Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos
Sinopsis de la película
Wang es un hombre pesimista, astuto y avaricioso, dueño de un bar de tallarines en una ciudad situada en un paraje desértico de China. No hace caso de su esposa, una mujer de lengua viperina que tiene una aventura amorosa con Li, uno de los empleados de Wang. Li es un hombre tímido que, muy a pesar suyo, acaba guardando la pistola que su amante ha comprado para matar a su marido. Pero Wang está al tanto de todo lo que hacen. Soborna al agente de policía Zhang para matar a la pareja. Visto así, el plan es perfecto: todo se solucionará gracias a un final sangriento y cruel perfectamente satisfactorio para él. O al menos, eso piensa. Pero el malévolo Zhang tiene otra idea en la cabeza… Remake libre de Sangre fácil (Blood Simple), opera prima de los hermanos Coen.
Detalles de la película
- Titulo Original: San qiang pai an jing qi (A Woman, A Gun And A Noodle Shop) aka
- Año: 2009
- Duración: 85
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Opinión de la crítica
5.2
80 valoraciones en total
Pensada como un remake a la china de Sangre fácil, el inquietante debut de los Hermanos Coen en el cine, A Woman, a gun and a Noodle Shop sigue la estructura básica de la obra en la que está basada. Con varios puntos divergentes, como la paleta de colores o la ambientación en un desierto alejado de toda civilización, Zhang imprime su toque alejándose de sus grandilocuentes obras anteriores y ofreciendo un espectáculo más minimalista, si bien no es una propuesta intimista sino también puro cine comercial.
Si algo destaca de la película, además de las diferentes tonalidades en los trajes de los personajes, colores vivos para los positivos y más oscuros para los negativos, es en su fotografía, con una extraordinaria labor de Zhao Xiaoding y unos parajes fantásticos. Mención aparte merece el encuadre que logra algunas tomas de extraordinaria belleza. Además Zhang saca con sobresaliente las (escasas) escenas de acción sin caer en exageraciones salvo por el reiterado uso de la cámara lenta, recurso usado constantemente en los últimos años tanto por directores versados en ese tipo de cine como en otros.
Y sobre el humor, está muy bien planificado con alguna que otra escena hilarante, que no conviene desvelar aquí para el que no haya visto la película, o no haya visto tampoco Sangre fácil, aquella exenta de humor pero con desarrollo similar sustituyendo las escenas cómicas por otras más serias, en la tradición del cine negro norteamericano. Agradecer también la labor de los actores y actrices ya que no caen en los recursos fáciles y están comedidos dentro de lo posible en sus escenas, digamos, más desatadas.
El remake llega a oriente, y Yimou compone uno de los más esperados (junto con, quizá, la revisión de Johnnie To de El círculo rojo de Melville) partiendo de la base del debut de los Coen, Blood Simple , pero reformulando las claves de aquel film donde la atmosfera se convertía en uno de sus principales ejes, y sustituyéndolo por esa amplia paleta de colores de la que, desde sus primeros trabajos, ha hecho gala el cineasta oriental, amén de un sentido del humor extraño en su cine, pero que como base sobre la que virar funciona perfectamente.
El esperpento, centrado en unos personajes a cada cual más extravagante, se podría decir que es uno de los motores que hacen que ese sentido del humor carbure tan bien, y prácticamente ese componente del film recaiga sobre las espaldas de situaciones propiciada por la misma condición de sus protagonistas, en pocas ocasiones por un diálogo que no parece poseer gran protagonismo, y todavía menos buscando encontrar filones en una trama de la que también terminan tirando sus personajes.
De este modo, Yimou logra una comedia que contiene golpes tan bien buscados, como un resultado final respetuoso con el original, que en ningún momento busca reemplazarlo, y todavía menos realizar una copia plano a plano, sino más bien ofrecer la perspectiva propia de un director que, a medida que avanza en su carrera, arriesga más y, lejos del tino o no de sus decisiones, logra con ésta A Woman, A Gun and a Noodle Shop un entretenimiento de lo más freak, al que un flaco favor estaríamos haciendo si calificásemos sólo de freak: es, además, una de esas rara avis que, de cuando en cuando, encontramos por oriente, y es todo un placer contemplar. Más si se maneja en un género tan denostado, y además logra desatar tantas risas como colores tienen los cielos de Yimou.
Mal remake, mala película.
La he visto ayer por la noche y si no caí dormido (en la cama) fue por los colores y esa extraña sierra china, montes instrumentalizados por Yimou, el tramposo (ayer). Por los intérpretes, también, el dentado gordo me mandó a la infancia de mis muñecos, con ese aspecto de plástico y soniquetes. Me mantuvieron despierto los actores que, como acá Almodóvar o allá Allen (D.E.P Truffaut), insufla a sus chicos arte y entusiasmo.
La escena de la pasta y los tallarines.
Poco más.
Me sigue gustando, eso sí, rincones del cuadro donde se observa un destacamento de soldados imperiales a caballo, con sus estandartes. Tirando flechas.
En fin, el fin. la sangre de los Cohen sería fácil -de derramar- y ya estará seca. Sí. Pero siempre preferible al almidón.
La paleta de pintura queda en una mano, el guión de Blood Simple en otra, la olla a presión se pone a fuego lento y todo se mezcla como salsa para los fideos previamente hervidos. El resultado es una película de Yimou basada en el humor, el color y las casualidades sin alejarse del todo de sus amados dramas rurales chinos.
Como si de un ilusionista se tratase, traslada el desierto, las botas camperas y los sombreros de ala ancha a un mundo anterior y muy lejano, donde los ropajes están cargados de personalidad y esconden toda la cobardía e insensatez de los más allegados, y el entorno se transforma en protagonista gracias a los amplios espacios cuidados y magnificados por sus luces y tonos artificiales.
Con las distancias espaciales y temporales marcadas se acerca a la historia básica, transformando el humor negro en amplias risas y demostrando que la incertidumbre cabe en cualquier recóndito espacio plural, y los caricaturescos personajes dominan igualmente la tensión en una historia donde una mujer con las ideas claras se rodea de hombres que seguidos por ocasionales encuentros van enredando los acontecimientos en esa tienda hasta llegar todos a una misma conclusión: nos veremos en el infierno .
Al menos durante el tiempo en el que viven en el limbo más llamativo que Yimou pudo crear, las hilarantes situaciones compensan la intención perfecta de un remake, que no es otra que demostrar que una misma historia se puede contar mediante diversos lenguajes sin perder un ápice de interés, ganando el respeto por ambas versiones y dejando patente, una vez más, que cuando el color supera la realidad, quedo fascinada ante el deseo de encontrar algo inesperado y atrevido como una premisa tan sencilla en la que mezclar a una mujer fuerte que guarda una pistola dentro de su tienda de fideos chinos, y desde aquí demostrar que ya todo es posible.
En un principio, hacer un remake de Sangre Fácil de los hermanos Coen para llevarselo a la China del Siglo X, resulta original y del todo peculiar.
Salvando el interés cinéfilo que esto despierta, el film de Zhang Yimou resulta un torbellino de sentimientos encontrados, entretiene, roza el tedio, visualmente deslubra lo mismo que termina por empalagar, ante tal perspectiva solo un cinéfilo puede salir vivo de tal apuesta.
Yimou es un director técnicamente interesante, dota a sus películas de un estilo propio muy reconocible, el problema es que sus películas siempre acusan una preocupante limitación narrativa, se quedan en el limbo de sus buenas intenciones y no acaban de ser redondas, seguramente por un excesivo esfuerzo en el estilismo, lo que, argumentalmente hablando, deja un producto final distante.
La falta de sentido del humor acentúa aún más que este remake resulte más antipático, la de los Coen era refrescante, irónica y de un humor negro fascinante, sinceramente, mejor ver o revisionar aquella, la que nos ocupa no va más allá de ser curiosa, y me temo que muy pocos sabrán apreciar sus pocas virtudes.