Aguirre, la cólera de Dios
Sinopsis de la película
En 1560, poco después de la destrucción del imperio inca, una expedición española parte de las montañas de Perú rumbo a las selvas del Amazonas, en busca de la legendaria tierra de El Dorado. A través del diario del fraile Diego Gaspar de Carvajal iremos conociendo detalles y circunstancias de aquella peligrosa aventura…
Detalles de la película
- Titulo Original: Aguirre der Zorn Gottes (Aguirre, the Wrath of God)
- Año: 1972
- Duración: 94
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Opinión de la crítica
Película
7.2
83 valoraciones en total
Nada tiene que ver esta película con la estupenda novela de Ramón J. Sender La aventura equinoccial de Lope de Aguirre. Doy por sentado que Herzog ni siquiera la leyó como base para colocar los cimientos de esta empresa. No, estoy seguro que no. He llegado a la conclusión al terminar de ver este cansino bodrio que los indios que suben y bajan las escarpadas laderas al comienzo del film, no eran en realidad esclavos, sino porteadores de coca del equipo de producción de Herzog, alcaloide e insano elemento fundamental para embarcar a la humanidad no gafapastera en un viaje al muermo y a la desolación intelectual. Claramente Klaus Kinski abusó como pocos de la nieve en polvo, pudiéndose comprobar el efecto de la adormidera en el entumecido rostro y la mirada perdida con la que nos obsequia el alemán.
Afortunadamente, tras la chapuza iniciática de estos viajes indebidos, Herzog filmaría diez años después la hermosa Fitzcarraldo, esta vez sin indios porteadores y con un Kinski al parecer ya desintoxicado (por lo menos algo).
Las flechas largas están ahora de moda dicha por un expedicionario español en la balsa sobre el Amazonas dos segundos antes de palmar es, por derecho, posiblemente la mejor frase de la Historia del Cine. Los gafapastas que la defendeis haríais bien en no engañar a la gente con unos comentarios tan vacíos y estertóreos que sin duda inducen a la confusión de los gentiles que se acercan a esta obra vírgenes y con cierto entusiasmo conquistador. Os lo ruego, hacedme caso por una vez, si os ha gustado esta película no hagais una crítica sobre la misma, porque generaciones venideras escupirán sobre vuestros nicks cuando ya no esteis en este planeta, hecho este que dudo mucho haya ocurrido alguna vez. Con dios.
No puedo comprender que tiene de bueno esta película, por más vueltas que le doy para mi es uno de los mayores bodrios que he visto en mi vida.
Los actores son de lo menos creible, ni el Kinski se salva, yo hubiera quemado la barca con todos dentro.
No entiendo que una película como ésta reciba críticas tan positivas. Seré un memo, pero es que no acabo de comprender que un bodrio de semejante calibre, rodado de cualquier manera, se diría que sin guión ni planificación alguna, merezca de gente muy respetable loas y parabienes tan entusiastas. Alguno la describe como magnética, otro habla de bello poema en imágenes, y la que más me gusta: de una extraña belleza. Yo precisaría más: de una belleza insondable, porque, amigos, no alcanzo a verla por ningún lado. Que se la compare con Apocalypse Now y que se diga que la interpretación de Klaus Kinski es magistral me crea la mayor de las incertidumbres y me reafirma en la idea de que yo, de cine, entiendo más bien poco.
La película se abre con un plano prometedor (la expedición de los conquistadores españoles descendiendo por una escarpada montaña en mitad de la jungla). Te imaginas que vas a asistir a un espectáculo magnífico. Pero el espejismo se esfuma pronto, en cuanto los actores se ponen a hablar y te das cuenta de que el operador de cámara no tiene indicación alguna del director y filma a su antojo, ahora enfocando a estos monitos tan graciosos, ahora acercando el plano a las barbas mugrientas de un explorador. El guión parece haberse trabajado lo que dura el viaje en avión desde Alemania hasta Perú. Y hay que ser zoquete para tener un escenario tan impresionante, la selva, y grabar imágenes tan sosas.
Vale que Herzog no ha rodado en su vida una película comercial y que el aspecto descuidado del film casa bien con el propósito de hacer un relato desmitificador, pero ser poco convencional no significa rodar como te salga de las narices. Uno tiene la impresión de que está viendo las cintas de vídeo de su vecino, que ha pasado las vacaciones en la Ribera Maya. Formalmente están igual de cuidadas, y la experiencia también resulta soporífera.
El ritmo de la película es lento, muy lento. Y lo dice alguien que disfruta como un loco con Dreyer y Terrence Malick. ¿Una película contemplativa? ¿Qué hay que contemplar? ¿Sobre qué hay que reflexionar? Una historia sobre la codicia y la ambición humanas, que nos vuelven tarumbas, pobre de nosotros. Ah, sí, y la lucha entre el hombre y la naturaleza, un tema recurrente del director. Pero, ¿hay que torturar al espectador para explicarle eso? 1492, la conquista del paraíso no se pasará mucho en las filmotecas, pero cuenta lo mismo sin producir sopor.
Continúo en spoiler sin desvelar nada.
Herzog ideó esta película a partir del diario de fray Ginés de Carvajal, el cual narraba, hasta dónde pudo, la enloquecida aventura/epopeya que un grupo de soldados españoles comandados y abstraídos por el vasco Lope de Aguirre (Kinski) emprendieron por la inhóspita selva amazónica, río abajo, en busca de El Dorado, leyenda india que hablaba de una tierra bañada en oro, pero que no era nada más que eso, una leyenda.
Aguirre, la cólera de Dios , así se autodenominaba desafiante el loco conquistador español que al final de su delirio pretendía casarse con su propia hija a fin de lograr una saga purísima…es una película arrítmica, abigarrada y muy esquiva, pero se trata de una obra de translúcida personalidad, intenciones y estilo, narrada brillantemente, dentro de esa arritmia con un ritmo lento, apagado, casi irreal, que otorgan al film un aura de pesadilla, preámbulo y preludio del descenso a los infiernos coppoliano, río abajo también, en la sobrecogedora Apocalypse now .
La película es fruto no de la unión de dos talentos, sino del brutal choque de ambos. Dos talentos, dos hombres que se odiaban a muerte (literal), del todo inexpropiables, llenos ambos de virtudes y defectos. De una parte, el talento visual y de imaginería, la capacidad escenográfica, su atracción por lo irreal y abstracto del cineasta/director teatral Werner Herzog. De otra parte, el indómito, excesivo, altanero, hierático y serio Kinski, un actor tan capaz de lo sublime -aquí, casi- como de lo más detestable -la mayor de las veces-. Con su fisonomía y su estilo interpretativo, Klaus Kinski compone un Aguirre enajenado, aterrador, lunático, visionario, enfermizo, empecinado, endiosado y fracasado en seguir la senda del mítico Hernán Cortés, un hombre que condujo con su aire místico y privilegiado a una legión de hombres al paraíso de Dante, del que cuando quisieron salir ya era demasiado tarde.
Es un film magnífico y en verdad inagotable, revalorizable a medida que pase el tiempo, una obra que transmite lo tétrico al calor y la luz de la densa, frondosa e infinita Amazonía, una obra rayano lo arrebatador, del todo especial. Fotografía de Thomas Mauch, Francisco Joan y Orlando Macchianello, y música, también muy especial, de Popol Vuh.
Demencia, locura, soberbia, vehemencia, frenesí, desparpajo, ira, una mirada que partiría en dos un iceberg, unas facciones rocosas y duras, una mueca arrogante que desataría pavor, una melena enloquecida, unos gestos repletos de furia e intransigencia, una voz de mando que muy pocos podrían acallar.. y cólera, muchísima cólera.
Para dar vida a un personaje de tamañas proporciones, el porte, la energía, la fuerza y la intensidad de un Klaus Kinki que no mide sus gestos, los desata como verdaderas tempestades, así como Herzog desata las virtudes de su cine más palpitante, fascinante e hipnótico y las combina con una atmósfera por momentos asfixiante y opresiva como pocas.
Amen de resaltar secuencias memorables, Aguirre, la cólera de Dios destaca por esa cámara que Herzog blande como un arma más, que está en todas partes, se moja, se menea, capta el más leve gesto de las embarcaciones y lo traslada a la retina del espectador con la inseguridad de una aventura que no sabes como terminará, inseguridad en su pulso y en su manejo, que le confiere una vivacidad y un aplomo tremendos. Vivacidad que mueve y agita al espectador, aplomo que le transporta a la psique de un Aguirre revuelto, furibundo, agresivo.
La secuencia final es un punto aparte, hablar sobre ella, sobre las incestuosas confesiones de Aguirre, sobre la brillantez que se palpa en la balsa, sobre el genial movimiento de la desasosegante cámara de Herzog, sobre la suciedad y turbiedad de unas imágenes que son monumentales, sería un pecado, pero dejar de diseminarla otro todavía más gordo, así que lo único que puede recomendar servidor es: Háganlo ustedes mismos.
Fascinante y fantástica como pocas.