Zorba el griego
Sinopsis de la película
Un joven escritor inglés viaja a Creta para tomar posesión de una pequeña propiedad que ha heredado. En el viaje conoce a Zorba, un hombre de carácter vitalista y de costumbres primitivas, que ejerce sobre él una gran influencia.
Detalles de la película
- Titulo Original: Alexis Zorbas aka
- Año: 1964
- Duración: 136
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Opinión de la crítica
Película
7.4
27 valoraciones en total
Me sorprendió esta película, sobretodo por cómo describe la sociedad cretense, unas veces con situaciones divertidas y otras con momentos que provocan asco e irritación, aunque el tema central sea probablemente la vida y la manera que cada uno tiene de tomársela.
Es curioso que los personajes protagonistas sean tan diferentes y puedan llevarse bien aunque lo más curioso es que sea el viejo Zorba (Anthony Quinn, que lo borda) el más optimista, vital y alocado mientras que el joven escritor (Alan Bates, clavadito a Mel Gibson) sea todo lo contrario.
Durante la película se van sucediendo una serie de acontecimientos casi siempre impredecibles y en algunos casos un poco forzados pero que al fin y al cabo sirven para contar una historia que sin ser ni triste ni alegre consigue dejar un mensaje optimista de la vida….vamos que dan ganas de bailar un sirtaki.
Maravillosa película. Es imposible verla y no querer abrazar a Anthonny Quinn.
No se puede actuar mejor.
Posiblemente, Zorba el griego sea la gran desconocida para los amantes del cine. Tan sólo cuando se nombra el Sirtaki, la gente se acuerda de Anthony Quinn bailando en una de tantas y tantas playas del paisaje cretense, y ni siquiera el sirtaki es un baile tradicional griego, ya que se creó expresamente para la adaptación cinematográfica de la obra maestra de Nikos Kazantzakis. En la Creta más profunda de la post guerra, y bajo la dirección del chipriota Michael Cacoyannis, se funden las personalidades de una gran dama francesa, soñadora de amores platónicos del pasado, un escritor inglés profundamente influenciado por la rigidez de la literatura y sociedad británicas, una viuda que añora con disfrutar un profundo amor, rompiendo con las limitaciones y férreas imposiciones de la pétrea sociedad helénica del momento, y un vividor cretense que disfruta el momento con insaciable voracidad, sabedor que sólo el destino marca el mañana de cada ser humano. Como sucede en casos similares, sólo la fuerte personalidad del amante de la vida es capaz de romper los grilletes de la sociedad que nos rodea y consigue aglutinar los sentimientos de los que le rodean para engrandecer su propia alma.
Anthony Quinn, en el mejor papel de su dilatada carrera cinematográfica, no sólo se ganó el reconocimiento de la crítica, sino que el gobierno griego le concedió el privilegio de otorgarle la ciudadanía griega, alzándole al olimpo de todos los amantes de Grecia, y uniendo su alma a la de Lord Byron para toda la eternidad.
La banda sonora, compuesta por Mikis Theodorakis, va más allá del Sirtaki de zorba. El compositor griego consigue que cada nota de su pentagrama se fusione con perfecta armonía a cada escena de la película, creando fragmentos que dejan al famoso Sirtaki como una mera anécdota de la misma.
Sin lugar a dudas, una obra maestra que no deben perderse los cinéfilos y todas aquellas almas que luchan, en el día a día, por revelarse contra las imposiciones de nuestra supérflua sociedad.
Una película que destila las esencias hedonistas y a la vez trágicas de la civilización mediterranea (¿Y qué hay más puramente mediterraneo que la antiquísima Creta?). A pesar de sus aspectos desgarradores Zorba el griego se erige en un auténtico canto a la vida simbolizado por ese ENORME Anthony Quinn en uno de los papeles de su vida (el otro fue en La Strada, curiosamente dos películas filmadas en Europa). Después de verla dan ganas de bailar y bailar un arrebatado sirtaki, apurando la vida hasta la última gota (incluyendo unos buenos tragos de vino).
Y qué decir de la fascinante y bellísima Irene Papas: al igual que el personaje interpretado por Alan Bates, me enamoré de ella, como lo oyen.
Lástima que no la pasen por la tele ni a las tres de la madrugada. Las nuevas generaciones deberían olvidarse por un momento de llenarse la cabeza con los bits epilépticos de la Nintendo, y aprender algo de la ternura y la llana sabiduría que transmite el personaje interpretado por Anthony Quinn.
Una pregunta sin respuesta, ¿de dónde sale este fenómeno de director? Así de lejos y de reojo podría decir que Mihalis Kakogiannis es una especie de Buñuel (por el tema), con toques de Berlanga (por el retrato campestre), al punto del primer Fellini (por las formas sucias y naturales) con una aroma permanente de Billy Wilder (por sus diálogos). Pero vamos, cada cual podría meter a cualquiera. Es tan sabroso. Al gusto amigos/as. Al gusto.
La elegancia se palpa en todo el film. No hay voz-en-off que te mastique el mensaje. Así pues, como buenos griegos, hay que contemplar.
10 escenas maravillosas para ponerle, como mínimo, un 9:
(Prólogo)
Los niños escuchando y espiando detrás de la valla, ellos se dan cuenta:
Respuesta yankee: sacar la escopeta de doble cañón y disparar al aire (o a los niños si hablamos de Tarantino).
Respuesta española: los niños empezarían a tocarse las partes. Nadie se daría cuenta.
Respuesta de Zorba el griego: coger una jarra y ahuyentarlos con agua. Primera lección.