Alien, el octavo pasajero
Sinopsis de la película
De regreso a la Tierra, la nave de carga Nostromo interrumpe su viaje y despierta a sus siete tripulantes. El ordenador central, MADRE, ha detectado la misteriosa transmisión de una forma de vida desconocida, procedente de un planeta cercano aparentemente deshabitado. La nave se dirige entonces al extraño planeta para investigar el origen de la comunicación.
Detalles de la película
- Titulo Original: Alien
- Año: 1979
- Duración: 116
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Opinión de la crítica
Película
8.1
38 valoraciones en total
Algunos tópicos y lugares comunes acerca de Alien:
– Alien es un perfeccionamiento, en lo concerniente a guión y a FX, de It,
the terror from beyond space (Edward L Cahn, 1958), de Terrore nello spazio (Mario Bava, 1965) y de The green slime (Kinji Fukasaku, 1968).
– La secuencia en la que nace el alien fue rodada sin advertir a los actores de lo que iba a ocurrir para conseguir una interpretación de repulsión absolutamente espontánea. Fíjense en Veronica Cartwright (la niña de The birds), su rostro es de verdadera repugnancia.
– Una de las pantallas de ordenador del panel de navegación del Nostromo fue aprovechada por Scott en Blade Runner, que la incorporó al vehículo del detective de la policía Gaff (Edward James Olmos).
– Lo que hace verdaderamente invencible al alien es su inhumanidad. Todas sus víctimas pecan de algún defecto propio de humano: el curioso Kane (John Hurt), el imprudente Brett (Harry Dean Stanton), el osado Dallas (Tom Skerrit), la miedosa Lambert (Cartwright) y el indeciso Parker (Yaphet Koto).
– La criatura (en sus tres fases) fue diseñada por H.R Giger. La criatura en estado adulto o soldado era un traje de caucho y de fibra de vidrio que se enfundaba Bolaji Badejo. Los planos de la cabeza retrataban un animatronic (o marioneta mecánica, no confundir con efecto digital) creado por Carlo Rambaldi. Su colega Stan Winston no trabajó en esta película, pero sí en Aliens (James Cameron, 1986), donde creó el enorme animatronic de la reina alien.
Mis padres son alienígenas.
Yo de pequeña aprobaba todo con sobresalientes y demás. Era una niña encantadora. Ahora tengo mucha mala hostia. Pero ese no es el tema. El caso es que al llegar a casa con todo aprobado de notable para arriba me daban de premio… la película que echasen en la tele ! fuese cual fuese ! hala ! ya podían emitir Calígula que yo con 8 añitos lo iba a flipar !
Por eso digo que mis padres son alienígenas.
El caso es que mandaban a mis hermanos a cama (por traer suspensos en las notas) y me dejaban solita viendo la tele. Y en esto que me quedo a oscuras viendo Alien. No llegaría a los 10 años cuando la vi. Traumada que sigo.
En aquel salón a oscuras, con aquel bicho demencial, el joputa de Iam Holm, el miedo que me dio siempre John Hurt (actor al que le va el papel de Wilson, Gran Hermano, en 1984 como anillo al dedo aunque la peli sea un mero intento) y la Sigourney en bragas sudando terror por todos los poros de su piel (en una grandísima interpretación, dicho sea de paso) se consolidaron mis traumas y mi obsesión cinéfila.
Digo, se consolidaron porque ya papá me había obligado a ver Psicopis en mi tierna infancia, con lo cual, ya estaba yo preparada de sobra cuando vi Alien, el octavo pasajero o El Imperio de los Sentidos o Al final de la escalera y demás premios que le daban a la niña por traer destacas en la libretita de calificaciones del cole. Llegué a tenerles miedo hasta a mis profesores, pavor, no a mis padres que al fin y al cabo son alienígenas. Qué se le va a hacer…
Al lío… Alien, el octavo pasajero combina el mejor género de ciencia ficción con el mejor género de terror. Estamos ante una soberbia producción a la que jamás crecieron enanos o siquiera imitaciones dignas. Posteriores entregas de lo que acabó, lamentablemente por convertirse en una saga, me la traen al pairo. Alien sólo hay uno.
Os lo dice una niña de 10 años, que estudia mucho y saca sobresalientes, que no sabe mentir y a la que le da la risa a carcajadas con Reagan, la niña del exorcista, después de consumir cine de terror indiscriminadamente cuando lo suyo, era ver Barrio Sésamo.
Qué bipolaridad tan tremenda… de noche veía Alien, por el día Barrio Sésamo…
En fin, toda la gente de la generación Alien, Barrio Sésamo y Bola de Cristal está trallada.
Admitámoslo.
Un movimiento audaz, un paseo de la mano de una cámara magistralmente manejada y un espacio claustrofóbico, inquietante. Así nació uno de los mayores hitos de la ciencia-ficción: la nave Nostromo.
La primera secuencia de Alien es tan apabullante, que posee el privilegio de ser uno de los mejores arranques que servidor haya visto. Con una sencilla partitura y una transición imponente, lo que se logra durante sus primeros cinco minutos, en los que únicamente hallamos imágen y sonido, nada más, es invitar al espectador no sólo a que se deje llevar a una ficción lejana, sino a que se sume a la propia tripulación, y pase así, a ser uno más. Algo portentoso y muy pocas veces visto.
Sus personajes empiezan a presentarse acto seguido y dejan entrever los roles que desempeñarán en una nave donde puede que el mayor problema vaya a surgir de un cascarón de huevo alienígena, pero en la que la sutileza es un elemento más, y redistribuye constantemente esos roles, consiguiendo que conceptos como mando o necesidad se erijan sin demasiada fuerza, pero con la suficiente inteligencia para poder dar juego a esas personalidades. Y así nacio otro de los mayores hitos de la ciencia-ficción: la teniente Ripley. Una de las primeras heroinas de la historia del cine y, sin embargo, un personaje que en ningún momento hasta su conclusión se alza con todo el protagonismo. De gesto severo y reacciones serias y perspicaces, va emergiendo como esa figura que, pese a levantar suspicacias, sabe como manejar la situación y darle el enfoque preciso.
Conociendo ya la nave Nostromo y su tripulación al completo, el conflicto se desarrolla de un modo viscoso, e incluso los momentos de tensión más acelerada, se suceden con una fría calma que le encoge a uno las mismísimas entrañas. El amerizaje en un planeta desconocido y su posterior inspección, están llevados con un pulso que muy pocos serian capaces de lograr, y hacen de la improvisada visita a esa espeluznante caverna una experiencia irrepetible, que se mueve entre los silencios y sonidos con una maestría innegable, logrando que cada paso de la expedición te haga removerte de inquietud, casi intuyendo que tras el templado sosiego, podría llegar la tormenta en cualquier momento.
Cada cambio de plano, cada introducción a un nuevo espacio, es guiado con uno uso sobrecogedor tanto de sonido como de banda sonora, y es que sin necesidad de estruendo o contundencia, la atmósfera reproducida en base a tonos más o menos leves según esta lo requiera, se erige con una precisión increíble, haciendo de Alien una cinta portentosa, en el que estas cualidades salen a relucir como auténticas maestras de la función.
(Finaliza en el spoiler)
La hóstia.
No es que cuente una historia muy interesante ni me parece a mí que tenga moraleja ni segundas lecturas. Se trata trata solamente del viejo cuento sobre un monstruo que se come a la gente…
¡Pero qué pedazo de monstruo! ¡Un prodigio de la xenobiología que nace de un nenúfar baboso, pasa por diversas fases larvales y evoluciona del parasitismo a la depredación, deleitándonos con unas metamorfosis que ya querría para sí Franz Kafka: a) de cangrejo saltarín a parásito intestinal, b) de parásito intestinal a cucaracha atómica y c) de cucaracha atómica a gigante sin ojos pero con doble mandíbula quebrantahuesos, escupiendo babas, sangrando ácidos y persiguiendo una Sigourney Weaver en braguitas por el espacio exterior!
Encima hay los guiños a los lectores de Joseph Conrad y los malsanos diseños del suizo Hans Rudi Giger que, pese a que fueron retocados y rediseñados mil y una veces hasta despojarlos de cualquier carga sexual, siguen fascinando con esa fascinación oscura de las cosas que en realidad son más feas que pegar a un padre.
Hay tantas películas que la gente califica de inolvidables que es difícil acordarse de todas, pero esta vez va en serio: Alien nació en 1979 de la mano de Ridley Scott y desde entonces tiene un lugar de honor en todos nuestros corazoncitos, aunque sólo sea un monstruo de esos que se comen a la gente.
Nota: matrícula de honor.
Hace relativamente pocos años la Biblioteca del Congreso estadounidense anunciaba que Alien, el octavo pasajero debía de incluirse como monumento a la cultura. Pasaba por tanto a estar en esa exclusiva lista de películas que se hacen copias especiales de seguridad para preservarlas para la posteridad.
Afirmar sobre la trascendencia o no de esta película es complicado, desde luego que si hablamos de cultura popular la tiene y si nos ceñimos a lo meramente cinematográfico mucho más.
Probablemente es el mejor ejemplo de matrimonio entre el terror y la ciencia-ficción que ha deparado el cine. Yo añadiría además el thriller, la película tiene mucho de eso.
La historia está muy vagamente basada en un relato de Conrad, aunque es uno de esos guiones que pasaron por tantas manos que no es fácil decir de quien es hijo. Es verdad que la idea y el primer guión fue de Dan OBannon, pero de ahí al final, hubo muchos cambios. Precisamente muchos de ellos fueron obra de Walter Hill, que iba a ser el director, y que le da a la película más ritmo y menos tertulia.
Pero hablar de Alien es hacerlo de su factura. Una película de ciencia-ficción, que transcurra en una nave, en el espacio… puede tener más o menos un buen guión pero como no tenga un diseño de producción, unos decorados, unos efectos especiales… todo es trabajo baldío. Alien tiene eso y más. Me es imposible recordar una nave mejor hecha que la Nostromo. Y han pasado 30 años. Sobresaliente en todos los apartados técnicos, eso es crear una atmósfera envolvente.
Se nota además que es más europea que americana, rodada íntegramente en decorados en los estudios de Inglaterra, está llena de diseñadores y artistas del viejo continente. Pero lo genial es que es encima es comercial. Y mucho. Si uno puede estudiar detenidamente el guión puede advertir todos los tópicos ya inventados anteriormente. Pero funcionan, y lo hacen porque no hay texto sin contexto. Por eso aunque sean más de una vez ridículos (¿Qué hacen esos tipos detrás de un alien por la nave con una red o abusando del gatito como elemento de suspense?) todo termina por cuadrar en una obra que tiene tanto de superproducción comercial, como de obra personal y de autor.
Encima vaya reparto, con esos actores te puedes ir a otra galaxia que la película te va a funcionar. Maravillosa Sigourney Weaver, con una de la escena erótico-espacial más famosa de la historia del cine.
Dentro de 30 años Alien de Ridley Scott seguirá siendo igual de buena, eso seguro.
Nota: 8,4.