comodidad. Dentro de ese marco conceptual transcurre la historia de Ada, que se ha enamorado de uno de los obreros, llamado Souleiman, quien no parece capaz de contar a su amante la tremenda situación en la que está a punto de meterse. La precipitada marcha de estos trabajadores, que se produce en elipsis, desprende cierta connotación mística, como si se hubiesen adentrado en un territorio mítico, inimaginable, imposible de mostrar, y el océano adquiere, desde entonces, la categoría de símbolo, pues representa el amor, la añoranza y el anhelo de una vida más plena y transparente. Ahí es dónde Ada pierde a Souleiman y desde ahí, la visión de las aguas nos trae ecos de ese amor repentinamente interrumpido.
Como se ve, la corriente principal es la que transita la historia es romántica: ensalza la individualidad de Ada contra las imposiciones sociales del matrimonio concertado con otro hombre que ella no acepta, la pasión amorosa todo lo colma y los elementos irracionales y fantásticos crecen de dimensión conforme avanza la historia hasta colmarse en el clímax de la película. Posesiones, supersticiones, injusticias laborales, problemas de las migraciones… las colisiones entre elementos tradicionales y modernos es constante y la amalgama de estilos cinematográficos conforman un puzzle fantasmagórico que nos hace comprender que si bien el corazón de Atlantique es romántico, su cerebro es posmoderno, pues juega con la relatividad de la realidad y la mutabilidad de ésta, tanto en estilos como la naturaleza de sus personajes, llegando incluso a ser poseídos por fantasmas que regresan en busca de venganza. Hay que señalar que a pesar de disparidad de elementos y estilos, éstos no se se sabotean mutuamente, sino que se interactúan los unos con los otros y crean un conjunto homogéneo, lo cual para mí demuestra el buen hacer de la autora.
El estilo visual de Diop es de una elegancia incontestable, acertando a rehuir de los tópicos audiovisuales de las producciones comerciales para, a cambio, demostrar una gran destreza a la hora de colocar la cámara en posiciones poco usuales, moldear al milímetro las actuaciones y dilatar las escenas para adoptar cierto tono documental y además modular el tono para no caer en estridencias melodramáticas. Sumado, todo lo anterior me creó la impresión de estar viendo algo que sabía que es ficcionado y que sin embargo resultaba auténtico como espiar a través de una ventana. Los elementos fantásticos son a mi juicio manejados con soltura y acierto, la panorámica social resulta sutil y honesta y a la vez es punzante y posee vigor. Hacía tiempo que no me sentía tan maravillado por una película. Una de esas obras que tienen la cualidad de trasladarnos a un contexto ajeno y alejado y que sin embargo logra hacerse entender a las mil maravillas para que nos resulte cercano.
En mi memoria guardaré esa imagen de esa torre hipermoderna presidiendo la costa, las escenas nocturnas que nos hacen ver Dakar como un distrito fantasmal o la envolvente música de la norteamericana Fatima Al Qaridi que aliña esta historia de sentimientos frustrados por los tiempos y las injusticias.
Dakar, Senegal. Ante el retraso de varios meses en el pago de sus salarios, un grupo de jóvenes que trabajan en construcción optan por vivenciar la realidad de cientos de miles de africanos, abandonar su continente buscando un futuro mejor en Europa, con todos los riesgos que eso conlleva, el océano Atlántico es lo que los separa de su destino.
Entre ellos se encuentra Souleiman (Traore), un chico que tiene una relación con Ada (Mame Bineta Sane), la verdadera protagonista del filme. La inesperada ida de su amado se enfrenta con otra problemática que juega en su contra, Ada está comprometida con un hombre mayor que ella al que no quiere, siguiendo las tradiciones familiares y religiosas es obligada a casarse con él.
Atlantique es el largometraje debut de la directora y actriz parisina Mati Diop, de ascendencia senegalesa por línea paterna. En su haber cuenta con cinco trabajos previos, a destacar el que fuera primero, un cortometraje documental de 16 minutos titulado Atlantiques (2009), que es germen de este filme y que se enfoca en un joven que le cuenta a un par de amigos su viaje desde Senegal hasta España.
Es imposible no apartar la crítica social y la situación africana que está inherente en el relato, las claras diferenciaciones sociales que carcomen las sociedades del mundo entero, sin tampoco buscar ser un panfleto de la miseria o de lástima, por el contrario, las ideas sobrenaturales que comienza a subrayar avanzado el metraje aportan una visión alejada de la realidad, pero que no deja de ser interesante.
Hay que alabar la destreza como directora de Diop, que hace un retrato fiel de los suburbios de Dakar, utilizando escenarios reales, con el sonido y vistas del océano mostrado -como no puede ser de otra forma- en distintos momentos. Además, con el apartado fantástico logra deformar el ambiente, dar una sensación en algunos momentos de irrealidad e incluso de ensueño.
No hay que olvidar que Atlantique tuvo su debut en el Festival de Cannes, se llevó el Gran premio del jurado, el segundo en importancia del evento, lugar donde fue adquirida por Netflix para su distribución, con el filme ya estrenado en la plataforma, y ante estrenos muy publicitados como The Irishman y Marriage Story, pareciera, lamentablemente, destinada al olvido, pero ¿sería muy diferente su panorama en salas de cine?
Mati Diop es uno de los grandes nombres del panorama cinematográfico del 2019. Y no es para menos. Atlatique es una de las películas más interesantes de este año. La cineasta ha logrado crear un filme tan interesante como singular. Una mezcla de cine intimista, social, con cierto componente de realismo mágico. En primer lugar, la película gira en torno a tres polos que se conectan entre sí: Souleimane, Ada y el inspector Diop. Pero vayamos por partes.
Souleimane manifiesta la crítica social de la película. La existencia de dos mundos: el del lujo y el de la pobreza, que pese a converger en un mismo espacio físico, están a años luz uno del otro. Además, en un par de simples planos, Mati Diop muestra como para que exista ese lujo y pomposidad, es necesario que alguna parte se sacrifique y salga perdiendo. Y esa parte es Souleimane y sus compañeros de trabajo. Obreros en la construcción de grandes rascacielos (manifestaciones del lujo). A mayores, da la sensación de que estos obreros jamás podrán ascender profesionalmente y que quedarán estancados como meros peones de obra.
Ada, en cambio, es el reflejo de la parte intimista. Su relación amorosa, su forma de vestir y vivir choca frontalmente con la tradición de sus padres y de las generaciones anteriores. Su generación supone esa ruptura con la tradición y su apertura a un comportamiento más occidental. Esto se ve en sus tribulaciones amorosas a la hora de seguir lo estipulado por sus padres, y casarse con Omar, o dejarse guiar por su corazón y vivir una relación amorosa y feliz con Souleimane.
Y, por último, el inspector Diop. La parte más floja de estos tres polos. Sin embargo, es un personaje clave para ir desenmascarando todos los misterios que van poblando la cinta, además de servir de embudo para converger en la parte del realismo mágico de la película.
Y es que, a mitad de la película, Mati Diop traza un giro argumental inesperado, dando entrada a la ciencia ficción y de paso, a otra capa más a la película. Una nueva lectura para un largometraje que , hasta ese momento, ya tenía capas y capas de mensajes.
Sin embargo, he aquí un arma de doble filo. El ir dejando mensajes en el espectador de forma continuada, y pese a ser retomados posteriormente a lo largo de la cinta, me ha generado, a título personal, la sensación de que, por momentos, ciertos nudos no eran del todo desarrollados. Ese ha sido el elemento por el que quizás no haya valorado con una mayor nota esta película.
Por otro lado, desde el punto de vista técnico, Mati Diop demuestra la multitud de recursos que domina a la hora de crear imágenes con sentido y con significado. Pura coherencia en cuanto a lenguaje cinematográfico se refiere. Primeros planos para los momentos de mayor intimidad y en los momentos donde mayor interés tiene porque el espectador comprenda la misma sensación que el propio personaje, y dando mayor distancia entre la cámara y el objetivo para que el encuadre se puedan observar contrastes entre diferentes situaciones, ideas, etc.
Por todo ello, creo que Atlantique es la gran demostración de que estamos delante de una gran directora para los próximos decenios. Mati Diop es toda una realidad. Y muy seria. Muy recomendable verla. Además, hubo un momento en el que la película me recordó una de las películas más famosas de Jack Tourneur: Yo anduve con un zombie (en los momentos en los que se hace uso del realismo mágico). En resumen, es un largometraje interesante, que seguramente no sea del agrado de todo el público, pero que todo cinéfilo lo va a disfrutar.
*El romance y lo sobrenatural de Atlantique
La realizadora Mati Diop construye un relato que entremezcla el romance juvenil con perspectivas sobrenaturales. La fotografía de Claire Mathon (Retrato de una mujer en llamas) enfatiza en el abandono que experimentan Ada (Mame Bineta Sane) y otras mujeres tras la desaparición de sus parejas en un naufragio. Ejemplo de ello son las atenciones a las camas vacías y el viento que pasa a través de cortinas.
A su vez, las fases lunares forman parte del desarrollo del relato. En primer lugar, entremezcla elementos sobrenaturales con respecto al destino de los hombres y los rumores sobre su regreso, añadiendo posesiones nocturnas. Los cuerpos de las mujeres se convierten en vehículo de demanda social. Así, el score de Fatima Al Qadiri conjuga también la realidad con el aspecto fantástico.
*El arreglo de matrimonios en Atlantique
Diop enfatiza también en las tradiciones ancestrales. Una de ellas es la virginidad antes del matrimonio.
Ada ama de forma incondicional a Souleiman (Traore). Ante su ausencia, se ve obligada a tomar el arreglo marital con Omar (Babacar Sylla) a causa de la insistencia de su madre y la posición acomodada,
El personaje confronta hasta cierto punto su libertad de decisiones, guiando de manera creíble hacia una transición que la lleva a considerar su derecho de libertad personal.
*La denuncia social de los trabajadores
Atlantique retrata una perspectiva social que resalta el clasismo. Souleiman y otros trabajadores denuncian la falta del pago de su salario derivado de la construcción de un moderno edificio en Dakar. El plano secuencia que abre el relato acentúa la preocupación y la indignación de la demora salarial, aspecto que pierde relevancia a causa del cruce de los tintes sobrenaturales de la trama representados con las posesiones nocturnas.
Diop coloca a sus personajes femeninos como las encargadas de buscar justicia laboral, resaltada con un notable aspecto visual la unión mística de la vida y la muerte.
*Los espíritus y las mujeres en Atlantique
Sin embargo, el contexto de denuncia social de Atlantique sobre la inequidad laboral y los procesos de investigación judicial quedan minimizados en una propuesta en la que impera el aspecto sobrenatural.
El guion de Mati Diop y Olivier Demangel cae en la reiteración de la soledad y las derivaciones físicas de la faceta espiritista. El relato es incapaz de resolver cabos sueltos sobre el origen de las posesiones, sin crear ni enfatizar en el desarrollo de sus personajes secundarios.
Así, el desbalance de los tonos del filme perjudica a la propuesta original de la ópera prima.
*Conclusión
A pesar de que Atlantique no logra ahondar lo suficiente en su reflexión social, es un original romance que es puesto a prueba por la muerte y los hechos sobrenaturales, beneficiado por su bella propuesta visual y el exotismo de su tratamiento.
Escrito por Mariana Fernández
No he logrado introducirme en ninguna de las vertientes de la historia. El drama parte con un tema potente y empático, pero se desdobla en dos realidades que no son capaces de casar ante mis incrédulos ojos. Al comienzo empiezo con ilusión esa historia de amor que refleja una realidad dura. La otra vertiente, la más espiritual u onírica hace que pierda fuelle esa relación temática. No entro en la atmósfera, no logro vivir los sentimientos ni ser copartícipe del esclarecimiento de su trama. Los grandes problemas que atisbo desde la lejanía son una falta de coordinación de historias, poco trabajo en la creación de atmósferas, un trabajo liviano en la profundización de los personajes y unas tramas más intensas. La idea es interesante y con potencial.