Tristeza de amor (Serie de TV)
Sinopsis de la película
13 episodios. La COI es una cadena de radio que está preparando un nuevo programa nocturno. En el equipo figuran como locutores dos viejos conocidos de los oyentes: Ceferino Reyes (Alfredo Landa), que acaba de regresar a España, y Carlota Núñez (Concha Cuetos), la responsable de que años atrás tuviera que exiliarse.
Detalles de la película
- Titulo Original: Tristeza de amor (TV Series)
- Año: 1986
- Duración: 60
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Opinión de la crítica
Película
6.1
65 valoraciones en total
Estupenda serie de TV cuyo argumento se centra en las alegrías y penas de unas relaciones laborales y relación jefe-empleado. Lo mejor de todo, los actores, que magnífico Alfredo Landa, pero que bien trabaja Concha Cuetos…y todos los demás, de lo mejor del mundo del cine en España. Y quiero dedicar un recuerdo aunque en el reparto no aparezca al pequeño papel que hizo Conchita Montes….que belleza en su juventud (véase El Baile), musa de Edgar Neville, hombre adelantado a su tiempo en una España triste y dolorida.
Ya se puede adquirir en DVD por lo menos que yo sepa en unos grandes almacenes españoles, allí la pesqué sin dudarlo.
Pues si, hace mucho tiempo que quería haber hablado de esta serie. Recuerdo cuando en mi juventud la emitieron allá por mediados de los 80, pero poco después, a mediados también de los 90, volvieron a reponerla y volví a verla con la misma nostalgia que la primera vez.
Poco más se puede añadir del inmenso y gran trabajo que hicieron todos los actores, nuestro queridísimo Landa, Concha Cuetos, Larrañaga, Eduardo Fajardo, Fernando Hillbeck, Emma Suárez, Tito Valverde… Hasta Nadiuska que por aquel entonces no era otra cosa más que un símbolo sexual bordó su papel como femme-fatale. Mención aparte tiene la canción que da título a la serie de Hilario Camacho, maravillosa, y que ya en el intro se escucha mientras ves la ciudad de Madrid de noche Castellana abajo, mi querida Madrid, mi GRAN CIUDAD.
Y no hacía falta más que trece capítulos en una temporada para mostrarnos el mundo de la radio por dentro, con los latidos de su corazón y sus inquietudes. Hoy en día hacen una serie y parece que tienen la obligación de tener que estirarla con más temporadas, y más, y más, y más…. Aquí no hacía falta, esta serie es como el buen café, en pocos sorbos y sólo en una taza, porque el poso que deja es único, intransferible y como no, mágico.
El paso del tiempo no ha respetado a esta serie ochentera que vi repetida años después (no tantos), y que guardaba en la memoria, sobre todo por su música de cabecera Tristeza de amor .
Uno de los capítulos más emocionantes y modernos es en el que un admirador se presenta en la radio para declararse, en directo, al poeta. Se puede ver la dicotomía que entonces existía ante un tema bastante tabú por entonces.
Concha Cuetos (Verano Azul y Farmacia de Guardia), aquí no llega a emocionar como lo hacía en aquellos dos papeles (distorsionados, tal vez, por el paso de los años…).
Mítica serie española de los 80, pionera en calidad de las, hasta entonces, horrendas series españolas. Con una bella y recordada canción del gran e injustamente olvidado Hilario Camacho, la serie transitaba en una intriga sobre medios de comunicación, relaciones y fracasos personales, ambiciones perdidas y extraños e insospechados amores. Gran reparto y grandes personajes, un Walter Widarte impresionante, una Concha Cuetos y Alfredo Landa arrebatadores e inspirados. Quizás la mejor serie española de los 80.
El Alfredo Landa, el último Alfredo Landa que conocemos en el cine (el primero fue el del estilo español de cine que dio origen con su apellido) se fragua en El crack de Garci, se confirma en en Los santos inocentes y se remata con Tristeza de amor. Serie que en los ochenta captó mi atención de adolescente, entre otras cosas, porque aquella España que me contaban empezaba a ser la que yo iba a conocer desde ese momento (el uso de razón y esas historias).
Alfredo Landa era la piedra angular de una serie basada en la radio. Eran, aparte, los años en que servidor descubría los programas nocturnos de Carlos Pumares. Poco faltaba ya para que a nada que hubiera un mínimo de interés, la cosa te atrapara. Lo hizo. Concha Cuetos, el antiguo amor de Landa en la ficción, me sorprendió como actriz. La descubrí, dicho sea de paso. Carlos Larrañaga comenzaba sus años de madurez en un papel cínico, de tío borde. Eduardo Fajardo, al que se le había perdido la pista tras los spaguetti western, reapareció en la serie sustituyendo a un Alfredo Mayo que falleció cuando había rodado ya algún episodio.
Fajardo hace de dueño de la emisora, creo, y era un playboy, de ahí que en el reparto salga Nadiuska, que hace de rusa en la serie. Me acuerdo de una jovencísima y fascinante Emma Suárez, en el papel de sobrina de Concha Cuetos. Pero uno de los personajes e la serie era el del locutor, fascinante por su porte y dotes al hablar, Fernando Hilbeck, al que ya había visto como el padre de Quique en Verano azul, pero que aquí compone un personaje… fascinante (y engañoso, como se ve en los últimos episodios de la serie).
La noche, los amores de Landa, las frases-latigazos que se lanzaban Cuetos-Landa. El tono decadente, cierta dejadez en la dirección y en la puesta en escena. Había detalles bastante imperfectos para calificar a Tristeza de amor como una serie especial. Ni será la mejor que se haya rodado ni la que más audiencia acaparase. Pero ahí estaba ella. Con todos sus pros y sus contras.
La canción de Hilario Camacho, obviamente, se convirtió en el himno de la nostalgia que hoy todos conocemos. Perfecta introducción, cada noche, para contarnos historias que sucedían después de la medianoche.