WALL•E
Sinopsis de la película
En el año 2800, en un planeta Tierra devastado y sin vida, tras cientos de solitarios años haciendo aquello para lo que fue construido -limpiar el planeta de basura- el pequeño robot WALL•E (acrónimo de Waste Allocation Load Lifter Earth-Class) descubre una nueva misión en su vida (además de recolectar cosas inservibles) cuando se encuentra con una moderna y lustrosa robot exploradora llamada EVE. Ambos viajarán a lo largo de la galaxia y vivirán una emocionante e inolvidable aventura…
Detalles de la película
- Titulo Original: WALL•E
- Año: 2008
- Duración: 103
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Opinión de la crítica
Película
7.9
84 valoraciones en total
¿Cuanto hacía que una entrada de cine no me parecía barata por lo mostrado en la pantalla?¿ Cuanto hace que no sentía que si me pedían el doble o el triple de dinero a la salida por lo visto, lo hubiera pagado encantado?¿Que se puede decir de una película en la cual los primeros 45 minutos solo tiene 3 palabras y alcanza una grandeza que duelen a la vista y al corazón de tan bellas?¿ Que se puede decir de una pelicula en la que esa tres palabras, sirven para expresar una gama de sentimientos tan grandes ? ¿Como puede una maquina pequeña emocionarme hasta las lágrimas, como ningún ser humano me emocionó en los ultimos 10 años?¿ como un pedacito de chatarra puede hacerme sentir amor, compasión, angustia, dolor y lo mas importante empatía!!!?? La respuesta todos estos interrogantes es WALL-E. Una película precisa y preciosa, que atesoraré en mi corazón por siempre. Un alegato hacia donde vamos como raza humana. Con guiños hacia Matrix, Yo Robot y un gran homenaje a 2001, Odisea del espacio, esta película no tiene un minuto de desperdicio. Con 36 años estoy esperando a que mis hijas me pidan volver a verla otra vez…Gente, no lo duden, vayan a verla si o si!!!
Antes de nada me gustaría aclarar que aborrezco bastante a los entusiastas. Sus altos niveles de fanatismo no hacen más que nublarles el criterio, lo cual obviamente supone un obstáculo insalvable a la hora de lograr un buen análisis de cualquier obra. Y una vez dicho esto, paso a declarar que con la productora de la lamparita haré una excepción. Así que gustosamente renuncio a mis principios para subirme al carro de los incondicionales. Porqué si algo he aprendido en estos años es que -salvo raros casos- Pixar, más que hacer películas, obra milagros. Si hay alguien que siente incómodo usando esta palabra, siempre podrá hablar de prodigios, o fenómenos pero nada que esté por debajo de este nivel.
En este caso contamos desde un buen principio con la garantía de Andrew Stanton, cuya carrera está precedida por los estupendos títulos ‘Bichos, una aventura en miniatura’ y por la estupenda ‘Buscando a Nemo’. En ambas películas trabajó como director y guionista, pero siempre acompañado. En este caso Pixar ha acertado de lleno otorgando todo el peso del proyecto al cineasta nacido en Massachussets. Así las cosas, Stanton está sólo ante el peligro, y aunque a estas alturas su talento ya estuviera más que demostrado, también es cierto que no todos los astros estaban alineados a su favor. Recordemos que hace justo un año Brad Bird había puesto altísimo el listón con su inolvidable ‘Ratatouille’. Además, ‘Wall•E’ se presentaba como un filme sin apenas diálogos, un factor que mal empleado, puede minar en cuestión de segundos la paciencia del respetable.
Va más allá que un magnífico homenaje al cine de ciencia ficción.
Pocos son los filmes con los que he sentido tanta nostalgia. Aún más pocos, aquellos que se adueñan de tu corazón y quedan grabados para siempre. Pero Wall.E no solo ha conseguido satisfactoriamente estos factores, ha despertado lo que dentro de mí se hallaba oculto en lo más recóndito de mí ser. Me ha despertado la capacidad de asombro que creí que había perdido hace tiempo. Me ha tocado en lo más fibra más profunda. Me ha hecho sentirme pleno y feliz (sensación efímera, pero el tiempo la hará eterna). He derramado unas cuantas lágrimas, pero he sonreído más de una vez también. He sentido el gozo de estar viendo este complejo arte llamado cine. Y este día se ha vuelto inmortal, Wall.E lo ha hecho.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras.
Podría pasar décadas escribiendo, y aún así, no plasmaría lo que he visto, lo que he sentido, en lo que me he convertido.
Fastuosa fábula, casi no posee diálogos, pero quien necesita de ello, cuando te enamora con hechos. Cuando la historia se fusiona bellamente con esa sublime animación y esa apoteósica música.
Wall.E es un robot, sí, y aún así aprendió a tener una personalidad. Eso y mucho más. Aprendió más de lo que muchos de nosotros aprendemos en una vida.
Se enamoró de algo (o alguien) que creyó jamás podría suceder. Se sentía solo en un planeta que cada vez deterioramos más y más (y tal parece que jamás nos importará). Había aprendido conceptos que tan sólo de acordarme de ellos, se me eriza mi piel.
Perseverar
Luchar
Soñar
Amar
Y bailar al ritmo de Put on your sunday clothes en Hello, Dolly!.
Para la posteridad quedarán esas preciosas escenas donde vemos a los protagonistas de tan hermosa aventura danzar bajo aquella bella música de antaño.
Encomiable trabajo de Thomas Newman a cargó de el score del filme. Impresionante animación, bella por donde se le vea. Historia de sueños, de frustraciones y de lucha, pero sobretodo, de esperanza. Mensaje que parte el alma. Final que sobrepasa todo lo hermoso que nos rodea. La atraviesa hasta convertirse en una estrella de la que tendremos que tomar como ejemplo para ser (o intentar, porque no) mejores personas.
Y si me lo permiten, tomaré de la mano lo que acabo de ver. Porque me ha enamorado. Porque la última lágrima que derrame se debía a la inmensidad del filme. Muchas gracias Pixar.
De un tiempo no muy lejano a esta parte, nos hemos acostumbrado a que el cine de dibujos animados reelabore conocidos patrones literarios y cinematográficos y bien los adapte al público infantil o bien los embadurne de más o menos fina ironía. En este sentido podríamos aventurar una marca de la casa para las principales creadoras de este tipo de filmes. Las historias de Pixar (Finding Nemo, Cars…), independientemente de las peculiaridades de sus protagonistas, han sido contadas mil y una veces antes. Las historias de DreamWorks (Shrek, Kung-Fu Panda) recurren con demasiada frecuencia a la parodia. Las historias de Aardman (Chicken run, Wallace & Gromit: the Curse of Were-Rabbit) están plagadas de referencias casi mitómanas.
Wall•E es una clásica fantasía científica utópica (más bien una distopía ) con tres partes temáticas y estilísticas bien pronunciadas. Si se me permite aventurar de nuevo, osaría bautizar cada una de estas tres partes de la historia con el nombre de un escritor de ciencia-ficción de cuyos estilo y temática recurrente parece nutrirse la historia.
La primera parte, la que transcurre en el planeta Tierra, la parte Richard Matheson. Wall•E es un individuo fuera de la sociedad, se ofrece una visión triste y desoladora de la civilización humana y un desgarrador retrato de la soledad del individuo. Sin lugar a dudas, la mejor parte de la película.
La segunda parte…
He esperado varios días para hacer mi crítica de Wall-E, una decisión un poco suicida por que ahora mismo ya cuenta con más de un centenar de ellas y la mía seguramente se hundirá en la miseria. Da igual, necesitaba liberar mis pensamientos sobre la nueva joya de Pixar, otra Obra Mayor, que si bien no llega a ser tan redonda como Ratatouille, alcanza un nivel que pocas compañías pueden alcanzar. Desde ya, Wall-E deja de ser una simple película de animación para trascender al propio cine, es arte digital, animado, al igual que muchas otras producciones que son ninguneadas por la forma en la que están realizadas.
Wall-E es, desde el minuto uno hasta el último, un poema al cine, una (cómo no) virguería visual que llega al fondo del espectador, al interior, y se queda grabado a fuego como pocas películas son capaces de lograr. Se ha hablado mucho entre la división de la película en otras dos : la parte muda, casi 40 minutos de CINE puro y duro, que bebe de fuentes como Keaton y sobretodo Chaplin (Luces en la ciudad por ejemplo), y una segunda donde se habla y pasan cosas un poco más diferentes, hay más humor y de paso se critica a la sociedad humana como pocas veces se ha hecho. Sí, el tema se había tratado, pero nunca, nunca jamás, de forma tan mordaz e hiriente sin, en realidad, hacerlo de forma amarillista ni nada similar.
La deshumanización, el constante uso de las máquinas, el mundo idílico que se crearía tras destruir la tierra, y ante todo, una historia de amor como telón de fondo entre Wall-E y EVE, dos robots que pasarán a la historia como unos de los mejores personajes animados que jamás se han creado. Escenas para el recuerdo podría citar muchas, pero prefiero que las descubráis por vosotros mismos. Wall-E es una película de animación, sí, pero una de esas que dignifican el género y demuestran que no sólo está a la altura de las películas con mejores interpretaciones, sino que se coloca a un nivel que sólo algunas compañías sueñan (lo siento, Dreamworks, nunca harás algo así), a un nivel inalcanzable en el que la técnica y el guión, la capacidad de narración y la capacidad de divertir, no chocan entre sí sino que se compenetran. Y no de forma sencilla, sino formando un todo sólido, complejo, memorable. Un todo inolvidable que hace que Wall-E sea mucho más que un film reivindicable, sino, desde ya, una de las cumbres de la ciencia-ficción, de la animación, de las películas románticas y de paso una colleja bien grande hacia la dirección a la que vamos.
Para qué negarlo: Pixar ha vuelto a lograrlo. Ya llevan dos filmes brillantes seguidos, e intuyo que UP! , la que llegará el año que viene, un homenaje a Hayao Miyazaki, estará al nivel. El tiempo lo dirá. De momento, a disfrutar del presente: id a ver Wall-E, una, dos o tres veces. Sólo id, disfrutad, y al acabar la proyección dejad la hipocresía a un lado y admitid que la animación es algo más que cosa de niños. Aunque me gustaría creer que esos prejuicios ya están superados.