Una vida en tres días
Sinopsis de la película
Verano de 1987. Adele, una mujer recién divorciada, ha perdido la autoestima tras la marcha de su marido. Su hijo Henry, un chico de 13 años, se esfuerza por ser el hombre de la casa y cuidar de su solitaria madre en pleno torbellino de la adolescencia. Un día, conocen en un supermercado a un hombre que les pide que lo alojen en su casa, pero resulta ser un fugitivo en busca y captura. El siguiente fin de semana les marcará para el resto de sus vidas.
Detalles de la película
- Titulo Original: Labor Day
- Año: 2013
- Duración: 112
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Opinión de la crítica
Película
5.9
51 valoraciones en total
Queridos Reyes Magos, yo también me pido para este año ser secuestrada por:
1. Un señor que sepa cambiar ruedas igual de bien que Josh Brolin.
2. Un señor que me mire a los ojos como sólo sabe mirar Josh Brolin.
3. Un señor que repare desperfectos del hogar como Josh Brolin.
4. Un señor que en camiseta luzca los bíceps y los tríceps de Josh Brolin.
5. Un señor que planche y friegue el suelo como Josh Brolin.
6. Un señor que haga de perfecta supernanny como Josh Brolin.
7. Un señor que cocine y haga pasteles como Josh Brolin.
8. Un señor que se enamore locamente de mí en 3 días, como hace Josh Brolin.
9. Un señor que, en resumen, sea exactamente Josh Brolin.
No me importa que sea delincuente ni que acabe de escaparse de la cárcel. Ese pequeño inconveniente es pecata minuta cuando la perfección llama a tu puerta en forma de caballero andante, manitas, curtido chef y repostero, deportista cachas, Mary Poppins y experto en todas las artes prácticas habidas y por haber, incluídas las artes amatorias.
Ahora bien, mi condición de mujer con serias responsabilidades laborales y familiares me obliga a mantener los pies a ras de suelo y entiendo que las posibilidades de que me secuestre un señor con estas características, la verdad, son escasas. Por eso creo que mi única opción es pedírselo a los Reyes Magos con la secreta esperanza de que alguna vez, para variar, se decidan a traerme lo que les pido, en lugar del habitual kit de champú, gel y colonia del Mercadona.
Fuera coñas, la verdad es que me ha costado mucho asimilar que Jason Reitman haya sido capaz de perpetrar esta cosa, de firmarla y encima de pasearse luego por ahí promocionándola, y más aún que la gran Winslet se haya prestado a seguirle el juego. A Brolin sin embargo se lo puedo perdonar todo. Porque sí, porque él lo vale.
El gran mérito comecial del que se puede alardear Hollywood no son los amasijos de dólares que consiguen con sus Spidermans, Star Wars o Lord of the Rings: esos productos casi se venden solos y son películas hechas por y para ganar dinero a mansalva. Donde demuestran que están a años luz de los europeos, es a la hora de vendernos obras tan mediocres como Una vida en tres días, bombardeándonos hábilmente con su márketing agresivo utilizando, esta vez, a Kate Winslet y Josh Brolin como reclamos publicitarios.
Es una película con una credibilidad nula, está rodada con una lentitud exasperante (con un uso abusivo del Flashback) y en ningún momento se logra empatizar con los sentimientos de los personajes, de manera que van pasando las cosas previsiblemente y sin que te importe mucho lo que les pase.
Desde luego Jason Reitman, un director sobrevalorado que le debe mucho a Diablo Cody, no sabe adaptar la novela de Joyce Maynard y parece que La vida en tres días sea un vehículo para que Kate Winslet de rienda a su vena interpretativa, obsequiándonos con todo su amplio repertorio de caras de angustia y amargura marca de la casa.
Eso sí, es una película muy adecuada para una tarde dominical delante de la tv, ideal para una buena siestecilla hivernal.
Señora, que atisbas desde tu lado del sofá cómo va aumentando el tamaño de la barriga de tu marido mientras apenas quita el ojo del televisor. Sufrida esposa que cargas con todas las tareas de ese hogar que nació de la ilusión y muere de monotonía. No sufras más en silencio. Jason Reitman ha creado el hombre ideal para ti. Su nombre es Frank y aunque acaba de escaparse de prisión, no hay de qué preocuparse. Es la mezcla perfecta de chico malo y esposo ideal, que tan pronto te cambia la rueda del coche como te prepara una buena tarta de melocotones. Apuesto, atento, cariñoso, padrazo. El tipo con el que cualquiera se fugaría al otro lado del mundo.
Este arquetipo de marido perfecto es el gancho con el que Reitman ha querido ganarse el afecto de un supuesto público femenino, el que debería babear con esta historia de amor entre una mujer divorciada con depresión y un ex convicto, mientras el resto de la platea, crítica incluida, lapida a Una vida en tres días con acusaciones de lacrimógena, sensiblera e incluso paródica. No hay que ocultar que la última cinta del director de Up in the air y Juno es un telefilme de sofá, un cambio brusco de viraje en la prometedora carrera del director, pero tampoco hay motivos para el ensañamiento. Tiene más elementos para el aprobado que para el suspenso.
Los cinco días que Adele y Frank pasan juntos (sí, son cinco y no tres, señores de la distribuidora española), desde que ella y su hijo son amenazados en el supermercado hasta el desenlace, se van narrando con parsimonia pero con sentido del ritmo, con los suficientes momentos de tensión para mantener la atención del espectador. La historia de amor se va fraguando de forma bastante creíble, sobre todo por la infalible labor de Josh Brolin y Kate Winslet, fantástica como siempre en su papel de mujer madura medio perturbada y sudorosa. Incluso la tan criticada escena de los melocotones tampoco resulta un despropósito, ni mucho menos una copia descarada de Ghost (¿Dónde está el protagonismo de la música? ¿Acaso eran tres modelando la arcilla?).
El problema viene cuando parte de la trama se ve venir de forma descarada, de la misma manera que en un culebrón uno puede anticiparse al futuro de los personajes. El ejemplo más claro es esa amiga díscola del hijo adolescente de Adele. Su aparición y sus diálogos están incrustados con calzador para sembrar la discordia en el seno del maravilloso triángulo familiar. El propio chaval es un personaje mal planteado y desarrollado, no sólo por la descafeinada actuación del actor sino por su escasa implicación en la historia, que podría haber sumado muchos enteros con la tan poco explotada tensión entre hijo y padre adoptivo.
En todo caso, ¿merece la pena una visita al cine para ver Una vida en tres días? Quizá con un visionado de sobremesa desde la butaca de casa sea suficiente. Pero tampoco supondrá una pérdida de tiempo. Para los seguidores de Kate Winslet es prácticamente obligatorio. Para el resto, aunque sólo sea por los instantes de tensión, ya merecerá la pena. Y para ti, señora desencantada con tu matrimonio, será una auténtica válvula de escape. Paga tu entrada, acomódate y, como dirían en la lotería, pon tus sueños a volar.
Me han sorprendido las críticas porque casi todas coinciden en la belleza del trabajo de Jason Reitman, pero también que existe en ella algo artificioso. Pienso que he encontrado la clave y es su parte de intriga. Está forzada, como ejemplos, la amiga con su hijo retrasado en silla de ruedas, las hojas de afeitar, el policía que ayuda con la mudanza. No te crees nada de eso como algo que mantenga el suspense, y además sabes que saldrán indemnes de la situación.
La he visto, me ha entretenido y ya la tenía casi olvidada cuando he querido hacer esta crítica, creo que esto último, la define mejor que cualquier otro comentario.
Un 6
En ocasiones a algunos directores no se les perdona que después de haber llamado la atención con unas pocas películas personales, se embarquen en sus siguientes proyectos en historias mucho más convencionales que discurran por terrenos más cómodos y seguros para la gran audiencia. Claramente a Jason Reitman le ha pasado.
Su nueva propuesta ha sido acogida de una manera bastante tibia en los Estados Unidos y tiene la pinta que ocurra lo mismo en nuestro país.
Reitman nos cuenta una historia de amor un tanto pillada por los pelos y que salvando la incoherencia inicial, nos adentra en un relato defendido por tres estupendos personajes protagonistas. Ella, ama de casa engañada por su marido, retoma su vida envuelta en una gran depresión personal, su hijo, es el niño que está en pleno proceso a la adolescencia, en su despertar sexual y en la comprensión de esa palabra tan menospreciada llamada amor, y el convicto, un hombre con pasado oscuro pero de buen corazón.
El drama se sirve prácticamente dentro de un único espacio de acción, salvo en contadas excepciones donde vemos el exterior, por lo que todo el peso tiene que recaer en los hombros de los actores, unos soberbios Josh Brolin y Kate Winslet.
La película en ocasiones parece haber sido sacada de la imaginación del novelista Nicholas Sparks, ya que su forma e incluso contenido puede recordar a alguna de sus últimas adaptaciones al cine.
El paisaje y la atmosfera de un pueblo pequeño de los Estados Unidos es otra de las bazas, además de un sutil homenaje a algunas características del cine de los años 80. La cinta transcurre en 1987, y Reitman en ocasiones parece filmar como se hacía en esa década dorada.
Pasará en silencio y desapercibida injustamente, y terminará olvidándose dentro de la filmografía de su director, pero a buen seguro más de uno saldréis más que satisfechos de verla, e incluso mucho más que de algunos de sus anteriores títulos.