55 días en Pekín
Sinopsis de la película
China, año 1900. Las embajadas extranjeras en Pekín deben hacer frente a la sangrienta revuelta nacionalista desencadenada por los boxers, que se dedican a asesinar cristianos. Dentro de un recinto amurallado, el embajador inglés se une a los miembros de otras delegaciones en un desesperado intento por resistir el asedio.
Detalles de la película
- Titulo Original: 55 Days at Peking
- Año: 1963
- Duración: 154
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Opinión de la crítica
Película
7
38 valoraciones en total
Ignoro si Nicholas Ray o el productor S. Bronston se inspiraron en el Álamo a la hora de enfocar 55 días en Pekín, pero lo cierto es que la supera con creces. El contexto histórico del film está bien definido aunque se tomaron algunas licencias que no se ajustan a la Historia.
La aparición de Heston con su regimiento, la entrada a la fiesta con Ava Gardner o la impoluta serenidad de David Niven -el mejor de los tres- durante toda la película otorgan a ésta un embellecimiento añadido. El trabajo de los actores es de notable.
Los decorados y los exteriores son parte indispensable de 55 días en Pekín, así como el empecinamiento de unos pocos por no bajar los brazos para seguir robando y empobreciendo al país más grande de la Historia del Hombre: China. Pero politiqueos aparte, 55 días en Pekín hace justicia al tipo de películas de aventura que se filmaban antes. No queremos ver a Gladiator en plan mosquetero, ni a Braveheart en plan político de altura, prefiero ver a Heston y a Niven mil veces más.
Aventuras con categoría. 9.1
– Los barcos navegan sobre el agua y sobre el agua naufragan. El fin de mi dinastía ha llegado.
Hasta los grande mega-espectaculos de Hollywood envejecen de mala manera. A diferencia de otras coetáneas, en este caso uno no puede evitar los bostezos a pesar de los mastodónticos decorados, el reparto excepcional y el Cinemascope. Ideológicamente la sucesión de tópicos nacionales se hace bastante indigesta, desde la superioridad racial de los británicos hasta el pragmatismo mamporrero de los estadounidense, pasando por la pobre visión que se da de los chinos, David Niven está estupendo como Sir, pero el British Empire llega un momento en que se hace insufrible. Por lo demás, Charlton Heston (póngase la voz de Florentino Fernández) pone presencia física y testosterona, Ava Gardner está bastante desmejorada y, por razones que no acabo de comprender, algunos personajes de chino los hacen occidentales de ojos maquillados. La acción es animada, con muchos extras, tiros y planos generales, pero a la trama le falta gancho y hay bastantes tiempos muertos que son llenados con viejunadas a la luz de la luna. En definitiva, a años luz de Cleopatra o Ben-Hur.
Por allá, por 1840, el Reino Unido (Sometido) de la Gran Bretaña, de fauces abiertas hacia cualquier país frágil donde hubiesen importantes riquezas, estaba abonando terreno para apoderarse de una gran parte de la China imperial. Mordiendo la presa, se hallaban también los lobos alemanes, franceses, estadounidenses, japoneses, españoles, austríacos y rusos, pero, los ingleses eran los lobos más feroces y hallaban peleándose el negocio del opio, que el país prohibía, pero, que ellos estaban dispuestos a preservar para surtir al sudeste asiático que les venía dejando apreciables divisas. De otro lado, los sires se habían apoderado ya de Hong Kong y otras islas cercanas, habían forzado la apertura de puertos para que el comercio europeo entrara sin dificultades, y la fuerte influencia que venían logrando rusos, franceses y japoneses en especial, estaba poniendo en aprietos a la dinastía Qing, que comenzaba a temer que su nación les fuese arrebatada. El atraso tecnológico, cultural y económico de la China imperial, la estaba convirtiendo en un ratoncito para los lobos hambrientos.
Con profunda inconformidad, y hartos ya de los improcedentes intrusos, los chinos ven pasar, el para ellos, amargo siglo XIX… y justo cuando se inicia el nuevo siglo -exactamente en el año 1900-, un numeroso grupo de valientes e inconformes jóvenes que se ha venido reclutando secretamente desde algunos años atrás, y que se hace llamar, La Sociedad de los Puños Armoniosos (que, como es su costumbre, para no exaltarlos los invasores llaman peyorativamente, the boxers=los boxeadores), se lanza con toda su furia dispuestos a arrojar de su país a las grandes potencias… incluidos los políticos corruptos que se habían puesto a su servicio, los evangelizadores romanos que pretendían sacar a Buda para introducir el cristianismo… y hasta un sector del pueblo que se había sumado neciamente a sus colonizadoras pretensiones.
Estos hechos constituyen el eje central de, <<55 DÍAS EN PEKÍN>>, otro de esos filmes que, cada tanto, se hacen para tergiversar la historia y para limpiar el sucio pasado de los países imperialistas. El ejercicio es rotundo: Un grupo de actores de primera línea (Heston, Niven, Gardner…), un director renombrado (nada menos que Nicholas Ray, quien acababa de llenar las taquillas con King of Kings), y un equipo técnico sobresaliente, que incluye a, Dimitri Tiomkin, para apuntalar una emotiva banda sonora, unos notables diseñadores de sets, y en especial, un director de segunda unidad experto en escenas de acción llamado, Andrew Marton (recuerden la escena de cuadrigas de, Ben Hur). Con semejante despliegue, el plato queda gustosamente servido… y el público incauto agradece otra buena dosis de cine alienante y adormecedor, que manipula la historia y lo induce a creer que los malos han sido siempre los invadidos. Se cuenta que, Ray, peleó tanto con el productor, Samuel Bronston, por sus absurdas imposiciones argumentales que sufrió un infarto que lo llevó a abandonar el rodaje, el cual fue cedido al director, Guy Green.
Sólo resuenan en mis oídos las fehacientes palabras de la emperatriz, Tzu-Hsi: Nada hay tan sagrado como la paz, ni existe mayor desastre que una guerra insensata.
Estamos ante un verdadero portento de película, un de los últimos trabajos de Nicholas Ray en una de las mejores superproducciones de la historia del cine. Es una película atractiva y mucho más interesante ahora que en su época, una película que se ve con mucha alegría y que se asiste a todo un espectáculo cada vez que se ve. Es de una frescura especial.
Es destacable en muchos aspectos, pero principalmente la dirección artística y los decorados. Fue uno de los decorados más grandes que se han hecho, Pekín, la muralla… Unos decorados maravillosos.
Desacatar también la brillantez de los diálogos que son todos muy acertados. Y por supuesto las interpretaciones, empezando por David Niven, haciendo gala, aquí más que nunca, de esa diplomacia innata. A Charlton Heston que estaba en su cima, en su mejor etapa. Y también a la gran Ava Gardner, quien estaba en su etapa de decadencia y de afición al alcohol.
Pero en lo que más destacó esta película fue por su dirección. Fue un rodaje tan complicado que llegó un momento en el que ya no se sabía quien estaba dirigiendo realmente, ya que en los tres meses que duró el rodaje Nicholas Ray rectificaba día a día todo el guión, cosa que enfurecía mucho a Heston. Y a esto se unió la ausencia del propio director por un par de semanas enfermo, ante lo cual el equipo técnico rodó lo que faltaba del metraje, dándole a algunas escenas un sentido épico que no correspondía con la intención del director. Pero sin ninguna duda se nota mucho la marca, el sello de Nicholas Ray en los momentos más intimistas, en los más personales. No hay que olvidar que fue Ray quien más influyó en la nouvelle back francesa, y ese sello siempre se nota en determinadas escenas.
En definitiva estamos ante una película fecunda, con una fuerza extraordinaria y que trata sobre la diplomacia, tiene toda una lectura política de lo más actual. El tema de las naciones unidad, el tema de permanecer en un país sin saber mucho cuales son las intenciones que se esconden detrás, el tema de los extranjeros invasores, el tema de la diplomacia, del diálogo… Y luego también reflexiona sobre las relaciones humana, sobre la amistad, la envidia, el amor… Es un verdadero espectáculo imprescindible.
Probablemente la mejor película de toda la factoría Bronston la encontramos en esta fantástica 55 días en Pekín –aunque El Cid tiene momentos de mayor épica que no se alcanzan aquí- ya que además de un gran reparto y unos magníficos aspectos técnicos nos encontramos con una historia muy interesante que en contra de lo que se comenta habitualmente tiene una gran coincidencia con los verdaderos hechos históricos ya que la rebelión de los boxers es una manifestación de xenofobia –justificada o no, ese es otro cantar- que aparece muy bien retratada en la cinta.
Fantástica dirigida la película por Nicholas Ray y también en varias secuencias después de la marcha de Ray por Andrew Marton (Las minas del rey Salomón El día más largo), es un ejemplo casi perfecto de combinar una historia bélica-política con la parte dramática, cosa que raras veces se consigue.
Desde el punto de vista histórico ya digo que es muy correcta, es verdad que faltan algunos hechos que hubiesen sido interesantes como el asesinato de los cristianos chinos y no centrarse tanto en los europeos, o ver como más de 5.000 chinos lucharon enel rescate al lado de las potencias extranjeros, algo que tampoco nos muestran, pero es normal es una película angloamericana muy egocéntrica pero excelente y por eso hay que agradecer al ruso-americano Samuel Bronston que la produjera con esos medios y en nuestros país. También hay que añadir que la mayor parte de los asesinatos y venganzas que se cometieron por allá después de los hechos fueron sobre todo obra de los alemanes.
Sobre los actores me gustaría quitarme el sombrero con David Niven, que está más gentleman que nunca, incluso cuando se disfraza de boxer con cinta en la cabeza, y reconocer de una vez que es uno de los cinco más grandes actores británicos de todos los tiempos.
Sobre Ava Gardner poco que decir, no es una actriz que me interese especialmente, lo mejor es verla alcoholizada en la mayor parte de los planos y que Heston decidiera cambiar su final en el guión.
Y hablando del Rey de Roma, pues comentar una vez más que ese último superactor que queda vivo que es Charlton Heston está que se sale. Como siempre. Por cierto que haría muchas películas en la primera mitad de los sesenta donde un hombre resiste contra otros muchos en un fuerte o castillo, véase El Cid, El señor de la guerra Kartum o esta misma.
Por cierto disiento profundamente con Txarly. China, civilización práctica por antonomasia no es a mi juicio el país más grande de la Historia del Hombre. Yo me quedo con la India, donde el pensamiento, el arte, la filosofía y la religión han sido muy superiores a la de los chinos. Además los indios no son xenófobos. Cuestión de gustos. Claro que si lo que se trata es de hacer maquinitas, obras de ingeniería, darle a la pólvora o montar muros, entonces te entiendo. Yo prefiero otras cosas.