Una cita para el verano
Sinopsis de la película
A pesar de su timidez, un conductor de limusinas de Manhattan se lanza a hacer cosas tan estrafalarias como dar lecciones de cocina, natación o mantener una relación inverosímil con una persona adorable pero que es también un perdedor nato. La película, presentada en Sundance en 2010, supuso el debut de Philip Seymour Hoffman como director.
Detalles de la película
- Titulo Original: Jack Goes Boating
- Año: 2010
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
5.7
76 valoraciones en total
La repentina muerte de Philip Seymour Hoffman, provocada por una sobredosis, coincidió en el tiempo con las primeras proyecciones en festivales de su primera película como director. Jack goes boating, titulada aquí como Una cita para el verano, es la adaptación cinematográfica de la obra de teatro del mismo título, escrita por Robert Glaudini, la cual estaba protagonizada por el mismo Philip Seymour Hoffman.
Junto al genial actor estadounidense, repiten dos actores más de la obra original: Daphne Rubin-Vega y John Ortiz. Sólo Amy Ryan se incorpora al elenco, y demuestra estar a la altura del resto del reparto, compartiendo con Hoffman una química envidiable.
Y es que, la interpretación de los actores, es uno de los puntos fuertes de Una cita para el verano. Se nota que a Hoffman le interesa más las actuaciones que la cámara, pues su dirección es discreta. No se sale en ningún momento de lo convencional, tampoco arriesga o experimenta. La cámara es un simple testigo de lo que los actores nos ofrecen, y a penas nos entrega un par de transiciones ingeniosas y algunos momentos rutinarios donde introduce música para dinamizar la narración.
Una cita para el verano es, por tanto, una comedia romántica de espíritu independiente, de aspecto sencillo y aspiraciones humildes, delicada y serena, pero que no renuncia a una cierta reflexión.
Jack es un conductor de limusinas, persona vulgar y nada extraodinaria, hombre tímido e introvertido. Su mejor amigo le organiza una cita con Connie, quien sufre también de ciertas dificultades para relacionarse con la gente. Su amor, maduro y alejado de la pasión que se muestra en la mayoría de películas, les impulsará a mejorar y superar sus limitaciones, hasta conseguir ser alguien excepcional. Al menos, excepcional para el otro.
El Cine en la Sombra
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Sí, lo admito. Soy una de esas personas que cree todo acto tiene sus consecuencias. Cuando Philip Seymour Hoffman aceptó protagonizar la magnífica y única Synecdoche, New York (Charlie Kaufmann, 2008), asumió un grandísimo riesgo, saliendo victorioso con una facilidad pasmosa. También ese mismo año entregó un papelazo en Doubt (John Patrick Shanley, 2008), que de hecho era lo mejor del film. Y sólo varios meses más tarde, ya en 2009, puso voz al protagonista de una de las películas de animación más bellas y melancólicas de los últimos años, Mary and Max (Adam Elliot, 2009). El anuncio de su debut en la dirección me sorprendió y me interesó desde el primer segundo: haciendo trabajado recientemente con uno de los mejores guionistas norteamericanos de los últimos veinte años, poniendo voz en un trabajo que medía perfectamente la tristeza y la comedia, y entregando un par de sensacionales papeles en las cintas mencionadas, nada podía salir mal. Bueno, Jack Goes Boating es la confirmación de que las consecuencias no vienen precedidas por los actos, de hecho, el que hubiese sido presentada en Sundance 2010, ya daba pistas sobre el contenido del film.
Para su debut, Hoffman ha decidido ponerse el traje de indie convencional y entregar un trabajo que particularmente encuentro poco apasionado, muy medido, calculado, como si tuviese miedo de romper el molde y ser tachado de algo más que un actor metido a director . Observando debuts de otros intérpretes ( Slipstream de Anthony Hopkins, por ejemplo) puede verse que han dado el paso a la dirección por pura necesidad artística y creativa. Lo mismo puede aplicarse a Ben Affleck o su hermano, Casey Affleck. Desgraciadamente en Jack Goes Boating nos encontramos con la historia de siempre: un hombre cerrado en si mismo que a pesar de tener grandes amigos no acaba de levantar cabeza en su vida. Ciertos cambios llegarán de golpe, obligándole a romper su rutina diaria.
Dirigida con poco gancho e interpretada sólo con corrección, lo cual es un crimen siendo Philip Seymour Hoffman el protagonista del film, y contando con secundarios como Amy Ryan (que lo bordaba en otro debut, Gone, Baby Gone de Ben Affleck), es una pena que Jack Goes Boating no se atreva a tomar riesgos y se quede en su posición de película correcta que no provoca ningún tipo de emoción real. Se puede ver, pero desde luego es un trabajo poco apasionado, de los que salen cientos al año. De un artista como Hoffman se espera, desde luego, mucho más. Una pena.
No existe nada en ella que te seduzca, es simple, muy teatral y además… aburrida. Nunca he entendido la razón que lleva a muchas productoras a realizar teatro filmado. Son dos géneros que nada tienen que ver y al intentar mezclarlos, el cine siempre sale perjudicado.
Poco importa que los actores nos entreguen su trabajo de manera brillante… Cuando algo es aburrido, y no conecta, ni las buenas intenciones consiguen salvarlo.
Me arrepiento del tiempo perdido, y la manera lineal en que transcurre, eliminando cualquier emoción con la que empatizar.
UN 3
Ignoro cuál fue la razón por la que esta película ni siquiera llegó a estrenarse en su día en los cines españoles. Con la cantidad de tonterías que nos llegan cada viernes a la cartelera, ya entonces alguien podía haber reparado de que se trataba de la opera prima de uno de los actores imprescindibles de lo que llevamos de siglo, y de que si bien no estábamos ante un film destinado a reventar la taquilla evidentemente, sí desde luego al menos ante un producto que contaba con un público. Ahora, tan sólo unos meses después de la repentina desaparición esta última primavera de su director y principal protagonista Philip Seymour Hoffman, los distribuidores han reaccionado y lanzan por fin la película en nuestro país. Bienvenida sea como tardío homenaje a este gran actor, aunque en el fondo todos seamos conscientes de que la decisión tiene bastante de oportunista (ya se sabe lo rentables que resultan a veces algunos muertos del mundo del espectáculo).
Lo cierto es que detrás de las cámaras Hoffman no se desenvuelve del todo mal. Para su debut como realizador, el desaparecido actor eligió un texto que conocía muy bien, una pequeña pieza teatral escrita en 2007 por Robert Gloudini para la LAByrinth Teather Company de la que el oscarizado intérprete de Capote formaba parte desde 1995. Hoffman adapta la obra a la gran pantalla volviendo a hacerse cargo del personaje principal que había interpretado antes en teatro, y contando de nuevo con algunos de los compañeros que ya la habían convertido en éxito sobre las tablas del off Broadway. De hecho, Amy Ryan es la única de las protagonistas del film que no había participado previamente en el montaje teatral.
Una cita para el verano se presenta como una agridulce comedia romántica que incide en las dificultades que supone amar y, sobre todo, ser amado. Éstas las vemos a través de los ojos de Jack, un tímido conductor de limusinas con problemas para relacionarse con las personas, especialmente con las del sexo opuesto, que inicia una relación sentimental con la trabajadora de una funeraria a la que conoce después de una cita a ciegas. Al tiempo que vemos cómo se va consolidando la nueva pareja, somos testigos de sus ilusiones y proyectos de futuro, asistimos al progresivo desmoronamiento en la relación del matrimonio amigo que les presentó.
De abierta vocación independiente y manejando un tono amable y pausado que confluye en un volcánico último acto con absolutamente todo estallando por los aires, éste es un título a reivindicar siquiera porque para nosotros se ha convertido en el involuntario legado cinematográfico de su autor. Mérito suyo es sin duda evitar que apenas se intuya el origen teatral de la propuesta. Se nota igualmente la pasión por su propio oficio. Hoffman mima a los actores, los trata con un cariño y una sensibilidad exquisitas y consigue lo mejor de cada uno de ellos. Por último, está por ver qué parte del verdadero Philip Seymour Hoffman hay en ese Jack asocial, freak y desnortado que aparece en su obra. Para la posteridad, y como un guiño definitivamente macabro y cruel, queda el momento en el que el protagonista rechaza la invitación de su amigo a tomar sustancias estupefacientes.
Una cita para el verano/Jack Goes Boating
No es preciso cargarse al lamentablemente fallecido Phillip Seymour Hoffman en su primera película de hace 4 años ya, porque incorpora NY como personaje como hace algún maestro. Tampoco es ético los comentarios escabrosos sobre la muerte de Robin ni lamentar y lloriquear, decenas de años después, que Lauren Bacall no estuvo suficientemente afable con el poderoso cronista cinematográfico. Sobre todo a muerte pasada. Film romántico y melancólico que repasa como funde la nieve en Central Park hasta el verano. Sin un estilo adquirido naturalmente, se sincera con el espectador con la fragilidad de los sentimientos de dos parejas. Simplemente narra sin filosofar. Inspirada en la obra de Bob Glauidini, que ya había interpretado, se apoya en John Ortiz y Daphne Rubin -Vega para el matrimonio amigo y su Amy Ryan que le ayuda a desvelar sus contradicciones, inseguridades, debilidad y frustacion de su escaso glamour interior. Primeras citas, inicios de relacion, con estructura de comedia dramática, como la primera cena en que el tema principal es la agonía del padre. Seymour nos muestra las deficiencias afectivas que tenemos todos que arrastra su mirada perdida por la ciudad como conductor de limusinas y que su mejor amigo, otro chofer, le arregla una cita. Con ello sueña echado en una cama, para él el lugar mas vacío solitario y triste del mundo.