Yo, él y Raquel
Sinopsis de la película
Greg pasa el último año del instituto de la forma más anónima posible, evitando todo tipo de relaciones, mientras en secreto hace extrañas películas con su único amigo. Esta situación cambiará cuando su madre le obliga a hacerse amigo de una compañera de clase con leucemia.
Detalles de la película
- Titulo Original: Me and Earl and the Dying Girl
- Año: 2015
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
7.1
74 valoraciones en total
¿Alguna vez os preguntasteis cuál sería el resultado de una película que aunara la chispa cómica de Edgar Wright, la extravagancia colorista de Wes Anderson y el cruel dramatismo de Clint Eastwood? Bueno, quizá nadie quisiese ver semejante filme pero la buena noticia es que tampoco hace falta. Me and Earl and the dying girl (o Yo, él y Raquel en nuestro idioma) es, sin lugar a duda, una de las mejores películas en lo que va de año -flaco halago- y con toda seguridad terminará en mi top 10 al final del mismo. El encargado de pulir semejante diamante es Alfonso Gómez Rejón mientras Thomas Mann, Olivia Cooke y RJ Cyler son los tres jóvenes protagonistas que le aportan el brillo y el carisma. La historia gira entorno a Greg, un adolescente inadaptado y acomplejado por sus autoimpuestas limitaciones que, en su último año de instituto, se encuentra ante la dantesca tarea de buscar su lugar en el mundo. Su amigo o colaborador -como Greg lo llama en la película- es Earl, con el que comparte una profunda pasión por los clásicos del cine. Todo en sus vidas es monótono y rutinario y nada ni nadie parece capaz de cambiar esto hasta que a Greg le obligan a visitar a una compañera de clase que padece leucemia.
Como decía anteriormente, el director muestra valentía y desparpajo no solo a la hora de presentarnos a los personajes y llevarlos a situaciones donde estos puedan desarrollarse y conectar con el público, sino también insuflándole oxígeno con una estética particular que por momentos recuerda a Wes Anderson ( Gran Hotel Budapest ). Pero, no se dejen engañar por su inexperiencia porque Rejón tampoco se acobarda a la hora de mostrarnos el lado más oscuro y doloroso de la trama y aunque su esfuerzo por otorgarle mayor dramatismo del necesario a la cinta no resulta del todo convincente ni coherente, no se le puede achacar el hecho de querer ser lo mas fidedigno posible con la novela en la que se basa. La duración es razonable, ninguna escena se siente fuera de lugar ni divaga del argumento principal, está bien editada y contiene numerosos guiños al séptimo arte que caerán simpáticos entre los cinéfilos. Las actuaciones son sorprendentemente buenas y digo que me sorprende porque, pese a su juventud, ningún actor se queda rezagado, todos ocupan la pantalla de manera ecuánime. Cada integrante de este terceto protagonista tiene gran personalidad y magnetismo ante la cámara. Aunque su gran trabajo también es secundado por unos secundarios de lujo que, a su manera, enriquecen el conjunto y le añaden matices a la trama principal. El guión, basado en una novela del mismo título, sobresale en muchos aspectos y fracasa en otros. No digo que sea a partes iguales, porque lo positivo pesa más que lo negativo, pero sí resulta frustrante y decepcionante algunas de las decisiones que toma el guionista sobretodo llegado el tercer acto. La fotografía es original y juguetona con los planos y con la posición de la cámara.
En conclusión, esta es una sorpresa con mayúsculas y es una de esas películas que pasa bajo el radar por su aparente simplicidad pero sorprende con una narración sincera, humana y realista sobre la vida de unos adolescentes que se unen por un capricho del destino, un fatal desencadenante como es el cáncer que terminará por formar un vínculo profundo y perenne. Recomendable para los curiosos y los amantes del cine independiente aunque no enamorará al que busque en ella pasar dos horas de entretenimiento desenfadado.
Una película independiente que nos pone en la piel de Greg, un chico que está acabando el instituto y no sabe que rumbo debe tomar, que tiene una baja autoestima y utiliza el sentido del humor como defensa y se mantiene lejos de relacionarse con otros para evitar el daño que esas relaciones puedan producirle.
Su relación más sólida es con Earl, con el que comparte su amor por el cine y con el que realiza versiones de películas.
Su rutina segura aunque algo vacía cambiará cuando su madre le obligue a ver a Rachel, una compañera con leucemia, y a pasar algo de tiempo con ella, comenzará entonces su amistad condenada que pasa de ser una imposición a ser la conexión más importante y significativa que había tenido, alguien que de verdad se preocupa por el sin tener ninguna obligación.
La historia está tratada con realismo y aunque no es original, si lo es la forma de contarla, con una narración distinta y un tono divertido. Es fácil conectar con sus personajes o emocionarse con su escena final. Y nos cuenta cómo siempre podemos descubrir algo nuevo de alguien a quién ya conocíamos, además de ser una película que respira amor por el cine.
Siempre es difícil plasmar en la pantalla un tema tan doloroso como es una enferdad, sobre todo cuando el perjudicado es un adolescente. El riesgo de caer en la sensiblería y en el llanto fácil es muy alto. Algo similar le ocurrió a Bajo la misma estrella, que probablemente fue la película que más salas de cine inundó con las lágrimas de miles de espectadores.
Yo, él y Raquel se aleja de esa fórmula. No quiere que nadie tenga un pañuelo durante las casi dos horas que dura la película. Al contrario, quiere que te rías y te diviertas. Leyendo la sinopsis puede chocar pero la realidad es que su fórmula está rozando el universo que creó el imaginativo Wes Anderson. Porque, ¿en qué se basa uno para decir esto? Pues en que todos los elementos característicos del director texano los podemos encontrar fácilmente aquí. Estoy hablando, sin duda, de la colorida y cuidadísima puesta en escena, de los personajes tan característicos como extravagantes, de los diálogos llenos de un humor sutil, de la división por capítulos o, ya si nos metemos en la parte técnica, de los movimientos rápidos de cámara, de la unión de una escena con otra mediante barridos o de los planos atípicos pero muy ingeniosos. Todo está milimétricamente colocado y compenetrado. Se nota que Alfonso Gomez-Rejon ha trabajado con directores de la talla de Alejandro Gonzalez Inarritu o Martin Scorsese.
Ya nos dice Greg varias veces durante la película que no va a ser la típica historia de amor y enfermedades: She survives… Don´t freak out . El motivo es que la trama no gira en torno a ella sino en torno a él. La enfermedad es simplemente una excusa para ver el proceso evolutivo de Greg. Hasta el momento solo había sido un crío que no sabía el futuro que le aguardaba y que simplemente se dedicaba a crear cortos junto con su co-worker Earl imitando los grandes clásicos del cine con los que se crió. Esas películas clásicas también nos indican, de forma indirecta, la personalidad suya. En su habitación tiene un poster de Los 400 golpes, film que ve de hecho en un momento dado. Y es que Greg tiene mucho de Antoine Doinel. Justamente la parte que sale es la última escena, cuando Doinel está en la playa y se da cuenta que empieza una nueva vida, pero no sabe el futuro que le deparará.
La amistad con Rachel producirá un cambio en él y conseguirá empatizar por primera vez en su vida con alguien – conocer una amistad de verdad-, donde realmente tenga sentimientos hacia la otra persona.
Si la película, en sus dos terceras partes, está envuelta en una comedia, tomándose con cinismo incluso la enfermedad (doomed relathionsip), es porque Greg inicialmente no siente nada por Raquel y solo será a medida que más está con ella cuando el drama (la gravedad del asunto) y sus sentimientos irán ganando en importancia.
Y después de estar una hora y media con sonrisas y carcajadas, el último tercio de la película está dominado por la tristeza y las lágrimas. Es, sin duda, un final maravilloso y que pone la guinda al pastel de lo que viene siendo una de las películas del año.
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Hay películas que funcionan durante la proyección como un engrasado artefacto de precisión y al terminar te preguntas cuáles son los logros de la cinta que te han permitido conectar de forma tan inmediata con la propuesta. Cuando además se trata de un género por el que siento una virulenta animadversión casi visceral… y por eso mismo me sorprende el buen sabor de boca que me ha dejado esta agridulce comedia de adolescentes suburbiales yanquis, llena de encanto, tópicos, buenas intenciones y edulcoraciones varias. Sin embargo, funciona a varios niveles, siendo el principal el excelente retrato de todos y cada uno de los personajes que pueblan su no tan plácido devenir.
Estamos ante un relato de aprendizaje: cómo desprenderse de una invisibilidad impuesta que te permite pasar desapercibido, te habilita a sustraerte de un entorno al que consideras hostil y del cual no participas sino de refilón, con disimulo, adoptando muchas pieles camaleónicas, dejándote siempre por definir, siempre por hacer, por miedo al rechazo, por pavor al compromiso. Es el colegio como antesala calamitosa a la universidad, otra trampa aún más compleja y difícil donde la cercanía de las personas se te puede volver aún más desagradable. Perder ese manto de invisibilidad protectora es salir a la vida adulta, con sus luces y sus sombras, con sus claroscuros y sus matices reveladores.
Como el título indica, tenemos tres personajes, por lo que podríamos estar ante un ensayo cuasi autobiográfico sobre el miedo a la vida, sobre el despertar a la realidad, sobre la necesidad de hacerse visible y buscar lo debido para crecer y madurar. Rehuir las dificultades, sortear los riesgos, quedarse en la indefinición permanente y continua para desactivar la ira de tus semejantes, eludir el peso de la responsabilidad para dejar todas las puertas abiertas sin decidirse por ninguna… eso es la adolescencia. Pero también es creatividad, lozanía, imaginación, combinación de elementos reconocidos para destilarlos en algo nuevo y revelador (ya sea utilizando el cine o cualquier otra fuente).
La frescura y lozanía de esta empresa contrasta con la gravedad del lance luctuoso de la muerte que sobrevuela las imágenes e impregna la narración casi desde el inicio y que proporciona algunos de los momentos más emotivos, serenos y emocionantes del cine reciente. Despedirse es crecer. Abrazar la pérdida es abrazar la vida. Estamos ante una pequeña joya que disimula su aquilatado linaje cinéfilo con esponjoso humor y juegos nada pueriles. Hay que mirar con mimo de dónde venimos para saber hacia dónde vamos. Una exquisitez.
Yo, él y Raquel es un (otro) compendio de las técnicas (tics) del cine indie reciente (y no tan reciente).
Rebobine, por favor.
La técnica de embaucar a través de la cinefilia popular. Los protagonistas de Yo, él y Raquel graban versiones caseras de El séptimo sello, Cowboy de medianoche, Rashomon… Podrían haberse dedicado a la recolecta de percebes o a la pesca de la sepia, pero no, porque (además de asegurarte una escena potencialmente emocional para el final del film) nunca se sabe si el espectador puede señalar la pantalla con el dedo y exclamar: ¡eh, pero si esa la he visto yo! , mientras sonríe, satisfecho.
10 razones para odiarte.
La técnica de crear tensión dramática en base a un (poco disimulado) equívoco. El recurrente empecé viéndote por [X1 motivo]… , … pero ahora lo hago por [X2 motivo]… , … así que no te enfades pensando que sigo haciéndolo por [X1 motivo], porque de corazón que lo hago por [X2 motivo] . X1 motivo suele traducirse como por obligación o por interés y X2 motivo suele ser porque me he dado cuenta de te quiero/te aprecio .
500 días juntos
La técnica de que el propio protagonista proclame, en algún momento de la película, que todo esto no es lo que parece que es… , porque una declaración de intenciones a tiempo crea la ilusión de producto honesto. Aunque, realmente, como si pillases a tu pareja en la cama con otra persona, sí es lo que parece.
Wes Anderson.
Un travelín lateral, un color chillón o la simetría ocasional de los elementos en un plano no son suficientes factores para que asegurar que Anderson y Gómez-Rejón comparten ADN. Anderson narra desde la fabulación, es el que dibuja las ilustraciones de un libro de cuentos. Gómez-Rejón lo que hace es una ironizar un drama, dándole la forma de comedia juvenil sardónica, moderna y autoconsciente. El Cine de Anderson es más ingenuo, más auténtico, tiene muchísimas más entrañas.
50/50, Intocable
La enfermedad, desde un distanciamiento cómico. Tratar un tema potencialmente dramático dejando claro que se está eludiendo ese dramatismo con una fina capa de sarcasmo es otra técnica bastante recurrente en estos tiempos. No es mi intención ser frívolo diciendo esto, como tampoco dudo que quisiese serlo el autor de la película de la dying girl.
Detention
Un barniz burlesco, una fingida indiferencia en el comportamiento de los personajes (alumnos de instituto). Aquí todos, incluido ese esperpéntico (y poco Andersoniano) profe drogata, tienen cierto aire de indolencia, de estar por encima de su propio guión, de lo que los propios espectadores esperan de ellos. Supongo que, de esta forma, la película pretende ser más inaudita y espabilada.
… [SPOILERS]
Yasujiro Ozu
Son palabras mayores, sí, pero el final de esta película tiene esa misma hermosura (pasada por un filtro de Instagram y en un tono manifiestamente más inmaduro) de las muertes en el cine del maestro japonés. Un cadáver no duele tanto como sus pertenencias, esas que, de pronto, quedan abandonadas sin dueño. La escena en que Greg revisa los objetos de su difunta amiga es, para una película de estas características y tono, espléndida.
El día a día de Greg visitando a la enferma. La escena encadena varias elipsis, Greg, en primera persona, entra una y otra vez, días diferentes, en la habitación de Raquel, y la descubre de una forma u otra, haciendo esta o aquella cosa, distraída o expectante, aburrida o afanada en alguna tarea. Es, también, un hallazgo de poesía cotidiana, de sutil emoción contenida.
…
Yo, él y Raquel es estimable e irritante. Hay potencial en ella, y también esa jactancia propia del cine indie que parece empeñado en auto-definirse continuamente, para no dejar paso a la crítica del espectador.
Gracias.