Transeúntes
Sinopsis de la película
Proyecto arriesgado fruto de un minucioso trabajo -de más de 20 años- de concepción y montaje y que refleja una visión caleidoscópica de la ciudad de Barcelona como reflejo de cualquier urbe en cualquier país. Encuentros, desencuentros de cientos de personajes y microhistorias cruzadas en una gran ventana a la ciudad.
Detalles de la película
- Titulo Original: Transeúntes
- Año: 2015
- Duración: 94
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Opinión de la crítica
Película
6.2
63 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Adriá Collado
- Anna Azcona
- Carles Martí
- Carlos Lucas
- Carlos Olalla
- David Garcia
- Diana Gómez
- Duna Jové
- Enric Cervera
- Ferran Castells
- Gemma Brió
- Germán Madrid
- Glòria Cano
- Iñaki Muñoz
- Inés Cabot
- Inés Ventos
- Itziar Castro
- Joan Massotkleiner
- Joan Pera
- Joaquín Hinojosa
- Jordi Sánchez
- José María Velilla
- Josep Oriach
- Luis Marco
- Manel Español
- Manuel Bronchud
- Margarita Calatayud
- María Cinta Compte
- María Galiana
- Martin Aslan
- Mònica Glaenzel
- Oscar Edú
- Pep Antón Muñoz
- Pep Munné
- Pere Molina
- Ramón Enrich Borrellas
- Roger Coma
- Santiago Ramos
- Sergi López
El profesor de cinematografía Luis Aller estuvo recopilando durante 20 años planos de Barcelona y sus gentes para componer este puzzle, este mosaico fragmentado, inmenso e inevitablemente incompleto de 7.000 teselas con el que intentar utopicamente atrapar la unidad en la infinita diversidad siendo el propio marco, Barcelona en este caso, el principal protagonista.
La moraleja del asunto es más que evidente: todos somos transeúntes, estamos de paso con una fugacidad inmisericorde en la vida y nuestra preciada individualidad se diluye en un océano común, siempre cambiante, siempre en movimiento, siempre el mismo.
Aller experimenta con todas las posibilidades técnicas haciendo del montaje su epicentro, donde las referencias a El hombre de la cámara (Dziga Vértov / 1929) o Berlín, sinfonía de una ciudad (Walter Ruttmann / 1927) son innegables.
Trufa el director su caleidoscopica mirada con microhistorias de corte social con desigual acierto temático o interpretativo, que sirven entre otras cosas de desahogo referencial para un espectador no acostumbrado a este tipo de propuestas.
Uno hecha en falta, la incorporación de la revolución tecnológica que aportaría con sus posibilidades de inmediatez de interconectarnos un elemento aún más interesante y actual a la propuesta.
Acercarse a Transeúntes es hacerlo con la mente abierta o no hacerlo. Asumir que existe el cine fuera de lo narrativo, que las ideas audiovisuales demasiado vanguardistas cuando no son asumidas pueden chocar y que decidimos dar el beneficio de la duda al director ante la temida pretensión vacía que se pueda esconder detrás de la cinta. Quien no tenga esto claro, existen cientos de blockbusters más acordes a su gusto, más al uso y no necesariamente peores por ello.
Pero todos somos humanos, y esperaba una película ensayo. Una obra con la que el director quisiera simplemente cruzar las vanguardias, experimentar con el lenguaje para estirarlo al máximo y hacer simple teoría sin contar con el espectador, lo cual a mi juicio es uno de los mayores errores de tanto cine vanguardista que hace oídos sordos a una pieza tan fundamental del cine como es la audiencia. Pero mi sorpresa ha sido agradable: Transeúntes no sólo los tiene en cuenta, si no que, una vez has decidido dejar tus prejuicios y acercarte a ella, te devuelve el favor y se acerca a ti.
La premisa es simple: un poema urbano de Barcelona desde el punto de vista de lo caótico. Fiel a dicho concepto, casi todo en el film lo es, sobre todo el gran acierto de la película, el montaje. No obstante, se llega a imponer un orden dentro de ese caos, no se vuelve un simple collage de imágenes alocadas, si no un coro de imágenes en el que podemos intuir distintos patrones: cómo cambia el color en ciertos momentos, el ritmo en el que nos acercamos y alejamos a ciertas historias, cómo se encadenan diferentes planos en apariencia aleatorios pero creando metáforas entre ellos. En definitiva, es un caos controlado y lleno de significados.
Pero sobre el caos, las ciudades e ideas de montajes han hablado otros, y probablemente mejores, antes que Luis Aller. Y éste al fin y al cabo no deja de recoger muchas ideas de sus sucesores: la marca de Godard es ineludible. Pero a diferencia de este, el gran acierto de Transeúntes, a mi juicio, es cómo se ha decidido tratar un tema que tiene la complejidad que el espectador le quiera dar, pero siempre desde un punto de vista casi familiar. No es su prioridad, pero existe la narrativa: y ésta es la de Barcelona, la de sus calles con todos sus estratos, no la de la burguesía intelectual que suele rodear la obra de directores como Godard o Fellini. Probablemente intencionado, Aller consigue que esta película no necesite del espectador nada más que el mínimo esfuerzo de enfrentarse a ella, ya que habla al espectador de tú a tú, cosa que a mi juicio falla en muchos de los directores considerados de vanguardia . Mientras estos se dirigen a un público casi selecto, rodeados de referencias culturales y casi constituyendo un premio para el espectador el poder estar a la altura de ellas, Transeúntes es tan simple en su mensaje como lo simple que pueda ser Barcelona. No es que no aborde temas serios, habla de ellos y de muchos. Habla del amor, de la injusticia social, habla de la rabia… toma muchos temas que podrían copar un sólo film, siempre desde su caótica esencia, pero se los acerca al espectador de una manera amena y accesible, casi consciente de que sus formas pueden serlo menos. Hay mucho humor, y de una genialidad remarcable. Hay muchos personajes que podemos sentir como hermanos nuestros. Y cuando uno escucha las notas a piano de La Internacional en ciertos momentos del film, no puede uno si no preguntarse si el director conscientemente ha decidido hacer como aquellos primeros anarquistas de finales del siglo XIX y acercar al pueblo llano e inculto cinematográficamente un poco de conocimiento del mismo, conocimiento que de momento parecía relegado a ciertas élites intelectuales, mediante la cercanía que este experimento, que sin duda no ha sido fallido, logra transmitir a pesar de su rompedora forma.
Quizá la pega de la película es que en ocasiones, aunque está más que justificado por su concepto, el uso del formato analógico ensombrece demasiado al digital. Puede que ni siquiera por minutos de metraje el film de película supere al contenido grabado con cámaras digitales, pero el impacto de las primeras, y la frecuencia con la que los planos más poderosos de la película están grabados en dichos formatos, hace que uno casi se olvide del material digital y de la Barcelona actual. Esto, unido a que se obvian muchos temas interesantes de la Barcelona del presente, totalmente comprensible por la longevidad del rodaje (recordemos que han sido 21 años), da la sensación de que estamos viendo un film vintage que olvida el fascinante (para bien o para mal) presente que vive Barcelona. Aunque podemos ver cómo el director se adelanta a su tiempo al tratar temas de actualidad en formatos aparentemente de hace más de diez años, le ha faltado algo de esencia de la actualidad de Barcelona.
En resumen, Transeúntes rehuye desde guión a los tópicos del cine de vanguardia, experimental o como queramos llamarlo. No es una película de artistas torturados, intelectuales y sus pasiones o ejercicios de análisis de lo onírico y lo real, quizá porque, por desgracia, no es así Barcelona. Y Transeúntes al fin y al cabo retrata la ciudad como se merece, sea esto bueno o malo.
El segundo largometraje de Luis Aller, Transeúntes, ha sido rodado y montado durante más de 20 años. Supongo que la intención de Aller no era otra que captar los movimientos en la urbe de Barcelona durante un determinado tiempo, que seguramente se haya prolongado en demasía debido a una serie de dificultades. Algo que en un principio parecía tan sencillo, en la práctica acaba siendo considerado por muchos como un trabajo experimental -algunos lo utilizan como algo positivo, otros peyorativamente-. Este trabajo atiende a unas formas de ver y entender el cine diferentes, cuyo caótico (que no anárquico) y estudiado montaje manifiestan una notable influencia de Jean-Luc Godard.
El proyecto de Aller tenía un fin bastante claro: representar la interconexión de las vidas que transcurren a lo largo del tiempo por Barcelona, las voces anónimas y los sonidos que interrumpen conversaciones y encuentros, y los incesantes coletazos de una crisis económica y social que parece no tener fin. En este sentido, es importante que exista una reconocible continuidad o línea narrativa (como quieran llamarlo), algo que era mucho más complicado encontrar en Adiós al lenguaje, la última película de Godard, cuya trabajo formal se emparenta directamente con el llevado a cabo por Aller en Transeúntes. Cambios de formato, color, sobreimpresiones, repeticiones en apariencia arbitrarias a través del montaje… son algunos de los aspectos formales que las asemejan. Y el resultado es bastante positivo, aunque una duración más reducida quizá hubiera favorecido al conjunto.
Transeúntes consigue actuar incluso como una radiografía de nuestro tiempo, en la atemporalidad de sus imágenes -por lo que representan- y la universalidad de sus subtramas humanas. Porque sí, a lo largo del metraje hay lugar para el sarcasmo, la ironía y la desgracia de algunos seres que parecen salidos de un film de Kaurismäki. Existe una más que identificable cohesión interna que actúa como fondo en esta carta de amor al cine y a Barcelona. Sin duda nos encontramos ante una película revolucionaria para lo que se viene haciendo en este país, cuya encorsetada industria dificulta la creación y exhibición de trabajos personales y con personalidad.
Sin embargo, es en la consecución del objetivo de Aller donde se hallan mis problemas con la película, en la transmisión al espectador de un caos y aturdimiento que no siempre encuentro positivo. Transeúntes está muy lejos de ser perfecta, pero es admirable cómo Luis Aller ha conseguido crear una obra tan compleja y rica en detalles de fondo y, especialmente, formales. Una muestra de la universalidad del cine y la posibilidad de que en nuestro país se adopten formas que no se habían visto con anterioridad.
Hace dos años Richard Stuart Linklater sorprendió a parte de la crítica con Boyhood filmada durante 12 años para reflejar con mayor precisión la vida de un niño. En esta ocasión Luis Aller presenta Transeúntes un retrato de la ciudad de Barcelona en el que ha trabajado durante más de dos décadas. Esta obra fue galardonada en 2015 por el Festival de Cine Europeo de Sevilla a la mejor película de la competencia oficial Resistencias.
Luis Aller vuelve a dejar de manifiesto sus sentimientos hacia Barcelona como hizo en su Ópera Prima Barcelona, Lamento con la que obtuvo el Premio Sant Jordi. El director registra una ciudad alejada del lujo, centrando su atención en las miles de voces anónimas que recorren sus calles. Con esta obra consigue diseccionar las historias de estas personas para esclarecer la esencia de la ciudad, la conexión de todas las vidas que transcurren a lo largo del tiempo por Barcelona.
Transeúntes es un viaje lleno de miles de instantes, más exactamente 7.000 planos, que construyen un universo aparentemente caótico. Los continuos saltos en el tiempo, en la historia y en los personajes es reforzado con los cambios técnicos en el color y el formato. El autor reconoce que el film está rodado mayoritariamente en 35mm (con diferentes materiales como Kodak, Fuji y Agfa) pero también se ha utilizado en 16mm, DVCam y Super 8. La ausencia de una unidad técnica y narrativa deja al descubierto la esencia de la obra, el hilo conductor que conecta cada instante.
Es una obra compleja que narra diferentes historias, pero donde existe una raíz común que Aller subraya haciéndola perceptible para el espectador. Puedes vivir en un tiempo distinto, tener un oficio distinto, pertenecer a una clase social distinta y posiblemente tener una vida totalmente distinta, pero en esas diferencia hay una conexión, un factor común, que une a todas las personas a lo largo del tiempo. Transeúntes trata diversidad de temas como la crisis, la violencia, el machismo, el racismo…. Pero sobre todo nos habla del tiempo, de lo efímero, instantes cargados de emociones que son los que dan vida y forma a una ciudad como Barcelona.
Un trabajo personal donde el autor se ha implicado directamente en toda las partes de la producción: desde el guión al montaje, tomando como referencia el modo de trabajo de cineastas del período mudo como Chaplin, Eisenstein y Griffith. Rompe con las diferentes etapas de elaboración de un film combinando todas ellas (escribir – rodar – montar – escribir – rodar – montar). Esto otorga al director la capacidad de moldear con manos de artesano la obra, consiguiendo un resultado complejo que es capaz de conectar a la perfección cada elemento.dentro del caos de la ciudad.
El autor no esconde sus influencias, siendo éstas palpables en la obra, puede apreciarse una clara relación con el Cine-Ojo de Vertov y su búsqueda por recoger la realidad de una ciudad viva, en continuo movimiento. Un cine real que se adentra en la ciudad para captar la verdad que esconde. También son notables sus referencias al cine de Godard haciendo uso del collage para combinar planos, sonidos y diálogos aparentemente distintos y sin relación, pero que generan metáforas únicas. Es interesante señalar la escuela de cine que fundó en 2009 y que hace homenaje con su nombre a una de las obras más importantes del director francés Bande à part.
Sin duda Luis Aller consigue mostrar la perfección dentro de la imperfección, cada elemento es situado milimétricamente para forjar significados en la mente del espectador atento. Un trabajo muy cuidado que busca romper y experimentar con el lenguaje, pero sin resultar tedioso. Una obra que habla claro y directo al corazón del espectador, donde dentro de su complejidad se encuentra finalmente la sencillez de reflejar la vida tal como es: una combinación de instantes.
Es un cine para dejarse llevar sin prejuicios, donde es necesario sentir las emociones e ideas que generan esa combinación de imágenes y palabras que es Transeúntes. Como espectador debes estar libre de reticencias que te obsesionen con buscar un orden clásico. No hay que pretender captar toda la información que te ofrece ya que parte de ésta es casi imperceptible por los sentidos. Lo que Luis Aller crea es una nueva forma de ordenar llamada desorden.
«El cine-ojo es la concentración y la descomposición del tiempo. El cine-ojo es la posibilidad de ver los procesos de la vida en un orden temporal inaccesible al ojo humano, es una velocidad temporal inaccesible al ojo humano.» Dziga Vertov
Alejandro García – http://www.cinemaldito.com/transeuntes-luis-aller/ – @NoTodoEsUSA