Anomalisa
Sinopsis de la película
La película tiene por protagonista a un motivador profesional que, cuanto más ayuda a la gente, más monótona y anodina es su vida, todo el mundo le parece y le suena igual. Hasta que la voz de una chica le suena diferente y está dispuesto abandonarlo todo y a todos por alcanzar la felicidad con ella. Película de animación escrita por Charlie Kaufman (Adaptation) con la colaboración de Dan Harmon (creador de Community).
Detalles de la película
- Titulo Original: Anomalisa
- Año: 2015
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
6.9
49 valoraciones en total
Empieza con voces. Miles de voces. Cataratas de voces.
Casuales, iracundas, explicativas, comprensivas, tristes, cariñosas… una risa nerviosa apuntala de fondo toda la locura que recorre el torrente verbal.
Hay mucho ruido, demasiado para poder prestarle atención, y de fondo está esa aplastante sensación de que es ruido inútil, sin objetivo.
Anomalisa es la historia de un oasis de voz en ese ruido.
Contada en un stop-motion extraño y algo rígido, que sin embargo poco a poco se va ganando sensación de realidad con cada pequeño gesto de los muñecos, hasta que solo la hendidura de su cara nos convencerá de que no son reales, se centra en uno de esos llamados coach de empresa, ayudadores de todos solucionadores de nada, deseando que todos se callaran de una vez, dejando de soltar palabras que no añaden nada a nada.
Michael Stone vive con una maldición: sabe que el mundo es mediocre, y que está completamente inmerso en él. Nada que le salve ni le alivie, a no ser promesas rancias de recuperar algún tipo de brillantez anterior, por eso repasa constantemente la carta de una antigua amante tratando de sopesar todos los insultos y oportunidades perdidas. Por si acaso.
Escucha con aburrimiento el diálogo anodino de su alrededor, plagado de chistes sin gracia e intentos de añadir algo, pero hace mucho que la chispa se apagó. Sigue apareciendo la pregunta ¿por qué es imposible que vea, ni por un segundo, algo que se parezca a lo que yo creo que es especial? .
Pregunta sin respuesta, y casi tramposa de formular en una era de incomunicación donde todo sabe a lo mismo y nos acostumbramos a ello, hasta al desencanto común.
Entonces sucede, como siempre sucede, lo inesperado.
Una anomalía en ese mundo gris. Una voz que escuchar. Una Lisa, Anomalisa .
Su tono es la primera voz femenina que escuchamos desde hace un tiempo, después de conversaciones monótonas, y por primera vez la pesadumbre de este mundo animado tan parecido al nuestro se desvanece. Ella convierte en especial cualquier tontería: nunca el Girls Just Wanna Have Fun en la intimidad de una habitación de hotel sonó tan bien.
Es la total inversión de la animación tradicional tan asociada a la fantasía, a los romances imposibles entre princesas y héroes que al final se encuentran y que nunca nos dejaban soñar más allá del vivieron felices y comieron perdices . Aquí está ese mismo sentimiento de plenitud, pero sin ninguno de sus engaños inocentes, como el amor sin sexo o la belleza inmaculada. No, aquí el sexo es entre cuerpos fofos gastados por rutinas de trabajo, y las imperfecciones hacen más bonito un rostro.
Pero aunque se nos olvide en ese paréntesis en el que Lisa no para de hablar (y ojalá nunca parara), si aceptamos la realidad aceptamos sus peajes.
Aceptamos también la desilusión, el espejismo y nuestra propia psique retorcida entrenada para ser satisfecha sin nada más que añadir. Aceptamos que a veces tenemos anhelos secretos solo porque todos nos dicen, con la misma voz monocorde, que no debemos tenerlos. Aceptamos, también, que lo que antes se antojaba especial puede ser otra de esas típicas cosas a la luz de la siguiente mañana.
Y aceptamos (perdonémonos) que luego querremos que Lisa a lo mejor se calle. Solo un poquito.
Por eso quizá no existen las cosas realmente buenas, solo los momentos inolvidables.
Puede ser que por eso necesitemos que los relatos de animación cuenten historias irreales de amor verdadero entre princesas y héroes, no entre gente normal de a pie.
Lo único que marcará la diferencia podrá ser el recuerdo de esa voz, asociada a ese momento, quizá. Ojalá podamos recordarla.
Solo queda aceptar la mediocridad, pero incluso eso tiene las ventajas de pagar el peaje de la realidad: se puede aceptar conscientes de que existe, celebrando que gracias a ella tenemos a veces lo más parecido a algo perfecto (gracias a lo imperfecto, que no se nos olvide)… o podemos lamentarla, incapaces de salir de un estado mental que todos alrededor celebran y usan de excusa.
Incluso el carácter sencillo y casi anecdótico de la historia no deja de redondear por qué es tan especial. Lo pone en el título. Tan solo una anomalía, o Anomalisa.
En un mundo a rebosar de efectos digitales y diseñadores informáticos, ‘Anomalisa’, con su stop motion, nos devuelve de golpe a la extrañeza. La extrañeza de lo real distorsionado, de lo real no realista, del verdadero cine de figuras animadas: nadie podría hacer de ‘Anomalisa’ un videojuego.
Lo primero que llama la atención al adentrarse en el inquietante lugar creado por Charlie Kaufman y Duke Johnson es la factura de los personajes, al principio, sentí cierto rechazo por esos monigotes pero, transcurrido un tiempo, mi mente y mis sentidos claudicaron: entré de lleno en su virtualidad, en una sala oscura, lo anómalo se vuelve cotidiano. Y ahí, en la repetición mecanizada, acecha el monstruo que llevamos dentro. El guión, urdido con oficio y sin defectos aparentes, construye una pareja memorable de individuos. Se podría decir que el desarrollo de la trama, más allá de las brillantes ideas de imagen y sonido, es previsible. Pero dado el impecable diseño psicológico del protagonista, no veo cómo podría ser de otra manera. Y es que Michael Stone vive en el purgatorio de la eterna recursión, expresión que tomo prestada de Hans Magnus Enzensberger, que sitúa en ese espacio a los matemáticos de su libro ‘Pura Música’.
La atmósfera asfixiante, la máscara y la luz. Las voces y… la voz (*). ‘Girls just want to have fun’, de Cyndi Lauper, como clímax indudable de la historia.
Todos son uno y uno sólo es diferente en esta distopía íntima y existencial. ¿Qué podría hacer que Michael Stone, burócrata del tedio, motivador desmotivado y seductor envejecido, sintiera de nuevo una punzada?
‘Anomalisa’ tiene el tono insano y triste de Skhizein (Jérémy Clapin, 2008) y es pariente cercana de ‘Lost in Translation’ (Sofia Coppola, 2003), pero está muy lejos de ‘Inside Out’ (Pete Docter, Ronnie Del Carmen, 2015). Su reino no es de Disney Pixar. Las posibles referencias literarias son innumerables, desde ‘La náusea’, de Sartre, a los pasillos infinitos de Franz Kafka. El fondo, o el cimiento, es teatral (intuyo que muchos de los recursos de la cinta debieron funcionar de maravilla en ese medio).
Rara vez he visto retratar la pura soledad –esa larva oscura que llevamos dentro desde el día en que nacemos– de un modo tan lúcido y amargo.
Véanla. Busquen esa voz entre la multitud de seres clónicos, desanimados y anodinos. Disfruten del momento y, como en ‘Eyes Wide Shut’ (Stanley Kubrick, 1999) dejen –al menos una vez– la máscara de lado. Quizás descubran, en lo más hondo del espejo, una preciosa anomalía.
Sinécdoque, Cincinnatti. O el triste sentido de una vida entera condensada en una noche. En su última obra, Charlie Kaufman vuelve a jugar con la geometría narrativa. En este caso, la circularidad de Anomalisa da forma a una de las más precisas disecciones por planos de los gozos y, sobre todo, las miserias que alberga la cotidianidad en el hombre actual. Poco o nada me detendré en el prodigio técnico que es la película, aunque qué irónico y significativo me resulta el hecho de que una de las obras cinematográficas recientes que retrata de forma más diáfana y cercana la experiencia íntima del ser humano y la ridiculez intrínseca ligada a la misma esté protagonizada por figuras no humanas, en una especie de transmutación de la nueva vieja carne por la vía del stop motion. Así, en un relato que podríamos catalogar como costumbrismo urbanita, Anomalisa destila una magia triste, donde lo real y lo pararreal se entrelazan en forma de pesadillas maravillosas al respecto del nuevo hombre-masa y coños mal comidos.
La circularidad viene subrayada por la circunstancia de que Anomalisa se abre y se cierra con una carta escrita por una mujer cuyo destinatario es el mismo hombre. Ese viaje radial que plantean Kaufman y Duke Johnson tiene por tanto en su final un eterno retorno a la casilla de salida, una puerta cerrada a la concreción del amor porque el miedo es real y posiblemente definitivo, aunque exista un matiz de esperanza para quien quiera verlo. Es cuanto menos llamativo que haya un remanente de los Joel y Clementine de Eternal Sunshine of the Spotless Mind en la relación de Michael Stone y Lisa, los protagonistas de esta pequeña elegía moral, ya que, aunque es cierto que es la voz de ese hombre inútil la que resuena durante todo el metraje, la última palabra la tiene siempre la mujer en lo que parece una discreta obsesión del autor a la hora de revelar al mundo un cierto conflicto interno sobre el macho empequeñecido y ridículo en el casus belli emocional.
En definitiva, Anomalisa vuelve a reflexionar sobre la intratable metástasis de la repetición de patrones sentimentales y conductuales y sobre la certeza de que el problema está en los ojos del que mira. Y es que si resulta que las chicas sólo quieren divertirse, qué pena que los hombres hayan olvidado cómo hacerlo.
A mi este tipo me desarma y eso me fascina.
Las películas de Kaufman son, independientemente de cualquier juicio crítico y gusto personal, diferentes. Se salen de todo lo que hemos visto hasta el momento en pantalla.
Anomalisa es la coherencia de uno de los mejores guionistas del mundo. Es la fuerza del GUION contra los efectos especiales y los fuegos artificiales para llegar al alma humana.
Una película sin héroes ni superhéroes, sin efectos digitales ni trucos ni artificios. Y te la sirve como el que te da un cubo de rubik. Como si te dijese: Si te interesa jugar, participa, no te quedes dormido. Porque yo no pienso darte nada masticado. Ante esto, tu puedes libremente participar o cambiarte de Sala.
El amor, los problemas de identidad, las imperfecciones humanas, la confusión, la desesperación, la soledad… y muchas cosas más que mi cerebro humano no ha percibido en el primer visionado. Porque Kaufman va más rápido que tú, o no estamos acostumbrados… o las dos. Porque estoy segura que me he perdido cosas, como si me hubiese dejado algo en el camino y no recordara el qué. Supongo que por eso veo sus películas tantas veces.
Anomalisa es, en su origen, una obra de teatro escrita por este genio que decide adaptarla al cine y encima con marionetas.
Con Charlie Kaufman NO todo está inventado. Y eso solo puede tener consecuencias positivas para el mundo del cine… y para los seres humanos.
Larga vida al GUIÓN.
Anomalisa era una de las películas más esperadas del festival. Acababa de recoger el Gran Premio del Jurado en el Festival de Venecia. Como ya sabréis, se trata de una película de animación dirigida por Charlie Kaufman y Duke Johnson. La película tiene por protagonista a un motivador profesional que, cuanto más ayuda a la gente, más monótona y anodina es su vida, todo el mundo le parece y le suena igual. Hasta que la voz de una chica le suena diferente y está dispuesto abandonarlo todo y a todos por alcanzar la felicidad con ella .
Para entendernos, es una especie de Lost in translation animado. Un relato sobre la soledad, el vacío y, básicamente, lo jodida que es la vida.
Jamás se me ocurriría decir que Anomalisa no es una gran película. Lo es. Tiene aciertos magistrales como el tema del doblaje, el hecho de que se haya decidido que sea animación, un guión muy bien construido y con grandes diálogos, ténicamente es una maravilla, etc. Mi problema es que no logro empatizar con lo que se me está contando. Me parece una película tristísima, desesperanzadora, apagada, que me deja muy mal cuerpo y con una sensación amarga. Por mucho que la gente se empeñe en catalogarla como comedia: no lo es, aunque intente serlo a veces con algún diálogo o situación supuestamente cómica, que como ya he dicho, a mí no me hace la menor gracia. Me resulta imposible conectar con su humor.
Anomalisa, pese a sus múltiples virtudes, fue algo decepcionante para mí. No obstante, creo que es una película que hay que ver, y que recomiendo a todo el mundo.