Vete de mí
Sinopsis de la película
Un veterano actor secundario que trabaja en el teatro de La Latina vive tranquilamente con su novia en un pequeño apartamento. Pero, de repente, llega su hijo de treinta años, el típico Peter Pan de clase media, intentando introducirse en su vida.
Detalles de la película
- Titulo Original: Vete de mí
- Año: 2006
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
6.1
73 valoraciones en total
Mónologo interpretativo de primerísima calidad de Juan Diego, y poco más. La anunciada comedia se torna a un tanto agridulce y más que comedia en sí, es quizá un amargo reflejo con matices, de la situación de los jóvenes y no tan jóvenes que siguen al pié de la letra el lema ese de vive de tus padres, hasta que puedas hacerlo de tus hijos , tal y como están las cosas hoy en día para eso de independizarse.
El inicio del film es prometedor,pero transcurre claramente de más a menos, con un desenlace mas propio de un drama chungo, que de una comedia humorísitica. Como he dicho, Juan Diego (como casi siempre), genial, con un personaje que cambia excelentemente de registro a medida que los acontecimientos lo requieren, siendo los demás, incluído Botto, y desde mi opinión, meros acompañantes de cartel.
Botto no lo hace mal, pero su personaje aunque pueda presumirse como de coprotagonista, es bastante plano y no aporta demasiado desde el punto de vista interpretativo, un tanto de lo mismo pasa con el personaje de Cristina Plazas. El cameo de la Sardá, anecdótico.
En definitiva, lucimiento de Juan Diego, para un argumento interesante y que bien podría haber dado más de sí.
Cuando una historia tiene como base la interpretación de un actor como si fuera él mismo el protagonistas y no el personaje no queda otro remedio que rendirse ante su trabajo. Vete de mi es una película con muchos matices en las idas y venidas de sus protagonistas: el comienzo con un Santiago en la cima de su existencia frente a la llegada de su hijo y el final con un cambio de papeles. Es una estupenda historia donde las cosas no son como parecen en principio y donde el desenlace no es tal. Magníficas interpretaciones y un trabajo muy bueno en el desarrollo de los 2 personajes principales. Pero sobre todo, Vete de mí es Juan Diego. extraordonario en su trabajo y con momentos casi sublimes en su relación con el hijo cuando intenta darle lecciones de la vida cuando él no ha aprendido casi nada.
El cine español arrastra desde que tengo uso de razón un problema importante que no llega a desaparecer y parece mentira que aún no tenga solución: la dicción. Dicen por ahí que Juan Diego hace un papelón y que por eso le dieron la Concha de Plata…. A Juan Diego, igual que a muchos actores, sobre todo veteranos, le pasa que hay muchas veces que no se le entiende. Como considero que la voz es sumamente importante a la hora de interpretar, me queda la sensación que Juan Diego pudo realizar una actuación sobresaliente pero se queda en notable.
(Estoy escuchando la radio y han puesto esa maravillosa canción de Air Playground Love que Sofia Coppola encargó para el peliculón de Las Vírgenes Suicidas… ((¡¡Fusilen… fusilen ya…!!)) que por cierto, está sacado de la novela homónima de un pedazo de escritor estadounidense llamado Jeffrey Eugenides cuyo último libro Middlesex consiguió emocionarme como hacía tiempo no lo hacía ninguno).
Perdón… me enredé sin quererlo. El otro Juan Diego, mantiene el pulso con su compañero de reparto haciéndonos disfrutar de grandes escenas. Vete de mí posee un guión ingenioso pero que no se sabe como terminarlo. Muy ingeniosos, nos implican para que cada uno le de el final que considere oportuno. Ingeniosos pero vagos, ¡vamos!
Técnicamente esta película no deja de ser algo normalita que no ofrece rasgos deslumbrantes: ni fotografía, ni música, ni sonido…
Es decir, que nos encontramos con una cinta cuyo único aliciente para verla es la actuación de dos grandes actores.
La relación entre padre e hijo es hermosa, cálida, necesaria… pero como todo, tiene su parte mala, que digo mala, horrible. Si ya los hijos están perdidos por la vida, no tienen ni zorra de dónde están, ni quiénes son, los padres que se supone que saben por dónde guiar a sus hijos en esto de la vida les pierden más porque no les comprenden, ni los hijos a éstos. Y algunas veces, el padre está más perdido que el hijo, como sucede en Vete de mí .
Juan Diego da vida a un actor veterano de teatro que vive con su novia en un apartamento, tiene amigos, está estable. Pero esa estabilidad se rompe cuando llega su hijo, Juan Diego Botto. Éste no tiene trabajo, ni estudia, y el padre intenta ayudarle más o menos como puede. Pero de pronto, y sin saberse cómo, la vida del padre que parecía feliz ya no lo es, la obra de teatro que representa es una mierda, y está hundido en la más profunda incomprensión sobre su vida.
Todo está narrado con sentido del humor, pero un humor algo turbio, amargo y, sí, triste. Porque esta película encaja con sorprendente facilidad la tristeza con la alegría, y creo que se debe en buena parte a un inmenso guión que saca todo el partido posible a la historia. Además, ofrece un duelo interpretativo magnífico entre un inconmensurable Juan Diego y un estupendo Juan Diego Botto.
Culmina la obra con un final de una amargura y tristeza arrollador, pero en el que cabe un lugar para la esperanza, en el rinconcito de unos espaguetis que están fríos y son de lata, pero que estás compartiendo con los tuyos, y eso es lo más grande que ofrece la vida. Muy buena.
Vete de mi es una de esas películas que surgen cada temporada y que despiertan el interés de la parroquia cinéfila, ya sea por ese plantel de actores de tan alto nivel, por una idea inicial que puede resultar de lo más curiosa y, como no, para que negarlo, por algún que otro premio cosechado a nivel nacional.
En mi opinión, el gran acierto de Vete de mi , es el de hacer hincapie en una realidad muy cercana a nosotros, multitud de jóvenes de hoy en día, la vivamos en nuestros propios hogares, o más bien por cercanía hacía nuestros semejantes o colegas. Esa realidad no podría ser otra que la del adolescente vividor, por no andarnos por las ramas, ese que sólo busca pasárselo bien los fines de semana, dar cuantos más vuelcos pueda a sus estudios o aficiones y trabajar lo menos posible y con el que, en parte, para que negarlo, servidor se identifica. Hay de todo, evidentemente, quede claro.
Luego, están las interpretaciones de padre e hijo, de Juan Diego y Juan Diego Botto, el primero con oficio desgrana un papel que parece le viene como anillo al dedo, y que desarrolla con total soltura, y el segundo agarrando un personaje bastante logrado y que en ningún momento peca de ser real o inverosímil. Lo que no me gusta tanto es la actuación de Cristina Plazas, que en algunos momentos me irrita, aunque la balanza se equilibre con Rosa María Sardá.
Puede que cuando uno llegue a esos minutos cerca del final, vaya perdiendo gradualmente la esperanza de contemplar un cierre que de mayor aplomo a la propuesta, ya sea por ese alargamiento algo denso de ese tramo, o por ciertos momentos del todo infructíferos si los relacionamos con lo visto anteriormente, pero la cosa queda en un fidedigno retrato y un buen duelo actoral de esos a los que merece la pena darles una oportunidad.