Häxan. La brujería a través de los tiempos
Sinopsis de la película
Mezclando el documental y la ficción dramática, la película descubre la relación de los hombres de la Edad Media (su actitud y la proliferación de brujos y brujas) con algunas situaciones modernas de los años veinte. Un repaso al mundo del ocultismo, la magia negra y la brujería, a través de varios siglos, para dibujar un panorama que puede resultar tan fascinante como estremecedor. Película parcialmente basada en un manual alemán para inquisidores del siglo XV.
Detalles de la película
- Titulo Original: Häxan aka
- Año: 1922
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
7.6
26 valoraciones en total
Mezcla de ficción y documental, Häxan es una de esas joyitas del cine mudo danés (pionero en tantas cosas), con muchas similitudes en forma, contenido, estructura y mensaje con Las páginas del Libro de Satán de Dreyer, rodada más o menos al mismo tiempo, e influyendo también en otra obra del propio Dreyer, Dies irae. Dividida en siete capítulos, Christiensen lleva a cabo una historia de la brujería analizándolo desde diferentes aspectos (orígenes de las supersticiones, análisis de los tópicos sobre brujería, características de la represión, etc.).
Es un retrato magnífico del miedo a lo desconocido durante la Edad Media y Moderna y la brutalidad y la sinrazón con que se combatía aquello que no se comprendía, algo que Christensen traslada muy sutilmente al presente para hacernos ver que todas las barbaridades de la Inquisición no son algo tan remoto y lejano como pudiese pensarse sino que se repite a lo largo de la historia. La creencia de la gente era tan fuerte que la presencia del diablo se convirtió en algo real se dice en un momento de la película. Siempre hay un mal absoluto al que se achacan todos los males y que sirve como justificación para las mayores atrocidades y para justificar la propia existencia de los mecanismos de represión. Llámese a ese mal brujería, judaísmo, comunismo, o terrorismo, lo cierto es que ese miedo abstracto es una creación artificial del poder que a fuerza de ser presentado como el mayor enemigo de la humanidad acaba por convertirse en una realidad que sirve como válvula de escape y justifica las peores atrocidades: la Inquisición, los campos de exterminio o Guantánamo, todo ello con el aplauso entusiasta de una inmensa mayoría de la población que termina creyendo todas las mentiras y aplaudiéndolas, hasta que un día se ve denunciada por bruja o descubre que tiene sangre judía o ve como le aplican la ley antiterrorista… entonces ya es demasiado tarde para parar lo que ha contribuido a crear.
Como curiosidad decir que la película estuvo perdida hasta los años sesenta en que fue recuperada, estrenándose una nueva versión con narración de William Burroughs y una nueva banda sonora.
Tierra, viento, fuego, agua. A medida que Haxan nos somete a su conjuro, los colores de los cuatro elementales impregnan la pantalla, virando de los azules a los cobrizos, de los grisáceos a los marrones. Es otra de los muchos guiños de este hechizo danés que se nos presenta bajo la forma de inofensivo documental y empieza, después de una introducción algo académica, siendo un sutil manifiesto de terror y una recreación gozosamente macabra de las artes de Hécate a lo largo de nuestra historia.
De haber existido Aghast para ponerle banda sonora a Haxan , hubiese sido perfecta.
Sorprendente documental. De él es necesario destacar cuatro puntos por los que me parece meritoria su visión.
Primero es la perspectiva con la que se aborda el fenómeno de la brujería: como un acontecimiento histórico por el que se indaga sus causas. Cabe la presunción de que Häxan adopta una perspectiva positivista e ilustrada de la creencia en la brujería. Es decir, cabe presumir de que dicha creencia hunde sus raíces en populares creencias religiosas, míticas e irracionales, necesarias para explicar fenómenos cuando no se disponía de la ciencia moderna: las enfermedades, las malas cosechas, etc. Pero Häxan no está completamente comprometida con esta perspectiva. No sostiene que una creencia absurda de este tipo es superada por el paulatino desarrollo de la razón. El documental no se regodea en esa autosatisfacción de la racionalidad moderna.
Esto lleva al segundo punto, la tesis que lanza Benjamin Christensen en su documental: aquello que la Iglesia considera brujería es lo que la moderna medicina llama hoy (en 1922) histeria. Esta tesis complica la perspectiva del documental, porque las causas de la histeria, tanto antes como hoy, son en buena medida sociales. Aunque no señala ninguna hambruna ni peste ni guerra en el Medioevo (que sabemos que las hubo en cantidad), Häxan alude a la Gran Guerra de principios de siglo cuando muestra a una mujer histérica de hoy en día. Häxan muestra, por tanto, no tanto una época histórica ya superada por la Ilustración, sino los malestares todavía latentes de nuestro mundo moderno. Una perspectiva positivista e ilustrada de la historia se caracteriza por olvidar el pasado. Y cuando nos recuerda que todavía padecemos de ese mal de la brujería en forma de histeria, la perspectiva de Christensen puede ser cualquier cosa menos positivista.
Aquí hay que destacar un tercer punto referente a un particular recurso del documental. A muchos les parecerá que el documental no es tal por hacer uso de escenificaciones de aquelarres o de procesos inquisitoriales: no son reales, es decir, grabadas in situ con sus correspondientes y reales protagonistas. Pero estas dramatizaciones están hechas para poder contrastarlas con pacientes modernos de histeria. Las dramatizaciones no son un arbitrio puramente estilístico que muestra el buen hacer del director (estéticamente impecable, por otra parte), sino que están ahí como un recurso ejemplar, didáctico, científico. Precisamente es un recurso documental. Otra cosa es que ya no esté en boga. Pero ¿cuántas veces no lo hemos visto, empleado con mal gusto por cierto, en los documentales televisivos de investigaciones policiales?
(para el cuarto punto ver spoiler)
1) La brujería… tantea un género en fase incipiente, el documental. Christensen alterna procedimientos: imágenes de grabados antiguos y algunas maquetas pero, sobre todo, dramatizaciones a cargo de buenos actores, con escenificaciones y vestuario muy esmerados. Destacan unas simulaciones de vuelos al aquelarre con superposiciones y siluetas, los impresionantes demonios paridos por una mujer, o el repaso y demostración de unos instrumentos de tortura.
La fuerza exploradora le proporciona a la película un vigoroso y singular carácter que explica su larga vida hasta nuestros días. Fue adoptada por los surrealistas y, además de en el campo documental, ha influido en el fantástico y de terror, por el atemorizante clima logrado en varios pasajes.
2) En lo temático, desarrolla lo anunciado en el título y contempla las creencias de las religiones antiguas, así como el enfoque científico que hoy incorpora la histeria a las interpretaciones. Pero se detiene mucho más en la época medieval, en el episodio de la represión de la brujería en Europa, difícil de dimensionar en cuanto al número de millones de personas ajusticiadas y en cuanto a los rasgos del fenómeno histórico y cultural en cuestión, de por sí escurridizo.
El film lo trata con notas y apuntes, sin entrar en teorizaciones fuertes. Para ello maneja una imaginería distinta de la tópica, la de la bruja horrenda, vieja pelleja con verrugas peludas.
La ancestral cultura campesina, de raíces matriarcales, centrada en el conocimiento y uso de las fuerzas de la naturaleza y asociada a una compleja farmacopea botánica, colisionó con la religión oficial, que habilitó tribunales específicos, los inquisitoriales. A esta política de la delación, el suplicio y la hoguera se dedican buena parte de los siete capítulos.
Entre las masas de analfabetos, dominados por la superstición, el rasgo diferente se volvió peligroso: una mancha en la piel, una cojera, ojos demasiado claros, voz resonante o un don cualquiera eran sospechosos y podían provocar una denuncia indemostrable. Al no necesitar prueba, la acusación de brujería se convirtió en método para eliminar enemigos personales, parientes odiados y acreedores. En la paranoia general, la persona acusada estaba prácticamente perdida desde ese instante. En la cámara de tormento no había salida: negar la acusación se consideraba mentira y acarreaba condena, sucumbir a las torturas y confesar, aun en falso, también. En el fondo, los jueces ansiaban oír la confirmación de las morbosas y empalmadas fantasías proyectadas sobre aquellas pobres mujeres: las consabidas imágenes bizarras del vuelo en escoba, las danzas desnudas en el palacio de los sueños, el caldo de recién nacido, la transformación en animales, el beso en el satánico trasero…
3) Más de un tramo resulta inevitablemente primitivo, pero muchos conservan una calidad vigente. El conjunto es una mirada muy interesante sobre un fenómeno que aguarda esclarecimiento.
Hay dos versiones.
Una de ellas muda, y la otra narrada.
La muda es la original, claro está, y yo la prefiero.
La segunda está narrada por el poeta de la generación beat W. Burroughs, supongo que por haber escrito el poema dedeicado a Hassan-i Sabbah (líder de la secta medieval de terroristas esotéricos conocida como Hashisheen o The Assassins).
En ambas, las historias, los decorados y las apariciones diabólicas (sobre todo la primera), no tienen desperdicio, hasta tal punto es así, que esta película, del año 1922, volvieron a proyectarlas en los cines norteamericanso en los años 60, cuando el LSD y esas sustancias alucinógenas trataban de ahogarte en esas experiencias místicas.
Sin tomar esos estupefacientes, vemos cómo un diablillo, utilizando la técnica de animación, rompe una puerta para entrar en el interior de una casa, o cómo las brujas se mean en una puerta. Los diablos, las brujas volando por el cielo, los monstruos fornicando en el campo con mujeres, otros tocando las zambombas… Todo, hace que esta película sea imprescindible.
Muy recomendable.