Todo lo demás
Sinopsis de la película
Allen (Woody Allen), un artista neoyorkino que no consigue alcanzar el éxito, tiene un protegido, Jerry Falk (Jason Biggs), que aspira a ser escritor y que vive permanentemente atormentado. Su representante (Danny DeVito), que no tiene más cliente que él, no le hace ni caso. Jerry se enamora perdidamente de Amanda (Christina Ricci), una joven emancipada e imprevisible que sólo le causa quebraderos de cabeza.
Detalles de la película
- Titulo Original: Anything Else
- Año: 2003
- Duración: 108
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Opinión de la crítica
Película
6.4
28 valoraciones en total
A pesar de la opinión generalizada de la crítica y del público que la ha visto, esta cinta ha sido una de las que mejor me lo han hecho pasar, a lo largo de sus 97 minutos de metraje.
Es cierto que Allen siempre toca los mismo temas con los mismos personajes, tan sólo variando las situaciones, pero no deja de ser cierto también que sus cintas nos sientan como una bocanada de aire fesco en medio de un panorama actual de películas de dudosa entidad…
Uno siempre se acuerda de esos largos paseos por Central Park que los protagonistas, Jerry Falk (estupendo Jason Biggs) y David Dovil (W. Allen) solían frecuentar en largas sobremesas soleadas, hablando de la vida desde dos perspectivas paralelas, aquella del joven Jerry como un tipo pesimista y existencialista que frecuenta el diván de un psiquiatra ( …¿prefieres el psicoanálisis a una sesión de realidad!!!???, ¿te has vuelto loco?, ¿eres inframental o qué?), y la de su mentor y amigo, Dovil, teóricamente más optimista con sus visiones sobre lo saludable de los chistes y su perspectiva paranoico-vital y con un vocabulario en la mayoría de los casos inaccesible para Jerry…
La fotografía en esta ocasión corre a cargo de Darius Khondji, y la estupenda y habitual ambientación sonora de su obra tiene un cartel de lo más variado, Diane Krall, Billy Holliday, Cole Porter e incluso el vanguardista Moby!!!
Para muchos esta cinta es una obra menor…, y puede ser cierto dependiendo de con que la comparamos, si la comparamos con sus propias obras (las de Allen) puede salir perdiendo, pero si las comparamos con la mayoría de las obras contemporáneas sin duda ésto es una obra maestra.
En cualquier caso, si lees alguna crítica de esas negativas que finalmente te echan para atrás, que sepas que estás perdiéndote una estupenda cinta llena de los estupendos gags habituales del maestro semita… con un guión y una puesta en escena no tan sólidos como en ocasiones anteriores, pero una gran película sin duda alguna…
R E C O M E N D A B L E.
Me quejo de las sobrevaloraciones al igual que de las infravaloraciones. Esta película de Woody Allen es un claro ejemplo de las segundas. Puedo afirmar con rotundidad, que después de Manhattan, Hannah y sus hermanas y Misterioso asesinato en Manhattan, que esta película es una pequeña joya desconocida . Me mantuvo enganchadísimo desde el primer momento en la pantalla. El tiempo volaba entre comentarios ingeniosos y graciosos. Gran actuación de Jason Biggs, haciendo un papel que suele interpretar el director, mientras que éste (Allen) deslumbra con su genial interpretación, pareciendo un auténtico chiflado, pero que convencería a cualquiera con sus argumentos.
Si quieren pasar un buen rato, vean esta película, muy por encima de otros films como Poderosa Afrodita, Toma el dinero y corre, La última noche de Boris Grushenko e incluso la sobrevalorada Annie Hall. Seguro que no les decepcionará y habrán pasado 100 minutos con Allen en estado puro.
Ahí van unos cuantos:
– Estoy colada por ti desde que te conocí. No lo notaste por cómo te ignoraba?
– Sí, de hecho había algo absorbente en tu forma de ignorarme.
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– Hábleme de sus sueños. Qué cree que puede significar su sueño de que los Indians de Cleveland compraban juguetes en el Toysrus?
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– No me vengas con ésas. Lo de la espalda son mordiscos. No pienso creerme que te cayeses sobre el peine.
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– Pero si aquí no cabe un piano.
– Lo dices porque no sabes maximizar tu espacio.
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– Si alguien vomita sobre un escenario siempre habrá quien llame a eso arte.
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– Tú te masturbas?
– Por supuesto. Ayer, sin ir más lejos, me monté un trío con Marilyn Monroe y Sofía Loren. Creo que era la primera vez que las dos trabajaban juntas.
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Y por éstas y muchas más cosas de las que no consigo acordarme no tengo más remedio que volver a rendirme a mi allenmanía.
Woody for ever.
Nunca llegaré a entender como ese tipo bajito, neurótico, excéntrico, nervioso y sicótico puede llegar a despertar en mis emociones que otros ni se acercan a lograr. Y es que este film parecía tener todas las papeletas para ser una comedia de momentos y poco más. Pero no. Me equivoqué. Anything else posee las verdaderas características que debe tener un producto tan ligero, fresco y humorístico como este: Diálogos ingeniosos por doquier, que se mueven vertiginosamente en el entramado, sólo siendo superados en velocidad por los aspavientos realizados por Woody Allen cada vez que entra en escena, unos personajes cómicos y curiosos en cierta medida, una banda sonora de lo más agradable y una dirección 100 % amena.
Y eso que jamás pensé que un tándem formado por Jason Biggs y Christina Ricci, secundados por el siempre magnífico Allen, fuese a funcionar tan bien, además de contener dos interpretaciones bastante sorprendentes por parte de sus protagonistas: Un chaval que parecía que no iba a salir nunca de American pie y una muchacha que no lograba encontrar un papel lo suficientemente adecuado para ella.
Sin embargo, todo lo que toca Allen, se convierte en oro o, en su defecto, plata de primera clase. Obra con maestría y consigue que todos los intérpretes den lo máximo de si mismos, sacando partido de una trama que podría haber dado para menos, pero que en manos de este genio mejora gradualmente hasta llegar a límites completamente satisfactorios.
Por si ello fuera poco, el elenco de personajes da alas a la trama: Las secuencias con el psiquiatra son la monda, tanto estas como las conclusiones que saca el protagonista de sus consultas, la relación madre-hija que, en ocasiones, se muestra invertida dando resultados que parecen trasgiversar lo que debería ser lógico o normal, los momentos de Jerry con su agente, que quizá pequen de sosos en ocasiones, pero tienen instantes brillantes, las conversaciones de Dobel con el protagonista, así como el juego que idea para intentarle convencer y, por último, las relaciones internas de la pareja principal, tanto como alguna que otra situación de distensión en susodicha pareja a través de distintas personalidades que van surgiendo a lo largo de todo el argumento.
Vaya, que ni el talento del maestro Allen se ve tapado por una propuesta que no se estimaba tan jugosa en un principio, ni por intérpretes ni por guión, pero saca partido de todo ello creando un cóctel realmente apetecible, donde diversos aspectos de la vida sentimental en pareja o la frustración ante determinados propósitos en la sociedad discurren como tema principal, haciendo de esta, una de las veladas más interesantes del cineasta estadounidense. No tiene desperdicio.
Los dos personajes sobre los que versa el filme, Jason Biggs y David Dobel, son escritores de chistes, tienen representante, son judíos por herencia familiar, saben muy bien lo que es una sesión de psicoanálisis, arrastran desengaños amorosos y sus ideales giran sobre el mismo principio: el hombre está solo en un universo sin dios. Lo que les diferencia es que el primero tiene veintiún años y el segundo cuenta sesenta. Y la diferencia de edad les hace ser distintas personas, aunque ambos sean reflejos del eterno personaje interpretado por Woody Allen. El descreído y paranoico Dobel ve en Biggs el joven idealista y confiado que fue cuarenta años atrás, y se erige en una especie de mentor con el fin de advertir que la vida es una selva que se atraviesa en solitario con el equipo de supervivencia adecuado, desde aprender a masturbarse a aprender a usar un rifle, todo es necesario para valerse por sí solo.
Con la sencillez propia de un sabio y con el sentido del humor necesario para asimilar las amarguras, Woody Allen filma una comedia más sobre la confesión. Todas sus películas son confesiones personales donde Woody se desnuda igual que se hace con un psiquiatra, con un amigo o con un maestro. El Woody que hay en Biggs repite los ritos e, incluso, se confiesa directamente al espectador. Pero al Woody que hay en Dobel no le vale ya ni el psiquiatra, ni el maestro, ni el objetivo de la cámara. A las alturas de su vida, sólo un remedio le parece eficaz para alcanzar la ansiada catarsis, actuar con vehemencia y…