12
Sinopsis de la película
Un chico checheno de 18 años es acusado de asesinar a su padrastro, un oficial del ejército ruso. Su destino está en manos de los los doce miembros del jurado. La decisión debe ser unánime, pero cuando es una vida lo que está en juego, siempre es posible plantear una duda razonable que implique la revisión por parte de cada uno de los miembros del jurado de su inicial punto de vista. Versión libre del famoso filme de Lumet 12 hombres sin piedad .
Detalles de la película
- Titulo Original: 12
- Año: 2007
- Duración: 153
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Opinión de la crítica
Película
6.4
65 valoraciones en total
Ésta es la crítica que más problemas me ha dado, no porque 12 sea nada del otro mundo, sino que sus casi 3 horas de duración me hicieron del visionado algo tedioso e interminable.
La idea con que nos sorprende la pelícua en buena, pero está tan mal llevada a cabo que termina haciéndose insoportable. No engancha, no entretiene, no aporta prácticamente nada, y lo poco que innova se diluye en su más que excesivo metraje. El ritmo es soporífero y los personajes rayan lo absurdo, entre otras cosas por lo mal definidos que están.
Además, como ya han apuntado en críticas anteriores, la historia del chico es confusa e insignificante, sencillamente sobra.
No la recomiendo en absoluto, quizá si durase una hora menos mi opinión hubiese sido distinta, pero como no es el caso, se lleva un suspenso.
No sé por dónde empezar.
Por ejemplo, las actuaciones son bastante malas, no nos transmiten las sensaciones y las dudas que sí hacen en la película original. Además, cada personaje va a su bola, no parece que estén deliberando si matar a un hombre o no.
Sobran totalmente los flashbacks recordando la historia del acusado, no vienen al caso, no aportan nada trascendente a la historia. En la original no los había y fue mejor.
La duración es excesiva, dura dos horas y media y se nos comunica menos que en la original, cuya duración sí es óptima.
La dirección desde mi punto de vista deja mucho que desear, la película carece de tensión e intensidad, cosa que en la primera está a flor de piel.
Hasta el título no me gusta, ¿12?, de esta forma sólo se imaginan la trama los que conocen la primera, los demás no podrán hacerse una mínima idea de lo que trata. Lo deberían haber especificado más.
¿Para qué hacen un remake de 12 hombres sin piedad ?, no hacía falta. Y encima lo hacen fatal. Quien haya visto la primera se echará a llorar.
Vamos que tiene narices que estuviese nominada en los Oscars.
Estoy muy contento: me asomé a esta película un tanto preocupado al tratarse de una revisión de la obra de Reginald Rose que tan brillantemente había adaptado al cine Sidney Lumet hace medio siglo, pero a la vez atraído por la excelente trabajo de Mikhalkov tras la cámara durante tres décadas, pero, dos horas y media después, puedo decir que he visto una gran película, que completa, por así decirlo, el esbozo dibujado por Lumet. Mientras que en la peli americana, una hora más corta, se nos presentaba el personaje central, el de Henry Fonda, como una especie de superhéroe que, a través de la lógica, se esmera en convencer a los restantes once miembros del jurado partiendo de la existencia de una duda razonable, minimizando casi hasta la caricatura a esos once personajes, y obviando el papel del acusado, que se convierte en poco menos que un títere sometido a designios casi divinos, en esta versión rusa se profundiza mucho más en la psique de cada personaje, al mismo tiempo que el alter ego de Fonda va perdiendo protagonismo, desdibujando y dándole a cada uno a su vez la oportunidad de contar su historia, de ser conocido por los espectadores. A ello ayuda que todos tienen su propio espacio de expresión, su tratamiento personalizado, incluso, avanzando un paso más, casi nos deja de interesar el caso del chico checheno acusado, porque deseamos conocer a cada una de las personas que tienen el poder absoluto de condenarle de por vida. Esto también da pie a Mikhalkov y sus coguionistas a ofrecer un sutil retrato de la Rusia postsoviética, lo que es un aliciente más para disfrutar de la peli. Además, es de apreciar que el chico tenga protagonismo, que conozcamos su historia a través de flashbacks, lo que se nos había escamoteado tanto en el teatro como en la versión de Lumet. Incluso va más allá aún, buscando culpables, reflexionando sobre qué pasará con el muchacho, en definitiva, cerrando la historia y devolviendo la humanidad a los personajes.
Ah, y todos los actores, incluyendo al propio Mikhalkov, están espléndidos.
Quien más, quien menos, tiene en su mente las actuaciones de Henry Fonda, Jack Warden, Jack Lemmon, José Bódalo, Pedro Osinaga o Sancho Gracia, por mencionar algunos, en la recreación del libreto de Reginald Rose, pues bien: hay que intentar olvidarse de esos papeles para ponerse a ver esta nueva versión trasladada al mundo post soviético, con sus costumbres, manías, miedos, filias y odios que dan una nueva mirada de la deliberación de un jurado.
Una mirada que se hace extraña al principio, al irse la cámara de las cuatro paredes de la sala de deliberación, pero que nos atrae según van pasando los minutos (muchos más que los 95 originales) mientras nos muestra aspectos de la vida del acusado que no nos enseñaron las anteriores versiones.
El talento narrativo de Mikhalkov no vamos a descubrirlo ahora: ha sido capaz de mezclar el realismo mágico literario del mismísimo Chejov en Ojos Negros y la historia misma de Rusia, a través de excelentes títulos como El barbero de Siberia o Quemado por el sol . En esta ocasión no solo pone en jaque el sistema judicial contemporáneo en el que el jurado ha de decidir sobre la inocencia o culpabilidad del acusado -tal y como hizo Sidney Lumet en la obra de referencia que ha servido de origen para esta cinta, 12 hombres sin piedad – sino que además disecciona con gran frialdad -y habilidad- la situación sociopolítica actual de Rusia, desde su adaptación al neocapitalismo hasta sus conflictos bélicos con Chechenia. La galería de personajes que presenta está hecha con gran lucidez, examinando cada una de las capas sociales y cada una de las generaciones que componen la sociedad de cualquier país. Pero además de la habilidad en la dramaturgia del guión -que no flaquea en ningún momento, a pesar de estar centrado en doce personas encerradas en el gimnasio de un colegio, estando obligados a alcanzar una decisión unánime sobre el acusado- hay que sumar una gran agilidad narrativa, alternando intensos flashbacks y florituras visuales completamente justificadas que explicitan con gran habilidad los estados emotivos de cada uno de los personajes. A la hora de mostrar una revisión del clásico de Lumet, Mikhalkov ha estado soberbio, añadiendo mejoras notables que muestran una serie de personajes con miles de facetas, explicitadas a un ritmo pausado pero que termina enganchando por la capacidad de sorpresa, soltada con una gran habilidad y en forma de cuentagotas. Sería también injusto olvidar el recital que todos los actores -Mikhalkov incluido, que interpreta a uno de los hombres del jurado- realizan en el film, dotando al producto final de una entidad y un gran peso específico para lo que tenemos oportunidad de sufrir últimamente en las pantallas. Una cinta densa y densificada en su calidad.