Tristana
Sinopsis de la película
Don Lope ha acogido a Tristana en su hogar para cumplir una promesa hecha a sus padres. Pero la joven es muy hermosa y se convierte en la obsesión del anciano, que a fuerza de tiempo y de paciencia consigue sus favores. Sin embargo, cuando ella conoce a un joven pintor que la enamora, decide cambiar radicalmente el rumbo de su vida.
Detalles de la película
- Titulo Original: Tristana
- Año: 1970
- Duración: 98
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Opinión de la crítica
Película
7.6
73 valoraciones en total
Buenos ingredientes, elaboración y presentación, pero… sabe a poco. Todo un retrato de un personaje, Don Lope, indisociable de la buena actuación de Fernando Rey y para quien en su vejez Tristana es su cielo y su infierno en vida. Para nosotros ella resulta ser el cuchillo que nos permite ir arrancando las capas de Don Lope para poder apreciar todo su cinismo o doble moral y mostrar la contraposición (y evolución) del galán respetuoso, sin apego al dinero, con sólidos principios e ideales liberales.
Tampoco Tristana está exenta de, cuando menos, dudas. Su juventud, y desamparo la llevan a los brazos de Don Lope que conjuga la doble figura de padre y esposo. El tiempo hace crecer en ella el desprecio por éste. Su vuelta ante la enfermedad, de la que intenta culpar a su joven amante para evadir su responsabilidad, permite representar el principio que años atrás Don Lope con toda serenidad empleaba para justificar su prohibición de pasear sola por la calle. La mujer debe estar en casa con la pata quebrada…
Me resulta extraño durante toda la película la incongruente evolución temporal. Los saltos necesarios por el paso de los años son bruscos en exceso, dando por hecho situaciones que no han sido evolucionadas, exigiendo una complicidad excesiva por parte del espectador. Hechos como la encandilación de Tristana con el pintor no resultan creibles y son resueltos de manera deficiente, como con desinterés, prevaleciendo el hecho a su representación. Otras escenas muestran en su simplicidad el mundo irreal en el que Don Lope vive, como el desafío con guante al pintor que es respondido de una manera un poco menos elegante, todo un complemento a la negativa de ser juez en un duelo a primera sangre, toda una farsa para sus ideales.
Pese a buenas interpretaciones (Rey y Gaos) y una ambientación excelente, Tristana no tiene suficiente fuerza para estar a la altura de otras obras de Buñuel. Narra en parte con detalles, pero con carencias por momentos y sin la pegada que demuestra en otros trabajos.
Creo recordar que fue Jean Claude Carrière, amigo y guionista habitual de Buñuel, a quien escuché afirmar en cierta ocasión que el cine del genio de Calanda solía presentar -pese a la densidad de su contenido- una caligrafía, si bien no liviana, sí al menos considerablemente legible.
Partiendo de esa afirmación, pues, me gustaría animar a todo aquel cinéfilo que no se haya atrevido, todavía, con ninguna peli del mejor cineasta español de todos los tiempos a que escoja una, la que quiera, y la vea. A la voz de ya. Cagando leches. Y aunque de las que yo he visto me parecen especialmente buenas Los olvidados y Viridiana, tal vez Tristana constituya -a mi juicio- la mejor opción para que cualquier neófito pueda adentrarse con ciertas garantías de éxito en ese singular y fascinante universo buñueliano y pueda quedar, además, con hambre suficiente como para volver a repetir.
Mis razones son obvias. Tristana, por de pronto, posee un entramado argumental sumamente sencillo y accesible. Basada en la novela homónima de Benito Pérez Galdós, la peli de Buñuel nos relata –a bote pronto- una atípica relación: la que protagonizan Don Lope (Fernando Rey), un pintoresco hidalgo venido a menos, y Tristana (Catherine Deneuve), una bella y joven huerfanita. Y aunque, como os podréis imaginar, el quid de la cuestión reside en la obsesiva fijación amorosa del salidillo de Don Lope por Tristana, el de Calanda no desaprovecha la ocasión para poner sobre el tapete, como quien no quiere la cosa, algunos de sus temas favoritos: el sexo, la muerte, la religión y, por supuesto, el mundo de los sueños… A partir de ahí, que cada cual interprete lo que quiera… o lo que pueda. Solo añadiré que después de haber leído tantas cosas sobre los posibles significados de la prótesis, la cabeza de badajo, la boda-funeral, las muletas y la madre que las parió, mi conclusión no ofrece ninguna duda: o este tío era un genio… o un getas.
Aunque, pensándolo bien… Don Luis tenía pintilla de ser ambas cosas ¿no?
Nueve años después del escándalo de Viridiana, Buñuel retorna a España. En este viaje vuelve a adaptar a su admirado Galdós, pero trasladando toda la acción temporal a su época su juventud.
Ante una sombra tan grande como la de Viridiana, Tristana puede parecer una obra menor, pero reúne, si cabe, tantos méritos o más que la mítica película. En sí la película trata una de las mayores preocupaciones surrealistas: el amour fou. En ninguna obra de Buñuel se retrata con tanto detalle el amor loco como en esta. La historia es sencilla: Cuando muere la madre de Tristana, ella es confiada a D. Lope, un caballero de los de antes con rentas cada vez más exiguas, pero de un cinismo calculado, que comienza a obsesionarse por la joven Tristana hasta conseguir sus favores, tiempo después ésta conoce a un pintor con el que huye hasta que las circunstancias la traen de nuevo.
La sabiduría y sencillez de esta obra es pasmosa. En ninguna otra obra posterior a esta encontraremos la depuración a la que había llegado el maestro, quizá porque surrealismo y grandes presupuestos nunca casaron del todo (la etapa mejicana y la española están muy por encima de todas sus películas francesas, aunque éstas fueron las que llegaron más al público). Es increíble la fuerza que le da a los planos, cómo éstos calan en el espectador hasta exprimir todo su significado (el plano secuencia con el que se abre –un partido de fútbol entre sordomudos-, las secuencias que muestran la relación incestuosa que mantienen, el fetichismo con el que arropa a C. Deneuve en la última parte de la película).
Tristana de todos modos es D. Lope. En ninguna otra película del maestro, Fernando Rey realizará mejor actuación, hasta el punto de que quizá sea la mejor interpretación de toda su carrera. De todos los personajes, es el más rico, el que realiza una evolución más sorprendente pues pasa de ser comecuras (magníficos los diálogos en los que expresa su anarquismo) a terminar tomando el chocolate con estos en la tardes frías de invierno. Su interpretación es tan sentida que estremece (cuando por fin consigue a Tristana y le escuchamos decir Esta vez no se me escapa, esta vez será mía… traslada la pasión que siente de un modo tan directo que es como si te pegara). Pero a su misma altura está todo el plantel. La frialdad de Denueve llega al punto de la crueldad, pero sin dejar de mostrar esa pasión alocada que sostiene a un personaje que naciendo en la pureza, terminará por vivir en el rencor (maravillosa la secuencia en la que se despide de su amante el pintor tocando una pieza de piano tan pasional como su aversión). Al lado una Lola Gaos espléndida, como esa criada abnegada que daría la vida por su señorito.
Un punto y aparte merece la fotografía. La firma Aguayo y consigue que una película a color termine siendo negra, negrísima (la secuencia de la boda es magistral, pues más parece un entierro). Otra obra maestra del gran Buñuel antes de afrancesarse.
Excelente película de Buñuel, alejada de sus habituales dosis de surrealismo (pese a tener algún guiño como la cabeza-badajo de Don Lope), que reproduce fielmente el espíritu de la novela de Galdós, especialmente por la crítica a la sociedad pacata, machista y beata de finales del S.XIX.
Una novela afín también a las ideas políticas de Buñuel, encarnadas en la figura de Don Lope, un caballero que desprecia a los poderosos, al vil metal y que tiene ideas libertinas sobre la sexualidad. Una novela que como se puede suponer, fue escandalosa y censurada en su día.
La elección de actores es especialmente acertada: Nadie mejor que Fernando Rey para encarnar al personaje de Don Lope, una especie de Quijote vago y lujurioso, pero con un porte y presencia propios del mejor Don Juan.
Por otra parte, una bellísima Catherine Deneuve que encarna con sutilidad al personaje de Tristana, evolucionando de la inocencia angelical a la frialdad más oscura.
Y completando un trío de lujo, Lola Gaos, magnífica en su interpretación de la confesora de Tristana, la servicial y abnegada Saturna, espejo de toda la servidumbre de la época que soportaba estoica los desprecios y maltratos del amo/patrón de turno.
El tratamiento del color es muy acorde a la época, así como acertada es la elección de localizaciones, reflejando fidedignamente el entorno mayoritariamente rural que caracterizaba al país. El guión también contribuye a enriquecer el relato con escenas como las tertulias intelectuales (y de despelleje) en el café, los chismorreos de las mujeres en los patios, o las reuniones de fieles en la iglesia.
Film que se une a un grupo magnífico de adaptaciones literarias: La tía Tula, Los santos inocentes, Los gozos y las sombras, El maestro de esgrima… Este sí es cine español del bueno.
Film de Luis Buñuel rodado en España. El guión, del propio Buñuel y de Julio Alejando de Castro, adapta la novela Tristana (1892), de Benito Pérez Galdós (1843-1920). Se rueda en escenarios reales de Toledo, Madrid y en estudio. Es nominado a un Oscar (película de habla no inglesa). Producido por Robert Dorfman y Luis Buñuel (no acreditado) para Talía y Época Films (España), Films Corona (Francia) y Selenia Cinematográfica (Italia), se estrena el 29-III-1970 (Madrid).
La acción dramática tiene lugar en Toledo, Madrid, Villajoyosa y Alicante, entre 1929 y 1935. La joven Tristana, al quedar huérfana, es encomendada a don Lope Garrido (Rey), que la toma a su cargo, la instala en su cada, donde vive con su sirvienta Saturna (Gaos), y la asedia emocionalmente y sexualmente hasta convertirla en su amante. Entre ambos se establece una doble relación paternofilial y de amantes, que da lugar a una situación compleja, de la que se aprovecha y abusa don Lope. Éste es un personaje singular, de más de 50 años, soltero, de ideas liberales y anticlericales, de aficiones donjuanescas, conquistadoras y manipuladoras, de posición económica ajustada, y de inclinación natural a la ociosidad y la indolencia. Tristana, de unos 16/17 años, en el comienzo del relato, abriga ansias de independencia y libertad, deseos de adquirir conocimientos y habilidades, de rebeldía indoblegable contra la opresión, los abusos, la dependencia y el papel pasivo asignado tradicionalmente a la mujer.
El film suma dama y crítica social. A Galdós le interesa denunciar a través de la novela la injusta condición reservada a la mujer a finales del XIX, heredera de una larga tradición de marginación, sometimiento, explotación y carencia de derechos. Los movimientos sufragistas y reivindicativos emergen en la segunda mitad del XIX. La Convención y la Declaración de Séneca Falls (NY) son de 1848. La reacción contra las reivindicaciones de los grupos activistas fue en España de una virulencia desproporcionada y de un encono que hoy resulta casi inverosímil. En el marco de estas circunstancias, Galdós escribe la novela como instrumento de denuncia y de movilización. La adaptación de Buñuel conserva el espíritu reivindicativo de Galdós, que traslada a una época posterior en 40 años a la de la novela.
También interesa a Buñuel denunciar una historia doméstica de asedio sexual, seducción, abusos, explotación y corrupción de una menor, en tanto que hecho emblemático de una problemática no anecdótica. El enfrentamiento del espíritu independiente de Tristana y la falta de escrúpulos de don Lope proporcionan la base del desarrollo de un drama en el que la muchacha es víctima inocente. El guión dosifica y gradualiza con habilidad el desarrollo del mismo.
(Sigue en el spoiler sin desvelar partes del argumento)