Accidente sin huella
Sinopsis de la película
El hijo único de Charles Thenier muere atropellado por un conductor que se da a la fuga. Decidido a encontrar al criminal, empieza a investigar por su cuenta. Poco después, conoce a una mujer que podría ser la cuñada del culpable.
Detalles de la película
- Titulo Original: Que la bête meure
- Año: 1969
- Duración: 113
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Opinión de la crítica
Película
7.2
87 valoraciones en total
Claude Chabrol fue uno de los miembros de la Nouvelle Vague que menos ruido causaba. Seguramente, tener un producción tan amplia (con muchos más títulos que otros miembros de la nueva ola) al no entrar de manera polémica en temas políticos o con algunas inclusiones al cine comercial, como Landru (Landrú, 1963) su cine ha sido revalorizado con menos fuerza que el de otras filmografías como la de François Truffaut o Jean-Luc Godard. Y sin embargo, visionar hoy en día películas como Que La bête meure (Accidente sin huella, 1969) es un auténtico placer cinematográfico.
De hecho, accidente sin huella trata dos temáticas fundamentales en la obra de Chabrol, y lo hace con una potencia pocas veces vista en otras películas suyas. Nos referimos, por una parte a la venganza, eje fundamental del filme, y por otra parte al desgranamiento de las relaciones de una burguesía, mayoritariamente provinciana, con una peculiar visión de Chabrol que nos muestra en todo su esplendor sus vicios y desafecciones.
El guión de la película, que adapta una novela de Nicholas Blake (The Beast Must die), y que está coescrito entre el propio Chabrol y Paul Gégauff, nos muestra una película que gira en torno a la venganza que pretende cometer un escritor de best-sellers para adolescentes, personaje que interpreta Michel Duchassoy, cuando en las primera secuencia de la película pierde a su hijo en un accidente de tráfico. El coche que asesina su hijo se da a la fuga, y la película nos mostrará la evolución y el desarrollo con tal de que el personaje de Duchassoy pueda colmar sus ansías de venganza. Su primera aproximación la hace al conocer a una joven actriz, interpretada por Caroline Cellier, que en realidad fue la copiloto del funesto coche, puente del que se servirá el protagonista principal para descubrir finalmente al asesino, un malvado e incluso podríamos decir que caricaturesco personaje, al que da vida Jean Yanne.
Uno de los objetivos de la película es mostrarnos el decadente mundo de una burguesía provinciana, que se divierte en pequeñas fiestas y comidas familiares, tratando de aparentar sus buenas maneras de cara a la galería, mientras que de puertas para adentro demuestra su fetidez. Metafóricamente podríamos incluso referirnos a la enfermedad intestinal que padece el malvado personaje que interpreta Jean Yanne, a la que trata de ocultar a los demás, mientras se ve obligado a ingerir una nauseabunda medicina con tal de poder seguir comiendo. Precisamente este personaje es la demostración máxima de los peores escrúpulos que personifica este estamento de poder. No hay ni siquiera un personaje (con excepción de su madre, pero ya nos enteramos de que esta también es un ser pérfido y malvado) que sea capaz de sentir un cierto aprecio por el personaje de Jean Yanne. También es cierto que Chabrol recubre con la máxima capa de maldad al protagonista, y en este sentido nos puede recordar a una caricaturización de la personificación del mal, pero en todo momento el personaje funciona y no acaba cayendo en la estereotipación. Simplemente es un ser malvado, sin ni siquiera un atisbo de bondad.
En este sentido, una de las escenas más significativas transcurre durante una de las comidas burguesas, que será el primer punto de contacto entre el personaje de Michel Duchaussoy y el de Jean Yanne, done el mundo burgués quedará perfectamente radiografiado por Claude Chabrol.
Y por supuesto, la venganza. Uno de los puntos temáticos más habituales de la filmografía de Chabrol que tiene una importancia crucial en el filme. La venganza es el único motor que sirve como energía al personaje interpretado por Michel Duchaussoy para conseguir su objetivo principal: Aniquilar a los culpables del asesinato de su hijo, y que además se dieron a la fuga. La venganza tiene además un objeto simbólico sobre el que Chabrol otorga un interesante papel, como se trata de un diario personal. El protagonista escribirá en este diario todas sus intenciones, y Chabrol se sirve de él para dos intenciones principales: Una de ellas, informar al espectador de los sentimientos del personaje, pues además la voz en off del protagonista es la que servirá como narrador de lo que escribe el personaje en el diario,y por otra parte nos encontramos con una poética de la venganza que sólo un director como Chabrol es capaz de presentar.
Porque sí en un primer momento creemos que el personaje de Duchaussoy es lo suficientemente frío para llevar a cabo su venganza, luego seremos testigos de su evolución, al intimar con el personaje de Caroline Cellier, e incluso empatizar con el hijo del personaje al que quiere asesinar (con este personaje comparte un odio visceral hacía la figura que interpreta Jean Yanne). Una compleja red de sentimientos que Chabrol capta con su cámara.
http://neokunst.wordpress.com/2014/06/10/accidente-sin-huella-1969/
Adaptación de la magnífica novela y uno de los clásicos de la literatura pulp, La bestia debe morir escrita por el padre de Daniel Day Lewis, Nicholas Blake (incluida en esa excelente colección de ed. Bruguera que no me canso de recomendar, en la que a lo largo de sus 150 títulos son todos los que están en cuanto a novela negra de toda condición y pelaje) de la que en 1952 ya se rodo una versión en Argentina dirigida por Román Viñoly Barreto y con Narciso Ibáñez Menta en el papel del padre vengador (no la he visto ya que no la encuentro por ningún lado y vive Dios que me gustaría).
Arranca con la escena de un niño pescando en solitario al amanecer a la orilla del mar, escena que se va intercalando con la de una pareja a bordo de un Ford Mustang negro rodando deprisa por una comarcal y acabando la secuencia con ambos (niño y coche) convergiendo en un pueblo, donde vemos como el coche atropella (y mata) al niño y se da a la fuga.
A continuación vemos los títulos de crédito e inmediatamente después vemos a un tipo sentado en la parte de atrás de un taxi escribiendo algo en una libreta que a través de la voz en off de sus pensamientos sabemos que son las siguientes frases: Voy a matar a un hombre, no conozco ni su nombre, ni su dirección, ni su apariencia, pero lo encontrare y lo matare.
Con este magnífico arranque, ambientada en la Francia rural de los 60 y con una historia que parece haber sido escrita para ser dirigida por Claude Chabrol, se nos narra de forma pausada (se toma su tiempo marca de la casa, para introducirnos en las peculiaridades, actitudes y modo de vida de esa familia medio burguesa de la que el impresentable asesino es el patriarca) y preñada de una tensión que te mantiene atento desde ese principio en el que vemos al padre, Charles Thenier (Michel Duchaussoy, recientemente visto en las dos joyitas que nos cuentan la vida del gánster Jacques Mesrine, como el padre de este) buscando una aguja en un pajar, luego cuando por una casualidad de la vida conoce la identidad de la mujer que acompañaba al conductor del coche que mato a su hijo, una actriz de tv llamada Helen Lanson (una deliciosa Caroline Cellier) y como resultado de la convivencia necesaria para su objetivo comienza a enamorarse de ella y finalmente con Tenier viviendo bajo el mismo techo que Paul Decourt (Jean Yanne), el asesino (que resulta ser cuñado de Helen) y familia, mientras a través de la voz en off mediante la cual sabemos en todo momento el cómo y el porqué de sus actuaciones, nos acercamos a esa magnifico final de la trama a modo de tragedia griega y de la excelente degustación de esta extraordinaria y absorbente película.
La Nueva Ola francesa, tuvo como uno de sus integrantes a parte de los ya conocidos Truffaut y Godard, a Claude Chabrol, que se ha especializado hasta fecha con el cine policíaco o de crímenes, en donde con mirada cínica, presenta a la burguesía francesa en su faceta más frívola e infantil, en muchas ocasiones con resultados sobresalientes, como La mujer infiel, El carnicero, Gracias por el Chocolate, La ceremonia, Un asunto de mujeres, Al anochecer, y la presente película que nos ocupa hablar.
Que la bête meure, que en España lleva el título de Accidente sin Huella, en Latinoamérica la traducción es más fiel al original, teniendo los siguientes títulos, La bestia debe morir o Que la bestia muera, la historia se centra en la venganza de Charles Thenier, un escritor que buscara al hombre o mujer, que en un accidente automovilístico mato a su hijo y huyo, constituyendo el único motivo para seguir viviendo, el vengarse del asesino, en donde ira descubriendo poco a poco más pistas sobre la identidad del asesino, ya que no sabe quien es, sólo sabe que tiene que morir.
Mientras va desentrañando el misterio sobre el accidente, nos va contando sus planes como acabar con el asesino, pero en su camino encontrará a Helene Lanson una actriz de cierta fama, que es cuñada del odioso Paul Decourt, con la cual tendrá una relación sentimental, pero es utilizada simplemente por Charles para llegar a Paúl, el principal sospechoso del crimen, al que conocerá a fondo su vida y su familia, siento una real repulsión hacia Paul por ser una persona despiadada y cruel con los que lo rodean, en donde la idea de matarlo adquiere más fuerza.
La película es fría y directa, el dolor del padre no se exterioriza pero se siente, su investigación, es un peregrinaje, un recorrido hacia la exhumación del dolor, sus palabras son constantes plegarias para dejar todo atrás y desistir de la búsqueda, pero no puede hay algo más fuerte que él, algo domina su voluntad, ya no existe el hombre, este se convirtió en un ser guiado por la venganza, para él no hay un antes ni un después, tan sólo su venganza, Chabrol consigue mediante una narración plagadas de miradas y rostros fríos, transmitirnos lo que siente cada uno de ellos, en donde la tensión se respira en todo el film.
Chabrol, nos regala mediante este título, uno de sus mejores películas, en donde la trama es simple, pero su director desmenuza a los personajes a su antojo, a los cuales nos presenta en su real desnudes, en donde no hay contemplaciones, siendo esta complejidad en los personajes que absorbe y penetra en nosotros, y que le da categoría de obra maestra al film.
Maravillosa película de intriga, al nivel de las mejores películas de Hitchcock, quizá con la diferencia de que en la película Accidente sin huella, el principio y mitad del metraje solo nos crean la atmósfera que será rematada con maestría para los últimos 20, 25 minutos. Podría decir que es de un ritmo más lento (comparándola con algunas obras del maestro del suspense), y esa podría ser una gran razón por la cual no todos queden enganchados a ella, y termine por desesperarse.
La búsqueda incansanble por vengar la muerte de su hijo, me ha brindado uno de los mejores finales que he visto en toda mi corta vida en el mundo del cine.
Bien, no es cualquier película de venganza, es una obra maestra manejando como punto de partida la venganza pero en este mundo, y más en el mundo del cine todo puede pasar.
Totalmente recomendable para aquellos que disfrutan de las intrigas, y le tienen paciencia a las grandes historias.
9.1/10
En torno a estos tres factores gira esta magnífica adaptación cinematográfica de la novela clásica de Nicholas Blake, La bestia debe morir , y también el cine de Claude Chabrol, un realizador cuya perspectiva o mirada sobre lo criminal recuerda poderosamente a la de Simenon (no en vano llevó algunas de sus novelas a la gran pantalla), por su naturalismo, ironía y ritmo narrativo.
TIEMPO: Chabrol, al igual que el protagonista de la película, hace una hábil gestión de los tiempos narrativos. Así, en la película, al igual que en la investigación de Charles, los acontecimientos se suceden pausadamente, poco a poco, alternados con momentos reflexivos, íntimos, bien sugeridos por el empleo de la voz en off y las lentas panorámicas. Gracias a ello el retrato de ambientes y las localizaciones cobran un naturalismo notable, uno de los rasgos que distinguen la obra del realizador.
PACIENCIA: En el cine, como en el crimen, es importante no precipitarse -como escribiría Lumet-, ir madurando poco a poco el plan del filme, al igual que el asesino mide sus pasos. La paciencia es buena, porque permite reflexionar sobre los motivos y los personajes. Con ella podemos preguntarnos si está justificada la venganza a toda costa, incluso si su víctima es un ser despreciable y asesino, y también podemos observar los efectos que causan el dolor y la culpa. Sin ella sólo nos quedaría la acción, y esta no permite el análisis de las actitudes humanas, tan ácida e irónicamente retratadas en las secuencias familiares, en las que la vacuidad de los diálogos y la violencia latente de sus miembros revelan el desdén de Chabrol por la burguesía francesa, siempre presentada bajo el signo de la hipocresía.
CASUALIDAD: A veces son pequeños detalles los que llevan al crimen, un niño que vuelve de la playa, un coche a toda velocidad, un atropello, una huída. También la coincidencia o el azar pueden poner al vengador tras la pista, una abolladura, un coche atrapado en el barro, unos lugareños parlanchines, una mujer. Y de nuevo es la casualidad la que puede condenar o liberar al vengador, una caída, un viaje en barco, un diario, un hijo rencoroso. Y en el cine también es una variable de gran importancia, pues quién sabe si hubiésemos podido disfrutar del arte de Chabrol si este no hubiese recibido una apreciable herencia al comienzo de su carrera.
Por tanto, un soberbio filme acerca de la venganza -digna en este caso de los clásicos griegos o del Conde de Montecristo- que condensa las virtudes y temas habituales de su autor, un Chabrol que al abordar esta historia daba comienzo a su mejor momento creativo, como así lo demuestra que por aquellos años realizase obras tan meritorias como La Mujer Infiel y El Carnicero , verdaderas cimas de su filmografía, junto con alguna obra posterior.