Alps
Sinopsis de la película
Una enfermera que trabaja por las noches en un hospital se ocupa de atender las necesidades de las familias que han perdido a sus seres queridos. Forma parte de un grupo llamado Alps , cuyos miembros ofrecen, a cambio de dinero, reemplazar a los muertos en la vida diaria de esas familias.
Detalles de la película
- Titulo Original: Alpeis (Alps)
- Año: 2011
- Duración: 93
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Opinión de la crítica
Película
6.1
32 valoraciones en total
La espada de Damocles se cierne sobre nuestras cabezas aunque no lo sepamos. O más bien aunque disimulemos no saberlo. La muerte y la pérdida están a nuestro alrededor constantemente. Convivimos con ellas, ilusos, pensando que viviremos para siempre, creyendo en silencio en nuestra inmortalidad. Hasta que nos toca. Porque ese día llega, y es entonces cuando entran en escena los Alps, un grupo que decide dar su vida (de manera simbólica, que no altruistamente) por los que ya no la tienen, llenando el hueco que los difuntos generan entre sus seres queridos.
No sé si será la pronunciada musicalidad del griego, un marcado seseo que parece lanzar puñales en lugar de palabras, pero unido a la absoluta frialdad y control emocional de la dirección de Lanthimos, convierten Alps en una experiencia tan terrorífica como su anterior Canino, pero por ser todavía más humana y certera. A diferencia de esta, el peculiar argumento se desvela casi desde su inicio, nos adentra en el trabajo de este grupo interpretando piezas de vidas ajenas, llevando a cabo su labor una cruda disección de la pobreza emocional de una sociedad tan incapaz de asumir el dolor y la pérdida como de sobreponerse a ella. Es a través de estas fingidas representaciones de la vida como nos encontramos ante la miseria de unas relaciones humanas cada vez más deterioradas y menos reales. Por las que quizás descubrimos que tan solo somos actores de nuestras propias vidas, llegando a olvidar la última vez que sentimos, haciéndonos recordar que cuando no estemos serán otros los que ocuparán nuestro lugar, repitiendo nuestros actos hasta que ya nadie nos eche en falta.
En esa desesperanzada búsqueda de sentido al dolor que genera el vivir, encontramos a unos personajes que, en cambio, al no tener vidas propias viven las emociones de los demás como suyas, las absorben como tecnócratas gobernando países que no son suyos. Tratando lo absurdo de su argumento con crudeza, pero también con un macabro sentido del humor, Lanthimos consigue hacernos ver desde el epicentro de la crisis europea que, como insiste en recordar uno de los personajes a lo largo de la película, no estamos preparados para el pop. Y es que difícilmente podremos salir de la crisis, tanto financiera como de valores, hasta que no nos demos cuenta de que estamos más necesitados de un abrazo que de un rescate. Es Alps un incómodo film inconformista, faro de una Europa que en tiempos de crisis anda más perdida que nunca y necesita unos Alpes a los que alzar la vista y poder agarrarse para seguir adelante.
Y a lo mejor por eso le doy el diez que le acabo de dar… Después de Canino uno ya podía esperarse cualquier cosa del director que revoluciona el cine de su país de una vez por todas. Con una idea absolutamente enfermiza que no puede provenir del cerebro de una persona equilibrada y emocionalmente centrada y unos personajes que rozan la línea del ridículo y lo absurdo, la película te agarra de manera que aunque te repugne y ofenda lo que estás presenciando eres incapaz de apagar, desconectar e irte a la cama tranquilo. Igual es porque yo sí he perdido a seres que amaba y sigo echando de menos lo que tapaba los huecos que dejan. O igual es que estoy igual de enfermo y descentrado emocionalmente que el tal Lanthimos. Pero desde luego me ha dejado todo menos indiferente.
Luego uno se pone a analizar las cualidades narrativas del tipejo y lo flipa, porque a base de pinceladas que parecen no calculadas se monta una lección de cómo hacer cine de manera diferente y renovadora, heredera de autores consagrados pero infectada de una genialidad única, extraña y realmente chunga a la que no se le puede poner tacha alguna. Y te planteas si realmente la forma envuelve al fondo o viceversa, porque realmente y por separado ambas cosas hacen sentir incómodo, diferente e idiota.
No sé qué coño acabo de ver pero lo he flipado y mucho.
Lo mejor: Que se acaba.
Lo peor: Que se acaba y empiezas a darle vueltas.
De nuevo este singular director nos presenta otra chocante historia que no dejará a nadie indiferente y es que Alps al igual que con Canino el filme tiene un ritmo moroso, encuadres horrendos y un sentido de la elipsis un tanto peculiar, es deslavazado y donde seguimos a una serie de extraños personajes que tienen una particular manera de ganarse la vida.
Me ha resultado estimulante por momentos pero se trata de un filme que navega entre lo impactante y lo risible, entre lo serio y lo ridículo y de un sentido del humor tan perverso como marciano.
Al que le gusto Canino no le desagradará aunque no llega a calar como lo hizo su anterior filme.
Tras la casi notable Kinetta y la sobresaliente Kynodontas (que sería del agrado de Wittgenstein y Korzybski a buen seguro) vuelve a jodernos la cabeza el cineasta joroño Lanthimos. Y a base de bien, pues Alps es un film que, al igual que sucede con la filmografía de Bresson, Kaurismaki y Fassbinder, no tiene ni un fotograma de relleno, transición, vacuo o como queráis entrar a definirlo. Claro que precisa de una predisposición por parte del espectador para, uno, ver la película, y dos, no quedarse frente a ella como un ficus o Marichalar en modo ictus.
Lanthimos satura (pese a que formalmente parezca lo contrario) cada plano de información, mientras que se sirve del montaje para hilar de aquella manera un remedo de argumento que sirve como excusa para mostrarnos una observación precisa y demoledora sobre cómo están articuladas las relaciones humanas. Dichas relaciones, con las que hemos de lidiar SI O SI día a día, en ámbitos íntimos funcionan en base a las expectativas que alguien tiene sobre otro, expectativas que devienen en moldeo directo cuando la persona que las proyecta puede permitírselo por razones de fuerza/poder (aquí es notable el doble juego que muestra con la bailarina dominada dentro del grupo de actores). En otros ámbitos también se dan, claro, pero ahí es donde apunta el griego acertando de pleno para redondearlo al hacernos caer en la cuenta de la existencia de un amplio espectro de personas que necesitan ser ¨moldeadas¨ (ser un actor en y de tu propia vida, ¿no?). La tercera vía, que sería un poco ¨intertar ser tú¨ nos la muestra de un modo francamente desolador: una cámara cuasi subjetiva sigue a la protagonista dando tumbos entre lo que son interpretaciones, asunciones de roles por la fuerza y mascaradas tremendas (¿existe mayor juego de máscaras que sustituir a un muerto?). Sin encontrar su ¨yo¨ jamás.
La cinta de Giorgos Lanthimos queda representada y se pliega sobre el fracaso / éxito de la actuación de una joven gimnasta rítmica. Los resortes del poder / libertad atrapan y redimen a esa juventud insatisfecha y al borde de la destrucción. Como sucedía en Canino las metáforas son dispuestas por el propio espectador, ya que el director nos propone un camino hacia un cristal que tenemos que recorrer y ver qué parte de nosotros se refleja en el mismo. Nos convertimos en reflejos y replicantes, en espejismos y copias, como los protagonistas de Alps. Pero al contrario que la cinta con la que se dio a conocer mundialmente Lanthimos, sus secretos parecen expuestos rápidamente, no así sus resonancias sobre los espectadores.
El guión está compuesto de elementos desinformativos cuyos diálogos son simple paja insustancial. Se establece lo imprevisible de lo previsible. La repetición de patrones que sabemos que pueden salirse de sus resortes en cualquier momento. Actualmente vivimos en la sociedad de la desinformación. La democratización de la verdad y sus fuentes son tan amplias como voces solapadas una a la otra en una gran cadena. Al final nadie escucha nada claro. Cada día, además, presenciamos el drama de nuestras vidas y la tragedia que nos rodea, pero ese grupo secreto parece imponer una extraña cultura de redención y catarsis. ¿Estamos preparados la audiencia y el gran público para el pop? ¿Para dejar el drama y sentir la melodía de la alegría? La respuesta parece tenerla Lanthimos. Su película se mueve entre lo ingenioso, lo sorprendente, lo sutil, lo irracional y lo aséptico. Lo que define en realidad y muchas veces el absurdo de la vida.
En Canino el misterio envolvía la obra, pero en Alps se da la impresión de que la obra envuelve el misterio. No lo necesita. El punto de vista es colocado por el propio espectador. ¿Realmente sus personajes son quienes dicen ser? ¿O son replicantes de los replicantes? Cualquier posibilidad es viable en una cinta que juega con el potencial del subtexto como definición. La apuesta de Lanthimos, no obstante, es plantear una fina y delgada comedia negra en la que se espera una explosión de violencia contenida. También es una película positiva, pese a la desesperanza y vacío existencial que viven sus personajes. ¿Estamos realmente tan anclados en el pasado que no podemos huir de él? ¿Debemos revivir nuestro dolor para poder progresar? ¿Fingir, mentirnos y vivir una farsa para poder subsistir? ¿Luchamos por engrandecernos y ser mejores para acabar realmente solos y desterrados del mundo y la sociedad? ¿Es el pecado de nuestra generosidad este mundo frío y lleno de reglas y jerarquías? Las respuestas no las tiene esta película sino usted, porque pocas veces una cinta que ‘dice’ tan poco ‘cuenta’ tantas cosas.