Una noche
Sinopsis de la película
Sumido en la nerviosa desesperación de La Habana, Raúl sueña con escapar a Miami. Al ser acusado de agresión, su única opción es huir de Cuba. Pide a su mejor amigo, Elio, que lo abandone todo y lo ayude a alcanzar el mundo prohibido a 90 millas a través del océano. El compromiso de Elio se pone a prueba cuando se debate entre proteger a su hermana gemela y su propio deseo de salir. Una noche sigue a un día sofocante, lleno de esperanza y tensión, que conduce a un clímax chocante.
Detalles de la película
- Titulo Original: Una noche
- Año: 2012
- Duración: 91
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Opinión de la crítica
Película
5.8
42 valoraciones en total
Una muestra vivaz y fresca de la vida en La Habana, un desfile de color, música y alegría de un pueblo que vive intensamente su día a día, una historia poco atractiva y demasiado común de sus habitantes, clasicismo nada imaginativo que no baila al compás de la orquesta que le envuelve. Ese es el gran contraste y dilema que presenta Lucy Mulloy -avalada por un Spike Lee como abanderado- en este relato, una fervorosa, muy cuidada puesta en escena que seduce y encanta por su atractivo natural y por su ambiente jocoso y vivaracho de su dura y dificultosa supervivencia pero unos personajes lacios y comunes, con unas vivencias poco trabajadas en sus matices más específicos y un resultado nimio y poco agradecido. Puedes verla sin mayor alteración, sin sorpresas que te desvelen de una leve somnolencia y anticipando, con bastante facilidad, el obvio y presumible desenlace. Un 50% que se desinfla conforme rueda la película y el guión no alcanza las buenas expectativas del marcado comienzo, no suficiente para quedar totalmente complacido.
http://lulupalomitasrojas.blogspot.com.es/
Una noche (2012) entraría en ese número de títulos que retratan con tal verdad (casi documental) la sociedad o un conjunto de ella que es imposible no valorar con cierto grado lo que de manera tan honesta y realista estamos presenciando en pantalla.
La cámara se pega a tres desesperanzados jóvenes cubanos de los que seguimos todos los elementos que forman su día a día, relación con su familia, el trabajo, sus paseos por las calles de La Havana y, en el caso de la protagonista, sus pensamientos e ilusiones. Todos tienen el deseo de un futuro mejor y harán todo lo que sea por conseguir cruzar el mar para llegar a la ansiada Miami. Un duro retrato de la Cuba actual, de sus jóvenes y de su realidad.
Por su honestidad y verdad, y también por un labrado montaje se convierte en una cinta interesante.
Me propuse ver esta cinta sin tener ningún dato de su directora ni de sus protagonistas ni tampoco del tema, entiendo que es la mejor fórmula para valorar y criticar una película.
Hay escenas muy interesantes y, sin embargo, es muy irregular, con destellos de gran cine especialmente cuando describe ciertos barrios y escenas cotidianas de La Habana, esa ciudad que existe más allá de las rutas turísticas convencionales, con sus miserias paisajísticas y humanísticas..
Por otra parte no todo está bien atado, los actores no ayudan a tapar huecos les falta oficio y, quizás, les sobre realismo y sean una pieza más en esa ciudad que se hunde irremediablemente para la desesperación de gente joven que no tiene más futuro que la balsa y las 90 millas.
En términos generales se trata de una obra más que aceptable en su conjunto..
90 millas son el equivalente aproximado a 145 kilómetros. La distancia caminada es igual, más o menos, a 3 maratones. Duro, durísimo, en realidad, pero factible. Esta misma distancia, a nado, se convierte en una angustiosísima odisea. En un reto sólo al alcance de los más dotados, los más locos o, cómo no, los más desesperados. 90 millas son, precisamente, las que separan Cuba de Miami. Son la barrera que separa la realidad más desastrosa de la promesa del más dulce de los sueños que, caprichos del destino, puede convertirse en la más amarga de las pesadillas. 90 millas son también las que no abandonan la mente de Raúl y Elio, dos jóvenes cubanos que desde hace tiempo saben (cada uno por sus propios motivos) que en su país natal no hay espacio para ellos, y que tal vez (y sólo tal vez) en otra parte sí lo haya.
La promesa responde al nombre de Miami, y el camino para llegar a ella es tan atrayente como aterrador. El mar (salvación y a la vez más que posible fuente de la perdición) cuyas olas golpean la costa de la Habana incesantemente y con estruendosa fuerza, adquiere desde los primeros fotogramas el status de espejo y metáfora perfecta en manos de la debutante Lucy Mulloy, cineasta claramente enamorada tanto de Cuba como de su gente, pero conocedora, al mismo tiempo, de su realidad más triste. Como las olas y como las mareas, que van i vienen, el encanto que desprende el retrato de la vida a pie de calle (en el que destaca el uso de una atractiva paleta de colores vivos) se convierte, sin previo aviso, pero de forma lógicamente previsible, en el horror de un cotidiano asfixiante, terminalmente enfermo.
Sin importar la dirección en la que apunte la cámara, ésta va a ser siempre testigo de una belleza que se cae literalmente a trozos, que invita a quedarse pero también a poner pies en polvorosa. A partes iguales. Una noche hace gala de un sentido de la simetría tan perfecto que se acerca a lo obsesivo (presente incluso en el trazo de su triángulo protagonista). Su directora y guionista sabe que su producto acabará rápidamente catalogado en el cajón del conocido como cine social, es decir, aquel que tiene en el compromiso (con los dramas humanos normalmente más olvidados, se entiende) su principal y, en demasiadas ocasiones, único objetivo. No obstante, gran parte de sus esfuerzos se centran en no darse por satisfecha con dicha clasificación o, si las fuerzas y el talento lo permiten, intentar ensanchar las fronteras de dicha categoría.
Todos los frentes abiertos en Una noche remiten, de forma más o menos directa, a las crisis cubanas internas que, con el tiempo, se han hecho más visibles / reconocibles desde la -privilegiada pero traicionera- perspectiva exterior. El limitadísimo acceso a los bienes de primera necesidad, la imposibilidad de encontrar alternativas (al menos de forma legal) dentro o más allá de las propias fronteras, los estigmas / tabús sociales vinculados a temas como la homosexualidad… Existe, por lo tanto, una omnipresente voluntad de documentar desde la primera línea de fuego, de dar voz a aquellos que se supone que no la tienen. Sabiendo todo esto y teniendo en cuenta los manuales que suelen regir la denuncia cinematográfica, es de agradecer que Mulloy haga que ésta última salga de la boca de los personajes, y no de un off que tarde o temprano se reivindica en estos casos como la obviedad que es.
Así pues, Una noche se caracteriza por saber ofrecer más argumentos, aparte de una(s) temática(s) ya de por sí muy potente(s). La apuesta estética, así como la firme creencia en un cine pasional, sudoroso y jadeante capaz de transmitir en el espectador las sensaciones y golpes de efecto típicos de otros géneros a priori opuestos al que manda aquí, configuran un producto fácilmente estimable, no sólo por el valor -necesario- de su contenido, sino también por la manera en que éste se ha empaquetado. Tomando ventaja incluso de sus cojeras (véase la condición obviamente amateur de sus actores protagonistas, o los atajos que muy a menudo se toman para atar todos los cabos de la historia), Lucy Mulloy consigue impregnar de autenticidad todas las etapas de su dramático periplo, firmando así un muy prometedor debut que demuestra, entre otras cosas, que las distancias no son siempre cuestión de kilómetros o millas.
Como película deja mucho que desear, pero como documental de la Cuba actual no tiene desperdicio.
Muestra todas las miserias y carencias de La Habana y como se tienen que buscar la vida los jóvenes para subsistir o irse del país en embarcaciones cutres.
Sigo pensando que a veces es mejor subtitular este tipo de films, ya que si no te pierdes parte de los dialogos.