Vive le Tour (C)
Sinopsis de la película
Los avituallamientos, las caídas y lesiones, el dopaje, el público, los puertos de montaña… son algunos de los temas que trata este documental sobre la carrera más importante y famosa del ciclismo: el Tour de Francia.
Detalles de la película
- Titulo Original: Vive le Tour (S)
- Año: 1962
- Duración: 19
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Opinión de la crítica
Película
6.9
68 valoraciones en total
Agradable, conmovedor testimonio filmado, de uno de los grandes y más independientes cineastas Franceses.
Sus temáticas varían, como los claroscuros de un pintor, siempre con el denominador común de un suceso singular argumentado e interesante. Su paleta fue cromáticamente amplia y variopinta. Huyendo de lo anodino.
La voz en off del ciclista gabacho, Jean Bobet, ganador de una París- Niza en 1955. Su mejor resultado fue un 14 puesto en el tour de ese mismo año.
A lo que iba, la voz del ex ciclista da pulmones a la narración, como veracidad y experiencia al tema.
La música acrecienta el brillo y aviva las imágenes, causando viveza y ritmo narrativo.
Toca, ya Malle, el tema maldito y recurrente hasta el fin de los tiempos, el dopaje .
Fantástica la escena, del desplome del ciclista por haber ingerido pescado en mal estado.
Así como el saqueo, que solían perpetrar en bares y restaurantes los propios pedalistas. Pantagruélica diversión.
Curioso cortometraje, que brinda a los amantes del ciclismo, un pitufin entretenido, colorido de lo que era el tour de Francia en los 60.
Con imágenes impresionantes e impresionistas, por lo vividas y hepatantes por la crudeza y realce de las mismas, de éste bello, duro, sacrificado y espectacular deporte.
Gracias, Louis Malle.
Yo viví a tope los triunfos de Miguel Induráin. Él fue el gran campeón ciclista de mi adolescencia, el que habré de recordar para siempre, porque logró que me aficionara a seguir uno de los deportes más duros del mundo con verdadera fiebre.
Era una época dorada para el ciclismo español. En casa no nos perdíamos ni una etapa de la Vuelta a España, del Giro de Italia ni del Tour, y también adorábamos a Perico Delgado, que entonces afrontaba sus últimos años en el deporte profesional hasta su retirada definitiva en 1994.
Me vienen a la memoria con nostalgia aquellas etapas durísimas que nosotros seguíamos por la tele, admirando a todos aquellos sacrificados atletas, tanto a Induráin y Perico, como a sus contrincantes.
En 1992 fuimos a ver el final de la Vuelta a España en Madrid, porque teníamos el gusanillo de vivir todo aquello en vivo y en directo. Nos apostábamos en puertos de montaña bajo el calor de aquel mayo abrasador, y ante nosotros desfilaba como un rayo toda la parafernalia que rodea a un evento ciclista (publicidad, agentes de seguridad en motos, periodistas, fotógrafos, los coches de los equipos y de la organización…), hasta que por fin pasaban como una flecha aquellos maillots de colores sobre dos ruedas y nosotros gritábamos con el resto del público. En Madrid capital, el circuito urbano nos permitió disfrutar mucho más del espectáculo, apostados tras las vallas de protección que despejaban la inmensa calzada del Paseo de la Castellana, por donde los corredores circularon varias veces. El calor era tremendo, así que no era difícil imaginar los aprietos de los deportistas pedaleando a una velocidad infernal a unos treinta y cinco (o más) grados de temperatura.
Y esa es la pasión del ciclismo. Y su dureza.
Años después, cuando Induráin se retiró y se pusieron de moda los escándalos por dopajes, todo aquello decayó para mí, hasta el punto de que decidí guardar aquellos años pletóricos en mi corazón y retirarme yo también del ciclismo.
No los olvidaré.
Documental de unos 18 minutos de duración, en color, con una voz en off que hace las veces de narrador, y dirigido en 1962 por el cineasta Louis Malle, Vive le Tour! es una buena muestra de la importante faceta documentalista de este director, en la que ya había destacado con el largometraje El mundo del silencio (Le monde du silence, 1956), codirigido junto con el famoso Jacques-Yves Cousteau.
Este trabajo sobre el Tour de Francia es interesante aunque el espectador no esté especialmente interesado en el ciclismo, pues no sólo describe esta carrera sino que también trata de registrar, en veloces instantáneas, la sociedad francesa del momento. En realidad, lo que hace este documento sobre este gran acontecimiento deportivo es analizar, en cierto modo, lo que tiene de fiesta colectiva. Sorprende que se hable ya del problema del dopaje, y sorprende un poco también que el ciclista más mencionado sea el español Federico Martín Bahamontes, entonces en la cresta de su carrera deportiva.
De todos lo reportajes o documentales sobre que he visto ciclismo, este de Louis Malle de 1962 es el que más me ha devuelto el esplendor y las miserias del ciclismo. En una época en la que el ciclismo era más épico si cabe que ahora, con menos control médico y comercial y más locura.
En el documental de Malle no se oculta nada y se muestra todo: los ciclistas orinando, los ciclistas entrando a por bebidas en bares del camino -y sin pagar-, los ciclistas rellenando bidones en fuentes del camino, los ciclistas metiendo los pies en pilones…
Pero sobre todo, por no ocultar nada, los ciclistas heridos tras una caída, o agotados, esforzándose hasta la extenuación por llegar a meta. La épica.
Y sin obviar el dopaje, que parece cosa de hace unos días.
Rostros hoy anónimos -reconocemos a Bahamonte- beben, comen, ayudan , se dejan ayudar, y se esfuerzan más allá de toda lógica por alcanzar la meta…
Un grandísimo documental de un maestro.