Un amor de verano (La belle saison)
Sinopsis de la película
En París, en 1971. Delphine conoce a Carole. La primera, hija de campesinos, se muda a la capital para alcanzar la independencia económica y ser dueña de su propia vida. La segunda tiene novio y vive felizmente los comienzos del movimiento feminista. A Delphine, misteriosa y reservada, le gustan las mujeres. Carole ni se plantea esa posibilidad. De su encuentro surge una historia de amor que desequilibrará sus vidas al tropezar con la realidad.
Detalles de la película
- Titulo Original: La belle saisonaka
- Año: 2015
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
6.8
54 valoraciones en total
La experimentada directora francesa Catherini Corsini (Partir, La repetición) suele tocar en sus películas temas relacionados a la mujer, ahora en ‘Le belle saison’ narra un romance que surge entre dos mujeres muy diferentes entre sí.
Una de ella es Delphine (Izïa Higelin), una chica pueblerina e hija de granjeros que suele hacer las diversas tareas de una granja que en palabras de los demás son propias de un hombre, después de una relación no lograda con una chica de la localidad, decide probar suerte mudándose a Paris. Estando ahí conoce a Carole (Cécile de France), una activista por los derechos de la mujer con quien inicia una relación, algo que es nuevo para ella y que la lleva a terminar con su novio.
Ante la enfermedad de su padre Delphine deberá volver a su pueblo a hacerse cargo de la granja, al poco tiempo Carole la alcanzará y después de un tiempo en que todo parecía ir bien, las diferencias entre ellas empiezan a aflorar, Carole no soporta el yugo de la madre (Noémie Lvovsky) sobre Delphine, quien debe reprimir toda demostración pública de afecto para mantener a su entorno tranquilo, pese a la molestia que esto genera en Carole.
Ambientada en los años 70, la película de Corsini se muestra muy genérica en su parte parisina, con un exceso de personajes y situaciones (las manifestaciones políticas de las chicas activistas) que hacen que el relato parezca dubitativo respecto a lo que quiere contar.
Pero al volver a la granja, toda la acción se centra en la relación de los dos personajes principales más la suma del personaje de la madre, interpretado con gran fuerza por Lvovsky, y es ahí donde la película vuela más alto, permitiéndose ahondar en la intimidad de las chicas con poco pudor y mucha sensibilidad.
Con inevitables conexiones con otra gran película francesa reciente como lo es ‘La vida de Adéle’, la película de Corsini logra un retrato muy genuino de una época y un lugar y lo hace con apasionamiento e inteligencia, abarcando diferentes temas tratados de manera intensa y precisa.
http://tantocine.com/tiempo-de-revelaciones-de-catherine-corsini/
El cine francés responde con contundencia a la falta de libertad y a la repulsa social que La vida de Adèle causó en el séptimo arte de uno de los países con una calidad cinematográfica más cuidada y elegante. Está claro que aquel film de Kechiche marcó un punto de inflexión sin retorno, abrió una gran brecha entre la transgresión y la hermosura. Una nueva corriente en el arte en general nació gracias a la ganadora de Cannes, y ahora comienzan a nacer los frutos.
La belle saison recupera este espíritu liberador y necesario, trasladándonos al París de 1973, a los movimientos feministas y transformadores que se estaban llevando a cabo en ese momento, luchando contra lo gris y lo establecido. Delphine, luciendo una belleza muy natural y un físico poco habitual en el cine, deja atrás su dura vida como campesina en la granja de sus padres y se traslada a la ciudad en busca de independencia económica y real, después de que su relación clandestina con una chica en su pueblo hubiera fracasado. Allí, los engranajes del destino, la harán cruzarse con Carole, una fuerte parisina de 35 años que, junto con su compañero Manuel, lidera varios movimientos pro-mujeres, mostrando un coraje poco habitual.
Amarse en una ciudad hace que Delphine se sienta libre y poderosa, pero un revés del destino la obliga a sacrificarse y regresar a la granja para volver al duro trabajo en el campo. La distancia que se impone entre ambas es demasiado insoportable, así que Carole decide abandonar todo y trasladarse a la casa materna de la joven para permanecer a su lado. Vivirán en sus propias carnes el sabor de lo prohibido, en la Francia más reaccionaria, machista y castiza, donde se nace para sufrir, y no hay cabida para los sueños.
Delphine, anclada por la culpabilidad y su obligación de honrar al padre y a la madre vivirá prisionera de su situación, mientras Carole se muestra dispuesta a no dejarse doblegar. Su despreocupación y seguridad, le causará con la joven campesina diferentes problemas, con los que el amor entre ambas tendrá que lidiar.
Estío cuenta con todos esos ingredientes necesarios que se echan en falta en La vida de Adèle . Se libera de los estigmas y fluye con normalidad. La relación entre las dos mujeres tiene un latido propio, y antepone la ternura a la pasión desenfrenada. El contenido sexual procura ser fiel a a la realidad, y lo consigue, endulzando los momentos más íntimos entre ambas mujeres. Pero lo más importante, sin duda, son esas conversaciones largas y sentidas, que tanto se echan de menos en su predecesora y en la aclamada Carol , exhibiendo una historia de amor lésbica (o deberíamos decir, puramente humana) de manera real, cuidada, hermosa y dolorosa, que rompe contra todos los cánones y todas las normas establecidas.
Uno de los mejores films románticos, frescos y diferentes. Con un componente social importante: el feminismo, la lucha de la mujer, la unión a los padres, la sumisión y la ausencia de libertad. Hablamos de la década de los setenta, pero estos valores todavía son muy necesarios de recordar hoy en día.
Una joya brillante que, espero que con el tiempo, obtenga el reconocimiento y el alcance merecido.
La belle saison (Un amor de verano), de Catherine Corsini, es una historia de amor basada en la homosexualidad que narra el momento en el que dos mujeres se conocen en Paris y comienzan una relación juntas ocultas a la sociedad y seres queridos, en una época tan difícil para la aceptación de tal relación como lo eran los principios de los años 70.
Magnífica historia de un amor imposible que sacude a todo aquel que se aventure a descubrirla. La homosexualidad es tan solo la excusa sobre la imposibilidad y el desatino que sufren dos mujeres enamoradas en un momento en que su amor no era nada aceptado. Transcurre su hermosa historia con naturalidad y un ritmo apropiado que va creando más y más drama a medida que avanza para dejar claro al cinéfilo exigente, que el cine francés está en plena forma gracias a dramas románticos como este.
Técnicamente, la película se apoya bastante en una bella e inspiradora banda sonora que trasmite perfectamente lo que su argumento propone, y además, es usada solo en los momentos oportunos. La espléndida fotografía te transporta notablemente a la época y lugar en cuestión, junto también a los vestuarios y caracterizaciones bien trabajados. Además, su montaje lineal y seguido marca el ritmo apropiado para su historia. Y qué decir de sus interpretaciones, más que son sobresalientes y muy acertadas a la hora de contagiar en todo momento al espectador los sentimientos encontrados pero irrealizables de un amor nada aceptado.
En definitiva, considero La belle saison (Un amor de verano), una obra magnífica que deja una sensación profunda y notable que hace que el film sea una cinta imprescindible y recomendable para todos los seguidores del género que busquen historias creíbles y bien contadas, para deleite del cinéfilo más cultivado y riguroso en lo que decide ver. Por tanto, es digna de ver al mostrar con una naturalidad poco acostumbrada en el cine, la homosexualidad no desde el punto de vista de la aceptación, sino para hacer ver con sinceridad y sencillez que lleva pasando toda la vida aunque la gente más cerrada miraba hacia otra parte cuando la veía.
Francia, 1971. En el aire hay un aroma a contestación, protesta e inconformismo que son los ecos reivindicativos de la década anterior cuando surgió con fuerza y se hizo visible – en occidente – el movimiento de liberación de la mujer o el de las divergencias sexuales. Y si bien la cinta refleja con precisión y acierto el bullicio vocinglero y demandante de aquella época donde se cuestionaban entre algarabías variopintas los valores tradicionales de la sociedad patriarcal y machista, estamos en realidad ante una historia entrañable e intimista que es un canto al amor y a la libertad entendidos como aprendizaje arduo, súbito e impetuoso que desboca los sentimientos y altera nuestras vidas.
Uno de los grandes aciertos es el tono entre melancólico y arrebatado que impregna todo el metraje. Se centra en la búsqueda de la propia identidad sexual y afectiva, en la construcción de la persona y su personalidad, su carácter y su vida. Es una ficción primorosa y detallista que, sin embargo, tiene ecos de crónica íntima, casi documental, sobre cómo hacerse un hueco en el mundo y la sociedad en que nos ha tocado vivir. La importancia del lugar de dónde somos, la familia a la que pertenecemos, las personas a las que conocemos y nos acompañan y a las que nos sentimos vinculados por parentesco, afecto, afinidad o amor. Todo ello sujeto al momento histórico en que se desarrolla y toma cuerpo, con dulzura pero sin mojigatería, con serena observación que no elude las contradicciones ni los desaciertos, pero que no echa culpas ni cargas las tintas.
Somos la suma de nuestras decisiones, con sus aciertos y sus yerros, con sus luces y sus sombras, con sus contradicciones irresolubles e infortunios sobrevenidos. Y el compás de cada persona es diferente y muchas veces esa arritmia vital y descoordinación emocional echa por tierra las historias más intensas o hermosas que tenemos la dicha de encontrar a nuestro paso y que configuran nuestra inapelable biografía entre quebrantos y alegrías, entre ilusiones y penalidades. Podemos acariciar con la yema de los dedos el sueño de la felicidad compartida que, sin embargo, se nos escapa en un parpadeo inadvertido o en el recodo de un camino que se bifurca sin remedio. Y dejar atrás lo más querido y deseado por miedo, por inseguridad o por ofuscación de los sentidos.
Una hermosa historia de amor llena de claroscuros, rebeldía y sumisión. Hay una química evidente entre sus dos protagonistas que redondean y completan la historia con su sola presencia. Un delicioso cuento agridulce, de una luminosidad seductora.
Creo que es la primera película en que aparece un grupo de mujeres jóvenes en plenos años 70 realizando acciones feministas. Desde boicotear conferencias antiabortistas lanzando sujetadores, tocar el culo de los varones por la calle para que sientan qué es el acoso en sus propias carnes o rescatar a un chico gay de una clínica donde le dan terapia de choque para reconvertirlo en heterosexual. Todo esto en un ambiente de sororidad militante que se acerca mucho a lo que nos han contado señoras que hoy están por los 60 y 65 años y que lo vivieron. Señoras que en torno al año 75 andaban por la veintena. Tenemos las fuentes orales, también se ha escrito para la historia pero yo no había visto ninguna peli donde fueran protagonistas. Todo esto con la lucha paralela de los varones por ideales políticos revolucionarios herederos de mayo del 68 que consideraban que el feminismo no tocaba, no era la prioridad.
De todas esas mujeres han quedado muy pocas imágenes y pocas veces se ha utilizado para la ficción. La directora francesa Catherine Corsini, ha ambientado con estos mimbres una historia de amor entre dos jóvenes una de 23 años y otra de 35. Se conocen en el París de 1971 en plena ebullición feminista y sin ningún tipo de problema viven su relación hasta que una de ellas tiene que volver a trabajar en la granja de sus padres y allí surgen los conflictos. Habla de las elecciones en la vida, de la libertad personal, del amor entre mujeres en los años 70, del mundo rural.
Estío, La belle saison, el título en Francia, es una peli muy fresca, liberadora, que cuenta una historia que no aparece nunca en el cine. No es extraño que nos venga del cine francés que nos regaló Violette, Seraphine, La vida de Adèle, Tomboy, Girlhood, Water Lilies. Muchas historias pueden ser contadas. Ya estamos esperando en el contexto del cine español, una peli que protagonicen las mujeres de la transición, que tuvieron un papel clave liberador pero que están infrarepresentadas en las pantallas. Una peli que seguiría la estela de Clara Campoamor, Concepción Arenal de Laura Mañá pero que se actualizaría con personajes que los estudios de mujeres de las universidades llevan visibilizando durante más de 25 años pero que no consiguen llegar al gran público.
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