Tocando fondo
Sinopsis de la película
Kate (Mary Elizabeth Winstead) y Charlie (Aaron Paul) son una joven pareja unida por su amor a la música, la diversión y la bebida. Cuando Kate decide dejar de beber, su nuevo estilo de vida pondrá en peligro su relación con Charlie.
Detalles de la película
- Titulo Original: Smashed
- Año: 2012
- Duración: 78
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Opinión de la crítica
Película
6
69 valoraciones en total
Si alguien piensa por la sinopsis o por los géneros (drama y alcoholismo) que esta película va a ahondar en un serio problema como la adicción al alcohol, en este caso se equivoca. Tocando fondo tiene la misma profundidad que una fina hoja de papel, cero. Parece que de estar bebiendo hasta la última gota de alcohol del estado hasta tal punto de mearme día sí día también en la cama puede pasarse a no solo no beber nada, sino a aguantar que al lado estén metiéndose litros de alcohol sin sentir la tentación o malhumorarme.
En la rehabilitación para esta película no existe síndrome de abstinencia. No solo eso, sino que los que me rodean, si les pido que durante 24 horas no beban y les ponen delante 2 cócteles ellos ni los prueban por amor (será), amor que no aparece tampoco por ningún lado del largometraje.
El problema de este film no es ya su error de base o su desconocimiento del tema o querer ser realmente superficial, sino que no intenta suplirlo con algo y cuando parece probar con algún toque de humor se queda en alguna gracia trasnochada o cuando parece que va a ahondar en alguna consecuencia del alcoholismo la pasa por encima como si la surfeara.
No cuenta nada nuevo y no profundiza en nada. Un 4 porque efectivamente, director y guionistas están Tocando fondo .
Despierta, abre los ojos, mira lo crudo que es el mundo sin esa dosis de fantasía e irrealidad que te puede producir los efectos del alcohol, o de cualquier otra cosa.
Los problemas están para hacerles frente. Se hace frente cada vez que se asume que hay un problema, eses es el primer paso, pero no el único.
Te haces fuerte siendo responsable de tus actos y conociéndote.
Esto es lo que viene a decir esta película, que aunque con momentos de dureza nunca pierde la calidez para las personas que como yo, sabemos que es estar con problemas.
Vivir con honestidad, sin arrimarse a cualquier tipo de mentira o truco que convierta el mundo en algo aparentemente fácil, es muy difícil y causa gran fatiga. Las drogas, incluido el alcohol, son atajos que sirven para que algunos crean durante un tiempo que el mundo se rinde a sus pies o que el entorno es muy distinto a lo que es. La vida es dura y aburrida cuando se inunda de rutinas molestas o de problemas que nos impiden ser felices. No parece todo esto que digo un gran descubrimiento ni nada que no se haya dicho un millón y medio de veces.
El realizador James Ponsoldt elige un alcoholismo descontrolado y lesivo para contar una historia que sabemos cómo comienza y cómo acaba desde las dos primeras escenas. Un matrimonio formado por una pareja de jóvenes, grandes cantidades de alcohol, el peligro de nuevas drogas y un entorno hostil que evita la recuperación, son los ingredientes fundamentales de un flojo guión que se centra más en lo que rodea el problema que en el propio problema. Ponsoldt mira más la historia de amor entre los jóvenes que la botella vacía. Y eso hace que todo quede en tierra de nadie. No quiere profundidades porque no sabe si quiere indagar o no, si quiere arriesgar o no. Ante esas dudas, el resultado final es soso y prescindible. En cualquier caso, decepcionante. Lo único que se establece desde el primer minuto es un estado de desasosiego e imposibilidad de regreso a la normalidad. Lo que ya sabíamos.
Leaving Las Vegas o Días de vino y rosas ya contaron estas cosas. Bastante mejor, por cierto. Smashed no aporta nada nuevo.
Lo único que se puede rescatar es un excelente trabajo de Mary Elizabeth Winstead interpretando a Kate. Natural, creíble y bella. Muy convencida de lo que hace. Aaron Paul cumple bien encarnado su personaje.
Parece imperdonable pisar territorios tan delicados con la sosería con la que lo hace James Ponsoldt. Si lo intentas debes arriesgar. Como siempre ocurre, es el guión lo que hace aguas por los cuatro costado y por donde la película se convierte en un recipiente vacío. Sin guión no hay personajes, y sin personajes no hay nada que pueda interesar de un relato. Pero, claro, no hay nada más cómodo que un guión facilón.
inventodeldemonio.es/blog
¿Por qué una buen puñado de escenas resultan conmovedoras, bien interpretadas y con diálogos que no asemejan inmensos pepinos insustanciales?
Existe verdad en ella, pese a tratar un tema delicado y muy común, que por lo general deriva hacia el drama y cierto desgarro interpretativo, carente en su mayoría, de autenticidad.
El enamoramiento de los personajes te lo crees, tal vez porque no les importa mostrarse emocionalmente. En las producciones de este tipo, todo resulta de metacrilato… muy adecuado, correcto, caras de tristeza impostando una imagen que por lo general, si eres un poco exigente, no te llega.
No diré que es un gran trabajo pero si aprueba sobradamente, y esa nota le daré.
Leo algunas críticas por ahí en las que la gente se queja de que sobre el tema del alcoholismo en la pareja ya hay películas mucho mejores que ésta, que además no aporta nada nuevo. Bueno, y qué. Hay cientos de western calcados unos a otros y cientos de comedias románticas exactamente iguales y no por eso dejan de tener interés para los aficionados a ese tipo de cine.
Evidentemente esto no es Días de vino y rosas pero la película aborda el tema con bastante acierto. Su protagonista tampoco es Lee Remick pero Mary Elizabeth Winstead hace un papel más que notable e interpreta a su personaje con una gran dosis de verosimilitud, procurando huir del aspaviento innecesario y de la exageración.
La historia es la de siempre: pareja con una relación muy ligada al alcohol entra en crisis cuando uno de los dos miembros decide dejarlo. Sí, es verdad que esto ya lo hemos visto antes pero cada vez tiene unos matices diferentes. En este caso se incide sobre todo en la falta de consistencia del amor, realmente en el momento en el que la protagonista deja de beber se ve claramente que ahí no hay mucho más que rascar, aparte de que el marido es un capullo de cuidado. Es una diferencia importante con respecto a Días de vino y rosas, donde sí que había un sentimiento intenso por parte de los personajes, aunque al final no fuera lo suficientemente fuerte como para salvar la relación.
En fin, ésta no es una obra de arte pero no está mal. Y apunto una ventaja adicional: James Ponsoldt tiene el pedazo de detalle de contarnos la historia en 85 minutos. De vez en cuando se agradece que un director decida no enredarse ni enredarnos y que cuente lo que tiene que contar en el tiempo exacto que necesita. Aunque sólo sea por eso, gracias, Ponsoldt.