Amén
Sinopsis de la película
Kim Ki-duk ha rodado íntegramente en Europa su nueva película. Su cámara sigue la extraña e inquietante odisea de una joven coreana que llega a París en busca de una persona a la que tiene que seguir hasta Venecia y Avignon. Un misterioso personaje que se oculta tras una máscara antigas la sigue a todas partes y la acosa sin cesar…
Detalles de la película
- Titulo Original: Amen
- Año: 2011
- Duración: 73
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Opinión de la crítica
Película
4
59 valoraciones en total
Desconocía los antecedentes personales de Ki-Duk antes de sufrir la enésima tomadura de pelo made for festivals . Había disfrutado con Hierro 3 y con Primavera, verano… y eso parecía ser suficiente para darle mi confianza al director coreano. Craso error.
Al igual que el año pasado con las parturientas de la Kawase, he vuelto a dar con la típica pelicula árida, contemplativa (eufemismos de los críticos que no son Boyero, que llama a las cosas por su nombre), la cual todo el mundo aplaude al terminar aunque hayan bostezado más que en el campeonato del mundo de petanca. Todo sea por recuperar a Kim para el cine, oiga.
La película, por llamarla de alguna manera, es una excusa de turista para visitar Paris y Venecia, y de paso darse un baño de geografía para visitar Avignon y después volver a Francia (sic). El trayecto sería de lo más agradeble si la compañera de viaje no tuviese la misma expresividad que una piedra pómez y la frase más larga que pronuncia tuviese más de dos palabras.
La no-trama contiene una violación sugerida de un enajenado con mascarilla antigás, alguien que pasa totalmente desapercibido por delante de media Interpol. Lo cojonudo es que ella se enamora de él porque le devuelve sus cosas (bueno, quizá termina odiándole porque su cara permanece igual de inicio a fin).
Mención especial merece el sonido ambiental: Inconexo y a un volumen insoportable, tanto como para denunciar a la organización por daños en el tímpano. Y no hablo en broma, que muchos espectadores tuvimos que taparnos los oidos para soportar la tortura del camión de la basura con la protagonista en un descampado.
Y para rematarlo, la puta cámara en mano. Dan ganas de coger a todo el grupo Dogma 95 y sodomizarles con trípodes. Se llama Amén como se podía haber llamado Aire, que es lo que realmente vende.
En fin, me alegro porque Kim conozca la exquisita gastronomía donostiarra y duerma en el Maria Cristina. Pero la próxima vez que avisen y me gasto el dinero de la entrada en pintxos.
El que fuera uno de los cineastas más sorprendentes y talentosos de los primeros años del presente siglo, Kim Ki-duk, o bien se ha relajado momentáneamente aceptando manchar su filmografía, o atraviesa una muy preocupante crisis creativa –ya percibida en ciertos detalles de sus últimas películas- que le ha llevado a parir y traer a la Sección Oficial del Festival de Cine de San Sebastián (aunque estar en ella no es culpa suya…), una verdadera estafa.
Durante unos larguísimos y a menudo desesperantes 73 minutos sólo asistimos a ver la odisea de una chica que busca incansablemente, por distintas ciudades europeas, al que suponemos su novio para comunicarle algo importante, y cuya reacción al conocer por no se sabe quienes que ya no está en la ciudad y que se ha ido a otra (los vecinos siempre tienen mucha información y ella sabe perfectamente dónde acudir a ellos…) se limita a gritar su nombre en las calles y plazas por aquello de que quizá suene la flauta y la oiga… Tras no obtener respuesta (…) viaja con el dinero que un misterioso benefactor con una máscara de gas (reconozco que este detalle tiene cierta coña y ayuda a sobrellevar el difícil visionado) le deja cuando se ve obligada a mendigar para comprar sus numerosos billetes de tren, con lo fácil que le hubiera sido apuntarse directamente al Interrail…
En fin, coñas aparte, si no fuera por algunos pequeños detalles visuales que siempre ofrece su otrora inspiradísimo autor, un producto como Amén (que parece realizado para mayor escarnio con un teléfono móvil y que no tiene el más mínimo tratamiento de sonido, resultando de esta manera desagradable no solo visualmente -por el amateurismo radical de la propuesta- sino también audiovisualmente), sería directamente para tirarlo y despreciarlo por completo.
Kim Ki-duk vuelve a sorprenderme, esta vez no tan gratamente como desearía, pero lo consigue, y es qué después de ver las votaciones y las diferentes críticas, esperaba algún artificio mental desviado tal y como en Arirang auguraba, pero por suerte (o no) me he encontrado con una simple metáfora, un pensamiento traducido a la pantalla, dónde pocos lo entenderán y menos aún sí no sé conoce ni su trayectoria y los diversos problemas que ha pasado este genial director durante estos últimos años.
La película con cámara en mano, carente de actores, con un sonido más que lastimero y por supuesto un guión sin palabras, donde los hechos y los actos marcan el devenir de la misma, donde las acciones se vuelven frases y todo aquello que parece real son sólo símbolos, unos de reminiscencia, otros de patriotismo y por supuesto el perdón entre otros muchos.
Sin saber nada, sin conocerlo, y siendo realista, como película, como individualidad es mala y pagar por ella es algo excesivo, ya que es un trabajo personal del director, donde al igual qué en Arirang, se desnuda, no tan directamente, pero lo hace, así que para todo fan del director y para todo aquel que ame el cine, es una película que tarde o temprano deberá ver, porque hay veces que no hacen falta grandes artificios para expresar pequeños sentimientos guardados.
Kim ki duk ha hecho su película más minimalista. Una única actriz, supongo que el propio director haciendo el segundo papel escondido detrás de una máscara anti gas, brillante fotografía, cámara al hombro y una historia demasiado particular. En definitiva, una rareza. En un festival caben este tipo de peliculas. En taquilla no le auguro ninguna carrera.
Después de un tiempo de parón, Kim-Ki Duk ha vuelto a la actualidad en 2011 con dos largometrajes. Amen es el último en estrenarse internacionalmente (Arirang pasó por Cannes y se fue con premio importante bajo el brazo) y marca un nuevo inicio para la carrera del director surcoreano, o más bien parece un intento por regresar a la captura de la no-ficción presente en su primera etapa (aquella que terminó con La isla y que dejó títulos como Crocodile o Real Fiction ). Irregular pero interesante, con algún momento aislado fantástico pero en general bastante tibia, la película sigue el viaje que realiza una joven coreana en busca de un hombre. Como en Real Fiction , el realizador introduce un personaje que actúa en paralelo a ella, persiguiéndola, haciendo que el juego del gato y el ratón funcione más bien como una metáfora (bastante sencillota) en la que vemos cómo eso que busca en realidad lo que hace es perseguirla y estar presente en todo momento, por mucho que para alcanzar su objetivo intente viajar de un lado a otro.
Rodada cámara en mano, con pocos medios, ausencia (casi) total de música y diálogos muy puntuales, Amen funciona sólo en momentos escasos aunque puede verse que detrás de las imágenes se encuentra un director con necesidad de contar algo, aunque para ello dilate la duración (podría ser un cortometraje) y opte por una serie de recursos un poco discutibles. Y eso que apenas dura una hora y diez minutos, pero se notan. En su pase de prensa en San Sebastián fue recibida con apenas aplausos y no me extraña: sin ser un bodrio, desde luego tampoco pone demasiado de su parte para meterse al público en el bolsillo. Y los experimentos que ha realizado el realizador con anterioridad han salido mejor parados, como por ejemplo sucede en el caso de El arco . Esperemos que Ki-Duk vuelva a sorprender en el futuro y que podamos reencontrarnos con aquel autor surcoreano que nos aceleró el pulso con películas como Address Unknown , nos emocionó con otras como Hierro 3 o nos hizo sufrir junto a sus protagonistas en largometrajes del calado de Samaritan Girl .