Viaje de ida
Sinopsis de la película
Dan Hardesty, un hombre sobre quien pesa una acusación de asesinato, viaja en un barco escoltado por un policía, haciendo una travesía desde Hong Kong a la prisión norteamericana de San Quintín. Durante el viaje conoce a Joan, una muchacha gravemente enferma del corazón, de la que se enamora. Dan intenta fugarse, pero regresa al ver que Joan está sufriendo un ataque. Es entonces cuando planean fugarse a México.
Detalles de la película
- Titulo Original: One Way Passage
- Año: 1932
- Duración: 68
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Opinión de la crítica
Película
6.8
54 valoraciones en total
Con poco metraje, escaso presupuesto y el mínimo bagaje que el cine sonoro llevaba en el año de la producción, esta historia de amor entre deshauciados, contundente, por poco matizada que esté, no deja de aportar algunos momentos de verdadera conmoción y algún que otro acierto, aunque en conjunto no resulte excesivamente defendible desde el punto de vista artístico (como casi todos los productos del periodo Precode, que en cambio es sociológicamente muy interesante). El galán William Powell, que viaja en trasatlántico desde Hong Kong a San Francisco, pasando por Honolulu, bajo la custodia del policía Warren Hymer, por haber escapado del país tras haber sido sentenciado a muerte por un asesinato del que no hay duda que es culpable (de su víctima sólo se dice que era una persona muy mala), inicia un romance con Kay Francis, una pasajera que padece una enfermedad cardíaca incurable y que prefiere disfrutar los meses de vida que le quedan en lugar de encerrarse siguiendo los consejos médicos. Ella no sabe quién es él y él no sabe lo que le ocurre a ella hasta la mitad de su viaje, en Honolulu, donde él tiene la oportunidad de huir de su destino en la horca, con la ayuda de dos ladronzuelos amigos que viajan en el mismo barco, pero la pierde por buscar auxilio para la chica en uno de sus ataques. Paralelamente a la historia de amor de los protagonistas, la ladronzuela Aline MacMahon y el policía Hymer inician su propio romance. Se reconoce a esta película como producto del llamado Precode (y de la Warner, es decir, del Partido Demócrata de F. D. Roosvelt) por el hecho de que todos los delincuentes son simpáticos, empezando por el que está justamente condenado a muerte, y por esa manifestación del policía en cierto momento de que ya no está tan orgulloso de ser poli como en otros momentos de su vida. Un policía decente, es decir, correcto cumplidor del Codigo Hays, nunca hubiera expresado tamaña blasfemia.
Lo primero que me sorprende, que ya en ese año se creó una serie de conductas para el cine donde se censuraría muchas cosas como la de elogiar a delincuentes. Aquí, el papel protagonista, un asesino, al final se le coge cariño, por eso no lo entiendo como no se censuró. O quizás por el final que tiene.
La película fue todo un éxito en taquilla, aunque tal como dice la crítica, la historia de amor es bastante inverosímil.
Hay historia de ladrones y policías, donde parece que van pasando de bando y donde el ciudadano de pie, consigue simpatizar con los ladrones.
El actor Frank McHugh me ponía un poco de los nervios con esa risita que siempre hace….
Hay un diálogo clave en VIAJE DE IDA que nos descubre el propósito -¡muy bien logrado!- de su magnífica historia. Lo sostienen, Joan y Dan, en el momento en que sienten que están dispuestos a ser el uno para el otro. Están a bordo del barco que de Hong Kong les lleva en un primer destino hacia Honolulú y la bella muchacha, sintiéndose enamorada, exclama:
-¡La vida es maravillosa!
-¡Y su mejor momento es cuando lo descubrimos! –Añade Dan.
Pues bien, estés o no estés enamorado… ya sea que sientes que lo tienes todo o que no tienes nada… amando u odiando hasta tu propia existencia… lo grandioso de VIAJE DE IDA es que, contra todos los sinsabores e improcedencias que se presentan en la vida, es bien probable que te haga sentir que, cuando de los seres humanos aflora su manto de luz y su capacidad de ser solidario y bondadoso, lo demás que haya sido su vida conseguimos olvidarlo, porque nos damos cuenta que, en presencia del amor y del aprecio, todo lo que no debió (o no debe) ser, se esfuma como por encanto.
Van a ver que es posible que, en tan solo 67 minutos, el director Tay Garnett logre que sintamos la más alta estima por un policía, por un asesino, una estafadora y un ladrón, personajes que fluctuarán en medio del complejo pero profundo romance que comienza a tener lugar entre Daniel Hardesty, el prisionero que va camino hacia la horca de San Quintín y Joan Ames, la muchacha que sabe que solo le quedan unos meses de vida.
Había material para hacer un melodrama de sacar pañuelo, pero en su acrisolado plan de exaltar lo más alto posible la existencia, Garnett se ha acordado sin duda de sus gratos tiempos como creador de gags para algunas de las películas que hiciera Frank Capra con Harry Langdon y otras tantas, y contando con ese estupendo y prolífico actor llamado Frank McHugh (quien se volviera célebre con su contagiosa carcajada), consigue una serie de divertidas situaciones haciendo que el sol brille mientras más duro llueve.
Con un bello romance, un ambiente de grata solidaridad y situaciones plenamente satisfactorias realizadas con sutileza y encanto, todo pasa en un santiamén… y nos quedamos deseando que la historia no acabara, pues, de un director que sabía bastante de romances y de intensos sentimientos (Su hombre, Prestigio, más otras tantas historias de amor que haría posteriormente), esta es otra de esas películas imperecederas en las que, el rotundo propósito de asegurar una edición sin ruedas sueltas y sin puntos muertos, el director siente que, aunque el metraje sea menor del que mucha gente espera, lo preservado da cuenta exacta de sus marcadas intenciones y de lo que quería contar. Y a fe nuestra que lo ha logrado, porque uno siente complacencia plena y hasta queda con deseos de volver a ver esa luminosa historia que, irremediablemente, te acaricia el alma y te hace repetir con una abierta sonrisa: ¡La vida es maravillosa!
Magníficas actuaciones de Kay Francis, William Powell, Aline MacMahon y el ya mencionado Frank McHugh.
VIAJE DE IDA también es Cine para aprender a vivir.
Título para Latinoamérica: LA CITA
Después de ver esta película me pregunto porque no optó a mas premios el año en que fue nominada a mejor historia, ganando en esa categoría, porque le da mil vueltas a algunas de las nominadas, incluyendo la ganadora a mejor película.
Viaje de ida es de esas películas que cuenta en poco más de una hora su historia porque no necesita más. No necesita adornos, ni necesita rellenos. Va directamente al grano, y en ese tiempo consigue emocionar y que te preocupes por todos los personajes principales, aunque estos no sean un dechado de virtudes.
Así, tenemos a un asesino que es trasladado en barco por un policía para ser ejecutado, y que inicia una relación con una pasajera cuya vida también es acortada, aunque por razones distintas.
También tenemos a una pareja de estafadores que hacen la puñeta al policía pero que, sin embargo, también tienen su corazoncito, ella, y risa contagiosa, él.
Después de ver la película, me dije que eso sería lo mejor que vería en ese día y que cualquier cosa que viese ese día sería inútil, y no me equivocaba. Pero lo peor de todo es que no supiese de su existencia hasta ahora.
Maravillosa y emotiva película de principio a fin.
El detalle de las copas rotas es de una belleza absoluta.