Ángeles con caras sucias
Sinopsis de la película
Un sacerdote presencia impotente cómo los niños marginados de su parroquia sucumben a las malas influencias de un criminal que fue compañero suyo de la infancia. Con el paso del tiempo, los dos hombres siguieron caminos muy diferentes: uno abrazó el sacerdocio y el otro se convirtió en un gángster.
Detalles de la película
- Titulo Original: Angels With Dirty Faces
- Año: 1938
- Duración: 97
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Opinión de la crítica
Película
7.5
53 valoraciones en total
Rocky Sullivan y Jerry Connelly son dos amigos de escasos recursos. Debido a un fallido intento de hurto, la policía los seguirá a ambos, atrapando a Rocky y confinándolo a pasar su adolescencia en prisión. Los dos amigos se encontraran varios años después, Jerry se ha hecho sacerdote, y observa como su amigo, el joven que alguna vez fue atrapado por no correr tan rápido como él, se ha convertido en un portentoso gangster.
Conmovedor drama de defensa vehemente por los valores y el camino de la integridad, presentado como film de gangsters, perteneciente a aquellos producidos por la warner brothers que pulularon durante la década de los 30.
La genial historia, escrita por Rowland Brown, y adaptada por John Wexley y Warren Duff, narra la vida de Rocky Sullivan y Jerry Connelly, dos amigos de la infancia que el destino se encargaría de separar, para transformar a cada uno en modelos de abismales diferencias morales.
La pareja de amigos en la vida real James Cagney-Pat O’Brien se dan cita por sexta vez para conformar y liderar un excelente reparto, en el que también aparecen la bella Ann Sheridan, los revoltosos Dead End Kids y el -en ese entonces- no muy conocido y futura estrella del firmamento hollywoodense Humphrey Bogart.
Una cinta brillante de principio a fin, redondeada por la siempre maravillosa, impetuosa y carismática presencia de James Cagney, una gran partitura de Max Steiner, la excelente labor del fotógrafo Sol Polito, y sobre todo por el extraordinario trabajo del húngaro Michael Curtiz en la dirección, el prolífico autor de inolvidables obras maestras como Casablanca y las aventuras de Robin Hood. Curtiz otorga un tacto nostálgico, sensible y angustioso, en especial en su apoteósico epilogo, en el que resplandecen unos inspirados O’Brien y Cagney, y en el cual se cumple el ultimo gran favor de un amigo a otro, no por preservar el honor ni la dignidad, sino en aras de permitir a los Ángeles ir al cielo. Quien la haya visto, me comprenderá.
Pierluigi Puccini
Apesar de haber sido uno de los grandes actores del cine clásico, a James Cagney no se le ha hecho la justicia que merece: aquí el extraordinario actor newyorkino esta exquisito y soberbio, vale para conocer un poco más sobre el cine de gansters en sus inicios, por la gran puesta en escena y magnífica dirección, por el gran reparto y acertado guión, por el entrañable acercamiento mítico que ya se perfilaba como uno de los más polémicos y fascinantes que se fijan de manera certera en el imaginario síquico y colectivo: los gansters y sus historias de ascenso, de caída y redención, cuando no de ruina e inevitable sumergimiento, aunque siempre he creido que el final es bastante injusto, quizá o justamente por eso la recuerde tanto y recuerde tanto a su incomprendido personaje principal.
El encuentro Bogart-Curtiz es un evento del que cualquier aficionado al cine debe congratularse. No en vano, cuatro años después nos regalarían una de las mejores obras del fenómeno cinematográfico: Casablanca. Sin embargo, Ángeles con caras sucias no es Bogart sino Cagney, en un papel de esos que le vienen como anillo al dedo, el de Rocky Sullivan, golfillo elevado a la categoría de delincuente gracias al sistema corrector penitenciario americano. La implicación de Cagney con este tipo de personajes es tal, que no sabemos con certeza si estamos ante un gángster neoyorkino metido a actor o al revés, aunque de lo que estamos absolutamente seguros y convencidos es de que Cagney borda su interpretación. Y eso que tiene a su lado a un Pat O,Brien, colaborador suyo relativamente habitual, que lo hace muy bien y un Humphrey Bogart que, sin ser el sui generis Bogart que todos valoramos y recordamos, también está ahí.
Mas que una película de gángsters al estilo tradicional, Curtiz nos situa ante un dilema de futuro. El de una juventud ociosa y desencantada en plena depresión norteamericana, necesitada de héroes que den sentido a sus existencias y signifiquen el ejemplo a seguir. El nudo central de la película se estructura sobre la elección de ese modelo, elección que, como las grandes decisiones que la vida exige tomar, condicionará la supervivencia de unos muchachos con muchos sueños y pocas esperanzas.
Esta es la cruzada del padre Connolly, su pulso a un destino que parece escrito para los chicos. Una cruzada que le llevará a enfrentarse a todo el establishment y sobre todo a su mejor amigo y compañero de andanzas juveniles. ¿Quién ganará? No voy a desvelarselo. Pero tengan por seguro que gana el cine y nosotros como espectadores.
No quiero finalizar este comentario sin referirme tanto a la maravillosa fotografía de Sol Polito como a la no menos genial música de Steiner. La calidad de ambas es excepcional durante todo el metraje, pero alcanza su cumbre en el tramo final acompañando unas secuencias difíciles de olvidar y sobre todo absolutamente coherentes con el conjunto de la película y con esos sentidos y modelos de los que antes les hablaba.
Dirigida por el prolífico Michael Curtiz, se basa en una historia original. Obtuvo tres nominaciones a los Oscar y el premio al mejor actor (James Cagney) del New York Film Circle . Fue producida por Samuel Bischoff.
La acción se sitúa en el East Side, de Neva York, en los años 20. Tras quince años de ausencia del barrio, a causa de su reclusión en reformatorios y prisión, William Sullivan, alias Rocky, regresa para encontrarse con su mejor amigo de infancia, Jeremy Connolly, alias Jerry (Pat OBrien), convertido en rector de la parroquia. Por diversas circustancias, Rocky se ve obligado a continuar su carrera criminal en colaboración, no exenta de graves tensiones, con su antiguo compañero James Frazier (H. Bogart), su jefe Mac Keefer (George Bancroft) y su banda. También se encuentra con Laury Martin, vecina de infancia, en la que halla el apoyo, la comprensión y la amistad, que tanto necesita. La influencia perturbadora de Rocky sobre los muchachos llega a ser tan grande en opinión del débil y meloso padre Jerry, que éste decide iniciar una campaña pública de denuncia del crimen en la ciudad y, consecuentemente, de su antiguo compañero.
La música de Max Steiner ( Lo que el viento se llevó ) constituye una delicia para los oídos y una fuente de emociones. Es sobrecogedor el acompañamiento de la escena final: se inicia con un fragmento que sugiere un akelarre de brujas y diablos (presagio de la muerte), continúa con una breve secuencia del Gloria y finaliza con una magnífica melodía de salvación y triunfo. La fotografía ofrece un soberbio juego de contrastes de negros y grises diversos, que se transforman en opresivos hacia el final de la obra, de la mano de un inspirado Sol Polito ( La calle 42 ). Es sobresaliente el travelling inicial, dividido en dos partes, que muestra al espectador la noticia del día, el ambiente del barrio, la imagen de las fachadas de las casas, un organillo de música y el balcón en el que están apostados Rocky y Jerry. El guión es rico en matices y se caracteriza por la brevedad de las intervenciones y la sinceridad de los contenidos. Los personajes están dibujados con profundidad y coherencia, sobretodo el del protagonista Rocky, víctima de un error de juventud que implicó su conversión en criminal durante su estancia en un reformatorio y en prisión. Ann Sheridan está deslumbrante de simpatía, feminidad y belleza (con un toque de exotismo) en el papel de Laury, amante de Rocky. El papel de Bogart, camino del estrellato, es tan breve como excelente.
Una de las mejores obras del cine de gángsters que tan buenos frutos dio en la década de los 30 en EEUU. Cagney ofrece una de las mejores interpretaciones de su carrera. Curtiz consigue la que, según algunos, es su mejor película tras Casablanca . La escena final es de una fuerza extraordinaria.
Es una de mis películas favoritas.
La amistad entre un sacerdote y un gangster duro pero de buen corazón en un barrio marginal es el punto clave de esta magnífica película de los años 30.
Bien rodada e interpretada por un brillante James Cagney. Es un estupendo reflejo de la marginalidad y de la violencia de los bajos fondos pero también un canto a la esperanza.
Recomendable para todos los amantes del cine clásico.
Lo mejor: Cagney. La historia en sí. La banda de golfillos.
Lo peor: Que hacía más de quince años que no la veía y me ha parecido una obra maestra.