Asuntos pendientes
Sinopsis de la película
En París, desde hace meses, una violenta banda de atracadores de furgones actúa con total impunidad. El director de la Policía Judicial, Robert Mancini (André Dussollier), les plantea la cuestión con claridad meridiana a dos comisarios: Léo Vrinks (Daniel Auteuil), jefe de la Brigada de Investigación e Intervención, y Denis Klein (Gérard Depardieu), jefe de la Brigada de la Represión de la Delincuencia: el que consiga atrapar a la banda le sustituirá y se convertirá en el gran jefe del 36, Quai des Orfèvres, sede de la Policía Judicial. Esto significará la guerra entre los dos policías, otrora amigos.
Detalles de la película
- Titulo Original: 36, Quai des Orfèvres
- Año: 2004
- Duración: 110
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Opinión de la crítica
6.5
38 valoraciones en total
Es agradable encontrarse de vez en cuando con películas como esta. Ver una película de la que no habías oído hablar, con muy poca publicidad, sin referencias críticas de ningún tipo. Entrar al cine sin saber lo que vas a ver, es algo que no me pasaba hace tiempo. Y que además te guste como es el caso.
Asuntos pendientes es una buena muestra de cine negro. Tiene un atmósfera turbia e inquietante, unos personajes sólidos, una historia donde el odio y la venganza son el eje central en el que se basan los comportamientos de los personajes.
La película está rodada con mucha solidez, aunque peca de un exceso de solemnidad en su puesta en escena. El guión es eficaz pero deja algunos cabos sueltos.
Afortunadamente el reparto está a la altura de las circunstancias. En Daniel Auteuil no es una novedad, pero hacía tiempo que Depardieu no estaba tan bien. Además está la maravillosa Valeria Golino, que sigue estando estupenda casi veinte años después de Rain Man.
Lo tiene todo bien dosificado. Protagonistas de postín por primera vez enfrentados en un policiaco noire, secundarios formidables donde los hombres prevalecen, como es de rigor, pero donde los personajes femeninos destacan por su peculiaridad y las actrices por su talento.
Poco necesita en las interpretaciones: no hay un solo actor que no resista esos contundentes primeros planos donde todo se resuelve sugerente y ambicioso, pues muy pocas cosas se explicitan, ya que todo es atmósfera, tensión contenida… y cuando explota lo hace con alta calidad.
Los diálogos resultan admirables, y en más de una ocasión invitan a buscar el mando para repetir:
¿Por qué no quisiste que te visitara en la cárcel?
— Porque tenía miedo.
— ¿De qué?
— De verte marchar.
…….
— Los hombres como usted acaban con tres tiros en la cabeza.
— Los hombres como yo no escuchan a los hombres como usted.
…….
Y por último, aplausos entusiastas por el atrevimiento de un final rompedor, fuera de juego en las reglas del cine negro y que, sin embargo, le sienta maravillosamente bien.
El reparto no puede ser más idóneo: Auteuil-Depardieu magníficos, más aún cuando tres años atrás nos habían divertido tanto en Salir del armario , Dussollier, el infaltable veterano en cualquier título, basta su presencia para imponer una vuelta de tuerca, Valeria Golino es increíblemente bella y sensual en la composición de la inocencia en medio de dos pasiones sin límites, y la creación de la otrora espectacular Demongeot está llena de sutilezas y ricas sugerencias.
Asuntos pendientes o 36, Quai des Orfèvres para los más puristas, tiene poco que ver con el estupendo filme de Clouzot, pero posee a un Auteuil estupendo en un duelo interpretativo con un siempre competente Depardieu.
Es lo mejor de esta fallida cinta policíaca de oscuras intrigas, policías corruptos, antihéroes, caídas a los infiernos y venganzas con muchas y muy malas personas.
Me resulta fallida porque no me la creo y eso que está basada en sucesos reales, a veces encuentro demasiada frialdad y en bastantes partes detesto esos clichés del cine actual que no me convencen ni me conmueven en absoluto. Que si una ración de ralentís por aquí, unos cuantos flashbacks explicativos por allá y la sensación constante de que el guión original ha sido colocado en una pila de explosivos para que después un becario se encargue recomponerlo con lo que se ha salvado de las llamas. Trabajo y sudor le costaría, como a los espectadores introducirse totalmente en una trama desdibujada.
Y es que un punto de partida tan interesante y una atmósfera turbia de los bajos fondos, heredada del mejor cine negro francés, se desinfla por la falta de ritmo y continuidad. De una excesiva carga de incoherencia narrativa donde todo resulta inconexo y precipitado: personajes que se evaporan y se recomponen cuando interesa metidos con calzador, secuencias sin intensidad (de acción o carga dramática) y demasiadas tramas paralelas, claro síntoma de estar ante un serial policíaco en vez de un filme.
Parece que los responsables han querido incluir todas las anécdotas y sucesos reales o adaptarlos como sea.
Asuntos pendientes no es Heat ni Training Day, ni creo que Olivier Marchal dirija su mirada al thriller norteamericano. El problema es que no veo donde quiere llegar y lo peor de todo, cómo ha llegado a un punto donde resolver no es sinónimo de claridad y credibilidad.
Con los nuevos tiempos, la decadencia ha hecho entrar al arte cinematográfico en una espiral donde parece ser que lo más fácil, es lo que prima, y de entre todos aquellos géneros que siempre han gustado y han recibido mayor aceptabilidad entre las masas, se han erguido algunos como el terror, la comedia o el thriller. Entrando en este último, y tras el éxito que obtuvo un film como Los ríos de color púrpura -y gracias, en parte, también a Europa Corp., la productora de Luc Besson- en Francia se ha iniciado un período donde parece que el tan concurrido al otro lado del charco panorama del thriller, se ha hecho un huequecito en todas las agendas galas.
De entre todos los defectos (que superan en multitud a las virtudes) que se han instaurado en este género, cabría destacar el mal del basado en hechos reales como una de las principales causas de hallar films tan fallidos como el que nos ocupa, y es que el hecho de querer reavivar unos acontecimientos que, quizá no tuvieron el interés suficiente como para hacer de ellos proyectos cinematográficos, siempre obligan al propio guionista a adherir elementos repudiables como el sentimentalismo de baratillo, los añadidos absurdos con tal de darle dinamismo o las secuencias que rozan lo gratuito y facilón para allanar el guión, cosa que, obviamente, termina por resultar un lastre a la larga. Y Asuntos pendientes no se libra de ello.
Muchos fueron los que alabaron la interpretación de Depardieu, otros la tildaron de un debut muy digno con el suficiente pulso como para dar los resultados necesarios, pero pocos, muy pocos se fijaron en un entramado que se resolvía a golpe de situaciones forzadas, previsibles y bastante pobres, cosa que cada día deja al destape los defectos de un género, que si bien supo revitalizarse durante la década anterior, ha llegado a un punto donde ya no caben golpes de efecto o trucajes para darle la forma adecuada, pues siempre será mucho más de agradecer alguien que se preocupe por narrar y construir algo mínimamente digno como hizo Fincher con Zodiac , que alguien que busque dar el campanazo definitivo en un terreno que, por desgracia, hace ya mucho fue agotado.
Una de las curiosidades de este film policial, que desnuda contradicciones y oscuridades en el interior de las fuerzas de seguridad, es que tanto su director como uno de sus guionistas devinieron de la realidad a la ficción y no a la inversa. Esto otorga cierto valor agregado al espinoso universo de una historia donde la línea de lo legal se cruza al punto en que la ley y el delito confunden su distancia.
Conocedor del paño (por haber formado parte del mismo), el director se focaliza en el velado enfrentamiento de dos policías de elite, que en algún tiempo han sido amigos pero a los que diferencias de criterio profesional han distanciado. La vacante del máximo cargo en el departamento 36 Quais des Orfevres del título original, profundiza las diferencias entre ellos. Ambos saben que la ventaja decisiva será para quien logre capturar a una peligrosa banda que está saqueando a los blindados de caudales de París.
En la primera media hora se concentra lo mejor de este film, prometiendo más de lo que realmente sigue, como el ritmo alucinante que en montaje paralelo expone, por un lado, a un grupo de informales policías que festejan con tragos, chicas y balas la inminente jubilación de uno de ellos, mientras en otro lugar, un camión de caudales es saqueado por una banda armada de peligrosos encapuchados.
Uno de los puntos fuertes se apoya en los roles protagónicos, para los que fueron convocados los dos actores más respetados del cine francés, Daniel Auteuil y Gérard Depardieu, quienes componen un duelo actoral con su caracterización de policías que comandan sendos grupos de elite: Leo (Auteuil) y Denis (Depardieu). El primero es leal a la fuerza, a sus camaradas y a sus amigos de los bajos fondos (ladrones y prostitutas). El otro, igual de extralegal, pero sin amigos y obsesionado por el poder como máximo objetivo.
El contenido emocional y psicológico que, además de la acción propia del género, pareciera pretender el film, se desperdicia en la derivación hacia ribetes melodramáticos que alargan la historia y atenúan el tratamiento de grandes temas como la amistad, el poder, el amor y la violencia en clave de tragedia y suspenso.