Alegre juventud
Sinopsis de la película
Luis, Julio, Miguel y Carlos son cuatro jóvenes que, movidos por una fuerte vocación religiosa, han dejado atrás familia, amigos, trabajo y algún amor de juventud para ingresar en un Seminario e iniciar una vida consagrada a Dios.
Detalles de la película
- Titulo Original: Alegre juventud aka
- Año: 1963
- Duración: 78
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Opinión de la crítica
Película
4.5
36 valoraciones en total
Convencional película coral de la época franquista, en la que el cine debía no solo entretener sino también formar, Alegre juventud muestra a unos jóvenes que por diversos motivos entran en un seminario. La película alterna momentos cómicos y dramáticos, con lo que el prolífico Mariano Ozores navega entre dos aguas sin terminar de decidirse por un género. En el reparto Marsillach lleva la parte dramática y Ozores la cómica, que tiene como colofón la obra de teatro final.
De todas las historias personales la más interesante es, con diferencia, la del fugitivo de la justicia que se refugia en el seminario para cambiar de identidad.
Curioso que uno de los directores que abanderarían la etapa del destape sea la persona tras la cámara de este film que, más allá del cine religioso legítimo, traspasa la frontera al mero panfleto. Un desperdicio de un talento actoral muy amplio, que incluye a actrices de la talla de Emma Penella (inolvidable en El Verdugo ) o luminarias como Adolfo Marsillach o el gran José Luis Ozores, tristemente malogrado y uno de los mejores cómicos españoles de aquel tiempo.
Alegre juventud no hace precisamente honor a su título y es más bien una cinta un tanto pesada con un mensaje muy claro que los Ozores ejemplifican mirando directamente a la cámara. Puede ser interesante en el sentido de lo que involuntariamente muestra, reflejando algunos de los problemas del país en aquel tiempo, aunque no sea lo que se pretende.
Film menor en la carrera de un reparto excelente.
Es como ver El Padrecito pero sin Cantinflas y eso es realmente terrible.
No hay ningún inconveniente en hacer cine religioso… pero, como diría sir Alfred, el único pecado que no te puedes permitir es aburrir a la gente en su butaca.