Aleksandra
Sinopsis de la película
Ambientada en Chechenia. Cuando Aleksandra Nikolaevna (Galina Vishnevskaya) va a pasar algunos días con su nieto, uno de los mejores oficiales de su regimiento. descubre un nuevo mundo, un mundo de hombres en el que no hay lugar para los sentimientos. Lo que está presente en todo momento es la lucha entre la vida y la muerte.
Detalles de la película
- Titulo Original: Aleksandra
- Año: 2007
- Duración: 92
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Opinión de la crítica
Película
6.3
52 valoraciones en total
Miércoles 7 de noviembre de 2007.
11:15 a.m.-Aleksandra (Teatro Lope de Vega, pase de prensa): Aleksandra se erige como un film extraño, un film aparentemente sencillo, y a la vez tremendamente ambicioso. Existe una cierta contradicción entre crear algo sencillo y complejo a un mismo tiempo, sencillo en las formas: una puesta en escena maravillosamente clara, limpia y directa, y complejo en el entramado emocional y temático: una historia con un calado hondo, plagada de reflexiones, he aquí la ambición.
La soprano y a ratos actriz Galina Vishniévskaya, viuda del recientemente fallecido y legendario músico Rostropóvich, interpreta a una abuela que va a visitar a su nieto a una base militar rusa en Chechenia. Tras esta humilde premisa, y con el espanto de la guerra como música de fondo, se suceden una serie de acontecimientos que nos descubren, primero, una personalidad única, sólida y fuerte, y segundo, el tópico de las miserias generadas por un conflicto bélico, desnudas como piedras, todo eso tomando como base el día a día de esa anciana y su deambular por la cotidianidad de la base: su nieto le enseña su arma, le enseña los tanques, conoce a los oficiales, conoce a las abuelas chechenas que se hayan viviendo en infraestructuras calamitosas, etc…
La iluminación, de tonos arena y tabaco, insufla a la película un hálito de melancolía y nostalgia que vemos, como en un espejo, en el rostro de Aleksandra: la soledad, el sufrimiento, el tiempo pasado, las cosas muertas, el endurecimiento del espíritu…
Ese enfant terrible del cine ruso que es Alexander Sokurov nos da aquí una muestra inexcusable de talento y sutilidad al narrar esta enternecedora historia que tiene sus mejores bazas en las escenas de Aleksandra y su nieto.
16:00 p.m.- Iszka Utazása (Iska’s Journey): Dura película húngara de Csaba Bollóck, tan conocido aquí como la hambruna. Cuenta la historia de una chica que se dedica a recoger y vender basura en la antigua transilvania húngara, hoy Rumanía.
Llevando a cabo una suerte de realismo poético, el director recoge en este inteligente y conmovedor film los pedazos de una vida hecha trizas, la vida de Iszka (vida real, puesto que la chica se interpreta a sí misma y a sus propias vivencias), una niña en ciernes de convertirse en adolescente que se ha visto abocada a un mundo desolado y hostil en el que debe sobrevivir.
No se trata de un film de denuncia al uso, ni siquiera creo que se trate de un film de denuncia, sino de un recorrido atroz por los tempranos días de Iszka, que la llevan de un vertedero anónimo en medio de la nada a las garras de una mafia de prostitución (esta última parte ficticia), pero de una manera tan poco evidente, sin señalar ni inventar soluciones, con una mirada entre lo turbada y lo implacable.
Sobre todo, la película cuenta con unas actuaciones potentes, donde los actores principales no son profesionales.
(Sigue en spoiler por falta de espacio).
Aleksandra es una película con un alto sentido alegórico, simbólico y onírico. Y aún así, curiosamente, es de un realismo impactante.La fotografía quemada y asfixiante del propio director y su peculiar banda sonora, nos hacen sentir próximos: la incomodidad, el sudor, el polvo y los ruidos de la guerra en el campamento ruso.
La abuela Aleksandra quiere saber personalmente qué está pasando. Quiere recopilar información, conocer el trabajo de su nieto y los demás soldados. Un ejército regular en un campo de batalla sin enemigos visibles.
Nadie da respuestas a la curiosidad de la anciana. No existen las respuestas. ¡Todo es tan absurdo!. Los jóvenes militares dan vueltas por el campamento, perdidos, cansados, esperando ordenes y sumidos en la confusión. Se acercan a Aleksandra buscando calidez, como perritos desvalidos. Limosnean migajas de humanidad.
Como siempre, demasiadas víctimas para que alguien pueda cantar victoria. La Madre Rusia, abochornada e impotente, vuelve a la soledad y a la paz hipócrita. Chechenia se desangra. Nadie se alegra.
Aleksandra transmite fuerza, impotencia, sueños rotos, melancolía, amparo, injusticia, y unas tremendas ganas de vivir. Aleksandra es todo aquello que está dentro de todos nosotros, sólo que con una manera distinta de ver las cosas.
Galina Vishnevskaya se merece el mayor aplauso que se le puede ofrecer a alguien, no sólo por la visión que nos da de una abuela que no entiende cómo se ha llegado a ese punto, sino por su capacidad de transmitir esos sentimientos tan profundos con tan sólo una mirada. El resto del equipo (los demás actores –como podría ser Vasily Shetvtsov, el nieto que no quiere que Aleksandra vea cómo son las cosas-, el director –Aleksandr Sokurov-, sonido, fotografía,…) crean un ambiente perfecto que acompaña a Aleksandra allí dónde va.
Narra la historia de una abuela rusa que va a visitar a su querido nieto soldado a un asentamiento militar de ocupación en Chechenia.
En ningún momento hay una acción de guerra y tampoco se alude expresamente al conflicto checheno, algo que sin duda hace más universal la reflexión.
La película es un deambular de la abuela por el asentamiento y fuera de él. Dentro del asentamiento nos muestra unos militares inexpertos por su juventud (la mayoria tienen 20 años), con equipos militares viejos y que ven a la abuela como la suya propia. Los dialogos de esta con los soldados muestran que estos mismos desconocen por que estan ahí. También la abuela pasea por fuera del asentamiento donde conoce a otras abuelas chechenas que lo han perdido todo, se enfrenta a las miradas de odio de algunos y a las preguntas de muchos. Genial el diálogo que tiene con un joven que le pregunta por que no le dan la libertad a su pueblo, un diálogo en el que se nos muestra la reflexión de la película No se vence ni con las armas, ni con las manos, solo con la inteligencia .
Una austera puesta en escena con una cuidada fotografía que muestra una reflexión sobre las guerras, de una manera universal por lo que podríamos encontranos en cualquier asentamiento militar. Un película más de miradas que sugieren que de palabras. Un cine diferente de unos de los mejores directores en la actualidad. Muy buena.
Como curiosidad decir que la abuela es interpretada por la soprano Galina Vishnévskaya, la viuda del genial violonchelista Rostropovich.
La sombra de un conflicto que ya cumple décadas entre Chechenia y Rusia sobrevuela este último film de Sokurov de manera cadenciosa, con tanta fatiga como hay en las piernas de Aleksandra, la abuela protagonista que visita a su nieto en un campamento militar. Nada más significativo para mostrar el agotamiento de una (o todas) las guerras que ese devenir tan lleno de dolores, de sufrimiento de esta anciana viuda por entre un mundo de hombres uniformados y malolientes. Nada más fuera de lugar aparentemente que esta señora que revela a quien quiera escucharla las inutilidades de la violencia, que despierta entre los soldados un sentimiento de compasión, de amor que ya han ido olvidando, dejando atrás ante el espectáculo de la muerte. Es un film sin muertos pero donde la sombra de la tristeza sobrevuela cada uno de los metros de ese campamento. Alexandra sale fuera de las vallas, encuentra a una anciana del otro lado viviendo en casas derruidas y entabla amistad desde el valor de la experiencia y no del odio. Sokurov no alardea de puesta en escena, sus planos son concretos, concisos, su historia sencilla y cuando hay talento tras la cámara esa sencillez es una ventaja, una virtud para llegar a la esencia. No es para todos los paladares, pasa leve como la brisa y cuando te quieres dar cuenta ya has aprendido algo.