Trust (Confía en mí)
Sinopsis de la película
Es una comedia urbana y mordaz, ambientada en un barrio de clase media norteamericano, en el que confluyen la violencia, los milagros y toda clase de peripecias. María es una estudiante a la que su novio, que sólo piensa en triunfar en el deporte, ha dejado embarazada. Cuando su padre se entera, muere de un infarto. Mathew es un especialista en electrónica: fatalista, desilusionado y violento. Repudiada por su madre y por su novio, María se cruza con Mathew, cuando acaba de abandonar violentamente su trabajo y la casa de su padre, un hombre riguroso y obsesivo. En poco tiempo se convierten en una pareja estable, pero ya se encargará la vida de demostrarles que las cosas no son tan sencillas como parecen.
Detalles de la película
- Titulo Original: Trust aka
- Año: 1990
- Duración: 107
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Opinión de la crítica
7.1
95 valoraciones en total
Qué olvidado tenía a este hombre. Un buen amigo mío era un fan absoluto y nunca perdía la ocasión de recomendármelo, allá por los gloriosos 90s, esa década mágica. Admito que nunca le hice mucho caso. La primera película de Hartley que vi fue Amateur, quince años debe hacer, y no le acabé de pillar el punto. Luego probé con Flirt y aquello no iba conmigo. Y me olvidé. Hasta ayer, cuando por fin decidí volver a darle una oportunidad, e hice bien. Aguda, entrañable, única. Hartley representa a la perfección aquel maravilloso cine indie de los primeros 90, el que ha acabado derivando en cositas tan asépticas como Juno o Miss Sunshine, aunque películas como El Fin De La Inocencia, Shotgun Stories o Una Historia De Brooklyn mantienen aquel espíritu vivo. Hartley es de la estirpe de Jim Jarmusch, DiCillo, Egoyan, Sayles, Alan Rudolph o los primerizos Coen, Soderbergh y Gus Van Sant. Gente con una voz , eso que tanto escasea a día de hoy. Qué grande era, por el amor de Garci, dirigirse al videoclub a principios de los 90, para encontrarte, sin que nadie te hubiera puesto sobre aviso al respecto, con cosas como Teniente Corrupto, Reservoir Dogs, Passion Fish, El Niño Que Gritó Puta, Barton Fink, Sexo, Mentiras Y Cintas De Video, Los Timadores, Haz Lo Que Debas y tantas otras. Descubrir a Allen, Scorsese o a Lynch y empacharte de su cine en el espacio de unos pocos meses. La edad es un factor clave, evidentemente. Y la ausencia de internet y toda la locura, otro. Y en fin. El caso es que ayer me puse melancólico con esta película que me catapultó directamente a aquella época, cuando no sabías por donde diantres te iba a salir una película y tu lista de clásicos engordaba casi a diario en aquellos orgiásticos veranos de rondas diarias por los videoclubs del barrio.
Ayss.
Es una lástima lo del reciente cine independiente americano. Ha terminado por ser una marca, una etiqueta para vender mejor. Cine Indie , que lo llaman ahora. Pero a principio de los noventa, ayudados por el soplo de aire fresco que fue el festival de Sundance (como en los 70 fue el festival de Nueva York) el cine independiente americano se hizo un hueco el las salas y en los corazones de los cinéfalos. Algunos, en tono irónico, podrían reprocharme que ya entonces el cine independiente tenía poco de independiente. Razón no les falta. Pero todos no pueden ser Cassavettes.
Lo cierto es que no queda ni rastro de esa influencia. Sus máximos representantes o andan perdidos y hace tiempo que claudicaron (Kevin Smith), han terminado por diluirse (Richard Linklater) o han acabado por ser unos francotiradores de los que es imposible saber sus próximos movimientos (Steven Soderbergh).
Luego está Hal Hartley y su huida hacia adelante en forma de triple salto mortal. Es curioso, es el único que ha acabado por ser verdaderamente un cineasta independiente. Pero su cine se ha vuelto más inaccesible y prácticamente marginal.
Hace más de 20 años no era así. Hartley construía un relato apoyado en los personajes y sus diálogos hasta crear una maravillosa obra, que tenía mucho que decir y que podría considerarse una radiografía de la sociedad del momento. Influido por los europeos y en especial la Nouvelle vague (esa secuencia final, con uno de los saltos de eje más bonitos de la historia del cine, dando dos significados distintos a la finalización de la obra) su creador edificaba una obra armoniosa que algunos han resumido como personas que hablan y fuman . Y aciertan.
La historia tarda en tomar forma. No parece que vaya en ninguna dirección. Nuestros protagonistas pasean, definen el amor sin decir palabras pomposas, hablan sin escuchar a otra gente, buscan un bebé entre gabardinas, juegan con una granada… Los personajes de Hal siempre se han caracterizado por dejar huella.
La dirección es brutal. Es sencilla, y siempre parece que está acompañando al guión (a los paseos y charlas de los personajes, vaya), pero Hal le da una intención a cada diálogo, a cada gesto (ejemplo tonto, la mujer se quita el gorrito de enfermera y entonces actúa más como… mujer que como enfermera, alcohol de por medio incluido) y a cada mirada.
Su prólogo y títulos de crédito son brillantes. Con tan poco se crea mucho. Siempre me ha parecido uno de los mejores inicios del cine. Te deja totalmente enganchado.
Pero los noventa murieron. y El aire fresco que trajo su cine independiente, también.
Kurt Cobain, al menos, se pego un tiro. El cine independiente americano, en la mayoría de los casos, prefirió traicionarse.
Hal Hartley no. Sigue por allá, en algún lugar (Berlín, creo). Si lo ven, díganle que vuelva.
Algunos no hacemos otra cosa que esperarle a él y al regreso del cine independiente americano. Lo buscamos en cada película.
Magnífica obra dotada de unos caricaturescos personajes, que aprovechando precisamente su esencia casi tipográfica, someten al espectador a contemplar algunas de las crudas verdades postmodernas que nos circundan: la mujer como mero objeto sexual y la simpleza desoladora que conlleva la toma de conciencia de esto mismo, la brutalidad sutil de muchos padres (y madres) que camuflan su sadismo y vacio en la (infra)protección de sus vástagos tratados más como posesión que como seres humanos, los excesos del moralismo bienpensante y pulcro encarnados en una axfisiante y perpetua limpieza de W.C., la aceptación de la mediocridad como única forma impuesta de supervivencia, la peligrosidad de ser uno mismo entre tantos que son iguales, el aborto entendido como crimen para el que (aún) no se ha dejado corromper por el materialismo pragmático…y la esperanza en forma de dejarse alterar por el otro como forma de encontrarse, y el amor como catarsis explosiva!!
Es la caricatura, por momentos en apariencia excesiva, precisamente su mejor virtud para no caer en un sensiblerismo barato y vacio de contenido, y como mejor forma de reflexión y exposición del teatro de nuestra forma de vida. El humor y el drama más caústico se con-funden para mostrarnos un espectáculo tan sencillo como necesario. Imprescindible desde todos los puntos de vista. Apta para cínicos mal-humorados y mal-enamorados en general.
Mezclando la comedia y el drama, Hal Hartley realiza su primera gran obra maestra, una película sobre personajes destrozados en un mundo que no les llena o que rompe sus ideales. Un ambiente onírico, un genial uso del silencio, una soberbia banda sonora y unos fascinantes, lúcidos e irónicos diálogos cargados de agilidad cimentan una cinta que verdaderamente llega al corazón y con cuyos personajes, sumergidos en una surrealista cotidianeidad, mediocres y a la vez geniales y llenos de anhelos, nos podemos identificar todos. Una de las películas imprescindibles de los noventa.
Por primera vez la viste, luego la oíste, la conociste, le hablaste, la comprendiste, la sentiste, la palpaste, la agarraste con fuerza y… la amaste.
Queramos o no, casi la totalidad de lo que vivimos, sentimos y acariciamos radica en la casualidad que nos envuelve, que nos hace partícipes de esos momentos mágicos, tiernos, agridulces, duros y angustiantes.
De ese punto parte Hal Hartley para trazar esta obra, una película tan arriesgada como demoledora y cínica, que nos traslada a la vida de dos personas que, transcurrido un tiempo se conoceran… casualmente.
Lo que más me gusta de la cinta de Hartley, es que sabe trazar diálogos afilados, que cortan, que apuñalan y que buscan en la bajeza del ser humano para destapar todas sus carencias, que nos hablan de una sociedad cínica, una sociedad refugiada en los ejes que esta misma le ha otorgado como evasión, ejes que nunca mediarán otra función que esa, que nunca podrán reemplazar lo que verdaderamente nos hace humanos: El sentimiento.
De todos modos, no sólo se apuntala sobre esa característica esta maravillosa tragicomedia, sino que también lo hace apoyándose en momentos cómicos de lo más impresionantes y arriesgados (ya que corren el peligro de no llegar a confraternizar con según que público), en un guión tan bien escrito como llevado a la pantalla, donde las dificultades de ambos protagonistas por salir adelante quedan más que patentes y dan un reverso sobre el que conocerles, conectar con ellos y congeniar con sus problemas, ambiciones, defectos, intenciones… y arroparte entre esa cálida e impresionante culminación.