Anita no pierde el tren
Sinopsis de la película
Anita lleva más de treinta años trabajando como taquillera en un cine de barrio, pero un día la prejubilan porque los propietarios han decidido derribar el viejo local para construir una multicine. Incapaz de asimilar el cambio, Anita sigue acudiendo al solar en donde se encontraba el cine, y acaba enamorándose del hombre casado que maneja la excavadora de la obra.
Detalles de la película
- Titulo Original: Anita no perd el tren
- Año: 2001
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
5.3
47 valoraciones en total
Estoy convencido que si la historia de Anita cae en manos de otro director el resultado final sí hubiera sido para colocarlo en la inmensa montaña en la que se colocan tantas y tantas otras: un drama más, una más del montón, tantas veces vistas por delante y por detrás. Pero por fortuna para nosotros Anita cae en manos de Ventura Pons, de manera que ya no es lo de siempre, en absoluto, es mucho más fresca, es original, es divertida y se aleja definitivamente de las lágrimas, desde el primer minuto. Si alguien ve aquí una como otras que me diga dónde están, tal vez en la propia filmografía de Ventura.
El caso es que Anita no pierde el tren vale mucho la pena, por su protagonista, por los secundarios, porque todos podemos hacernos una idea de lo duro que puede ser llegar a los cincuenta y porque en el caso de que a alguien no le vayan las cosas bien precisamente, no está nada mal salirse de la tangente y no recrearse en el drama. Todo lo contrario, Anita se reinventa, se echa para adelante y se mete de lleno en una etapa nueva en su existencia con una actitud envidiable. Los guiños propios de autor no son poca cosa y suman y suman: la voz en off, las miradas directas a la cámara, los flashbacks, los paréntesis narrativos… Una película que veinte años después se mantiene fresca y potente. De acuerdo, no es una obra maestra, pero vale mucho la pena.
Si tras Amica amat y Morir (o no) parecía que Ventura Pons había alcanzado la madurez como director, grande fue la decepción cuando topamos con este fiasco. La causa: una historia interesante puesta en manos de actores inadecuados, la una por desubicada y el otro por malo. Ni Sardá ni Coronado eran las personas adecuadas para este filme, que requiere de tipos menos metidos en el ministarsystem español y más a lo Gueridian. Y el argumento no está faltado de interés, al contrario, es moderno y sugerente, pero el naufragio sucede inexorablemente.
Nos encontramos con una de las películas más accesibles de Ventura Pons. Sin llegar a rozar los excesos típicos de él en ningún momento, nos presenta una historia sobre la soledad, el amor en la madurez y la resignación.
Anita se ha quedado en el paro a los 50 y su único trabajo durante más de treinta años ha sido el de taquillera en un cine. Resignada decide acudir diariamente a las obras de demolición de su antiguo cine en donde enseguida es acogida con agrado por los obreros y en especial por el que maneja la excavadora.
Emprenden una relación donde dos personas se necesitan para llenar huecos en sus vidas, ella más pasional y él más carnal, sin ningún tipo de compromiso.
Ventura Pons aprovecha la profesión de taquillera de la protagonista para repasarnos la historia reciente del cine en España, desde la época del destape hasta el cine más intelectual que surgió después.
Los papeles protagonistas son de dos todoterreno como José Coronado y Rosa María Sardá, que pueden con todo y lo hacen estupendamente.
A María Barranco ya se la ve más en su tónica, sin variar mucho su interpretación.
Es una bonita historia de amor, bien llevada y evitando la sacarina, pero le falta un toque de dramatismo, algo que te encoja el corazón. Estamos siendo testigos de un drama personal desmesurado, si nos ponemos a pensarlo, pero en todo rato Ventura Pons ha querido quitar ese toque apesadumbrado lógico de la situación y tildarlo con unos toques de humor y varios comentarios de la actriz directamente a la cámara, lo cual, inevitablemente, le quitan realismo a la obra, perdiendo credibilidad.
Floja, floja, floja.
El inicio de la película narrando en primera persona la vida de la taquillera (R M Sarda) de un cine de barrio que va a menos, es sugerente. La reacción de la protagonista de visitar la nueva obra que ocupará el solar del cine derrocado y el inicio de este nuevo giro de la trama sorprende y le da frescura a la película, que aquí se acaba. El resto, un par de diálogos ocurrentes entre las dos vecinas (RM Sarda y M Barranco), se va desmoronando a medida que transcurre el metraje, para acbar en un picado.
Ventura Pons nos ha ofrecido momentos muy buenos a los espectadores. Este film no es uno de ellos.
Por otra parte, los actores, cada uno de ellos, individual o conjuntamente, estan muy por debajo de sus recursos interpretativos.
Floja, floja, floja.