Una hora más en Canarias
Sinopsis de la película
Claudia (Angie Cepeda), una mujer joven y atractiva, tiene un café en el centro de Madrid, un marido y un hijo a los que adora y un guapo amante. Su vida parece perfecta, pero resulta que Pablo (Quim Gutiérrez) ya está harto de ser sólo su amante y la ha dejado por Elena (Miren Ibarguren), una joven simpática y cariñosa. Pero Claudia no está dispuesta a dejarlo escapar. Con la ayuda de su hermana (Juana Acosta) organiza un sencillo plan: alejarlo de su novia para volver a seducirlo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Una hora más en Canarias
- Año: 2010
- Duración: 95
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Opinión de la crítica
Película
4.5
70 valoraciones en total
Hay películas que cumplen a rajatabla los tópicos predominantes sobre el cine español. Guiones ligeros, personajes simplones, sonido de andar por casa y una percepción general de que el Ministerio de cultura, Televisión Española y Canal+ no han sido muy generosos con el presupuesto. Sin duda, esa es la impresión que hace que gran parte del público de la espalda al cine local, evitando incluso a los productos honrosos que ya no son la excepción. Pero entonces llega David Serrano con su última comedia musical y alimenta de nuevo las malas lenguas que, esta vez con razón, despotrican de toda cinta made in Spain.
Basta ver la vergonzosa introducción de Una hora más en Canarias para que a uno le entren ganas de abandonar la sala. Cualquier comparación con El otro lado de la cama es una broma de mal gusto, puesto que la frescura y originalidad de la primera dan paso aquí a la cutrez más absoluta. El nivel de las canciones y de las coreografías es un fiel reflejo de la trama que nos espera: estúpida, caótica y sin sentido. Capítulos de Aída han tenido argumentos más sofisticados, con enredos más ingeniosos, que esta producción injustamente sobrepublicitada.
No pierdan detalle. Una chica quiere recuperar a toda costa el amor de su exnovio, comprometido con una ingenua jovencita. Para ello, se alía con su hermana y engatusan al chaval para montar un chiringuito en las Canarias, donde los planes, lógicamente, no saldrán como esperaban. El chaval en cuestión es Quim Gutiérrez, una joven promesa que todavía espera con el pulgar levantado a que pase una nueva oportunidad como Azuloscurocasinegro. Mientras, no está el sector para tirar cohetes, se esfuerza en dotar de credibilidad al humor marrón oscuro y nada negro de Una hora más en Canarias, constituyendo una de sus dos gratas sorpresas.
Como pegotes desubicados funcionan también los escasos números musicales que, por llamarlos de alguna forma, terminan de hundir la película en los más bajos fondos del cine español. Podría parecer que el nivel de improvisación, casi casi amateur, que desprenden las coreografías en plena calle es intencionado, con tintes satíricos. Pero estaríamos sobrevalorando un producto sin ningún miedo al ridículo, una nueva mancha negra en el panorama desolador de la comedia española. Un motivo más para que González-Sinde se eche a temblar y termine culpando de la debacle a la socorrida piratería.
Suele ocurrir que el mayor reclamo de una cinta sean sus protagonistas o su director, o tal vez una campaña publicitaria desorbitada o hasta incluso esa persona que un buen día se pone a escribir el guión. Esto último es lo que ha ocurrido con Una hora más en Canarias. Vendida al ser dirigida por el guionista de la exitosa El otro lado de la cama lo único que produce en el espectador es una sensación de fraude como se da en pocas ocasiones. Y es que ya se sabe que las comparaciones son odiosas pero aquí nos están obligando a hacerlo desde el mismo instante en que para promocionar esta triste cinta nos recuerdan con una sonrisa los bailoteos que se pegaba Paz Vega entre sábanas.
Es sabido que David Serrano, director de semejante despropósito, es un apasionado de los musicales y no sabemos si por esta pasión ha decido incluir tres numeritos musicales, si pueden denominarse así, para incluir la cinta en el género comedia musical. Lástima que una docena de bailarines que no aportan nada a la trama consigan desquiciar al espectador deseando que desaparezcan de la pantalla.
La película rodada casi en su totalidad en exteriores no consigue despegar en ningún momento y cuando se atisban instantes en los que parece hacerlo, gracias al buen hacer de Miren Ibarguren, el guión aparece de nuevo para que dejemos de soñar en El otro lado de la cama.
La trama, al más puro estilo comedia americana, llena de situaciones liantes que no dejan de sucederse sin ton ni son no engancha. No importa cual de las tres protagonistas conseguirá llevarse el gato al agua, ni los caminos hasta lograrlo ni tampoco importan los intentos de los actores por conseguir un buen resultado. Lo que realmente es trascendente es que se hayan invertido cuatro millones de euros en producir semejante film.
Al contrario que Martinez-Lázaro, que se rodeó en su día de actores en su mayoría cómicos, David Serrano ha apostado para los roles principales por actores casi principiantes en el humor, acertando de lleno. La exuberante Angie Cepeda, asidua de los culebrones sudamericanos, intenta convencer con unos chistes demasiado sabidos. Con otro guión en la mano la colombiana lo hubiera bordado. Mientras que su compatriota Juana Acosta ha de hacer todo lo posible para que olvidemos su bochornosa escena en la farola.
El gran descubrimiento ha sido Quim Gutiérrez. Desconocíamos su vena cómica y sorprendentemente es lo mejor de la cinta. Habrá que seguirle la pista.
A pesar de los intentos de su director de vendernos la película como un homenaje a Todos dicen I Love You de Woody Allen y que resuenen ecos del realismo mágico de Cien años de Soledad, no estamos más que ante un intento de comedia española en su mayoría vergonzoso.
Lo mejor: el tándem formado por Quim Gutiérrez y Miren Ibarguren.
Lo peor: sus ínfulas de comedia musical.
Esto son dos hermanas que se hacen amigas de una psicópata pseudo-imbécil y se van todas juntas a Canarias a tirarse de los pelos, darse de guantazos y autolesionarse, cosa que podían haber hecho en la Península, pero prefieren hacerlo allí para disfrutar del mojo picón con el tío soso que sirve de objeto del deseo de todas ellas y por el cual están dispuestas a matar o morir, como Manolete.
Entre peleíta y peleíta cantan, bailan, se compran modelitos y hasta levitan. Y presenciar todo esto da vergüenza y pena.
Bendita seas, Isabel Ordaz, por participar en esta pavada y conseguir con tu presencia que la cosa mejore, aunque sólo sea un poco.
Después de leer las críticas de los amigos de Filmaffinity, no entiendo nada. Leo por ahí, ¿por qué en España no podemos hacer películas como Gran Torino , El Señor de los anillos …?
Nos ha jodido Mayo….¿Acaso no conocemos el cine que hay por aquí?¿De verdad que alguien se ha puesto a ver esta película creyendo que iba a ver Todos dicen I love you ? Yo le he puesto un siete porque me he reído de ver el enredo (simple, es verdad) y las situaciones generadas. Que síiiiiii, que ya sé que no es un musical romántico, ni una comedia sofisticada de la Hepburn….pero qué queréis que os diga, mientras no sea la típica película española que muestra la mirada de un niño inocente durante la guerra civil mientras la guardia civil arresta a pobres obreros de izquierdas, y los de derechas se lo hacen con un travesti que es hermano de un cura y están todo el día en bolas…. . De esas historias sí que estamos hasta las gónadas.
He pasado un rato divertido. Por supuesto no he pagado ni un duro por verla. Si el cine español está subvencionado, eso significa que tengo un 0,2% (o más) de participación en el mismo.
Siete también para las hermanas y los vestido tan bonitos que lucen durante la cinta.
Después de sólo diez minutos, tengo la sensación de ser presa de una estomagante pesadilla. De haber sabido que se trataba de un ¿musical? al estilo ‘Al otro lado de la cama’, pero en versión morralla, me hubiese abstenido. Al parecer, para los que han perpetrado esta sandez, el género musical queda reducido a marcarse entre frase y frase una pseudocoreografía ortopédica sin la menor gracia y sin venir a cuento. Pensaba que los musicales los protagonizan bailarines y cantantes medianamente competentes. Y que las comedias buscaban la risa del espectador y no la perforación de su estómago: el cuarteto protagonista es para colgarlo de un pino. La trama parece escrita por un adolescente de trece años en pleno ataque hormonal, y los diálogos hacen que un episodio de ‘Sálvame’ parezca un simposio sobre el psicoanálisis lacaniano. Viva el mundo choni.
No sé el recorrido que habrá tenido este bodrio en las carteleras, pero me apuesto a que ha ido directamente al sitio que le corresponde: a la basura. Ignoro cómo tal subproducto ‘intercultural’, variante hispana, puede haberse comercializado. Esta película constituye el ejemplo perfecto que explica por qué la gente reniega del cine español, o al menos de cierto tipo. Para ver algo similar basta con echar una ojeada a la taza antes de tirar de la cadena. Y eso sí que es producción propia. Es evidente que el criterio que se sigue a la hora de dar una subvención es el puro mangoneo. Porque llegar a figurarse siquiera que semejante engendro pueda recaudar ni una parte de lo que ha costado, es de locos.
Tal vez estoy exagerando, he tenido un día un poco áspero. Pero me ratifico en que tiene un defecto, le sobran unos segundos: TODOS.