Amer
Sinopsis de la película
Esta obra fragmentaria, que carece de diálogos, penetra en la vida de una niña que es observada por el ojo de una cerradura. Film experimental y de impecable factura que avanza a golpe de sensaciones, siempre filmadas a flor de piel.
Detalles de la película
- Titulo Original: Amer
- Año: 2009
- Duración: 87
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Opinión de la crítica
Película
5.8
30 valoraciones en total
No negaré que resulta hasta cierto punto paradójico que un ferviente defensor de los guiones de hierro le esté adjudicando un pedazo de ocho a una peli que, precisamente, carece de un entramado argumental coherente. Pero si una cosa he aprendido en estos dos últimos años es que el buen cine no tiene por qué subordinarse siempre a las férreas y dogmáticas tenazas de la consabida correlación entre introducción, nudo y desenlace. Un planteamiento alternativo por el que optaron, por ejemplo, cineastas-artistas como Lynch, Tarkovsky o Erice.
Obviamente, ni se me ocurriría comparar a estos tres genios con Cattet y Forzani. Válgame Dios. Lo único que pretendo apuntar con mi comentario es que películas como Amer constatan, al menos, que el panorama cinematográfico actual no está tan jodido como parece y que se puede entrever a lo lejos cierto resquicio de luz para que cineastas con ganas de experimentar se atrevan a ofrecer al sufrido y hastiado espectador contemporáneo algo diferente. Algo que quizás nunca consiga llegar a la categoría de arte pero que sí contenga, como mínimo, una propuesta estética interesante y sugestiva.
Yo recomendaría -sin embargo- visionar Amer sin ningún tipo de prejuicio ni expectativa previa. Dejando que fuera esa descomunal catarata de sensaciones visuales y sonoras la que -para bien o para mal- marcara la pauta. Básicamente porque estamos, sin lugar a dudas, ante una de esas pelis que no dejará indiferente a nadie. Una peli sin término medio que posiblemente disgustará a los amantes del cine más sobrio, más clásico o más sesudo y que entusiasmará, en cambio, a todos los que -como yo- siempre creímos que el endeble guión de cualquier giallo era una mera excusa para que sus autores desarrollaran y difundieran un universo de color, horror y erotismo absolutamente fascinante.
Habitualmente el homenaje cinematográfico sigue las pautas de emular el icono mediante el guiño en la puesta en escena en todo su concepto esencial: desde la fotografía pasando por la ambientación o vestuario hasta llegar a la banda sonora y diálogos como enlaces directos hacía la referencia pretendida. Amer, como pretendiente del homenaje, sigue los modelos anteriores pero su representación va más allá del respeto a los difuntos al procurar reconstruir el género desde su concepto más básico y existencial. Un pequeño germen y semilla que construya toda referencia posterior.
Puede ser vista como un capítulo cero similar a El protegido de Shyamalan, cuya concepción se basa en mostrar los engranajes futuros de una historia inexistente y libre, o como una elaborada percepción del género mediante un juego de miradas y sucesos que generan un trauma venidero a modo de secuelas incurables.
Entre el video-arte y la reconstrucción visual a golpe de plano detalle, primerísimos primeros planos y secuencias de montaje la concepción visual por parte de Hélène Cattet y Bruno Forzani va desde lo abstracto hasta el contrapunto onírico de un subconsciente torturado. Es pura mitificación del voyeurismo desde su vertiente más fílmica y expresiva basándose en esa visión por parte del espectador. Es cierto que el asesino siempre vuelve al lugar del crimen y que una propuesta así está condenada a otro tipo de tortura por los espectadores más impacientes que acuchillan y descuartizan sin compasión burlándose de la víctima. Es la ley a la que debe someterse el cine más agresivo, arriesgado y experimental cuando toma contacto con otros círculos más acostumbrados a moldes tradicionales predispuestos a la ejecución de la victima sin ni siquiera entender (que no escuchar) su testimonio.
La ensoñación como vía de escape y la tortura, pecado y represión como termostato de la paranoia y control absoluto del deseo mediante el terror. Argento, Bava o Fulci mostraban una perseverancia en el estilismo de su dirección. Cattet y Forzani pretenden seguir sus pasos quitando el peso del guión, diálogo y argumento. Buscando en sus recovecos más simples y visuales, persiguiendo conceptos básicos del género como la represión sexual, el sadismo y el fetichismo visual.
Guantes de cuero y navaja en mano. Caricias sobre un cuerpo helado repleto de terror y deseo. ¿No es acaso un breve e intenso orgasmo exploitation lo que nos propone Amer como negativo de una fotografía llamada gallio?
¿Cómo definir Amer , si es que se puede? Bueno, pues si cruzáramos un híbrido entre el cine de Bava, Fulci o Argento y las paranoias estéticas de David Lynch o Buñuel, el resultado se acercaría bastante a esto. Un ejercicio fascinante y extremo en tres capítulos en los que no parece haber unión argumental explícita, aún compartiendo una misma protagonista a través de tres edades. Mediante panorámicas alucinatorias, primerísimos planos y un montaje psicotrópico, los directores belgas nos inmersionan en una obsesiva deconstrucción del giallo repleto de locura, sensualidad y sadismo.
En su primer tramo, el mejor, asistimos a un angustioso velatorio en una mansión en la que una niña es acechada por la que parece ser la anciana viuda, ¿su abuela?, padeciendo el terror a ser observada y perseguida. A su vez descubre a sus padres en la cama, en un impactante primer contacto con la libido, de manera que sexo y muerte quedan asociados indefectiblemente en su psique, como veremos más adelante. La angustiosa respiración de la acosadora, el ojo que observa tras la cerradura, los colores primarios saturados, el cadáver agarrotado, la sal que corta las rodillas… una conjugación de elementos que crean un fresco turbador que se pega a la retina por lo pesadillesco que resulta.
En el segundo, estéticamente igual de fascinante pero sin un fondo terrorífico que le otorgue la fuerza del anterior, la niña es ahora adolescente y la vemos paseando acompañada por su controladora madre. Con un juego de gestos, miradas, pezones erectos, minifaldas que se destapan al viento y exhalaciones entrecortadas, ella se revela ante los hombres (el tendero, el niño futbolista, los motoristas) como objeto y sujeto activo del deseo, reprimido por su progenitora…
Hasta llegar al tercero, el giallo propiamente dicho, en el que la protagonista es ya mujer y se ve asediada mortal y sexualmente por un sádico con guantes de matadero y cuchilla de afeitar. Aquí las fronteras se desdibujan, las identidades se confunden y entremezclan, dando lugar a un festival de puro e inexplicable horror sensorial.
Eros y Thanatos interrelacionados en un calidoscopio extremo que no puede sino provocar reacciones de lo más diversas, el que se aferre a una concepción de narrativa académica convencional, y necesite racionalizar todo lo que ve, que se olvide de este ¿film?, pues es más cercano al llamado videoarte que al celuloide propiamente dicho. No suelo defender experimentos impenetrables, pues me revienta la pedantería del discurso de muchos autoproclamados como artistas diferentes o desbaratadotes de géneros, también entiendo perfectamente que muchos la encuentren un coñazo críptico insufrible, pero creo que por la increíble capacidad fascinatoria que provoca su carga onírica y su terrible belleza plástica, es una cinta apabullante y digna de admirar. Sólo para valientes.
1. Color
Una habitación, algo parecido a una bruja y una niña deambulando por los pasillos de una casa. Con cautela, huyendo, escondiéndose, en uno de esos eternos juegos infantiles que bien podrían recordar a los pasillos de Suspiria , a su intrincado suspense, a sus prudentes pasos y, de repente, el color. Filtros de distintas tonalidades y gamas, iluminación tenue e inquietante, juegos sincopados de luminosidad bien empleada… todo un mundo de color para jugar con las sensaciones y atmósferas, para lograr que un extraño y sencillo juego se transforme en un atrapante pasaje por el que descender con la misma cautela que su protagonista, y sumergirse en un universo de emociones con tan sólo una base de lo más elemental.
2. Sexualidad
Una niña, ya convertida en mujer, pasea con su madre cerca de una carretera de pronunciadas curvas. La cámara, sin embargo, opta por seguir otras curvas: las de rostros, siluetas y melenas de lo más sugerentes. El encuadre es elegante y, con él, un remolino insinuante recorre con rapidez el fuero interno del espectador para, así, lograr comprender lo que vendrá justo a continuación: miradas y miradas expectantes, que desnudan una figura y la desprotegen dejándola sujeta a contornos y el increíble candor que parece transmitir una muchacha como esa. Es sexualidad pura, lujuria y una auténtica explosión tras un angelical rostro, una sinuosa silueta, una melena oscilante… sólo coartados por la mano de un ente materno que derriba esa sensualidad en un certero instante, para despertarnos de lo que parecía un sueño.
3. Guantes
Un taxi nos lleva de viaje y, en él, aquella muchacha que con sus curvas provocaba estragos siendo conducida a un remoto lugar por un taxista.. de guantes negros. Una seña, un color, un simple objeto que, con tan poco, dice tanto. Simplemente un plano basta, y la seña es dada para que suceda lo esperado, que nos lleva a una casa, una casa repleta de espacios, rincones y puertas que se abre ante nosotros como un espejo en el que ver reflejado el auténtico terror de una mirada, el tembloroso pulso de unas manos palpando pomos y los inciertos pasos de alguien que no sabe hacía donde se dirige exactamente. En cuanto los guantes negros interceden de nuevo, la desnudez vuelve a nuestras retinas, y sólo un enorme cartel, rojo sangre, nos saca de esa pesadilla casi surrealista retornándonos a una realidad a la que quizá todavía era demasiado pronto para volver.
Un primer tercio tan solo interesante como corto de terror da paso a dos tercios de cero mondo y lirondo.
Si tienes poco que contar, pues cuenta poco. Pero si no tienes nada que contar, pues quédate en casita y no seas cansino.
Ah, ¿qué has ido a una escuela de cine y quieres mostrarnos todas las técnicas chupiguays que has aprendido ahí? Pues farda con tus amiguetes, pero para expresarte en cualquier lenguaje, literario, pictórico o cinematográfico, primero hay que tener algo que expresar. Algo. Lo que sea.
Y a tal generación, tal cine. O sea, la nada.