A quemarropa
Sinopsis de la película
Después de haber dado un golpe muy lucrativo, un hombre es traicionado por su esposa y por su mejor amigo. Ambos lo abandonan, dándolo por muerto, en una celda de la abandonada prisión de Alcatraz. Años después, intentará vengarse y recobrar su parte del botín.
Detalles de la película
- Titulo Original: Point Blank
- Año: 1967
- Duración: 92
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Opinión de la crítica
Película
6.9
70 valoraciones en total
No podemos vender humo. A quemarropa es una película muy discreta rodada por un director muy joven que consigue captar la atención en su día por la forma en que cuenta una historia muy convencional y de escasos méritos narrativos.
Pero ahí es cuando aparece la forma sobre el fondo y la incorporación de algunos flashback, bastante mal explicados por cierto, hacen que entiendas qué el qué está puesto al servicio del cómo en todo momento, cosa que me molesta especialmente ya que en el arte creo siempre en el equilibrio y tanto forma y fondo deben de tener un peso semejante y en absoluto descompensado como es el caso en una historia repito más hueca y convencional de lo que una y otra vez se pretende vender.
Comparar esto con el cine negro francés produce sonrojo, sinceramente y nadie podrá decirme que el cine policiaco no ha tenido muchas muestras mejores para recordar que esta sobrestimada A quemarropa.
Otra cosa es que a algunos les guste ese aire de tendencia que tiene la película y que en eso se adelanta a su tiempo no lo voy a negar, antes de que vengan los Cowboy de medianoche, Bullit o French Connection ya estaba A quemarropa, de acuerdo, pero eso no debe hacernos perder la objetividad.
Ya se sabe lo que sucede con las operas primas que se ningunean o se convierten en obras maestras. Si esta película hubiera sido la quinta o sexta de John Boorman no estaría tan sobrevalorada. Y eso que el director británico –como no- me parece que tiene una filmografía muy apreciable pero que tiene un puñado de películas bastante mejor que esta, donde realmente nos intenta expresar y contar su punto de vista de la vida y no sólo parecer posmoderno con una cámara en la mano.
Desde luego que al menos el remake titulado Payback con Mel Gibson es más honrado y pretende contar una buena historia de acción que sea entretenida. Lo que no se puede hacer es que Lee Marvin aparezca y desaparezca de las situaciones difíciles como si fuera David Copperfield y sobre todo confundir lo que es una argumento barroco con otro simple que se torna complicado al presentarlo expresamente de forma compleja para hacerse el interesante -¿Qué es eso de poner el volumen del guía del barco que recorre Alcatraz casi con mayor intensidad que la conversación de los protagonistas?-
No me extraña que los Tarantino and Company beban de aquí. No hay más que ver su cine para comprobar ruidosamente efectista y vacío que es.
Véanla y juzguen por sí mismos pero no pasa de un aprobado alto y sobre todo por la presencia de Lee Marvin que puede con todo a pesar de sus diálogos en el guión.
Nota: 5,8
Basada en la novela The Hunter del escritor y novelista norteamericano Donald E. Westlake quien la escribió bajo el pseudónimo de Richard Stark, la película, todo un exponente del cine de calidad es una firme heredera del film noir y la novelle vague francesa con algunos de los toques más característicos que marcaron el importante movimiento cinematográfico francés, a saber, escenarios fuertemente iluminados con colores vívidos, fuerte componente de tensión psicológica, complicados flash-backs narrativos, súbitos cambios de ritmo y eficaces efectos sonoros a parte de las aportaciones del propio Boorman.
Con una estética lejanamente similar a las primeras entregas de la saga de James Bond y una más que evidente similar estética al Código del hampa de Don Siegel a parte de su misma pareja de protagonistas 3 años antes (Lee Marvin y Angie Dickinson), la película ha sido considerada por la crítica especializada como una nueva revisitación del cine azabache bautizando el género como neo-noir…
Lo cierto es que A quemarropa (ó Point Blank) es un thriller urbano de violencia sobre una nueva versión deconstructora del mundo del hampa o crimen organizado…iconográfica…poderosa…elegante y con mucho carisma. De hecho con cada nuevo visionado gana enteros…
En 1999 Brian Helgeland el cineasta de Destino de caballero debutó en las lides cinematográficas con un remake de este clásico rebautizado como Payback y con Mel Gibson haciendo de Lee Marvin.
Con música de Johnny Mandel y una espléndida fotografía en color a cargo de Philip Lathrop, son muchos los fotograma iconográficos que nos brinda esta estupeda cinta sobre violencia urbana, venganza, celos, honor y lealtad en mitad de tanta falsedad… una obra también de obligado visionado para comprender parte del significado del inminente cine setentero aún por llegar y con tanta influencia en los 90.
I M P R E S C I N D I B L E.
Película con mucho nervio y un magnífico uso del sonido, el montaje y el ritmo narrativo (tan frío y calculador como el propio protagonista) que encaja particularmente bien con el desquiciado tono psicológico de la película (el protagonista se ve constantemente asaltado por recuerdos mostrados de manera abrupta, haciéndonos partícipes así de su carácter obsesivo). El arranque es espectacular y aunque luego la historia se desinfla un poco al ser demasiado simple y esquemática, el pulso del director y su escasa duración consigue que te mantengas en tensión y se siga con interés.
Excelente Lee Marvin en el papel de frío asesino, un tipo con una sola idea en la cabeza que ejecutará de manera limpia y certera.
De todas formas su importancia es innegable. Una de las películas de las que bebe el thriller actual (Tarantino, Memento…) y que marcaron una transición tras el cine negro clásico. Un cine más duro, más explícito y que buscaba jugar con las convenciones narrativas y con las convenciones del género.
Recomendable.
A lo largo de mi vida cinéfila he visto infinidad de tipos duros, muy duros, en una gran pantalla. Tipos como Humphrey Bogart, James Cagney, Richard Widmark, Robert Mitchum, Marlon Brando, Jack Palance, John Wayne, Kirk Douglas, Robert Ryan, Clint Eastwood, Lee Van Cleef, Anthony Quinn, Charles Bronson, Chuck Norris, Bruce Willis, Harvey Keitel, Al Pacino, Sylvester Stallone, Joe Pesci, Ed Harris, Dolph Lundgren, Mickey Rourke, Jason Statham… Pero pocos, muy pocos, como Lee Marvin en A quemarropa. Un tipo al que dejan tirado con dos balazos en el vientre en una celda vacía de Alcatraz y aún tiene los santos cojones de lanzarse a las gélidas aguas del Pacífico para llegar nadando a la costa… y salvarse. Un tipo duro, sin duda. Una roca. Como Alcatraz, por cierto. Y casi tanto, también, como Charles Bronson, el hombre sin nombre de Hasta que llegó su hora. A mi juicio, el tipo más duro de la historia del cine. Un tipo con el que Walker (Marvin) comparte mirada, gravedad, contención, laconismo, frialdad, inclemencia… y hasta ausencia de nombre. En el caso de Walker, obviamente, de nombre de pila. Pero de nombre al fin y al cabo.
Dejando al margen la soberbia composición de Marvin, sin embargo, lo que más me fascina de A quemarropa son los destellos de gran cine que le imprime Boorman: su técnica narrativa a base de flashbacks, su cámara lenta a lo Peckinpah, su poderoso erotismo, su cuidada recreación de ambientes —a veces sórdidos y, a veces, elegantes— y, sobre todo, el incuestionable vigor de sus mejores secuencias (en especial la de las persistentes pisadas en la estación de metro, la de la irrupción de Walker en casa de su esposa vaciando el cargador en el humeante colchón matrimonial y la de Angie Dickinson abofeteando a un impávido Marvin hasta quedar absolutamente exhausta). Secuencias, todas ellas, que deberían figurar, a mi juicio, en cualquier manual cinéfilo de escenas para la posteridad.
Ocho rocosas estrellitas, pues, para un más que digno ejercicio de neo-noir que —pese a la innegable simpleza de su guión— me parece muy pero que muy recomendable para todos los que opinamos que el cine de autor y el de género nunca deberían haber reñido. A quemarropa es la prueba.
Segundo largometraje del realizador británico John Boorman (Shepperton, Inglaterra, 1933). El guión, de Alexander Jacobs, David Newhouse y Rafe Newhouse, adapta libremente la novela The Hunter (1962), de Richard Stark, pseudónimo del novelista norteamericano Donald Westlake (1933-2008). Se rueda en escenarios reales de la isla de Alcatraz (Bahía de San Francisco), L.A. (aeropuerto, Santa Mónica, West Hollywood…) y en platós de los MGM Studios (Culver City, L.A.). Producido por Judd Bernard y Robert Chartoff para MGM, se estrena el 30-VIII-1967 (EEUU).
La acción dramática tiene lugar en la ciudad de L.A. y alrededores en 1965/66, con un prólogo anterior. Walker (Marvin) es un ex presidiario de Alcatraz, dedicado a la delincuencia y relacionado con un grupo mafioso llamado coloquialmente la organización. Tras un asalto nocturno (1964) a un banco junto con su mujer, Lynne (Acker), y su mejor amigo, Mal Reese (Vernon), y antes de repartir el botín, es traicionado, tiroteado y abandonado por éstos, aparentemente muerto, en una antigua celda de la prisión de Alcatraz (clausurada en 1963). Meses después, recuperado de las heridas, decide buscar (1965) a la pareja de amantes en la ciudad de L.A. Walker es un personaje solitario, frío, físicamente fuerte, obsesivo, atormentado, vengativo y despiadado.
El film suma crimen, gángsters, cine neo-noir, drama, acción, suspense, misterio y thriller. Desarrolla una historia vigorosa de venganza a toda costa entre malhechores, que se inscribe en la tradición del cine negro americano. El relato incorpora una mujer fatal, personajes atormentados, deslealtades personales, traiciones, caracteres oscuros y sombríos, ambientes angustiosos, antihéroes, etc.
La narración adquiere un tono crispado, alucinante, tenso y perturbador. Hace uso de cuidados cambios de ritmo, efectos sonoros inquietantes (gritos de una mujer que se superponen a los de una canción), un nivel de violencia superior al habitual en el momento del estreno, escenas hirientes de sexo, imágenes urbanas desoladas, saltos de tiempo hacia delante y hacia atrás, cambios súbitos de ubicación, repeticiones de imágenes, etc. Añade una admirable descripción de ambientes y una construcción sólida de caracteres. Los diálogos son concisos, cortantes y estilizados. Walker deviene uno de los tipos más duros, crueles y despiadados del cine americano.