Tiovivo c. 1950
Sinopsis de la película
Esta película no tiene argumento. Es más bien un aguafuerte o, quizá, uno de aquellos retratos al minuto que hacían los pintores sin talento en las calles de Madrid en torno a 1950. La capital era entonces más que nunca el rompeolas de España. Un rompeolas gris, de cartillas de racionamiento, tierno y cruel a la vez, pobre hasta en sus alegrías, convaleciente (siempre con décimas al atardecer), pero también pícaro, festivo y surrealista. Un tiovivo, en fin, de supervivientes de los que, nos guste o no, somos herederos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Tiovivo c. 1950
- Año: 2004
- Duración: 150
Opciones de descarga disponibles
Si deseas puedes descargarte una copia de esta película en formato HD y 4K. A continuación te citamos un listado de opciones de descarga activas:
Opinión de la crítica
Película
5.9
51 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Agustín González
- Alfredo Landa
- Ana Fernández
- Andrea Tenuta
- Andrés Pajares
- Ángel de Andrés López
- Antonio Dechent
- Aurora Bautista
- Beatriz Rico
- Blanca Oteiza
- Carlos Hipólito
- Carlos Larrañaga
- Carlos March
- Concha Gómez Conde
- Eduardo Gómez
- Elsa Pataky
- Enrique Rueda
- Enrique Villén
- Fernando Delgado
- Fernando Fernán Gómez
- Fernando Guillén Cuervo
- Francis Lorenzo
- Francisco Algora
- Francisco Merino
- Frank Braña
- Iñaki Miramón
- Javivi
- Jorge Roelas
- José Caride
- Josep Maria Pou
- Juan Calot
- Juan Jesús Valverde
- Julio Gavilanes
- Luis Varela
- Luisa Martín
- Mabel Lozano
- Manuel Andrés
- Manuel Galiana
- Manuel Tejada
- Manuel Zarzo
- Mapi Sagaseta
- María Adánez
- María Asquerino
- María Elena Flores
- María Kosty
- Mario Morales
- Miguel Ángel Solá
- Miguel Rellán
- Pilar Ordóñez
- Rafael De Penagos
- Rafael Romero Marchent
- Ramón Langa
- Ramón Lillo
- Ricardo Gómez
- Roberto Catarineu
- Santiago Ramos
- Sergio Peris-Mencheta
- Tina Sáinz
- Valentín Paredes
Tiovivo c.1950 es la inteligente forma que tiene José Luis Garci (El crack, Luz de domingo) de transportarnos al Madrid de aquellos años, abriéndonos una ventana desde la que poder disfrutar con la vida de un sinfín de personajes que van desde el director y los empleados de un banco, a unos mecánicos de taller o una taquillera de Metro, pasando por jugadores de timbas que viven de la reventa de entradas, unos cineastas argentinos o unos profesores de baile, entre muchos otros.
La película no tiene una trama concreta, su argumento es ninguno y su corazón es la sucesión de escenas que representan a aquel Madrid. Cada escena una historia, cada momento una bonita postal, cada minuto un elegante ejercicio cinematográfico que sorprende por lo original de su resultado sin pecar de la vulgaridad habitual que sí hacen gala muchas producciones nacionales.
La absoluta compenetración de dos elementos perfectos, como lo son su fotografía y la dirección artística , consigue que parezca que nos encontremos ante una cinta rodada en los años en los que se inspira la historia y no en una película hecha apenas dos suspiros, en 2004.
En un principio, sus escenas no están relacionadas entre sí, pero progresivamente las historias irán entrelazándose de alguna manera muy hábil ofrecida por su director. Este modelo consigue no aburrir en ningún momento, ya que pasamos de una escena a otra sin parar, volviendo después al punto en el que nos quedamos sin habernos olvidado para nada de su historia.
Agradable y distinguida en todos sus sentidos, cuenta con un reparto eterno en el que coinciden los clásicos, los actuales y los más olvidados. Resulta muy interesante volver a ver los nombres de Alfredo Landa, Andrés Pajares y Fernando Fernán-Gómez a estas alturas, junto a los de María Adánez o Carlos Hipólito, pasando por Santiago Ramos, José María Pou, Carlos Larrañaga, Francis Lorenzo, Elsa Pataky… y muchos más. Algunos disfrutan de un gran protagonismo en la película pero siempre sin abusar. Otros exprimen lo grande de su interpretación en apenas unos minutos.
La música, de Pablo Cervantes, compuesta por una exquisita pieza tocada en piano, resulta más que adecuada para la ocasión y evoca la nostalgia de la que está compuesto esta interesante película que tiene su historia en mitad del Madrid franquista, sin aburrir con un melodrama que nos hable de lo pobrecitos todos y olvidándose de los aspectos más polémicos de la época para contarnos que entonces, en mitad de una dictadura, también existían los buenos momentos, tal y como reza la frase de los créditos finales:
Corrían muy malos tiempos, pero vistos a distancia quizá fueran los más nuestros
Era el Madrid del trapicheo y el estraperlo, de la reventa y la pensión barata, de limpiabotas y oficinistas de tercera, de empleados de taller y vendedores ambulantes, de artistas de alas cortadas y camareros que quieren ser actores, de esposas que salen por las noches a los bares de alterne porque sus maridos ganan poco, de infidelidades furtivas, de curas sin vocación, de chicas guapas engañadas que ven abrirse un precipicio a sus pies, de tertulias rancias de sucedáneo de café, de algún opulento director de banco que goza de los encantos de una señora de bandera, de padres que se desvelan por sus hijos, de academias de mecanografía o de baile, de ancianos solitarios de cuya lejana juventud no queda más que una manoseada foto en sepia, testimonio de una vida anodina y deslucida.
Era el Madrid de los novios que no podían besarse en la calle, de los apresurados cuchicheos en los lavabos públicos para pasarse obras clandestinas, de los salones llenos de humo de tabaco, del Gordo de Navidad que nunca le toca a nadie conocido, de las timbas de póker entre negocio y negocio, de la novedad de la penicilina aún escasa, de niños que arriman el hombro.
De sueños perdidos y abandonados, de ilusiones exangües y una presión perpetua en el pecho, que se intenta apaciguar con las copitas de siempre en el bar, con el cigarro lánguido entre los labios, hablando con convicciones vacías para engañar la incertidumbre, unos con el lenguaje llano de la costumbre y otros con el lenguaje pomposo del que se quiere convencer a sí mismo.
Un caleidoscopio de personajes, escenas encadenadas en un tapiz que se va tejiendo de pequeñas historias, con excelente fotografía añeja.
Se paladea un Madrid invernal y trémulo de sabor melancólico, con regusto dulzón en el fondo de la lengua y un puntito amargo, como de lágrimas que nunca se derramaron porque la tristeza era demasiado grande para llorar.
Garci como siempre demuestra que es un director que aporta sentimientos a ras del vivir cotidiano. No me cabe duda, si esta película la hubiese firmado Almodóvar en lugar de Garci, algunos críticos como M. Torreiros de El País, en vez de decir que se trata de una historia acartonada e irreal con anécdotas chuscas , estaría lanzándole alabanzas hasta el empacho. Tiovivo c. 1950 , es una película más que aceptable. Conmueve en la conjunción de sus historias entrelasadas, sobre todo ese curioso guionista del séptimo arte, enjaulado en una profesión como director de banco, la avara beata que roba al cura de las limosnas que recolecta para él, el empleado de banco, figura del sumar rápido y sin errores, lanzando un discurso en favor de la ejercitación de la memoria y en contra de las máquinas, el estraperlista de libros censurados que suele meterse en un urinario de café a pasar ejemplares de obras universales y por ello es confundido con un maricón buscador de carne masculina, etc. Siempre se hallan escenas típicas de la idiosincrasia española, al acercarse a las obras de J.L.Garci, director al que personalmente le debo haber visto hace años, cuando nadie citaba esa maravilla titulada ORDET (la palabra) u otras creaciones cinematográficas de gran impacto para el espíritu, su orientación hacia excelentísimas perlas universales del cine trascendente.
Así pues, lo dicho, la película TIO VIVO C. 1950 es digna y aceptable. ¡Qué le vamos hacer, no todos podemos parecernos a críticos que escriben en medios tan progre-endiosados como El País!
Fej Delvahe
Para entender y disfrutar del cine de Garci, hay que desnudarse de prejuicios, hay que dejar a un lado toda esa carga política que siembra el poderoso ejercito de medios de comunicación al servicio de la falsa progresía, logrando que muchos ciudadanos militen en un perfecto rebaño que lee (los que leen), escucha, ve, piensa, opina y vota como el Gran Hermano dicta.
El cine de Garci es para espíritus libres, solo desde esa libertad se tiene acceso a la sublime belleza de sus películas.
Tiovivo es quizás la mejor película que se ha hecho en lo que va de siglo. En esta película no hay efectos especiales, en esta película los actores no dicen mierda, ni follar. Tampoco aparece la palabra genial en ningún diálogo. En esta película los actores no hacen aspavientos con las manos ni con los brazos, ni miran al otro con ojos desorbitados como si fueran a asesinarle. Tampoco abren la boca como los peces para hablar. En esta película, los actores interpretan cada uno su papel de forma natural, expresando ternura cuando toca o tristeza o alegria…
Parece claro que la película se inspira en La Colmena, el gran filme de Mario Camus basada en la novela de Cela que, en su momento, dejó las puertas abiertas a una nueva forma de hacer literatura. Sin embargo,en la cinta de Camus, igual que en la novela de Cela, subyace un mensaje triste y pesimista, mientras que la de Garci, quizas porque transcurre una década después, transmite un cierto optimismo, permite ver un rayo de luz que ilumina el futuro.
Como ya dijo algun crítico, en Tiovivo, a pesar de los tiempos tan sórdidos, la gente sale adelante y vive ya sin esa desesperanza que se percibe en La Colmena.
Podría seguir hablando de la magnífica interpretación de todos los actores, del guión, de la música, de la fotografía, de la luz, de la forma increible que tiene de manejar la luz, adaptandola al ambiente de cada escena.
Algún crítico ha dicho de esta cinta que es una obra de arte y yo, desde mi humildad me adhiero a esa opinión y le pido a Garci que siga con su personal quimera, que no se rinda a convencionalismos dictados desde el poder, que siga esquivando la vulgaridad y que siga regalándonos la maravilla de su cine.
Amen.
Al bueno de Garci, que sabe del cine casi todo, muchos críticos inmisericordes le crucifican cuando pare una nueva película, y a mí me parece que es que quieren exigirle la genialidad, ese don que solamente poseen algunos elegidos. En este Tiovivo nos recuerda al Garci de siempre, correctísimo, casi perfecto en el aspecto técnico, con un guión nostálgico, evocador del Madrid postfranquista, aún entrañable, kilómetro cero de todos los viajes por España, y punto de encuentro de los provincianos que van allí por múltiples motivos. Conjunto de historias contadas a trozos, al estilo de La colmena de nuestro insigne Camilo José de Cela. A mí me encantan casi todas sus películas, aunque no tengan la chispa del genio y del ingenio, y esta no es, desde luego, una excepción. Delicioso el baile final de dos veteranos de aquéllos nostálgicos 50.