Todo está perdonado
Sinopsis de la película
Victor, su mujer Annette y su hija Pamela están a punto de abandonar Viena para trasladarse a París. Annette quiere creer que Viena ejerce sobre Victor una influencia negativa que consume sus energías. Ciega de amor, prefiere culpar a la ciudad antes que a él. Que sea un irresponsable que desaparece días y noches enteros, es para ella motivo de dolor, pero conserva la esperanza de que algún día recupere la cordura y la vida conyugal se estabilice. Sin embargo, en París la situación empeora definitivamente: Victor se enamora de una joven drogadicta con la que vive sumergido en paraísos artificiales. Once años después, Pamela, que ya tiene tiene 17 años, busca a su padre e intenta comprenderlo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Tout est pardonné (All Is Forgiven)
- Año: 2007
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
6.8
70 valoraciones en total
1995. Victor, francés, y Annette, austriaca, conforman una joven pareja que vive en las afueras de Viena (ciudad en la que Annette tiene a su familia) junto a su hija, Pamela, de seis años. Annette está muy enamorada de Victor, pero este, que carece de trabajo, tan solo escribe, se muestra cada vez más distante, saliendo muchas noches de casa, Annette sabe que el motivo de las escapadas de Victor es la droga. Se trasladan a París, donde vivían anteriormente y se conocieron, con el fin de tratar de arreglar la situación, pero esta no solo no mejora sino que empeora. Victor termina enganchado a la heroína, se enamora de otra drogadicta, y Annette decide poner tierra de por medio yéndose con su hija a Caracas. 11 años después. de nuevo en París, Martine, la hermana de Victor, facilita un encuentro entre Pamela y su padre.
Debut en el largometraje de Mia Hansen-Love, hasta entonces actriz, directora de cortometrajes y crítica de Cahiers du Cinéma. Por tanto nos encontramos ante la opera prima de una mujer de 26 años, quien también escribió el guion de este estreno.
A una primera película de un director hay que pedirle no perfección, sino frescura, y Todo está perdonado la tiene sobradamente. Con una dirección convencional, lineal, sin asumir riesgos que sabe no poder acometer, Hansen-Love, desarrolla su propio guion, muy melodramático, tanto que llega a bordear lo folletinesco, estereotipado a la hora de presentar a los personajes drogadictos, con diálogos que, aunque no quieran resultar trascendentes, ni lo sean, resaltan ante la escasa acción existente. En lo que es la propia dirección peca de escenas, incluso secuencias, demasiado prolongadas sin ningún efecto, el paso de unas secuencias a otras, a veces, es abrupto.
A pesar de sus defectos, ya señalados, Mia Hansen-Love se presenta como una directora a la que valdría la pena seguir a partir de este trabajo, su mirada sobre su mundo creado tiene mucha sensibilidad, ternura e inocencia. La calidad ascendente en sus obras posteriores, cuatro, culminadas con el éxito de El porvenir, demuestra la razón de los buenos augurios despertados con esta obra.
Desde las postrimerías de la nouvelle vague nos llega una película que pese a la austeridad más absoluta y economía de medios no desmerece cualquiera de Rohmer, Godard o Truffaut. Una cinta que narra desde la sencillez, la complejidad del alma humana, la historia de un hombre que, pese a tenerlo todo, se siente vacío en su interior, al no haber encontrado el sentido a la vida. Con una puesta en escena y descripción de caracteres tan brillante que hace que seamos capaces de ponernos en cualquiera de sus puntos de vista dependiendo del momento de la vida y situación personal en que nos encontremos. En definitiva, que es verosímil y cercana, real y transparente, sin importar si ocurre en París a medianoche.
Lo mejor: Constance Rousseau / Nerea Camacho (la misma alma en dos personas distintas, ojalá coincidan juntas), pura hermosura, dulzura, ternura y delicadeza.
Lo peor: que no hacía ninguna falta que enseñase el chocho (no entiendo el significado de la escena).
Lamentablemente esta película se proyectó en una única sesión. Fuimos unos pocos los elegidos que pudimos disfrutarla en todo su esplendor.
Si realmente quiero ser justo escribiendo esta crítica, he de decir que desde el principio hasta el final Tout est pardonné es puro cine. Los tres personajes principales (Victor, Annette y Pamela) están muy elaborados, lo cual facilita bastante que nos sumerjamos de lleno en la trama. Está maestralmente dirigida y en ciertos momentos el espectador se siente contra la espada y la pared. Si tuviera que elegir algo de la película sería sin duda el personaje de Pamela, exhala ternura y delicadeza.
¿Por qué cuando todo va bien siempre hay algo que lo estropea? ¿Realmente Victor bebía y se drogaba por necesidad? Llega un momento en el que vivimos sin plantearnos las cosas, la existencia nos empuja a un callejón sin salida en el que comprendemos que la felicidad es subjetiva. La evasión es la salida más fácil ¿La de los débiles, o quizás la de los cuerdos?… Son muchos los mensajes que nos transmite la cinta, aunque también es cierto que las sensaciones que nos transmiten a cada uno son distintas. Cuando terminó la película, la sala 20 del Nervión Plaza de Sevilla al completo aplaudió con el corazón.
La película tiene un punto de encanto, pero también lo tiene de hastío porque la normalidad es aburrida. Cuenta sencillamente una historia sencilla. La historia es universal: de cómo nos podemos complicar la vida y conseguir a pulso ser desdichados, cuando nada nos obligaba a serlo. Una pareja con una niña de escasa edad y con problemas que no son insuperables se rompe por el afán del marido en buscar atajos a su situación, fabricándose paraísos artificiales, que se trocarán en auténticos infiernos. La ruptura da lugar al distanciamiento, y el distanciamiento al olvido. Como suele ocurrir en este tipo de procesos pagan justos por pecadores y una niña se queda sin un padre poco ejemplar, pero comprensivo y cariñoso. Cuando, transcurrido el tiempo, las cosas parece que se van a enderezar, una vez más la vida se muestra maestra en el arte de construir espejismos, pero lo que era una ausencia clamorosa ha vuelto a ser otra vez una referencia vital. No es para tirar cohetes, pero menos da una piedra.
La película tiene indudables aciertos. Destaco tres:
1 ) De cómo es la vida con niño, lo que siempre es evocador para quien ha pasado por ese trance: en el que uno tiene muchas servidumbres y su tiempo libre está mucho más hipotecado que en otras circunstancias, pero en el que, también, uno tiene la contrapartida de que se siente despojado de ese óxido de la personalidad que es el egoísmo, pues hay algo que le fuerza a ser desprendido, al menos a tiempo parcial. Los hijos nos humanizan y nos hacen mejores, de manera muy evidente en los años en que no son capaces de valerse por sí mismos. Es una experiencia, en mi opinión, recomendable, pero también una época que tiene principio y final, y cuando termina hay que asumir ese hecho sin dramatismo y pasar página sin intentar aferrarse a una situación que con sus luces y sombras, con sus enriquecimientos y empobrecimientos, con sus ventajas e inconvenientes ha pasado a ser historia.
2 ) El proceso de reencuentro, en el que la directora Mia Hansen-Løve muestra su gran sensibilidad, dedicándole un porcentaje considerable del metraje de la película, inversión muy rentable porque deja un buen sabor de boca por su exquisita delicadeza.
3 ) El recurso a la poesía del protagonista que connotará ya inevitablemente su evocación futura. No hay legado que embellezca más la imagen de alguien que el formado por unas bellas, oportunas y sentidas palabras. La lírica es una competente suministradora de ellas.
En resumen, es ésta una de esas películas que si bien cuando se está viendo puede no levantar pasiones, como el buen vino, mejora en la barrica del recuerdo, con el paso del tiempo.
La opera prima de Hansen-Love. Tiene todo lo bueno de sus posteriores películas, esos argumentos familiares sensibles, casi sentimentalones, esa exquisita dirección de actores, especialmente niños, ese estilo rohmeriano tamizado para bien por un linklater. Además, una soberbia actuación de Paul Blain (hijo de Gerard), uno de esos personajes misteriosos que tanto abundan en el cine francés. Entiendo que si uno no conecta con la historia puede resultar algo coñazo. A mí me encantó.