17 instantes de una primavera (Miniserie de TV)
Sinopsis de la película
Miniserie de TV (1973). 12 capítulos. El Coronel soviético Isaev (Stirlitz), infiltrado en la Alemania fascista durante los 17 días del final de la segunda guerra mundial, ha logrado llegar a lo alto de la jerarquía fascista sin haber sido nunca descubierto. Sin embargo, sus colegas , Borman, Mueller y Schellenberg comienzan a sospechar de él. Stirlitz constantemente camina en el borde entre las dos identidades, mandando información a la URSS, mientras hábilmente mantiene la aparente lealtad al régimen nazi.
Detalles de la película
- Titulo Original: Semnadtsat mgnoveniy vesny
- Año: 1973
- Duración: 69
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Opinión de la crítica
Película
7.9
56 valoraciones en total
Sin ninguna duda, esta poco conocida serie es una de las mejores historias de espionaje que me han contado, y ha sido un verdadero placer descubrirla gracias a la reciente y oportuna edición en castellano de la novela homónima en la que se basa, en cuyo prólogo se hacía mención a la existencia de una exitosa versión televisiva.
A lo largo de doce capítulos de algo más de una hora de duración, la serie nos introduce en los meses finales de la Segunda Guerra Mundial, y más concretamente en Berlín, sede de un agonizante pero aún temible tercer Reich en el que sus principales figurones, sabedores de que su derrota es inminente, empiezan a maniobrar con el evidente objetivo de salvarse de la quema. El argumento se centra en la arriesgada labor desarrollada por un topo soviético (Stirlitz) que, infiltrado en la inteligencia nazi, intentará torpedear los intentos de los mencionados jerarcas por lograr una paz por separado con las potencias occidentales, al margen de los soviéticos.
Aparte de una historia apasionante y con altas dosis de verosimilitud en cuanto al fondo, la serie destaca por la fidelidad con la que adapta la novela original, circunstancia debida a que el guión fue escrito por el autor de la misma, Yulian Semyonov, y a que la dirección, a cargo de Tatyana Lioznova, supo evitar apresuramientos, jugando magistralmente con un tempo narrativo que alterna momentos de tensión y de reflexión. Otro aspecto de interés es el retrato que se hace de los líderes nazis, alejado de exageraciones y evitando caer en el trazo grueso. Por el contrario, nos son presentados de forma desapasionada y con verdadero interés por captar sus diversas personalidades, matices psicológicos y estrategias. Este sutil tratamiento se hace extensivo a los secundarios, de quienes siempre se aportan rasgos distintivos que ayudan al espectador a entender sus decisiones y su carácter. En este sentido, el personaje más difícil de abordar era el propio Stirlitz, por cuanto su papel se basa en la continua ocultación, en una aparente frialdad a toda prueba. Son los momentos en que se encuentra en soledad los que sirven para sugerir sus preocupaciones, sentimientos y recuerdos, y es de justicia destacar la brillantez con que son introducidos por la realizadora.
Rodada en blanco y negro, con una excelente ambientación en cuanto a localizaciones, decorados y vestuario, cuenta con un narrador en off, recurso que suele resultarme molesto, pero que en este caso cobra sentido, pues aclara el contexto (asimismo enriquecido por breves imágenes de archivo) en el que actúan los personajes y algunas motivaciones ocultas de los mismos. Además, la música, que oscila entre la sugerencia de la intriga y la evocación nostálgica, se ajusta como un guante a las imágenes, potenciando las sensaciones requeridas en el espectador. Carente de secuencias de acción espectaculares, pues son más bien escasas y breves, la serie cuenta con momentos brillantes centrados en los sentimientos de los personajes, destacando el recuerdo evocado por Stirlitz en un bar (a propósito de su esposa), de una sencillez y sensibilidad exquisitas.
Si el argumento es excelente y la realización muy notable, las interpretaciones rayan a gran altura en todo el reparto, haciéndose difícil destacar a alguno por encima del resto, no obstante, me parecieron singularmente meritorias las interpretaciones de Leonid Bronevoy (Müller) y Oleg Tabakov (Schellenberg), por lo bien que sugieren los principales rasgos psicológicos de sus personajes.
En esta llamada época dorada de las series, no está de más recordar que ya hace muchos años se hacían obras brillantes como la presente, y animo a todos los aficionados a que la disfruten, pues en opinión de quien esto escribe, se trata de la mejor serie de espionaje que ha visto nunca.