42 segundos
Sinopsis de la película
A pocos meses de las olimpiadas de Barcelona 92, la selección española de waterpolo tiene todos los números para pasar sin pena ni gloria. No están preparados y necesitan un golpe de efecto si no quieren hacer el ridículo jugando en su propia casa. Ese revulsivo llega en forma de nuevo entrenador con fama de duro y técnicas de trabajo más que cuestionables. Por si fuera poco, la selección cuenta con dos líderes enfrentados por su manera de entender este deporte: Manel Estiarte y Pedro García Aguado. Pero gracias a un esfuerzo sobrehumano, al trabajo en equipo y al apoyo de todo un país, demostrarán al mundo entero que se puede llegar más allá de donde nunca imaginaron.
Detalles de la película
- Titulo Original: 42 segundos
- Año: 2022
- Duración: 106
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Opinión de la crítica
6.9
80 valoraciones en total
Escribió Truman Capote, que cuando Dios te concede un don en una mano, en la otra mano te pone un látigo que sirve solamente para autofustigarte. Lo dijo para la gracia de la escritura, de la literatura,pero me parece que la frase sirve para cualquier otro don.
Dicho esto, creo que cualquier aficionado al deporte en general lo pasará en grande viendo 42 segundos. No importa que uno apenas sepa nada de waterpolo, ni tampoco de lo que aconteció en Barcelona 92 y en Atlanta 96, con la mejor selección española de todos los tiempos en este campo. La película cuenta lo suficiente para que uno se meta a fondo en la historia, sin embargo, encontré a faltar algunos datos que creo cualquier aficionado al deporte hubiera agradecido. Seguramente la película funciona perfectamente sin ellos, no obstante, si se quiere ahondar un poco más, ahí van algunas pistas.
Manel Estiarte. Estamos hablando del llamado Maradona del waterpolo. Estiarte fue elegido mejor jugador del mundo 7 años seguidos, de 1986 a 1992, ahí es nada. Jugaba en Italia porque allí se valoraba el waterpolo, la liga tenía más nivel y lógicamente se ganaba más dinero. Manel no es muy alto (1,75) flaco y ligero (62 kilos), según la wikipedia, un físico muy alejado del armario que se supone debe ser un jugador de waterpolo, pero casi increíblemente era un jugador único e imparable, con un lanzamiento excepcional, y siempre era el máximo goleador allí donde jugaba.
Pedro Garcia Aguado. La otra gran estrella de la selección. 1,93 cm y 100Kg de músculo, una roca, imbatible e imprescindible, como dice en el film su entrenador cuando se da cuenta que no lo puede echar del equipo sin que todo el proyecto se vaya al traste. Aunque en el film no se acaba de entender el porqué, pues vemos a Manel y a Pedro con un físico parecido, cuando no tenían nada que ver, pues eran David y Goliat.
El acierto directivo y el mito yugoeslavo. Pues sí, siempre tienen que darse muchas circunstancias favorables para que un equipo o una selección lleguen a ser los mejores del mundo. El waterpolo en esa época, era cosa de los clubs catalanes, y aun lo sigue siendo. El acierto de los directivos fue dinamitar ese monopolio acomodaticio y dar entrada a jóvenes jugadores, la mayoría madrileños, que venían de ganarlo todo en categorías inferiores. Estos jugadores eran muy buenos técnicamente, fuertes y ambiciosos, la mayoría ya vivían en Barcelona becados por la Residencia Blume, y tenían en tormo a los 20 años (Estiarte tenía 30 ). Esa mezcla de juventud y experiencia y el cambio de esquema fueron fundamentales. Luego se buscó a un entrenador que era un ogro despiadado. En esa época existía el mito yugoslavo. Los yugoeslavos nos ganaban en todo, nos apabullaban en baloncesto y balonmano, eran más fuertes, más disciplinados, y competitivos en un grado que aquí nos dejaba atónitos. Si te tocaba un entrenador yugoslavo sabias que ibas a sudar sangre. Si no mueres en el intento serás más fuerte, sin duda. Cuando Dragan suelta sus crueldades creo que en la sala era el único que me reía, pero mi risa respondía a la perplejidad de: como se puede ser tan hijo de la gran puta con esa naturalidad .
Creo que hay que saber estas cosas antes de ver la película, pues, aunque ahí se cuentan, a mi parecer no se cuentan del todo o no se cuentan del todo bien. Aunque pude ser también que haya demasiado para contar, y que tanto Estiarte, como Garcia Aguado, como Jesús Rollan (el portero de la selección al que apenas se menciona) merezcan una película cada uno para ellos solos.
Acabo. La película está dignísimamente rodada, no aburre con las escenas propiamente deportivas, y está más que correctamente interpretada por los dos personajes principales, centrándose, acertadamente, en la personalidad de los dos líderes, en sus traumas personales y conflictos, y a mi modo de ver, en la forma ejemplar con la que saben superar unas diferencias que parecían en principio irreconciliables.
Para disfrutar del mejor cine de deportes, sin importar de que deporte se trate.
Los dramas deportivos llevan tanto tiempo entre nosotros, especialmente al otro lado del charco donde cada año se hacen varias películas de esta corte y suelen tener bastante éxito, que se han establecido casi como un género cinematográfico en sí mismo.
Y es sorprendente ya que hablamos de un tipo de película donde no suele innovarse mucho a nivel argumental ya que la gran mayoría de estas propuestas suelen cumplir un esquema muy marcado: Un inicio con el entrenamiento y distintas desavenencias, posteriormente da comienzo la competición en cuestión para la que el protagonista o los protagonistas se estuviesen preparando y donde solemos ver como la película va a ir elevando el ritmo narrativo paulatinamente y, por último, un final por todo lo alto con claves de cine puramente épico y multitud de momentos emotivos con el subtexto de la superación personal tremendamente marcado y ese mensaje en forma de si te esfuerzas, todo va a ser posible.
Reconozco que, a pesar de la habitual falta de sorpresa en estas películas, me encuentro entre sus seguidores. Disfruto mucho con este tipo de cine y, 42 segundos, la película que nos atañe, no ha sido ninguna excepción.
La cinta, que llegará a los cines españoles este 2 de septiembre, nos cuenta la historia real de la selección española de waterpolo durante una horquilla de tiempo que va desde marzo del 92 hasta el final de los juegos olímpicos de Barcelona en agosto de ese mismo año. Y lo hace, obviamente, siguiendo el esquema anteriormente citado, pero con algunas variaciones que resultan muy interesantes de analizar.
La película, como podéis suponer, empieza con esa fase de entrenamiento y acople de las distintas piezas nuevas del equipo. Está muy bien rodada, y realiza una más que interesante recreación de la Barcelona preolímpica (diría que de la Orden ha tenido mucho que ver en esto). Aportando, además, algunos buenos momentos cómicos. Posteriormente, y una vez ya llegamos al inicio del torneo olímpico, sí que se producen cambios notables en el esquema que citaba con anterioridad.
En esa segunda fase del largometraje, en lugar de seguir el esquema de ir aumentando la épica poco a poco con el paso de los partidos, la película opta por quitar el foco de los primeros resultados del torneo (que se ventila con bastante rapidez y utiliza algunas imágenes de archivo para contextualizar) y lo coloca en el drama que estaban viviendo algunos de los jugadores que formaban parte del equipo. Algo que empiezan a sembrar durante el primer tercio de la película pero que es en el segundo tercio donde mejor se trata y explora con profundidad.
Conversaciones entre jugadores, algún recurso visual potentísimo como el momento bajo el agua (intento ser críptico para no hacer spoilers a nadie que no conozca las historias reales de antemano) y esas interrelaciones que se establecen dentro del equipo son el alma de toda la cinta y lo que, a mí particularmente, mejor me ha parecido de todo ello.
Creo que, en una historia como esta, con las situaciones tan complicadas que vivían algunos de los protagonistas, era importante no dejárselas fuera en favor del espectáculo y atreverse a bajarse al barro de lo más dramático y menos épico. Que quizá venda menos pero que, desde luego, te aporta un extra cualitativo.
Posteriormente, la cinta se adentra en su tercio final para volver al esquema anteriormente citado y cumplir con su parte del trato. Todas las conclusiones son apoteósicas y vibrantes. Y, realmente, se viven como una verdadera lucha. Como si estuviéramos nosotros también nadando en esa piscina y jugándonos la vida en cada una de las acciones que marcarían el devenir del torneo. Viviendo, con total intensidad, esos 42 segundos que lo cambiarían todo y que dan nombre al largometraje.
En definitiva, estamos ante una cinta dramáticamente muy lograda y de las que dejan cierto poso en el espectador. Que consigue atraparte precisamente desde ese drama de personajes. No necesitando, por lo tanto, abusar de la épica hasta que llega su tercio final donde si se vuelve prácticamente imprescindible. Es una película emotiva, de ritmo alto y tremendamente entretenida donde aquellos que no conozcan los hechos que aquí se narran, se llevarán algunas sorpresas. Es cierto, eso sí, que en algunos momentos tira de tópicos. Pero no creo que le resten valor cinematográfico al conjunto. Muy recomendable.
Twitter: @QuiqueMartin27, colaborador de Mundoplustv
’42 segundos’ es un drama deportivo que sigue las peripecias de la selección española de waterpolo en las Olimpiadas de Barcelona 92. He tenido la suerte de acudir al preestreno de la cinta española (siendo bastante triste lo vacía que estaba la sala, con un público que desaprovecha este tipo de oportunidades…), y la verdad es que he salido encantado de la sala, gracias a una propuesta consciente de sí misma, sin intención alguna de reinventar el género, y que cumple su cometido a la perfección.
En la dirección tenemos al debutante Àlex Murrull (también director de fotografía) y a Dani de la Orden. Respecto a este último, tiene una filmografía tan curiosa como irregular, con comedias de usar y tirar, así como producciones más inspiradas (no me cansaré de recomendar la maravillosa ‘Litus’, la divertida ‘Mamá o papá‘, o la reivindicable ‘Loco por ella‘), siendo un cineasta a tener en cuenta, a pesar de algunas producciones olvidables.
Afortunadamente, éste no es el caso, ya que junto a su compañero, realiza una labor tras las cámaras encomiable, jugando con una interesante paleta de colores (sepia cuando entrenan en Andorra, más colorida en la parte final) y presentando una factura técnica más que efectiva, con mención especial al montaje, como en la memorable escena del entrenamiento (atención a la selección musical).
Eso sí, quizás le encuentre un pequeño contra, ya que me hubiese gustado ver más escenas de partidos, poniendo sus responsables toda la carne en el asador en el desenlace, pero pasando por el resto de forma superficial. Entiendo las dificultades de rodar en el agua y de recrear un partido de waterpolo, pero era la oportunidad perfecta para redondear el conjunto añadiendo más espectacularidad, dejando la sensación de que la desaprovechan, con unas escenas acuáticas que quizás no estén a la altura del resto de elementos. A pesar de ello, la película no tiene nada que envidiar a otros dramas deportivos al otro lado del charco, y me refiero también al guion.
Y es que el film tiene claras las bases del género, bebiendo de propuestas similares y presentando una historia que quizás suene a ya vista, pero que deja la sensación de que se han hecho los deberes, con un gran trabajo por parte del guionista, el cual no renuncia al clasicismo de la historia, aceptando y respetando las reglas del género de los dramas deportivos. No ofrece nada nuevo, ni falta que hace, porque la cinta tiene las ideas muy claras, saliendo totalmente airosa respecto a otras producciones de la misma índole. A destacar cómo se abordan temas como los de las adicciones y excesos, así como el sentimiento de culpa y los traumas personales, y sin olvidar lo bien dibujados que están los personajes, especialmente sus dos protagonistas principales, con dos actores en estado de gracia.
Por un lado tenemos a un inmenso Álvaro Cervantes, volviendo a confirmar que es el mejor actor de su generación y un monstruo de la interpretación. Estamos ante un auténtico camaleón, capaz de meterse en cualquier papel, y ésta no es la excepción, con un personaje comedido e introvertido, y al que Cervantes le sabe sacar todo el jugo.
Una delicia, y lo mismo se puede decir de su compañero, Jaime Lorente, un intérprete al que todavía no había visto en acción, pero que aquí convence con su efusiva e visceral actuación, haciendo de Pedro García Aguado (sí, el de ‘Hermano Mayor’). Se nota que le gusta hacer de chulo, y el papel le viene como anillo al dedo. Sobra decir que ambos tienen una química espectacular. Los secundarios también están estupendos, pero la mención especial es para un increíble Tarik Filipovic como entrenador del equipo. Por lo tanto, un reparto de diez.
En conclusión, estamos ante un gran drama deportivo como los de antes, hecho con cariño y esmero, y que es desde ya, y por derecho propio, una de las mejores producciones españolas del año, y posiblemente la mejor (espero que la tengan en cuenta para los próximos premios Goya, o tendremos un problema…). Podemos estar orgullosos.
Más críticas: ocioworld.net
*Dos Bandos
Desde el inicio, la formación de un nuevo equipo por iniciativa del entrenador Dragan Matutinovic, interpretado de manera brillante por Tarik Filipovic, expone las rencillas entre los deportistas de Barcelona y Madrid. Los madrileños parecen tener una cultura más libre y menos disciplinada, quizás como secuela del paso por la Movida. Los pertenecientes a la escuela barcelonesa no visten de forma ostentosa, ni tampoco son tan impulsivos. También la personalidad de los dos protagonistas acentúa más la rivalidad. Por estos motivos, las filosofías deportivas de las escuelas son totalmente diferentes.
Aún así, toda lectura política y cultural queda excluida cuando en la última fase se percibe el sentimiento de unión. El ambiente de vestuario cambia, los aficionados rugen por un mismo objetivo y todo queda relegado a un segundo plano. También encontramos lectura política en la rivalidad entre el entrenador Italiano y Dragan Matutinovic a consecuencia de los conflictos entre sus países natales.
Uno de los puntos fuertes de 42 Segundos, es su capacidad para concentrar toda la rivalidad en el juego. Las secuencias deportivas están cargadas de emoción, por un instante, sentimos lo que la grada en su momento aplaudía. No podemos quitar la mirada de la pelota. Sigue los patrones del género con una construcción similar a Carros de Fuego, Rocky o Whiplash… Estas cintas muestran un periodo de esfuerzo y superación, todas están creadas desde la intimidad de unos personajes que imponen su vocación sobre el resto de cosas. Normalmente, estos personajes pierden parcialmente una persona o una parte de su Yo.
En 42 Segundos el culmen de los protagonistas llega cuando por acto casi divino estos personajes se sumergen en el agua. Es el momento donde los traumas desaparecen. Pedro García y Manel Estiarte, junto a su equipo, consiguen saltar toda barrera por un objetivo común, ganar el oro. Aún así, la victoria tiene un significado completamente diferente para cada personaje.
*Unión
42 Segundos no solo toma como referentes películas deportivas. El planteamiento está muy cerca de copiar El Sargento de Hierro o La Chaqueta Metálica. Un grupo de jóvenes sometidos al yugo impuesto por una persona imponente. Dragan, al igual que sus referentes, busca a través del esfuerzo extremo el mejor perfeccionamiento físico y psicológico, además de una correcta disciplina. Se puede observar un entrenamiento similar en los barracones del ejército. Como en todas estas películas, la figura autoritaria termina siendo un motivo de unión para los jóvenes deportistas. Los lazos suelen ser más fuertes y duraderos por el único hecho de superar juntos una situación límite.
Uno de los rasgos que normalmente generan más satisfacción en estas historias es cuando los sometidos al esfuerzo reciben la aprobación del tirano. Esto también sucedía en Hasta el Último Hombre, y es necesario en esta pieza, ya que pone a todos los integrantes del equipo al mismo nivel. En la última fase de 42 Segundos nadie es más que nadie.
Es importantísimo mostrar la unión del equipo en el género deportivo. Siempre existe un lazo entre las figuras más importantes, ya que al final el aprendizaje es mutuo para los dos individuos. En el caso del boxeo, es habitual apreciar una relación muy estrecha entre el entrenador y el pupilo, que termina siendo una gran carga emotiva para la película. En este caso, la película establece dos enlaces, Dragan con su equipo y Manel con Pedro García, siendo el segundo más importante. Esta relación está plasmada perfectamente en la pantalla, es sin duda, el motor de la historia.
Por otro lado, la película también transmite un sentimiento de unión más allá del equipo. La celebración de las Olimpiadas transmite nostalgia y tensión. 42 Segundos es capaz de revivir un sentimiento lejano. El contexto se sumerge en la piscina junto al equipo y en ningún momento tenemos duda de que el partido se juega en casa. La energía del último encuentro acelera las pulsaciones y para el tiempo, incluso el pequeño homenaje que Pedro recibe se vuelve épico en las gradas. En este punto, sabemos perfectamente que la realización es excelente.
*Hechos reales
Al ser una película que revive un periodo concreto, hay dos formas de disfrutarla. Las personas que se enfrentan al visionado desde la postura del desconocimiento sentirán el suspense y la intriga del final. En cambio, aquellos que la visiten recordando el suceso, intercambiaran el suspense por la nostalgia. Ambas formas son muy disfrutables, ya que 42 Segundos no exige un mínimo de información. El trabajo de recreación y documentación está presente durante toda la pieza. Podemos encontrar referencias a momentos claves descritos en entrevistas por Pedro García Aguado o recreaciones idénticas sacadas de las grabaciones de aquella época. Aun así, tiene sus licencias narrativas, ya que no es una copia. Es una ficción, por tanto, está construida añadiendo elementos y sucesos con el interés de mejorar la trama.
42 Segundos a pesar de ser inevitablemente predecible, es atractiva y frenética. La decisión de utilizar actores como Jaime Lorente y Álvaro Cervantes es un anclaje para que los más jóvenes puedan ser conscientes de aquel suceso histórico. Además, las actuaciones son notables aún teniendo algún que otro momento forzado y artificial. Es imposible no empatizar con alguno de los dos protagonistas o con el equipo de waterpolo. Al final el deporte tiene su propio lenguaje y, cuando este es intenso, todos los defectos quedan camuflados. La película incita a poner las emociones por delante de los posibles errores técnicos o argumentales. El resultado se vuelve palpable con el nivel de excitación que el espectador es capaz de sentir sobre la butaca, al final son los pelos de punta los indicadores del funcionamiento de 42 Segundos.
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Escrito por Ismael Arias
Film que probablemente pase por la cartelera sin pena ni gloria y que me parece una de las mejores películas españolas que se han hecho en los últimos años.
Nos cuenta el desempeño de la selección española de Waterpolo en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Arranca desde mucho antes del comienzo de los mismos, desde el proceso de selección de entrenador y preselección integrantes del equipo Español, pasando por el duro proceso de entrenamiento al que se sometió el equipo español y el necesario cohexionado dentro del mismo, entre dos facciones en principio enfrentadas. Los últimos 25 o 30 minutos en los que se narra el partido final de la selección resultan absorbentes, de ahí mi valoración. En este sentido, una recomendación. No miréis en internet lo que sucedió en la realidad. Dejad que la película lo cuente, que lo hace magistralmente bien.
Entre las cuestiones técnicas, las interpretaciones son muy creíbles, los actores parecen realmente jugadores de waterpolo, por físico, técnica, se tira de hemeroteca para plasmar hitos como la designación de Barcelona para organizar las olimpiadas o el encendido de la antorcha olímpica, y se emplea el recurso de idiomas que no son el Castellano para narrar los partidos, lo que enriquece la película. La banda sonora es notable, etc.