Un hombre que grita
Sinopsis de la película
Chad, en la actualidad. Adam, sesenta y tantos años, antiguo campeón de natación, es profesor en la piscina de un hotel de lujo en NDjamena. Cuando unos empresarios chinos adquieren el hotel, se ve obligado a dejar su puesto a su hijo Abdel. Sufre mucho con esta situación, que considera como una decadencia social. El país es presa de la guerra civil y los rebeldes armados amenazan el poder. El gobierno, como respuesta, recurre a la población para un esfuerzo de guerra que exige de ellos dinero o hijos en edad de combatir a los asaltantes. Por este motivo, Adam es acosado constantemente por su Jefe de Distrito para que entregue su contribución. Pero Adam no tiene dinero, lo único que tiene es su hijo…
Detalles de la película
- Titulo Original: Un homme qui crie
- Año: 2010
- Duración: 92
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Opinión de la crítica
6.5
89 valoraciones en total
Entre los grandes valores de esta película, uno muy importante es que nos muestra un país absolutamente desconocido, Chad. Su forma de vida, sus costumbres, sus valores, su comida, sus casas, sus pueblos, sus calles, su gente, su ejercito, sus vecinos… están perfectamente retratados por el ojo de Mahamat-Saleh Haroun. Eso sí, retratados con detalle, con minuciosidad y con crudeza, la crudeza con la que se vive día a día en ese país.
Al ver esta película descubrimos que hay un mundo más allá de nuestras narices. Un mundo en el que también existen grandes actores, grandes películas y grandes historias.
Contada con sencillez pero con un pulso de hierro. Ni sobra ni falta una palabra.
Un mundo muy lejano y muy cercano al mismo tiempo, nada nos suena extraño, es una película que habla del miedo y de la traición, dos temas universales.
Una mirada, la de Mahamat-Saleh Haroun, NECESARIA y muy interesante.
Disfrutarán de esta película los amantes del cine de Jafar Panahi (director de la maravillosa película El círculo , que ahora mismo vive encarcelado en su país). Hay algo en esta historia que también me lleva a Bailar en la oscuridad de Lars Von Trier, sobre todo ese desasosiego que produce el ya no poder dar marcha atrás… ser testigo de la fatalidad que provoca determinada decisión y no poder hacer nada para solucionarlo…
Una gran película.
Dolorosa y amarga historia narrada con envidiable sencillez acerca de la vida de un hombre de cincuenta y cinco años, ex-campeón nacional de natación que trabaja en la piscina de un hotel, y que es relevado de su puesto de trabajo, que ocupa su hijo. Lo que en un principio nace como un episodio de humillación y fracaso personal se convierte pronto en la antesala de problemas más graves cuando la situación de guerra civil se agrava en el país y el gobierno comienza a exigir a los ciudadanos impuestos o hijos en edad de luchar contra los rebeldes. El padre se ve entonces en la difícil tesitura de elegir.
Un retrato duro y amargo de la situación de permanente guerra y miseria que se da en muchos países africanos, en este caso Chad. La narración, sencilla y pausada, se despoja en ocasiones de casi todo, salvo de las emociones reprimidas y los silencios -que gritan de desesperación- de los protagonistas. Éstos están completamente creíbles (un diez para el protagonista) en sus papeles y la historia, pese o por su dureza, necesita ser contada, tal vez de esa manera. En definitiva, una buena película que remueve las entrañas y que merece la pena ver.
Este es uno de esos trabajos purificadores para el alma. Es asombroso lo que Mahammat-Saleh Hauron puede conseguir con los mínimos elementos. Desde su escena inicial, donde presenta a los personajes principales, podemos apreciar que no hay nada superfluo. Se aprecia inmediatamente que estamos ante un autor reflexivo que sabe escoger la esencia de lo que quiere contar. La historia es muy sencilla. En un país centroafricano amenazado por una guerra civil, un hombre maduro es relegado de un trabajo que ama. Este hecho desata un conflicto interno en el personaje. Ante él se plantea un terrible dilema, su elección para resolverlo derivará en un cúmulo de circunstancias inesperadas para él. A pesar de los ecos de la guerra, que nos llega a través de la radio del protagonista, percibimos el lento transcurrir de unas vidas sencillas y tranquilas. La cámara funciona como un ojo objetivo, pues la mayor parte de los planos son fijos, sin apenas movimientos, lo que dota al trabajo de un verdadero y falso aire documental. El uso fluido e indistinto de dos idiomas -¡francés y árabe!- por parte de los personajes nos ubica en una sociedad de pasado colonial. Se nos cuenta una historia muy pegada a su complicado presente, pues el Chad es uno de los países más pobres y marginados del planeta. Por eso resulta, tan meritorio que un ciudadano chadiano, aún con la ayuda de la producción franco-belga, haya podido levantar un proyecto tan estimulante como este. La dignidad del personaje principal es como un faro que alumbra entre tanta pobreza material. Cuando las circunstancias atentan contra esa dignidad, podemos comprender las motivaciones que le hacen tomar la decisión que cambiará su vida por completo. A día de hoy no creo que resulte difícil para muchos de nosotros ponernos en la piel de este personaje, y por lo tanto sufrir y llorar con lágrimas amargas, que nos han traído, paradójicamente, alegría a nuestra vida.
Pues no se que le ven a la película, la verdad a mi se me hizo aburrida, tiene silencios largos y momentos demasiado somníferos… y la historia desalienta, solos malos sucesos para este señor, no me entretiene mucho ver las desgracias ajenas teniendo las mías… si, muy dura la vida, la guerra, de eso esta plagado el mundo, pero ya, no por eso todo lo triste que vea debe ser bueno…
No se ni a quien recomendarla, creo que ni la recomendaría, pero habrá gustos… mala, así muy mala no es, pero me parece que no aporta mayor cosa y es prescindible.
El Talmud dice que el hombre necesita dos cosas muy importantes, el trabajo y los amigos. Pues en cierta medida esto nos quiere decir esta cinta en su ideología, donde trabajo y amistad (aun entre padre e hijo) debe ser la meta en las condiciones de la vida que este planeta nos la haya dado. Historia, entonces intimista si se quiere ver de otra forma, atendiendo a la relación que debe existir entre un padre y su hijo: transparente. Todo para no llorar solos en la intimidad con uno mismo.
Por lo demás sencilla puesta en escena, donde la parsimonia de los personajes, nos dan la sensación de un drama brillante, pues sin altibajos en lo conmovedor y la visualización de la idea, nos aproxima también mediante metonimias a un concepto del conflicto armado en Chad.
Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic. Barranquilla, Colombia)