América, América
Sinopsis de la película
Stavros es un joven griego cuya única obsesión es llegar a los Estados Unidos de América. El primer paso será ir a Constantinopla para conseguir las 110 libras turcas que necesita para comprar el pasaje, toda una fortuna para un chico como él.
Detalles de la película
- Titulo Original: America, America
- Año: 1963
- Duración: 167
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Opinión de la crítica
Película
7.9
26 valoraciones en total
Kazan nos cuenta la historia de su propia familia (empieza con una voz en off en primera persona) y lo hace con una película muy arriesgada en blanco y negro, con actores desconocidos y una realización completamente alejada del academicismo hollywoodiense. Por tanto no es una cinta al uso visualmente, en el empleo de la técnica, ni en el ritmo narrativo. Hay momentos en que ni siquiera parece norteamericana.
La película destaca por lo bien trazado que está el protagonista. Un personaje muy humano, con sus virtudes y defectos puestos en primer término, sin ser idealizado en ningún momento. Y es un logro a tener en cuenta ya que la peripecia por la que pasa invitaba a contar su historia desde la idealización del personaje y sus avatares.
Técnicamente destaca por una luz muy clara y contrastada, acentuando el realismo de los fotogramas, que resalta los negros cabellos y las barbas enredadas, la suciedad, la palidez del desierto, el polvo…
Esa fotografía realista encaja a la perfección con las ajustadas interpretaciones de los actores (su prometida y el padre de ésta están especialmente brillantes), realzadas con expresivos primeros planos, y con las acusadas elipsis que hay en el desarrollo de la trama que le dan un tono seco y cortante a la película que se ajusta especialmente bien a lo que te están contando, al igual que el recurso de la cámara al hombro que también se usa con cierta frecuencia.
Por todo ello la autenticidad que se respira es, creo, el principal logro de la película. A ello ayuda también que el origen teatral de Kazan, muy presente siempre en su cine (para bien o para mal sería otro tema), es aquí menos acusado, tanto en la construcción de las secuencias como en la interpretación de los actores, algo más plácidos y menos exageradamente teatrales que en otras ocasiones. Quizás sea uno de los motivos por los que la película avanza de forma ligera pese a sus tres horas de duración junto a, por supuesto, la coherencia formal de la que hace gala y el fantástico guión.
Sí, porque ese es el mayor defecto de esta película, que después de una hora y media desencadena en aburrimiento y no vuelve a subir el nivel hasta la parte final. Eso es lo peor, porque por lo demás es intachable: intachable en dirección, en actuaciones (memorable el personaje del padre), intachable en técnica y calidad como la fotografía en blanco y negro o como la banda sonora. Pues eso, que si en vez de 180 minutos hubiera durado 150 (hay partes que sin sobrar se podían haber quitado para dar agilidad a la narración) sin duda hubiera sido un peliculón para ver de cuando en cuando. Sin embargo, con tanto metraje… lo ves una vez y te gusta, pero no apetece verla muy a menudo. Bueno, con reparos.
Todo está en América, América . Por qué es necesaria la ilusión y por qué hay que asumir el desencanto. Por qué hay que buscarle un sentido al dolor y por qué hay que evitarlo aún entregando nuestra dignidad a cambio. Por qué hay que caminar, caminar y caminar y por qué hay que parar. Por qué no podemos confiar en los seres humanos y por qué no nos queda otro remedio que hacerlo. Por qué es necesario equivocarse. Por qué la sabiduría no te la da el conocimiento sino la constante renuncia. Por qué hay que vivir a toda costa.
Todo lo que Elia Kazan puede decir de sí mismo está aquí. Por qué haber sido griego en Turquía explica todo pero no justifica nada. Por qué fue revolucionario y por qué fue reaccionario. Por qué fue un luchador, un cruzado, un soñador, un rastreador de la verdad. Y por qué cuando llegó el tiempo de los canallas se convirtió en uno de ellos. En América, América está todo.
Por qué, en resumen, Elia Kazan fue cineasta. América, América es la razón.
Siempre me ha gustado Elia Kazan. Creo que es un cineasta muy clásico, en cuanto a forma, pero con destellos de genialidad que han ayudado a la evolución de este arte maravilloso. América, América es, a mi modo de ver, una verdadera obra maestra. Kazan trabajó toda su vida (o la mitad de ella dada su longevidad) para realizar este proyecto, y consigue ofrecernos una película de muchísimos quilates. No se me hace nada larga a pesar de sus casi tres horas de duración. Todos los actores están a un alto nivel, pero destaca un sensacional Paul Mann en el papel de Aleko, el padre de Thomna. La música de Manos Hadjidakis crea un ambiente acertadísimo, con el uso de instrumentos populares, especialmente la cítara. La fotografía de Haskell Wexler recrea, a buen seguro por expreso deseo de Kazan, en algunos momentos el expresionismo alemás, como por ejemplo en la modélica escena del baile con el matrimonio Kebabian. Las miradas de deseo de la actriz Katharine Balfour hacia el personaje interpretado por el protagonista, Stathis Giallelis, son de una fuerza que pone los pelos de punta.
Esta película es bastante buena. El planteamiento de la historia es simple, un chico griego que vive bajo el dominio turco cuyo sueño es marcharse a los EE.UU. donde piensa que le espera una mejor vida, pero es el transcurso de la historia, como actúa Stavros para conseguir su sueño, como tiene que cambiar su actitud y lo que pasa a ser, y los personajes lo que la hacen realmente grande. Además, pese al título y a la historia no hay una obsesión enfermiza por la bandera americana y esas cosas, sino más bien por lo que el chico espera encontrarse allí, lo que es su sueño por el que luchará hasta conseguirlo. Además, la dirección artística y las interpretaciones son bastante buenas. También el trabajo del director Elia Kazan es digno de aplauso (aunque no me hagan gracias ciertas cosas que hizo en su vida tengo que reconocerlo). Clásico que cualquier aficionado al cine no puede dejar de ver.